sábado, 26 de diciembre de 2009

"La lectura y la vida"de Emili Teixidor y la lectura y la escritura en Psicoanálisis

El escritor catalán Emili Teixidor en un libro que me parece excelente y maravilloso, titulado “La lectura i la vida” dice:

“Entre las quejas que se sienten con frecuencia sobre los bajos índices de lectura, muy pocos recuerdan que los libros menos vendidos, y los más necesarios, son los de poesía. Confunden lectura con novela, confunden a la vez con información, distracción, formación, placer…sin pensar en lo que es en primer lugar la literatura: es lenguaje. Que sin palabras no podemos vivir. Que cuantas más tengamos, mejor podremos expresarnos y, como recuerdan muchos psicólogos y poetas, menos necesidad tendremos de acudir al psicólogo o al psiquiatra. Hemos olvidado esta función ordenadora, higiénica, terapéutica equilibrante del lenguaje. Por este motivo la poesía es esencial. Dicen que cada pueblo en que los jóvenes no hayan dejado la piel en el lenguaje, no puede presumir de haber conseguido el primer escalón de la civilización. Y por eso la primera cualidad que hemos de exigir a un libro es que esté bien escrito. Porque las palabras son el material con que los lectores ordenan su vida interior…"(12, pág. 52)

-“….necesitamos las palabras-la literatura- para nuestra ordenación interior, como instrumentos de nuestro pensamiento-pensamos con palabras- y por disponer de suficiente material para expresarnos, y una de las condiciones para conseguir la felicidad es que la expresión no se quede nunca retrasada respecto (o atrás)de la experiencia. Hemos de ser capaces de expresar todo lo que sentimos y vivimos, porque todo lo que se nos quede en el interior inexpresado o mal expresado por falta de palabras suficientes o de un vocabulario aproximado y deficiente, se convierte en obstáculo para la libertad interior, en una molestia para la felicidad, y a la larga esta acumulación de experiencias no dichas o mal expresadas producen una explosión de violencia hacia fuera o una implosión nefasta hacia dentro. Así mismo, la primera exigencia de toda literatura es la corrección, que el texto esté bien escrito. Un buen libro es el que está bien escrito, y un mal libro es el que está mal escrito. Además el libro cuenta y produce otros beneficios secundarios, laterales, como son la información que aporta, la seducción de las tramas, el placer de la evasión, las experiencias que el lector vive por medio de personajes interpuestos, etc, hasta el argumento de elocuencia procesal, amatoria o de controversia, pero la palabra, la buena escritura, es la base, el beneficio principal. Si la historia fuese el elemento principal, los mensajes de socorro serían los textos más importantes de la literatura. El poeta Joseph Brodsky llega a decir que si las autoridades conociesen los beneficios inmensos que proporcionan las palabras, la buena literatura, dedicarían más dinero a los presupuestos de educación y cultura, porque habrían de dedicar menos recursos a la sanidad. Dice también que habríamos de llevar siempre encima un papel para anotar e lo largo del día las palabras y frases nuevas que nos llegasen, de la misma manera que llevamos siempre con nosotros la tarjeta de crédito, cosa que demuestra que estamos más atentos a los intereses monetarios que al incremento de nuestro caudal intelectual.(6, pág.62)


"Insisto en la lengua, sobretodo porque existe la posibilidad de dejarnos tentar por las historias, el argumento, lo que se denominaba hasta hace poco “el mensaje del libro”. Camilo José Cela ya se va a burlar del mensaje cuando va a decir aquello de que sus novelas no eran botellas lanzadas al océano por un náufrago, y que no contenían ningún mensaje. Karl Kraus decía: “yo solo domino el lenguaje de los otros, el mío hace conmigo lo que quiere”. Con eso indicaba la fuerza impetuosa de la lengua que nos habita y nos porta, y como un escritor, un lector, ha de buscar su voz única. “En los verdaderos escritores, continuaba Kraus, “la forma y el contenido son solidarios como el alma y el cuerpo, mientras que en los otros, en los que no lo son, la forma y el contenido se ajustan como el cuerpo al vestido”.Se enojaba, disgustaba así nuestro autor: “Como si un poeta pudiese escoger unos temas a la manera como un sastre o un periodista presta su estilo a opiniones ajenas. Aún hoy día, la crítica alemana no tiene idea de la fuerza original que engendra al mismo tiempo el contenido y la forma”. …(7, pág. 63)

………. “Aquiles va a perder a su amigo en la guerra, y Homero no va a cometer ninguna injusticia contra el dolor de Aquiles por el hecho de describirlo en hexámetros dactílicos. ¿Honraríamos a nuestros muertos escribiendo palabras de cualquier manera, tal como saliesen, sin tener en cuenta los sonidos, el significado de estos sonidos, el sonido de estos significados? ¿Sería un testimonio de verdad de su pérdida? Recordemos el dolor de Aquiles, aquel terrible e inmenso dolor. Un dolor así solamente puede ser expresado por la forma. La forma lo es todo. Sin forma únicamente tenemos el grito que lanzamos cuando nos pisan el dedo gordo del pié…, un grito sincero, seguro, si es que eso tiene algún valor, pero sin ninguna profundidad ni perdurabilidad. Sin ningún tipo de resonancia. Podría ser un accidente grave, pero no podría ser dolor, y los agravios tienen su lugar en las reclamaciones del defensor del pueblo, pero no en la poesía”. Solamente la poesía, la forma poética, es capaz de expresar con eficacia el dolor de Aquiles y mantenerlo vivo hasta nuestros días”.

-“Existen muchos argumentos a favor de las historia bien escritas. Leer no es únicamente adquirir informaciones sobre obras escogidas, sino que consiste en aprender a leer y a escribir las obras de nuestra vida. Cada nueva lectura nos exige un cambio en la cualidad de nuestra experiencia moral. Después de todo (finalmente), en las historias más convencionales, la lectura refuerza los arquetipos de la búsqueda que llevan a término para encontrar una explicación sobre nuestra existencia, nuestras vidas, una explicación que signifique algo (alguna cosa). Siempre andamos a la búsqueda de lo absoluto. Por eso, la historia de un libro es buena si nos deja con más preguntas que respuestas en lo que hace al significado. En las primeras lecturas, pedimos a los libros, como a la vida, que sean excitantes, sobre todo románticos; más adelante que nos lo hagan pasar bien, que sean, el libro y al vida, soportables; y al final, que sean capaces de entenderlo todo, que sean, el libro y la vida, comprensibles”.(II, pág. 66)
(Traducción del catalán realizada por mi)

Los fragmentos seleccionados me conmueven y me convocan en relación a la posición del analista en la cura y al lugar que el acto analítico, la interpretación psicoanalítica tiene en la misma. No se trata solamente ni principalmente , como tampoco se trata en la verdadera Literatura según nos dice Emili Teixidor, del significado, de los vericuetos imaginarios del sujeto (“los beneficios secundarios o laterales como son la información que aporta, la seducción de las tramas, el placer de la evasión, las experiencias que el lector vive por medio de personajes interpuestos, etc, hasta el argumento de elocuencia procesal, amatoria o de controversia, como nos dice el citado autor”. No se trata siempre, ni solamente, del bla bla bla extendido en una sesión de prescriptos cuarenta y cinco minutos, en la que el sujeto muchas veces se pierde en lugar de encontrarse. Se trata de que la palabra certera sea escuchada, lo que es posible si el sujeto “asociando libremente” se encuentra ahí con el “Deseo del analista”, de lo que resulta que el analista crea poesía (la interpretación es un acto de creación), ya que como dice Lacan “si una interpretación apaga un síntoma es porque fue lo suficientemente poética”.
Se trata de que el analista realice la lectura del sujeto del inconsciente y también de que escriba al unísono, al mismo tiempo que el sujeto en análisis reescribe su historia de deseo. Se trataría de “leer y escribir bien” el libro del sujeto del inconsciente. Y en ello la historia no es el elemento principal. El analista, al igual que el “buen escritor”, no ha de dejarse tentar por las historias, por el argumento, “el mensaje” del libro o texto del sujeto, asumiendo el riesgo inherente a su función, de tener que soportar por ello muchas veces, la transferencia sobre sí de un rasgo de “frialdad”-como me sucedía recientemente con una sujeto en análisis-y los reclamos y el enojo que la misma suscita.
Conviene al analista la posición de Camilo José Cela: que las novelas de nuestros neuróticos, al igual que las suyas, no sean botellas lanzadas al océano por un náufrago, convienen que tenga en cuenta que no hay mensaje. Conviene al analista que la forma y el contenido de su interpretación sean solidarios como el alma y el cuerpo, porque solamente la forma poética es capaz de nombrar con efectos de cura, el dolor del sujeto en análisis.
 Pero a diferencia de lo que nos dice Emili Teixidor en el último fragmento citado, respecto a los libros: “que finalmente queremos que los libros sean capaces de entenderlo todo, que sean el libro y la vida comprensibles”, buscamos que el sujeto acepte que no hay libro capaz de entenderlo todo, que ningún libro ni ninguna vida tienen explicación, o tienen La explicación, que el sujeto deje de buscar lo absoluto, esto es, que asuma su castración.

viernes, 18 de diciembre de 2009

ADORMECIMIENTO DEL SUJETO Y RESPONSABILIDAD EXIMIDA II

La incompletud o la falta del sujeto que Freud fue capaz de escuchar en los límites de su saber médico, hoy intenta nuevamente taponarse con ese mismo saber médico, donde el sujeto desaparece.

Es común escuchar que hoy día más que antes, son muchos los consultantes que tienen dificultades, cuando no, franca imposibilidad, de transitar un viaje analítico (ya sea que se trate de sujetos diagnosticados como bordeline, como patologías diversas donde se tiende a la actuación de los impulsos (adicciones de índole diversa, conductas violentas, etc), hecho que no pocas veces sirve a los detractores del psicoanálisis para fundamentar la inaplicabilidad del método psicoanalítico, así como su estado demodé.
 Esta bien, supongamos que eso sea así, e imaginémonos a continuación un mundo en el que tanto los afectos, emociones, sentimientos y conductas de las ¿personas? fueran gestionados por medicamentos administrados en dosis adecuadas según los estados afectivos que este Super Saber creyera más conveniente para los seres en cuestión.
La explicación está en parte en la imposibilidad de estas, que parece ir en aumento, para experimentar el dolor y duda, lo cual lleva a no querer preguntarse nada, ni a querer saber sobre su responsabilidad subjetiva en aquello de lo que sufre, y a querer que sea Otro el que piense y decida por ellos.

¿Qué hace que hoy el dolor sea para los sujetos tan insoportable (imposible de soportar)?, ¿qué es eso de lo cual las personas prefieren no saber y no pensar, y de lo cual procuran parapetarse prefiriendo aceptar más o menos pasivamente un lugar de “víctima” de tal o cual trastorno o de padeciente de tal o cual enfermedad, de la cual aceptarán ser salvadas solamente por el saber de un Amo que las medica, pero que no las hace implicarse como sujetos de deseo? Esto es, que no les pregunta: ¿qué tiene usted que ver en esto, cual es tu responsabilidad en eso de lo que te quejas o de lo que sufres?
Lo insoportable a sostener es la castración, la falta constitutiva del sujeto y la angustia que la misma comporta, lo cual es favorecido por el tratamiento actual de muchos “trastornos” psíquicos, que favorece el adormecimiento (con medicación) del pensamiento y exime a los sujetos de responsabilizarse de sí mismos, de sus sentimientos, de sus conductas, de sus padecimientos.
Es cada vez más común escuchar sobre todo de parte de los padres que ellos no tienen la culpa ni son responsables de tal o cual “trastorno” que padece su hijo, ya que se trata de un problema cerebral, con tal o cual neurotrasmisor o de un problema neurobiológico, etc. Sienten un gran alivio y muchas veces se envalentonan porque “ya nadie puede decirles que lo que les sucede a sus hijos es debido a que los han educado mal, o de tal o cual manera” (esto citado textualmente). ¡Y pobre entonces de quien ose intentar que se cuestionen, o que encuentren alguna relación entre los síntomas del hijo y algunas situaciones familiares o comportamientos parentales en relación al mismo!
Me digo que aunque estos aspectos cerebrales sean efectivamente constatables, ello no justifica la evasión de responsabilidad subjetiva que amenaza a nuestra sociedad actual.

EL ADORMECIMIENTO DEL SUJETO Y LA RESPONSABILIDAD EXIMIDA

I)
Qué hace posible que la mayoría de las personas acepten sin cuestionarse que mediante cuestionarios idénticos aplicados “objetivamente” los diagnostiquen de tal o cual trastorno, o que diagnostiquen así a sus hijos, sin que el profesional en cuestión tenga para nada en cuenta, como sé que sucede en muchos casos, aunque por suerte no en todos, la situación actual que atraviesa esa familia, ese niño, tanto a nivel social como económico, como relacional y el como las mismas son significadas por la familia en cuestión, sin que una separación de los padres en el momento de esa consulta , o la pérdida sucesiva de embarazos de una madre en otro, así como la historia de deseo de esa pareja y la de deseo en relación a ese hijo, tenga en lo que a éste le está sucediendo algo más que el carácter de un simple dato biográfico o informativo. Esto, cuando seguramente es en ellos que radica algo del sentido de su malestar o de su “trastorno”.

Pero tampoco se tiene en cuenta aquello de lo que el niño habla, aquello de lo que él elige hablar en un espacio que le ha sido significado como lugar para saber qué es lo que le sucede y para ayudarlo.

¡Es que no puede medirse con exactitud científica la incidencia de determinados hechos de la historia vital del sujeto, ni la de esa separación o esos abortos espontáneos en la falta de atención o en la depresión de ese chico! se nos dirá, y además se nos comprobará de que los psicoanalistas nos guiamos por la intuición y hacemos juicios atributivos de causalidad falsos, erróneos o ilusionistas.

Pero sin embargo, las causas de los trastornos sí pueden, sin lugar a dudas, atribuirse a determinantes provenientes de una parte del cuerpo humano, el cerebro, de la cual se dice al mismo tiempo, que se conoce solamente una ínfima parte.

Y nos cuestionaran a los psicoanalistas, acerca de cómo podemos producir una verdad a partir de lo que nos dice quien nos consulta, si a las palabras “se las lleva el viento”, las personas no sabemos ni lo que decimos en lo que decimos, nos contradecimos de un segundo al otro.
Y sí, estamos de acuerdo, el lenguaje es como decía Francis Bacon un idolon o eidolon fori o idolos del mercado, por eso precisamente es que el psicoanálisis no pretende ni cree en un saber verdadero, en el más verdadero de todos los saberes, sino en uno relativo, pero esencial: la verdad del sujeto del inconsciente. Porque es “en” y a partir de ese lenguaje que “nos habla” antes de que hablemos (nos significa antes que signifiquemos) que nos habla aunque no queramos, que hace que seamos hablados más que hablemos, y ahí justamente donde más sordos y perdidos estamos es donde podemos escucharnos, donde podemos encontrarnos, donde un psicoanalista intenta que nos escuchemos y nos encontremos. Y la verdad resultante de tales intermitentes momentos de encuentro es una lectura posible, la más acertada cuando la interpretación analítica es poética como dice Jaques Lacan.
Y por tanto es una lectura que por su efecto de verdad promoverá algún cambio en la posición subjetiva de quien es escuchado. Y en tanto que lectura posible, es también lectura no acabada, no fijada de un vez y para siempre a un sentido, sino abierta como un Gran libro de la vida (el propio), a posibles relecturas y a la producción de nuevas verdades a partir de la afluencia de nuevos recuerdos del pasado, de nuevas vivencias del presente, y de nuevos acontecimientos futuros.
Esa es la única verdad a la que podemos tener acceso en tanto que hablante-seres divididos por el lenguaje; y por más variables que la psicología Científica pretenda controlar y medir para evitar la influencia de la subjetividad, es justamente la subjetividad misma la variable que no se puede objetivar porque su naturaleza evanescente anida en el lenguaje que nos constituye como sujetos psíquicos.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Literatura y Psicoanálisis.

Releyendo “Memorias de Adriano” me convocan como psicoanalista-entre otras que hoy no he de citar- estas frases del “Cuaderno de notas” de su autora, Margarite Yourcenar :

“Todo se nos escapa, y todos, y hasta nosotros mismos. La vida de mi padre me es tan desconocida como la de Adriano. Mi propia existencia, si tuviera que escribirla, tendría que ser reconstruida desde afuera, penosamente, como la de otra persona; debería remitirme a ciertas cartas, a los recuerdos de otro, para fijar esas imágenes flotantes. No son más que muros en ruinas, paredes en sombra. Ingeniármelas para que las lagunas de nuestros textos, en lo que concierne a la vida de Adriano, coincida con lo que hubieran podido ser sus propios olvidos.

Lo cual no significa, como se dice con demasiada frecuencia, que la verdad histórica sea siempre y en todo inasible. Es propio de esta verdad lo de todas las otras: el margen de error es mayor o menor”.

“El hombre más apasionado por la verdad, o al menos por la exactitud, es por lo común el más capaz de darse cuenta, como Pilatos, de que la verdad no es pura. De ahí que las afirmaciones más directivas vayan mezcladas con dudas, repliegues, rodeos que un espíritu más convencional no tendría. En ocasiones, aunque no a menudo, me asaltaba la impresión de que el emperador mentía. Y entonces tenía que dejarle mentir, como todos hacemos.

“Me di cuenta muy pronto de que estaba escribiendo la vida de un gran hombre. Por lo tanto, más respeto por la verdad, más cuidado, y en cuanto a mí, más silencio”.

“De alguna manera, toda vida narrada es ejemplar; se escribe para atacar o para defender un sistema de mundo, para definir un método que nos es propio. Y no es menos cierto que por la idealización o la destrucción deliberadas, por el detalle exagerado o prudentemente omitido, se descalifica toda biografía: el hombre así construido sustituye al hombre comprendido. No perder nunca de vista el diagrama de una vida humana, que no se compone, por más que se diga, de una horizontal y de dos perpendiculares, sino más bien de tres líneas sinuosas, perdidas hacia el infinito, constantemente próximas y divergentes: lo que un hombre ha creído ser, lo que ha querido ser, y lo que fue”.

“Aunque sea obvio decirlo, siempre se erige un monumento de acuerdo con el gusto de cada uno. Y no es poco emplear solo piedras auténticas”.

“Todo ser que haya vivido la aventura humana vive en mí”.

“Esforzarse es lo mejor. Volver a escribir. Retocar, siquiera imperceptiblemente, alguna corrección. “Es a mí mismos a quien corrijo- decía Yeats- al retocar mis obras”.

…. Pero he dejado de sentir a esos seres, su inmediata presencia, esos hechos, esa actualidad; permanecen cerca de mi, pero desordenados, ni más ni menos como los recuerdos de mi propia vida. Nuestro intercambio con los demás no se produce más que por un cierto tiempo; se desvanece una vez lograda la satisfacción, la lección sabida, el servicio obtenido, la obra acabada. Lo que yo era capaz de decir ya está dicho; lo que hubiera podido aprender ya está aprendido.Ocupémonos ahora de otras cosas”.

martes, 8 de diciembre de 2009

"Los jóvenes de Pozuelo:entre la idealización y el repudio"

He podido escuchar cómo algunos programas de la televisión han abordado a modo de tertulia (algunos de ellos inclusive con especialistas: psicólogos, directores de centros escolares, etc) el estallido de violencia acaecido recientemente ( 6 de setiembre de 2009)en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón.

 En las opiniones vertidas en dichos programas, las cuales serán seguramente representativas en alguna medida de las de algunos espectadores, es posible escuchar algunos prejuicios. Se insiste, con una mezcla de asombro, condena y cierto placer mal disimulado-es lo que me pareció-, que los jóvenes envueltos en los mismos eran chicos de clase media- alta o alta, “pijos”, “niños bien”. Por un lado, me interesa poner el acento en los sentimientos contradictorios que tal hecho suscita entre los tertulianos: el asombro, mezclado con la condena, la actitud despectiva o sarcástica y el placer, que burlando el control, se precipita en el tono de ese “los nenes bien”.Los mismos cobran algún sentido desde la siguiente lectura que me atrevo a proponerles.

En este discurso, la clase socio-económica y/o educativa a la que pertenecen los llamados “niños bien”, y los propios “niños bien “quedan ubicados en el lugar del ideal, lo cual implica la creencia de que siendo ricos y pijos lo tienen todo, o lo que es lo mismo, que no les falta nada. De ahí el asombro y la condena: ¿cómo estos jóvenes que seguramente no tienen ningún motivo lo suficientemente válido para comportarse con esa violencia han actuado así? Tal vez dichas conductas fueran para ellos cuando menos entendibles, si se tratase de jóvenes de una clase menos favorecida, lo que podría hacerles creer que actuarían así por estar sometidos a mayores frustraciones y privaciones: Pero esto también es una falacia, ya que tampoco en ese caso las conductas violentas serían justificables de cara a la convivencia social, y tampoco es seguro que los chicos de clases menos favorecidas sufran más que los otros por el único motivo de su situación socio-económica menos ventajosa.
De esa ubicación en el lugar del ideal, deriva también el sarcasmo y el placer mal contenido, ya que suponerle a otro estar en el lugar del ideal, del acceso al goce absoluto, produce rabia y envidia en los otros, quienes se sienten privados del mismo (se olvidan que los paraísos están irremediablemente perdidos para todos, sin distinción de clases, y que los excesos de consumo de cualquier objeto para los sujetos, están más cerca de la muerte que de la felicidad).

Pero además, qué se entiende por “nene bien” en dicho discurso:¿podríamos pensar que dicha categorización alude a un joven bien satisfecho en sus necesidades porque tiene acceso a todos los bienes de consumo, y a la vez bien educado en el control de los impulsos cuando esas necesidades no son posibles de satisfacer? En este tipo de discurso existen varios problemas: que el mismo se sustenta en lo que se ve, en las apariencias y se olvida que las mismas engañan,  "que no todo lo qeu brilla es oro". Y en ello no se tiene en cuenta que el acceso a los bienes de consumo, a los objetos que esos niños bien pueden tener, no es para nada garantía, e incluso mucha veces es lo contrario, de que sus necesidades estén satisfechas, ya que tratándose de seres humanos no podemos concebir la necesidad en estado puro como sí la encontramos en otros animales. La necesidad modificada por la cultura, por el lenguaje, depende para su satisfacción desde el origen de cada sujeto, del otro ser humano (la madre en primer término o su sucedáneo), y merced a ello, deviene demanda de amor. Y suponerles que lo tienen todo, es creer que la cantidad y el valor monetario de los objetos que los padres les permiten adquirir a estos jóvenes, son una medida exacta (que no la hay nunca por estructura, ya que somos seres en falta) del amor y cuidado afectivo que los mismos prodigan a sus hijos. Y sabemos que eso no es así. Y que muchas veces, cuando los chicos piden cosas sin parar, habría que poder detenerse y escuchar que quizás lo que intentan pedir es otra cosa (tiempo, cariño, palabra), pero como a lo que los padres atienden es a la compra de objetos, creen que esa es la manera de pedirlo, o peor aún, para ellos es la única, porque es la única que los padres escuchan y están dispuestos a satisfacer.
Y si cuando un niño pide tiempo, le regalan un reloj, o pide mirada y le regalan un video-juego, o lo que es aún peor, los padres se anticipan a lo que los chicos pueden llegar a querer en términos de objetos a consumir, se entabla una malentendido a nivel de la comunicación afectiva en la que se confunde y se rebaja el deseo a la necesidad. Cuando ello sucede, al niño y al joven, le queda en un principio, aún, el medio extra-familiar para intentar hacerse oír, llámese colegio, o calle. Pues ¿acaso el enfrentamiento con la policía no es una forma inadecuada de llamado a la ley?

El problema es que cuando la ley, el “no” que dicen que estos jóvenes no quisieron, o más bien no pudieron acatar (no más botellón a partir de determinada hora, límite que según dicen algunos medios de prensa, estuvo entre alguna de las causas del ataque a la policía, o el “no” a agredir a otros jóvenes – ya que también está la versión de que la policía vino a socorrer a otro joven al que habían dado un botellazo en la cabeza, y los jóvenes los empezaron a atacar-)no se instaura en y desde el hogar y en el interior del psiquismo del sujeto, va a requerir ser instaurado desde el afuera. E inevitablemente ahí, el carácter que va a cobrar será el de la represión y diversos grados de violencia, ya que nadie en su sano juicio puede pretender que la policía pretenda o pueda dialogar con jóvenes que están enfurecidos, descontrolados y envalentonados bajo la omnipotencia multiplicada por efecto de la masa, el alcohol y otras drogas. Y si bien algunos jóvenes justifican o minimizan el resultado de su accionar violento en el inadecuado trato de la policía, la que según algunos, habría realizado un abuso de poder y autoridad, golpeando sin ton ni son tanto a supuestos culpables como a inocentes, lo hacen basándose en la negación de un saber que obviamente en el caso los jóvenes es entendible. ¿Por qué? Porque los jóvenes están necesitados de realizar su confrontación generacional para crecer, y requiriendo para ello de oponentes-padres- comprometidos, firmes, respetuosos y mínimamente seguros, es decir coherentes y fiables, y no encontrándolos en casa, habrán de buscarlos donde sea, siempre y cuando estén aún animados por el deseo y no les hayan cortado definitivamente sus alas.

¿Y cuál es ese desconocimiento o negación de saber que en ellos es admisible, pero no lo es en los adultos?
Que el rol que se exige a la policía que acude en tales situaciones no es el diálogo, e incluso no es para eso que se la prepara, sino para controlar con diferentes armas, llámesele porras, pelotas de goma, o salvas al aire, a los sujetos en aquellas situaciones de desborde. Y conviene no olvidar que somos la sociedad quien ha creado esta institución que es el cuerpo policial, para controlar nuestro propio desborde humano, ante la evidente falla que la institución familiar y otras, tienen para ponerle coto. El porqué una persona elige trabajar en ello, y la forma en que lleva a cabo su labor en lo referente a su capacidad para mantenerse dentro de las normas que están por ley establecidas en el desempeño de la misma, o contrariamente, abusar de su lugar de poder y autoridad, hace a cuestiones personales que acá es imposible profundizar, y también a responsabilidades que la institución policial ha de asumir como representante de la sociedad: el control disciplinario en relación a sus funcionarios, con la enorme dificultad que ello puede implicar en estas situaciones donde la barbarie hace imposible discriminar si realmente se hizo tal o cual abuso, e inclusive quienes fueron los autores de los mismos – y esto vale para ambos bandos: jóvenes y policía_.

Ahora bien, los jóvenes no se dan cuenta de que si no han podido encontrar en sus padres un referente válido de autoridad que marque normas que les habiliten a convivir en sociedad, sabiendo que mis derechos terminan donde empiezan los de los demás( hay gente a quienes el botellón le puede generar perjuicios), y a resolver los conflictos que en torno a ello puedan presentarse en forma pacífica, mucho menos los habrán de encontrar en una noche de fiesta y botellón, dando a su llamado esa forma violenta. Y eso, lamentablemente es así, aun en aquellos casos en que el mismo es la manifestación de su desesperación por encontrar una respuesta que los valide como personas, como sujetos deseantes, ya que en otros, jóvenes pero ya vencidos, tan solo encarna el desafío psicopático o perverso de quien ya no cree en nada ni en nadie. Tanto los primeros como los segundos, se terminan topando así con más de lo mismo: una forma de ejercicio del control que los deja con la misma furia, orfandad y desamparo, porque la policía con porras y otras armas, dando golpes y gritando, no representa más que a una figura a la que obedecer por miedo, y esa no es la imago de autoridad que habilita para poder crecer y crear.

Por el contrario, para ello se necesita una imago paterna lo suficientemente respetada, admirada y sobre todo amada como para que el sujeto, el joven en este caso, esté dispuesto a abdicar parte de su placer, de sus impulsos y beneficios, en su nombre. Y si no se obedece ni aún por miedo, queda también la posibilidad de burlarse y desafiar a esa autoridad a la que se vive como una impostura.
Eso es lo que encontramos en el discurso de uno de los jóvenes que se escucha claramente en alguno de los videos gravados: “no os quiere ni su…madre, recibe botellazo, …. Estáis todos arrinconaos, no os quiere nadie…, siete con porras y están arrinconaos…, cabrón, homosexual, que sois unos homosexuales… Y esa pistola que solo suena y no dispara, que solo es de fogueo y yo lo sé”.

Este discurso que para muchos puede ser incomprensible, desde una lectura psicoanalítica da cuenta de que esa autoridad que encarna esa noche la policía, pero que remite al padre no tiene ningún valor. El lugar que se da a la figura paterna, es la de un padre al que no se quiere ni respeta porque se erige como “siendo la ley” (y no como representándola), y ejerce su función de marcar un límite con algo puramente exterior: un objeto concreto que es la porra (no hay emblemas paternos a respetar), con la que golpea y violenta. Lo que en términos del psicoanálisis es la actuación del encuentro con el fantasma del padre imaginario, el cual en estos casos cobra una presencia prominente debido a la poca efectividad o ausencia de la función simbólica del mismo. Un padre que estaría entonces “por fuera de la ley”, y que por ello deja también a sus hijos por fuera de la misma. Y un padre, del que se siente que ni siquiera por esa vía , la vía del terror, marca o significa algo con algún valor; padre del que es posible burlarse, ya que aún con porra en mano está “arrinconao” ante ellos, o sea, cagado de miedo, castrado, poco o nada hombre, que no se diferencia sexualmente (homosexual)pues porta un falo-porra-ley que solo suena (amenaza, advierte)pero no dispara ( no mata, donde ese no matar puede leerse como alusión a la ausencia de la muerte simbólica( la castración simbólica en términos del psicoanálisis, única que permite matar-marcar un límite), porque solamente es “de fogueo”, algo así como que por solo amenzar, obviamente no es auténtica, no de verdad, sino falsa.
 
La verdadera ley habilitadora es simbólica y emana del padre(haciendo innecesario cuando es efectiva, el control normativo de agentes externos), siempre y cuando este no se erija él mismo ocupando el lugar de la ley (yo soy la ley y hago lo que quiera y como quiera, abandono, castigo, premio, según mis ganas), sino estando el padre mismo sometido a ella, o regulado por ella (hay cosas que no tengo permitido hacer /hacerle a mi hijo aún siendo su padre, porque hay una ley, un orden simbólico que me trasciende, y que es el que determina el límite de lo que tengo permitido/prohibido hacer/le).
Ello determina que el padre solo sea el representante de la ley y que la misma se sustenta en su palabra y el valor que ella tenga para el hijo y también para la madre como intermediaria de la misma capaz de otorgarle o no un determinado valor ante el hijo, y no en objetos amenazantes concretos, que se hacen necesarios, cuando aquella ha perdido su valor y su lugar.

La resistencia del Psicoanálisis a la psicología Científica

“Reivindico el espejismo de intentar ser uno mismo….” Luis Eduardo Aute.

Como ven, hablo de la resistencia del Psicoanálisis a la Psicología Científica y no como es lo habitual desde que Freud mismo lo planteara, de la resistencia al Psicoanálisis. Porque en definitiva somos los psicoanalistas los que optamos por resistir en la actualidad frente a los embates de la Psicología, porque encarnamos la resistencia de la subjetividad, de una subjetividad que intenta ser cada vez más amordazada y ordenada en clasificaciones y “trastornos” que se reproducen sin fin, a la par que aquella intenta burlar los cercos que pretenden aprisionarla. Como alguien decía: “¡dentro de poco también soñar, extrañar, angustiarse va a ser un trastorno digno de clasificación y medicación!, o como pregunta Joaquín Sabina: ¿venden pastillas para no soñar?

En mayor o menor medida ya todos saben que el Psicoanálisis ha sido resistido desde sus orígenes al punto de que el mismísimo Freud le dijese a Jung cuando fue invitado a dar unas conferencias sobre psicoanálisis a la Clark University (1909): “no saben que les traemos la peste”, pero a pesar de ello ha resistido. La situación actual parece no ser muy diferente de la de entonces, sobre todo acá en España, y muy especialmente en esta hermosa isla llamada Mallorca en la que vivo desde hace ya unos seis años, situación que queda claramente reflejada en la Universidad .Basta mencionar que en la Licenciatura de Psicología que se imparte en la Universidad de las Islas Baleares, el Psicoanálisis solamente tiene cabida como una materia optativa en el primer ciclo de estudios y se dicta solamente durante 5 meses, lo cual implica que quien no la elige como tal, no tiene contacto con el saber psicoanalítico en toda su carrera universitaria. Pero además, según me ha sido comentado por alguna alumna que cursa allí la misma, algunos profesores parecen adscribirse como misión importante, anterior inclusive a la de impartir los conocimientos de su disciplina, la de disponer el ánimo de los estudiantes en contra del mismo. Obvio que lo hacen “buscando el bien” (!) de los futuros profesionales de la salud mental (y de sus futuros pacientes) algo que ellos consideran fundamental: alejarlos de una disciplina que no es científica.
Y conste que a pesar de cierta ironía que puede leerse en “buscando el bien”, hay también ahí, -como la hay en toda ironía-una verdad, ya que los profesionales formados con esta modalidad de saber, tienen muchísimas más (¿o casi todas?) las oportunidades de acceso al mercado laboral, las cuales son mucho menores en quienes poseemos una formación psicoanalítica.

La llamada Psicología Científica, que pretende basarse en la objetividad y en la medición cuantitativa de los fenómenos mentales, esta asociada a un enfoque médico que nos habla de trastornos mentales, ya que el modelo de diagnóstico actual de los mismos se hace en base al DSM IV Manual Diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales que es un Manual de clasificación de la Psiquiatría (de la Asociación Psiquiátrica Americana), y la Psiquiatría es una disciplina médica. Una consecuencia derivada de este enfoque médico de la Psicología Científica es la tendencia, demasiado tendenciosa (y no comprobable en todos los casos con el tan aclamado método científico) de ubicar la causa de demasiados trastornos mentales en la herencia, en la biología ya sea que sea que se trate de causas genéticas, cerebrales, neurológicas o neurobiológicas, disfunciones cerebrales, carencias de algún/os neuro-trasmisor/es,…

La presencia de cualquiera de las citadas “alteraciones” no es discutible, pero sí que las mismas sean catalogadas como “La causa” de los trastornos mentales , ya que al hacerlo se deja de lado (¿intencionalmente?), la inclusión de otros aspectos que pueden considerarse como formando parte de lo que suele llamarse el medio(sea físico, psicológico, económico, social o relacional) en el que el ser humano es engendrado y criado,-y aún más, en el que los padres engendran – y su incidencia en la conformación del cerebro de ese futuro ser y la funcionalidad del mismo. En este sentido es también llamativo que cuando se hace alusión a “las causas ambientales” que podrían incidir en algún trastorno, se tiende a hacer referencia en forma muy mayoritaria a causas de orden biológico, por ejemplo la incidencia de la nicotina, del alcohol, y nunca en la situaciones de angustia o desasosiego que puede implicar para un feto el que la madre esté sometida a un ambiente económico y emocional desfavorable, porque aún en los casos en que las madres fuesen alcohólicas o fumadoras, ¿qué factores de orden social , psicológico –además de biológico- llevan a alguien a consumir determinadas sustancias?).
Pero además, se deja de lado que el medio ambiente y los cambios que en el se producen tanto físicos como sociales pueden modificar la genética, por lo cual
no puedo evitar seguirme preguntando si tratándose de la psiquis y el comportamiento humano, es válido hablar en términos de causalidad a la modalidad de las Ciencias Fácticas.

Creo que hacer coincidir la causa de la mayoría de los trastornos mentales con causas biológicas no es resultado en muchos casos de conclusiones científicas probadas, sino de posturas ideológicas que bregan por mantener a la disciplina y al saber médico en un lugar de poder (social, económico) hegemónico, que a su vez sirve para legitimar y mantener a los médicos (psiquiatras)y a psicólogos con orientación cognitivo-conductual como los principales agentes del diagnóstico y el tratamiento de dichos trastornos, así como para legitimar como vía preponderante para su solución a la medicación, que como todos sabemos es recomendada cada vez para más trastornos. Conviene en este punto no olvidar que muchos de los médicos psiquiatras investigadores del efecto de dichos medicamentos en los citados trastornos, y promotores de su consumo, son pagados por los mismos laboratorios que crean y venden los mismos.

Otro aspecto que llama mi atención es como la anterior modalidad causa-efecto produce una contundente tendencia a que los psicólogos científicos entiendan determinadas alteraciones psicológicas (problemas de autoestima, “alteraciones en la vida afectiva” ansiedad, sintomatología depresiva etc) como consecuencia directa de un determinado trastorno psicológico, como puede ser por ejemplo en el caso de un diagnóstico de dislexia o del Trastorno por Déficit de atención con Hiperactividad (TDAH).Esto a mi manera de pensar, determina la utilización de un modelo de uni-causalidad (A->B->C) simplificador y propio de los orígenes de una ciencia, en detrimento de uno poli-causal que permite entender a lo que habitualmente catalogan como “alteraciones consecuencia del trastorno”, como formando parte del trastorno( ¿no podría ser que los problemas en la autoestima de esa persona, o sus dificultades afectivas lo llevan a crear un TDHA, en lugar de que sea el TDAH el que produce sus dificultades afectivas? O más bien habría que considerar que la enfermedad es “una” y se manifiesta predominantemente en la esfera psíquica o física o social de la persona precisamente porque contrariamente a lo que habitualmente se afirma, la personalidad no tiene nada de unidad bio-psico-social )