a-V-ATARES DE UN ENCUENTRO MARAVILLOSO…CON LA VIDA.
Gracias a Ana
Martín Puigpelat especialmente, por su poesía
que también hace sin querer en su hablar, y a Laura Salino por su comprometida
y lúcida lectura.
Propongo una
lectura psicoanalítica y algunas reflexiones
a partir de fragmentos del diálogo entre la poeta Ana
Martín Puigpelat y la psicoanalista Laura Salino, en 2º Encuentro de Psicoanálisis y Poesía
organizado por el Foro Psicoanalítico de Madrid en el Colegio de Psicoanálisis
de dicha ciudad, el 11/5/2018.
Existió una
naranja
pequeña como el mundo de tus ojos
fui incapaz de comerla
y la devolví al árbol nuevamente
por no verla morir entre mis manos
("Naranjas robadas")
Tu infancia
es sólo un río detenido/ a las sombras de todos
los naranjos” (“El descanso del viento”)
Dice la
poeta : “Naranjas robadas “ sale de una idea sencilla; el libro anterior era
terrorífico, “Los enemigos del alma”
donde me meto en cuestiones más duras como la guerra, la guerra, el demonio y
la carne, que son las tres partes del libro…coinciden con una situación
personal y una vivencia dura como es una enfermedad. Empezamos con la guerra,
ese mal que siempre nos queda de la infancia…, es evidente que yo, cualquiera
de nosotros hemos vivido con guerras, aunque no hayamos vivido una guerra
cercana , en el telediario todos los días hay guerra, y pasamos de ahí a hablar
del demonio, de esa imposibilidad de ser feliz, y justo cuando lo acabo y tengo
que empezar el tercero que tenía “la carne”, que no sabía muy bien por donde
abordarlo, tuve una situación personal que tuve que pasar en cama durante algún
tiempo ,y ahí de esas cosas que surgen dije: yo si me levanto de esta cama
tengo que ir a Auschwitz, porqué no lo sé, yo creo mucho en la memoria genética y creo mucho que en que hay muchas personas
anteriores, y ahí me buscaba entre las fotos pero no me encontré, pero sí
encontré esa tercera parte….
-Te
encontraste en las fotos- le dice la psicoanalista que la entrevista, Laura
Salino.
-No, no me encontré,
me buscaba pero no me encontré, y escribí esa tercera parte, pero a lo que voy
es que fue todo muy duro, muy costoso y era como ¡ay! yo quería escribir algo
más alegre dentro de mi tristeza natural congénita, y quería algo más fresco, y
esto fue tan sencillo como que estaba en Valencia y una persona que conozco me
contó la historia de que cuando iba a trabajar un día se paró junto al huerto
del tío Moncae? Y robó una naranja y era la más rica que había tomado en su
vida y entonces fue a partir de ahí que me vino “Naranjas robadas” y a partir
de ahí salió el libro, porque ya metiéndome en cuestiones de creación el título
es lo primero.
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Los enemigos
del alma que son la guerra, el demonio, la carne, diferentes y no, por momentos metonímicamente equivalentes,
tres partes del libro… de la Vida que nos impiden “ser feliz”: lo Real de la Vida,
lo que atenta contra la vida y que solamente es soportable convirtiéndolo en
libros-significantes puesto que al nombrarlos,
el hacer “de” y “con” ellos
poiésis, permite al sujeto poético y a todos los humanos, mantenerlos a
distancia. No siempre, ya que la poeta dice haber sufrido una enfermedad, signo que hace presente lo indomeñable de la
carne y su resistencia al significante. La carne que la poeta dice no saber en
ese momento como a-bordarla a bordear-la.
No saber cómo hacerlo la enferma, la pulsión de muerte ganando,
provisionalmente al menos, la guerra entre
Eros y Thánatos , guerra que desde la
infancia todos conocemos más allá de las guerras que también… la repiten. Y ahí
una especie de ¿promesa al Otro simbólico?, ¿conjuro? ¿compromiso al pago de alguna deuda? (deuda-
deudo- duelo) cuyo porqué el sujeto desconoce: “si yo me levanto de esta cama tengo
que ir (deber=deuda moral) a Auschwitz”, porque hay una memoria genética en
la que la poeta afirma creer, genética no por los genes, sino por provenir de las generaciones anteriores: una
deuda histórica (que desplaza y reparte la culpa entre todos y que también hace seguramente enlace con las deudas
personales /familiares de cada cual ) con todos aquellos que perdieron las
guerras y la vida. ¿Y la culpa por sobrevivir , por estar viva? Una culpa
transgeneracional, histórica, que afecta en más o en menos a cada quien. Dice
la poeta en relación a este punto: “yo ahí me buscaba en las fotos…. (de los
muertos) y no me encontré” No se encontró y sí, no para la muerte, ya que no
estaba muerta, aunque ¿lo hubiese creído, esperado por sentirse en deuda,
culpable?, y sí para la vida: “ encontré esa tercera parte de La Obra: La carne”,
su carne viva. Y al escribir sobre la
carne/cuerpo que regresa de la muerte, o que logró salvarse, o que fue
rescatada por sí misma de la muerte en
ese acto, a pesar de lo costoso y duro que dice que fue (no puede ser nunca de
otra manera).
Y dentro de esa tristeza de la muerte atroz, (
tristeza congénita no solamente para la poeta, como ella parece creer, sino
para todos los que logramos palpar la melancolía que de la pérdida de la vida ,
la muerte supone), a ella, y a todos nos gustaría escribir algo alegre, algo
más fresco(vivo) que le vino, como viene casi siempre todo lo que es vital, de forma sencilla, y de un encuentro azaroso (*) : una anécdota sobre el
robo de una naranja que según la persona que le contó la anécdota “era la más rica naranja que esa persona
había probado en su vida”. Y que mejor referencia al estar vivo que el
comer, saborear la naranja de la vida.
Y a partir
de ahí, de ese duelo, ese dejar caer la
tristeza, a la poeta le vino “Naranjas robadas” porque cuando se trata de
creación el título, el nombre , el significante, sin lugar a dudas es lo
primero…para salir mediante el mismo del
agujero o vacío de la nada-muerte.
Y es que a
la muerte hace falta muchas veces robarle… las NARANJAS de la vida.
Entonces, se
deprende de lo anterior algo aparentemente obvio: que no puede haber poiésis sin robo.
En este
sentido, la psicoanalista dice en este diálogo que ella entró en la obra de Ana
Martín Puigpelat por “Naranjas robadas”,
quizás porque ella es desobediente y le gustó el título por esto de una
infracción de la ley. Y se me ocurre que justamente para crear hay que infringir
la ley, que no es más que ley del lenguaje.
La poeta aborda
en su obra también este tema:
“este verso
me suena y le pido perdón si tiene dueño” (“Naranjas robadas”) “Tengo un oficio
mentiroso, infernal pero me gusta”
Y en el
diálogo Ana dice: “es que eso me pasó,
según lo estaba escribiendo dije , uff ésto como me suena, no puede ser mío,
pero bueno , ya lo he escrito.”… Y cuando me puse a escribir Lyon quería hablar
sobre la resistencia y salió eso y tal, y al cabo del tiempo releo “La suite Francesa”
de Nemirovsky y me di cuenta de que lo
que estoy contando ya estaba en “La suite francesa”, que yo había leído pero
bueno, en el momento que me pongo no, no estoy…y me da igual, ni le voy a
quitar mérito al libro ni muchísimo menos al de N. que es maravilloso. Pero…vuelvo
a esa idea de que en mi memoria genética debe de haber ahí, aunque no es tan
lejano, eso lo podría haber vivido mi abuelo, aunque solo sea haber ahí el
miedo, el haber leído algo sobre ello”.
Y es que la
memoria genética, del génesis, o sea histórica, hace trasmisión transgeneracional de los traumas , y hay repetición significante
(automatondice Lacan) a la espera de que se lea para que algo nuevo(poiésis) se haga ahí.
(*) El azar tyche en psicoanálisis es opuesto
al automatom, tyche encuentro fallido con lo real donde en vez de repetir la
melancólica tristeza de la pérdida genética=agujero de origen (ya que en el
origen siempre está la muerte), la poeta
crea (da vida) algo nuevo, valga la
redundancia: fresco, alegre, colorido, naranja. Ella misma habla de
“construcción de la sombra” en otro poema de “Apuntes para un génesis”, y habla
de que la sombra es un monstruo que más allá de que pensemos y creamos que
viene del Otro (padres etc.) construimos nosotros mismos, y del cual “hay que
tener el coraje de defenderse” ¿Cómo?-le pregunta Laura Salino , y dice Ana
Martín P.: “crear con la sombra, no hacerte amigo de ella, porque es imposible,
pero sí sacar los materiales con los que puedes crear”. .. “que finalmente es
una alegría”-concluye Laura Salino… pues como refiere Laura que dice el escritor Juan José Saer:
“mi sombra no me
impedirá trabajar”
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