Reclinar la cabeza al paso del cortejo
para rendir tributo
a los ajusticiados en la noche.
para rendir tributo
a los ajusticiados en la noche.
(J.I. González)
Anoche mirando un reportaje sobre el tema de
los refugiados comenté en voz alta lo
que sentía y mi hija me contesta: ¡pero mamá!, ¿por qué te pones así , si están
refugiados, la palabra lo dice , ¿no?, mientras siguió dibujando en apariencia
muy tranquila.
Ella que había estado escuchando quizás
distraídamente –porque estaba entretenida dibujando- todo lo que en dicho
reportaje se decía, prefirió quizás no escuchar que casi no tenían que comer,
que no tenían baños, en fin, las condiciones deplorables del supuesto refugio,
ni ver como la gente era perseguida, detenida y hasta tirada al suelo. Ella
cree o parece fingir creer que las palabras nombran lo que nombra, negando las
evidencias que rompen ojos y oídos de que no es así. Yo simplemente me sonreí y
respete su velo.
Me quedé pensando, sin embargo, que ninguna de
las definiciones de la palabra refugio coincide con la situación que están
viviendo por lo menos en Hungría en estos
momentos las personas: asilo, amparo;
lugar adecuado para refugiarse; refugio atómico: espacio habitable
protegido contra los efectos inmediatos de las explosiones nucleares y contra
los efectos de la radiación posterior.
Y en nosotras, y en que a pesar de que nuestra vida de inmigrantes acá
en España no ha sido para nada fácil (bueno, ella es como acostumbran decir “inmigrante
de segunda generación” porque nació acá en realidad), supongo y deseo, -seguramente
auto-engañándome porque el agujero está en todos y siempre es agujero, por más que depende de cada uno el como es cavado o rellenado-que la profundidad de su agujero troumatisme, trou (trauma) no
sea tan terrible como el que yo estoy suponiendo en todos esos niños que han
vivido la guerra , la destrucción de sus
casas y de todo de su mundo en un
santiamén, un amén sin Dios, y que luego están teniendo que llevar a cabo un éxodo
por diferentes lugares, sin saber en esa Odisea, ni adónde están siendo llevados, ni si seguirían vivos,
ni si llegarán a algún verdadero
refugio.
El traumatismo no depende solamente de
lo terrible de las condiciones exteriores, sino que depende de cómo son imaginararizadas y significadas -simbolizadas , o sea tramitadas mediante la palabra las mismas( y las oportunidades que se generen para eso); puede que lo
que para algunos sea una experiencia traumática para otros no,dependiendo ello también de las experiencias y vivencias anteriores a esta situación actual de esas personas. Aún así, considero que en muchos casos y especialmente en el de los niños, cuyo
psiquismo está en formación, las mismas están probablemente siendo de una dimensión tan devastadora
como para que sea posible quedarse sin palabras para
poder nombrarlas. Se trata de ser arrancados de raíz y llevados a un éxodo
terrible; también exiliados de su lengua, más en el caso de los niños.
Indudablemente que las condiciones del mundo
actual donde el desarraigo y las situaciones de pérdidas son cada vez más
frecuentes, producen efectos negativos en la salud mental de las personas
porque la posibilidad de crearse identificaciones que brinden una mínima
vivencia de existencia, o sentimiento de ser -el cual de por sí ya es evanescente- o cohesión/integración del
yo, como quiera llamársele, requiere de que ciertas condiciones se mantengan fijas: no
es posible indentificarse con personas o situaciones que varían permanentemente, pues la identificación requiere de un objeto que tenga cierta permanencia en el
espacio y el tiempo, ya que solamente eso permite que algunas de sus
características puedan ser tomadas por quien está siendo socializado o
re-socializado en el caso de inmigrantes, y arraigadas en el ser de las mismas.
El continuo cambio, despegue o desapego de los objetos y lugares de referencia,
implican una estar en stand by, un estar
con un pie afuera y otro dentro permanentemente, en estar en un “si” y un “no” a las identificaciones constante, donde ambos coexisten impidiendo cualquier afianzamiento identificatorio( y ello se perpetúa y acentúa si no se generan en los lugares donde se recibe
a los refugiados, las condiciones para su re arraigo. Esto implica el quedar en un
estado quasi psicótico, sin referencias, sin apego a nada, no sabiendo quien se
es y con una vivencia que puede llegar a ser terrible de inexistencia.
Basta pensar
en lo que sucedería con una planta a la que se arranca de raíz de un lugar y no
se la planta para que sus raíces puedan afianzarse en otra tierra, sino que se
las deja al aire o se la cambia constantemente de sitio, para imaginarse los efectos
que sobre las personas puede implicar el desarraigo sin posibilidad segura de
arraigo en otro lugar.
Para elaborar los duelos por lo perdido se requiere de
pisar alguna tierra firme si no todo se vuelve un gran duelo, un gran agujero
por el que se cuelan indiferenciadamente tanto el pasado como el presente y el futuro; para que una
experiencia de pérdida se signifique como tal es necesario que la misma sea
acotada precisamente al pasado, y si se
está en permanente pérdida ello no es posible.
Es necesario que los países que
recibirán a toda esta gente puedan brindar las condiciones para un auténtico arraigo,
no se puede estar en éxodo permanente sin que ello sea la muerte, lo cual no será posible sin la ayuda de la
sociedad civil, pero ese es otro tema que no abordaré en esta oportunidad. Se requiere
un verdadero REFUGIO.
Y para finalizar dos poemas
vinculados-vinculantes
ÉXODO.
José Emilio Pacheco
En
lo alto del día
eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo: atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano
y recibe la noche.
eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo: atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano
y recibe la noche.
EN HOMENAJE A JOSÉ EMILIO PACHECO
Juan Ignacio
González (“Cuando enero fue pasto de las llamas”)
EN ESTAS CIRCUNSTANCIAS
(A los poetas que vendrán)
Hay que ser implacables
Hay que ser implacables
J.E. Pacheco
En estas circunstancias,
urge escribir un verso voraz y militante.
Un verso que socave los cimientos del odio,
que nada deje indemne,
que te arrase por dentro,
un verso que descubra el origen del miedo.
O mejor un poema, un poema intangible,
una lluvia infinita de palabras perfectas
ordenadas al ritmo del latido del tiempo,
que describa los ríos, los paisajes,
la cicatriz cosida al corazón del otro,
los rostros que te amaron en silencio
en las noches perpetuas del exilio, en invierno.
Dejar escrito un mundo lejos de las tinieblas
para los semejantes que habrán de sucedernos.
urge escribir un verso voraz y militante.
Un verso que socave los cimientos del odio,
que nada deje indemne,
que te arrase por dentro,
un verso que descubra el origen del miedo.
O mejor un poema, un poema intangible,
una lluvia infinita de palabras perfectas
ordenadas al ritmo del latido del tiempo,
que describa los ríos, los paisajes,
la cicatriz cosida al corazón del otro,
los rostros que te amaron en silencio
en las noches perpetuas del exilio, en invierno.
Dejar escrito un mundo lejos de las tinieblas
para los semejantes que habrán de sucedernos.
En estas circunstancias
propongo un cataclismo.
Hacer un inventario de azares y desdichas
y quemarlas al fuego.
Reclinar la cabeza al paso del cortejo
para rendir tributo
a los ajusticiados en la noche.
Procede tener hijos para el crimen
de la desobediencia.
Urge tener un árbol con una sombra dentro
y encontrar en los surcos la raíz
de las cosas pequeñas,
y en el bajorrelieve de la dicha
preservar, escondidas, las promesas,
y que paguen los héroes por su eterna victoria
frente a los agraviados de la ausencia.
Hacer un inventario de azares y desdichas
y quemarlas al fuego.
Reclinar la cabeza al paso del cortejo
para rendir tributo
a los ajusticiados en la noche.
Procede tener hijos para el crimen
de la desobediencia.
Urge tener un árbol con una sombra dentro
y encontrar en los surcos la raíz
de las cosas pequeñas,
y en el bajorrelieve de la dicha
preservar, escondidas, las promesas,
y que paguen los héroes por su eterna victoria
frente a los agraviados de la ausencia.
En estas circunstancias,
vivir no es suficiente.
Parece necesario guardar la rebeldía
a prueba de estandartes,
someter el placer a la piedad del beso,
llevar ante los jueces al escriba del frío,
que levantó las actas del oprobio.
Marcar a fuego el día, y guardar muy adentro
los lugares que habitas en secreto.
Que nadie te despierte
si no llama a la puerta con las manos vacías.
Abrir de par en par las cancelas del agua
y dejar que te anegue
en la última oleada que llegue hasta tu puerto,
un mar que desemboque en una fuente,
y nazca en la planicie de tu vientre.
Parece necesario guardar la rebeldía
a prueba de estandartes,
someter el placer a la piedad del beso,
llevar ante los jueces al escriba del frío,
que levantó las actas del oprobio.
Marcar a fuego el día, y guardar muy adentro
los lugares que habitas en secreto.
Que nadie te despierte
si no llama a la puerta con las manos vacías.
Abrir de par en par las cancelas del agua
y dejar que te anegue
en la última oleada que llegue hasta tu puerto,
un mar que desemboque en una fuente,
y nazca en la planicie de tu vientre.