Por Anabella Rodríguez Reyes.
Actos de escritura de mi propia pluma.
ESCRITURA.
Una escribe
y pierde
y en la escritura
se pierde
poco a poco
identificaciones como fortificaciones
van ca
yendo,
se hacen restas
con pecados capitales
que se restan
y una va pudiendo ser
menos
persona
máscara
mas ,
más ser humano;
cuando una escribe
ya superado el declive
solo puede escribir sobre eso,
cuando ya se lo va perdiendo
va perdiendo/sé.
TAPANDO AGUJEROS.
Una solución
creo ( yo)
he encontrado
para tapar los agujeros
por donde mi ser
podría caer
podría de-ser
podría no ser
y así, por cada agujero
escribo
una poesía
Pongo en cada agujero
un poema
red de Vida
de letras tejida
que impida del abismo
agujero negro de la angustia
su devorante embestida.
Mas un miedo
innombrable
aún me acecha,
hasta cuándo podrá ello sostenerse
hasta cuándo podrá ello sostener-me.
OPERACIONES.
Me he pasado la noche,
me he pasado
la noche
soñando
-perando
o
open-ando
penando
o-
haciendo
siendo
tapiz,
se-parando
lo que me sirve
de lo que no,
alquimista
en busca
de la piedra filosofal,
buscador de oro
en lejanos ríos perdidos del tiempo
viejo pescador que lanza al mar su red
y espera el gran pez ;
con lo que reste,
con los restos
que en realidad son lo más valioso
he de hacer-me
tejer- me
un tapiz
de Flandes
des
feliz
hacer-me
un desliz
tapiz
traspiés
Tàpies.
T
TAPIZ.
Trabajo artesano
arte sano
trabajo hecho a mano
mas no,
¿manos no?
¿rechazo a las manos -de mi padre-ya no?
¿mamá no?
enlace cuidado
enlace entramado
amado
de amor anidado
Ann i dad
o
LA POESÍA.
La poesía va
desde el interior
hacia el exterior
si quieres que vaya
en otro sentido
lo hará sin latido
desde el exterior
hacia el interior
ella se resiste
y jamás te asiste
surge de repente
golpea en tu frente
se dice en presente
y jamás te miente
La poesía va
desde tu interior
hacia tu exterior
anida en la muerte
no juega a la suerte
su dicho es urgente
entraña al ausente
entraña
vacío
y sentido
ausente.
ACTO DE ESCRITURA, ACTO PSICOANALÍTICO.
Cuando el
acto de escribir…
aspira a inscribir el ser.
Fíjate, Juanjo, cauteriza la herida en el momento mismo de producirla.»
Comprendí que la escritura, como el bisturí de mi padre, cicatrizaba las Heridas en el instante de abrirlas e intuí por qué era escritor”
“El mundo” Juan José Millás.
“El
acto poético hace al encuentro… produce esa extrañeza ante una realidad
cotidiana que de pronto se revela como lo nunca visto.”
Recordemos aquí lo que Lacan trabaja en
el seminario Del Acto Psicoanalítico, la relación del acto con el “elogio de la
boludez”
“El decir del
poeta es un acto que revela nuestra condición, que no es sino la de nuestra
falta original, nuestro poco ser”. Y “el primer acto de esta operación consiste
en el desarraigo de las palabras…de sus conexiones y menesteres habituales”
Octavio Paz,”La casa de la
presencia”
Partiendo
de que el acto psicoanalítico es un acto de escritura me pregunto:
¿Podemos establecer paralelismos entre el acto psicoanalítico y el acto de escritura de un poeta o escritor?
¿De ser así, cuáles serían los mismos y cómo podemos pensarlos?
¿Quién escribe en una cura psicoanalítica?, ¿el
analista, el analizante? ¿Se trata de una función (?) que implica a ambos, un
“ESO (SE) ESCRIBE” pues ESO CESA DE NO
ESCRIBIRSE? ¿Y en el caso del poeta o escritor, quién escribe, o desde que
lugar el escritor escribe?, ¿también ahí en su obra, eso cesa de no escribirse?
¿Podría considerarse que tanto en el acto de
escritura de un poeta o escritor, como
en el acto de escritura que se hace
en un análisis, se realiza una sustracción de goce? ¿El escritor es alguien que
sabe hacer ahí con su objeto de goce por sí mismo sin necesidad de recurrir a
un análisis? ¿Y todo escritor sabe hacer ahí con ello? ¿Y el que lo sabe hacer,
lo sabe hacer ahí siempre? ¿O no?
Y de ello
se deriva: ¿todo escrito es un acto de
escritura? ¿O hay veces que lo escrito por un escritor o u poeta, o lo que se
escribe en la cura, no constituyen actos
de escritura?
¿Acto de escritura es lo mismo que acto poético?
¿Qué diferencias si es que las hay podrían establecerse entre ambos?
Intentaré
empezar a responderme a algunas de estas cuestiones en esto que hoy escribo,
para lo cual he tenido que armar una especie de collage con aportaciones muy
valiosas de otros analistas, ya que tratando de pensar y trabajar este tema del acto, parecía que siempre algo se me
escapaba, algo siempre quedaba por fuera
y necesitaba fijarlo una vez y otra vez
en el papel y en mi cabeza –que funciona mejor escribiendo en el papel-. Y ello
aún y precisamente, cuando quizás entre el planteamiento de uno/a u otro/a
analistas hayan apenas diferencias. Se juega en ello algo del orden de la
repetición, buscando cerrar, obviamente que sabiendo que de manera infructuosa,
esa brecha o salto que el acto en sí mismo es: El acto va
contra el sentido, implica un “salto que lo omite” (Lacan Jacques. Seminario el acto clase
20/3/685).
En fin,
paciencia y tiempo al tiempo.
“La
estrecha relación entre la escritura y el acto, la percibimos por sus efectos,
como ese bisturí
cuyo corte y empalme connota lo inaugural que todo acto analítico implica.
Esa operación en psicoanálisis la llamamos castración. Es la que transita de la carta de
amor a la carta de amuro, en los distintos tiempos de la transferencia. El valor del
acto analítico escribe una marca tal para cada sujeto que dirá que hubo un antes y un después a partir del mismo”,
Nos dice Silvia
Wainsztetein en “Acto analítico y actos de amor”(efbaires.com): ” Si el acto analítico opera como
producción y como invención, su carácter inaugural es contingente, es decir, no es
calculable, es en todo caso deseable. Siempre y cuando en el horizonte de cada análisis
opere el referente latente de su fin. De todos los actos mencionados es el acto de la
invención el que tiene que ver con el fin de análisis del analista, por su estrecha
relación con los pedacitos de real que le cabe acoger en el acto analítico, y cuyo
correlato es un nuevo saber”.
”De la invención dirá Lacan que se trata
de trozos de real que el saber inconciente
arroja en la escena de la transferencia y que atañen
tanto al analizante como al analista.
Sorprenden por ser inesperados, como
esos encuentros llamados de amor, que suceden al modo del acontecimiento
entre los partenaires.Qué es lo que se inventa? Pedacitos de
real, cuyo saber no es un saber todo, por eso el acto de la invención es
solidario de la lógica del No-Todo. Es cuando decimos de alguien que tiene un “savoir faire”
como así también un “savoir dire”, cuyo equivalente en nuestra lengua seria el
“bien decir”.
¿Qué nos dice Lacan acerca de la
escritura?
La escritura: es la huella que deja el
lenguaje
Lo que se escribe: las condiciones del
goce
Lo que se cuenta: los residuos del goce
La escritura muestra lo que no puede
decirse. Por eso los versos del amor en todas
sus variantes: las cartas de amor, de
almor, y de amuro.
“El
seminario que despliega Lacan durante los años 1967-68 trata sobre el acto
analítico.
La
primera definición que concierne a dicho acto es que "eso hace algo
", afirmación que comparte con el acto poético, de él también puede
decirse que "eso hace algo", aunque más precisamente " hace
algo" a los poetas – recaen sobre quién escribe los efectos del acto de
escritura.”
Si una de las condiciones del acto
siguiendo a Roberto Harari * consiste en generar un decir mordiente” de lo Real, que se funda en la violencia ejercida
sobre el lenguaje; tal “hacer” emparienta ambas tareas. Sí, tareas, porque una
acepción etimológica no tan divulgada del verbo de origen griego poiesis
significa acción.” (Acto analítico, acto poético,
Gabriela Spinelli)
* Harari Roberto, “Qué sucede en el acto analítico. La
experiencia del psicoanálisis” Lugar Editorial. Buenos Aires, 2000..
“Entonces vemos que acto analítico y poiesis se acercan tanto en
su sentido activo, cuanto en el modo en que se ejercen, ya que al romper los
ligámenes establecidos (que hacen caer las anticipaciones imaginarias) generan
inquietud, desacomodo, desasosiego…asombro”.
QUIÉN ESCRIBE, DESDE QUE LUGAR SE ESCRIBE.
El acto psicoanalítico implica una escritura, un
ir reescribiendo cada vez la historia
del sujeto en el aquí y ahora de la sesión. Lo planteaba Lacan en el seminario
1: “se trata menos de recordar que de reescribir la historia”
Sobre
este punto puede leerse por ejemplo: “Lectura y escritura en Psicoanálisis”, Margarita
Noriega García) en NODVS Sección clínica de Barcelona.
Pero me pregunto quién o QUÉ escribe, qué se escribe, y desde qué lugar (eso)se escribe, y en qué
condiciones lo que se escribe constituye un acto de escritura, pues considero
que no todo lo que se escribe constituye
acto de escritura.
¿Y qué es ESO
que se escribe? Si es lo que no puede decirse como decía Silvia Wainsztetein en el trabajo antes citado, se trataría del goce
precisamente, de lo pulsional.
Para intentar ir entrando en el tema comienzo
citando un excelente trabajo, “La sustracción de goce y el acto
analítico” de la psicoanalista Adriana Dreizzen(efbaires.com)quien plantea
que lo primero que rescató del seminario de Lacan que lleva por
nombre "El acto psicoanalítico"es
“aquella frase que dice que dicho
acto atañe a quienes no hacen de él profesión. No hay profesión de
psicoanalista sino que más bien en su savoir faire, dicho acto se emparienta al acto poético.
Ambos- acto analítico y acto poético –parecen estar conjugados por la poiésis, es decir lo singular de lo creativo y novedoso
que los sustenta”.
En
este sentido yo también plantearía que no hay profesión de escritor o poeta,
ambos devienen tales
en el momento en que realizan su escritura, y se fundan así como
sujetos en su acto de escritura. Esto se
aprecia claramente según yo lo entiendo, en ese miedo que acecha a los
escritores a no ser capaces de volver a
escribir, porque no se es
escritor, como tampoco se es psicoanalista, no hay identificación yoica que sostenga el ser de ninguno de los
dos, de una vez y para siempre. Se trata por el contrario, de serlo cada vez
porque hay la división subjetiva que precisamente se produce en ambos actos de
escritura; en el caso del analista en cada sesión, y puede que si en la sesión
siguiente la función deseo del analista no opera, no haya acto analítico.
También para el escritor o poeta, se
trata de hacer de escritor o poeta cada vez, hacerse escritor en cada acto de
escritura; no es algo entonces logrado de una vez y para siempre, es un hacer
sin garantías porque parte de lo pulsional. Es así que cada escritor hace
poiésis ¿o invención? aunque escriba narrativa y no poesía.
Con este signo de interrogación en la palabra invención dejo en
suspenso para otro escrito la diferencia entre creación e invención, producción,
tema que también me hace pregunta.
Me
gustaría citar para dar cuenta de esta posición que comparten creador y analista, al título de un trabajo documental
que está llevando a cabo en eso momentos la productora Señor Paraguas, coordinado
por la poeta Sofía Castañón, acá en Gijón , que se titula “Se dice poeta”. Ese “Se dice poeta” da cuenta precisamente de que
se trata de decirse, de la enunciación en juego, y en un decirse cada vez en el
acto poético, no se trata de ser poeta, ni de nombrarse de una vez y para
siempre poeta coagulada en una identificación. Es más bien un decirse,
dec-irse, decir-se (de) poeta, irse en cuanto yo, irse yendo de sí misma en su
decir. Cuanto más se aleja de la identificación con la poeta, y con un decir
consciente, más se dice y es (ello) poeta. (“donde el ello era, el yo (sujeto)
debe advenir”, Freud).
El “se”
del “Se dice poeta” es el es (
ello-goce).
Se
dice poeta, dice –se poeta: donde el “se” es el lugar del acto que anudando lo
pulsional la dice poeta, la hace poeta, pues entiendo que ese dice no es del orden del blablá bla ni del
nombrar (decir como nombre del Otro) sino
del decirse (desdecirse, del decir irse), o sea en acto “poeta”. “El acto
(a secas) ha lugar de un decir, cuyo sujeto cambia” (Lacan)
Es un
decir entonces que en su dec-irse
hace, un decir que en su decir- poeta
hace, en el acto de escritura o de lectura del poema cada vez, un hacer
que dice y hace al poeta, un poeta.
En este
sentido dice la ya citada Silvia Wainsztetein en “Acto analítico y actos
de amor”:
“La escritura muestra lo que no se dice
porque por estructura es imposible de decirse.
El acto de la escritura es homólogo al
acto analítico y a la carta de amuro, porque
es lo que no se dice, es el muro del
lenguaje. Es lo que se muestra en la
singularidad de cada quien a través del
estilo que posee”.
En otro trabajo interesante:”El acto y su borramiento”
Miquel Bassols nos propone sobre este punto:
Lacan en
su “Reseña de enseñanza” del seminario El acto psicoanalítico, de los años
1967-1968:
“El acto (a secas) ha lugar de un decir, cuyo sujeto cambia”. Es una breve definición de Lacan que
conjuga tres términos para darnos una lógica muy precisa de la especificidad
del acto. No hay acto sin un decir, sin una enunciación en el campo del
lenguaje. Y es por el acto que el sujeto de ese decir, de esa enunciación, se
modifica de un modo irreversible. Ahí donde hay acto hay, pues, enunciación y
hay modificación subjetiva.
Señalemos,
sin embargo, que para Lacan “un decir” es ya algo más que una enunciación. El
decir compromete la particularidad del sujeto de enunciación con el goce fijado
en su fantasma. No se trata de una enunciación pura sino que su sentido toca de
alguna manera el goce pulsional del sujeto. Así, donde hay acto hay también
modificación de la posición del sujeto frente a la pulsión, hay una dimensión
que toca su condición de sujeto de la defensa frente al goce.
La
pregunta podría ahora invertirse: ¿siempre que hay un decir hay acto? ¿siempre
que hay un decir hay modificación subjetiva? La experiencia nos muestra que no
siempre es así. Más bien al contrario, la experiencia nos muestra lo
excepcional de una modificación subjetiva de este orden, del sujeto de la
defensa frente a la pulsión. Cuando hablamos, por ejemplo, de “alterar” (deranger)
al sujeto de la defensa, nos referimos a esa dimensión que sólo el acto pone en
juego y que el propio Lacan, en el texto citado, dirá que “está al alcance de
toda entrada en análisis”. Pero para ello, no basta la ubicación del sujeto en
la estructura significante de la enunciación, no basta la localización del
sujeto del significante para que la dimensión del acto se ponga en juego.
Precisamente,
la dimensión del acto apunta a aquello que en la estructura del lenguaje no es
reducible al significante, apunta a la dimensión del objeto causa del deseo en
el que se funda la particularidad del decir del sujeto. Cuando se trata del
acto, lo que actúa como causa no es tanto el significante como el objeto de la
pulsión. Y es por ello que, finalmente, será más lógico decir que el verdadero
agente del acto no es el sujeto de la enunciación significante sino el objeto
causa del deseo y que ese sujeto de la enunciación, en todo caso, será efecto
del acto y no tanto su agente.
Esta
nueva dimensión y esta nueva lógica del acto sólo se pondrán de manifiesto a
partir del acto psicoanalítico tal como Lacan lo situará: “Nunca visto ni oído
a no ser por nosotros, es decir, nunca señalado, y aún menos cuestionado, el
acto analítico...” En esta nueva
lógica, el agente del acto es el objeto causa del deseo y el sujeto de
enunciación es su efecto, lo que queda escrito en la parte superior del
Discurso del Analista:
a --> $
En
realidad, el sujeto que así se constituye como efecto del acto lo hace en su
propio borramiento, en su propia tachadura, como sujeto vaciado de su ser. Una
vez cruzado el Rubicón, Julio César es un sujeto vaciado de su ser anterior, un
sujeto a la búsqueda, a la conquista de un nuevo ser en otro lugar desconocido.
A la vez, el ser de Julio César es ya, en la apuesta de la suerte que ya está
echada, lo que le impulsa en el acto de cruzar el Rubicón haciendo de esa
acción y de esa enunciación
También
se me ocurre que puede vincularse al tema de la muerte autor que tan bien trabaja Foucault, no hay
autor como alguien dueño absoluto de su escritura o producción. O sea, no se
escribe desde el yo, aunque tampoco sin el yo.
Lacan
en “Encore”: respecto de la función del escrito, dice que la letra es algo que
se lee en el acto analítico y es efecto de discurso, que con el escrito el
discurso analítico se vuelve oficiante.
Y agrega: hay una enseñanza que me produce, en lugar de decir yo enseño” Podemos
entonces concluir: hay un acto de escritura que produce tanto al escritor, al analista y al
analizante(habría que pensar como se da en cada caso)
“No hay en el acto analítico ahora una
búsqueda de agujerear un saber de Otro que sabe, que ha marcado, sino una marca
en acto, en el propio cuerpo y una producción de saber que es escritura.
Escritura como elaboración de goce mediante el semblante”, nos
dice Aurora Favre en su trabajo “Acto
analítico y producción de escrituras de lo real”(efbaires.com),
“Con el
escrito lo que se escribe es litoral entre el saber del significante y el goce
del objeto, La clínica de lo real por lo tanto da cuenta que el síntoma no
queda subsumido a lo inconsciente”.
“Lacan dice
“yo escribo” aún cuando es para seguir la huella de un escrito ya marcado” Pero
la escritura es un modo de desprenderse de la incidencia de esa marca. Hay por
tanto, dos escrituras, una propia de una anterioridad significante que es cifra de goce en el viviente, y otra
escritura, del sujeto, que implica la lectura de la marca y su diferencia. Este
desprendimiento de la incidencia significante es del orden del escrito. La clínica
lacaniana es la clínica del escrito”
Ahora bien, me
pregunto:
¿Todo
escrito es un acto de escritura?, ¿hay
veces que lo escrito por un escritor o lo que se escribe en la cura, no
constituyen actos de escritura? ¿y lo que escribe no en el encuentro con el
analizante, sino a nivel de trabajo teórico alguien que se dice analista,
siempre es del orden del acto de escritura, o a veces es simple repetición de
conceptos psicoanalíticos?
En “laberintos de la lectura en psicoanálisis” De Sergio Rodríguez y Laura
Lueiro((imagoagenda.com)he encontrado un planteamiento que me ha sido de utilidad para intentar
contestar esta pregunta. Ellos dicen:
“No todo lo que se
escribe tiene el estatuto de escrito y no todo proceso de escritura deviene en
acto de escritura. Podríamos decir que lo es, cuando lo escrito bordea
mordiendo, algún real; cuando lo escrito hace letra y se inscribe en el filo
donde las palabras no alcanzan a escribir lo imposible, lo que no cesa de no
escribirse. Entonces, es cuando lo escrito, escribe al supuesto escritor.
Esto es lo que define precisamente al acto analítico.
“La fórmula de lo escrito, por su parte, es
que a un saber se le supone un sujeto irremisiblemente dividido. Se trata de un
saber particular, un saber no sabido, saber del inconsciente que porta su
falta. La falta en el saber, el agujero en el saber, es lo horadado por el
objeto(a), pasible de ser bordeado por la letra cuando ésta se escribe. Allí
donde la letra se inscribe se supone un efecto de escisión que subjetiva al
sujeto.
Desde otra perspectiva es lo que dice el viejo
adagio: “lo escrito, escrito está” y su autor es responsable por ello en la
medida en que lo escrito marca, señalando la castración en el lenguaje”.
“ Es el mismo efecto de embarazo que se produce
ante el equívoco, el acto fallido, o el sueño. Donde falla la gramática, se
precipita una lógica que habilita otra lectura.
De hecho, el tener que escribir obliga a
precisar, acotar, delimitar. Nos impulsa a salir del bla, bla, bla, del goce
del significante, para adentrarnos en otro goce que quizás tenga que ver con el
juego, con la seriedad del juego. Con la serie de la repetición de marcas, de
otras/mismas letras.
Lo escrito, en tanto letra, es condición de
posibilidad lógica y fundamentalmente de la lógica matemática. Creemos que
Lacan nunca dejó de aspirar a que, vía la matematización, el psicoanálisis
lograra ese estatuto de ciencia de lo real con que él definía a la lógica
matemática”…
“La función de lo
escrito, que es de otro orden muy diferente al del escrito para ser publicado. Un escrito presentado a publicación,
es un artículo. Un objeto en tanto producto. Lo ubicamos, entonces, como
producto del Discurso del Amo”.
“Tal vez, el tacho de basura sea el destino primordial de lo
que se escribe para publicar. Pensemos en la cantidad de palabras publicadas,
artículos, notas, libros, revistas, etc. ¿Cuántos son recordados o consultados
porque algo de lo que allí está escrito trazó una marca, por ínfima que sea?
Pocos, muy pocos. Y cuando eso sucede es porque ese escrito creó un lector que
recreó, con su lectura, la letra bordada por los significantes y en el mismo
movimiento, ha re-creado al autor de ese escrito”.
(las negritas y subrayado son mías)
Me pregunto:¿Cuánto de lo que escribe quien se dice
psicoanalista entra dentro de esta categoría, y cuánto pasa sin hacer mella al
tacho de la basura?
¿Y en la cura? ¿Se puede decir que transita por momentos de escritura y otros de
acto de escritura?, ubicando los primeros en el trabajo con los significantes
del Otro que tienen tomado al sujeto del
inconsciente, y a los segundos en el trabajo con la letra que implica al goce y
no solo al inconsciente estructurado como un lenguaje?
En este punto conviene citar lo que dice
Lacan sobre la escritura. Para él escritura y escrito coinciden y la función de
la escritura no es otra que la de representar palabras, y también que se
fabrica por su referirse al lenguaje. Plantea que no hay ninguna cuestión
lógica sin la escritura; por el contrario, es a partir de esta como se
constituye la lógica. La palabra y el significante quedan relegados en el
registro simbólico, mientras la escritura (y la letra) pueden indicar y
representar allí donde no hay palabra: en lo real.
“Se da una relación ambigua de Lacan con
la escritura; todo ello encuentra espacio en el seminario, cuando en un diálogo
no tan velado con Derrida, “Clase sobre Liturratera” sitúa la escritura en lo
real y el significante en lo simbólico. Lo real es aquello que no puede ser
completamente simbolizado, que escaparía (sin cesar) a la palabra y que no cesa
de no escribirse”(“La función de la escritura en Lacan”, Ruben Carmine Fasolino
,revistasucm.es)
Aún inscribiéndose en lo real, la
escritura, -la letra- no guarda relación con el significante.
En “La función de la escritura en la experiencia psicoanalítica “Araceli
Fuentes García-Romero.(Letras lacanianas.com)
plantea:
Palabra y escritura
Lacan dedica el capítulo V del Seminario XVIII a mostrar que hay una articulación
necesaria entre la palabra y la escritura, articulación sin la cual hablar de
escritura en psicoanálisis no tendría ningún sentido. En dicha articulación la
palabra goza de anterioridad con respecto al escrito.
En psicoanálisis palabra y escritura no están
separadas como se podría creer, lo que se escribe fue primero palabra y lo que
contingentemente deja de no escribirse y se escribe, se escribe sirviéndose de
la palabra. La palabra es primera respecto de la escritura y lo que la
escritura escribe no es otra cosa que lo que del goce se fija. Dicho en otros
términos el goce se fija al escribirse.
¿Qué es lo que escribe la escritura?
Lo que esta escritura escribe no es otra cosa
que el goce y el lugar donde se escribe no es otro que el cuerpo, el cuerpo
como sede del goce, como lo definirá Lacan más adelante.
“Lo que se evoca de goce cuando se rompe un
semblante es lo que en lo real se presenta como erosión. De ahí que la
escritura pueda considerarse en lo real la erosión del significado, es decir,
lo que llovió del semblante en la medida en que eso es lo que constituye el
significado (…) La escritura, la letra está en lo real y el significante en lo
simbólico”(Lituraterre)
Qué es lo que en la experiencia analítica podría dar cuenta
de esta imagen?, ¿con qué se correspondería la expresión “cuando se rompe un
semblante” cuando estamos en el discurso analítico?
Lo que en la experiencia analítica nos puede
evocar la ruptura de un semblante es la caída de los significantes amos en el
análisis, caída que pone de relieve cuál era la economía de goce que ese
significante ordenaba.
Y en
“La crueldad del acto” Ensayo de Cecilia Gorodischer también podemos encontrar otra manera de
decilo que me ilumina otras aristas del punto en cuestión:
“El acto apunta siempre a disolver el
sentido. Cuando digo disolver el sentido no me refiero sólo al sentido que
imperó sobre ese sujeto anudándolo a cierta posición en relación con el Otro y
con los otros, con el amar y con el trabajar. Me refiero más bien al sentido
como testigo de la primacía del Yo, incluso del Yo inconsciente freudiano de la
segunda tópica. Porque creo entender que el acto se dirige al orden del
fantasma, que es un orden gramatical ajeno al sentido. Pensándolo así se me
presenta claro (y soportable) lo que en otro momento me pareció cercano al
horror: el acto analítico no trataría de asesinar al sentido que en mayor o
menor medida sostiene (y a mi criterio debe sostener) al sujeto deseante. El
acto analítico se dirige a otro orden en el que lo que rige no es la lógica del
sentido sino la gramática de lo pulsional. El sentido se interpreta, y está vía
es infinita. Lo pulsional se modifica por medio del acto, y esta vía es
puntual, finita y contingente. Es, quizás, el fin de análisis”.
Inconsciente y Ello
“Leo en este Seminario del acto una distinción
que Lacan hace entre inconsciente y ello, quedando del lado del inconsciente
todo lo que entendemos como formaciones del inconsciente, y por tanto,
analizables por medio del juego del sentido; y del lado del ello, lo que
podríamos llamar una gramática del fantasma, cuyo modelo estructural sería
“Pegan a un niño”. Esta gramática del fantasma supone un trabajo distinto, y
creo que es desde ahí que entiendo cuando Lacan dice que el acto “no es ni una interpretación, ni la transferencia ni la acción
del analista”. Apoyándome fundamentalmente en una clase que dicta Nassif en
el seminario en el que esta distinción aparece con claridad, distinguiría estos
dos órdenes de la gramática del fantasma y de la lógica del sentido, poniendo
del lado de la primera el ello, lo pulsional, el ser; y del lado de la segunda
lo inconsciente, las formaciones del inconsciente, el pensar.
Lacan dice en la página 75 que “el fantasma no es más que un montaje
gramatical donde se organiza el destino pulsional”. El sujeto es del orden de
lo inconsciente. El ello es del orden de lo pulsional. De esta manera se me
aclara también una posible traducción que intenté en mi primer presentación a
la Reunión General, de la famosa frase “Allí donde ello era el yo debe
advenir”. Por la vía que venimos intentando podríamos entonces decir “Allí
donde lo pulsional, lo sustancial era, el sujeto del inconsciente debe advenir.
ACTO PSICOANALÍTICO=SUSTRACCIÓN DE GOCE.
Para
abordar este punto me valdré del trabajo “La sustracción de goce y el acto analítico” de
la psicoanalista Adriana Dreizze.
En
su planteamiento ella articula la noción
de acto analítico con la operación de sustracción. Allí ella propone “poner a prueba una hipótesis que
sostiene que la intervención del analista tiene estatuto de acto analítico
cuando afecta lo real del goce, operando una sustracción de goce- ya sea goce
del Otro o goce fálico- que acarrea un cambio de posición subjetiva. En tanto
tal, dicha sustracción puede operarase por vía de la tradicional interpretación
-registro de lo simbólico-, o por la vía del registro imaginario o de lo real.”
De la
sustracción (extracto del trabajo de la citada analista)
“La noción
de sustracción proviene de la lógica matemática. Es la operación que define la
resta, es decir el hallar la diferencia entre dos números. Etimológicamente el
verbo sustraer, viene del latín substráhere, subs-hacia abajo-, tráhere-tirar-,
tirar hacia abajo, separar de un conjunto una parte.
Reflexionando
sobre el concepto de sustracción, encontré que Alain Badiou dedicó una
conferencia a este tema. En la "Conferencia sobre la sustracción" afirma
la sustracción es un acto, más aún es el acto por excelencia, el acto de una
verdad, aquél por el cual llego a conocer lo único que puede ser conocido, y
que es el vacío del ser como tal. Recordemos que "manque a etre ",
"falta en ser ", es el modo que el último Lacan tiene para llamar al
sujeto.
Badiu
agrega "La sustracción no es simple. Sustracción es lo que tira desde
abajo, es diferente a la extracción, es decir lo que tira a partir de La sustracción es la alegación de la falta,
de su efecto, de su causalidad". También dice que disimula cuatro
operaciones, ninguna de las cuales es reducible a la otra y que son lo
indecidible, lo indiscernible, lo genérico y lo innombrable.
De la
sustracción de goce: una intervención en lo real.
¿Qué vínculo
establecemos entonces entre la sustracción de goce y el acto analítico?
Ateniéndonos
a una lógica de mínima, planteamos que
la intervención del analista tiene estatuto de acto, cuando afecta lo real del
goce, contemplando las coordenadas que mencionamos previamente y definen al
acto psicoanalítico, cuando efectúa una
sustracción de goce .
Acotar el
goce, renunciar al goce, rechazarlo, son diferentes modos en que se propone la
operación de la reinscripción de la falta que engendra al sujeto, en aquéllos
bordes en que la castración no llegó a tallar la sustracción del goce del A.
Si el acto
analítico afecta el trato con el goce, es decir lo acota, redistribuye los
goces , opera como una intervención en lo real , lo real de la estructura .
Ya que se
trata de abordar lo real, mencionemos que el concepto de lo real se sostiene en
cuatro letras sobre las que recaen innumerables acepciones y que a los fines de
esta exposición relativa al acto analítico, nos interesa enfatizar que se trata
de un real anudado a lo imaginario y a lo simbólico.
A
partir de su propuesta, yo me pregunto no solamente si son equiparables el acto
analítico como acto de escritura que es y el acto de escritura de un escritor o
poeta , sino si lo son precisamente en
cuanto a ser sustractores de goce del sujeto: del analizante en el acto
analítico y del creador en el otro, y si
en todos los casos en los creadores,- sean estos escritores, poetas o incluso
poietas de otras disciplinas artísticas-
se da esa sustracción de goce, o si hay
momentos de su historia como artistas y de su producción en que ello no se da y entonces a dicha obra se la puede ubicar más del lado de la
elaboración simbólica ¿ o también repetición?
En ese sentido un temor común
entre los artistas es el temor a repetirse, pero ese repetirse acaso no puede
pensarse equiparándolo al trabajo del analizante, como una vuelta más para
hacer pasar por la vía simbólica algo del goce cada vez, para que más del mismo
pueda anudarse o ser simbolizado, algo de lo pulsional, del goce que insiste y
no termina de poder decirse hasta ese momento en que el escritor siente que una
obra determinada es un acto porque tiene
sobre él efectos de tal. A veces ellos dicen que determinada obra produjo en
ellos un cambio sustancial, incluso a veces hasta en su escritura, en la forma de
escribir y /o en los temas que el autor aborda.
En
cuanto a ello, es común escuchar que la gente, lectores o críticos hablen de
determinadas obsesiones o temas recurrentes que un escritor insiste en escribir
y reescribir en diferentes novelas por ejemplo, hasta que quizás en determinado
momento de su producción ese tema no aparece más, o no lo hace con la misma
intensidad fuerte que antes. ¿Acaso eso que mal llaman obsesiones del escritor,
que le llevan a escribir nuevas obra donde repite los mismos
tópicos aunque de manera diferente
obviamente, no pueden pensarse en relación al fantasma y a su fijeza y a lo traumático?
Lo IMPOSIBLE, lo
que no cesa de no escribirse, es el trauma, o la repetición. Para Freud la
repetición se sostiene en que algo no fue inscripto y retorna para lograr esa
inscripción faltante y de eso se trata en la especulación sobre los sueños
traumáticos de las neurosis de guerra y el juego del Fort- Da de su pequeño
nieto. Lo traumático es el resultado de ese exceso de energía libre, exceso
estructural por el tiempo lógico de estructuración del sujeto, siempre
desfasado entre el tiempo de maduración biológica y el tiempo de estructuración
subjetiva.
¿Y
acaso su miedo a repetirse no puede vincularse a ese sentir que está volviendo
a escribir sobre los mismos temas porque no se le ocurren otros?, ¿pero por que
a veces aluden qué no se le ocurren
otros?, ¿por falta de creatividad? ¿Será que esa falta de creatividad será no poder inventar/se aún, (en ese tiempo) otra salida posible o
anudamiento al goce pulsional en juego?
¿No es
eso acaso a lo que refieren también los
analizantes , cuando dicen: “¡tanto tiempo que vengo, y aun sigo hablando de lo
mismo, esto ya tendría que estar superado!, no?
Asimismo, en el análisis hay momentos en que se demora o detiene el
arribo del analizante al tiempo último,
el de concluir, que a mi entenderé es el que da cuenta en acto precisamente
(redundancia mediante), del el acto
analítico y por tanto en esos momentos en
el analizante tampoco se producen cambios sustanciales de su posición
subjetiva; digamos que solo en determinados momentos se produce el tiempo
conclusión del acto, lo que concordaría con el denominado tiempo de concluir de
los tres “tiempos lógicos de la cura”
que plantea Lacan, donde los otros tiempos anteriores al acto son necesarios
pues sin ellos el acto no sería posible: tiempo de ver y el tiempo de comprender.
En
este sentido, el trabajo del analista y quizás el de un escritor se mueva entre esas dos aguas, la del
descifrado y el acto: en el caso del
analista descifrando lo que trae el analizante y en el del escritor cifrando su
propio goce.
“La dimensión interpretativa realiza una
relectura de una cadena significante que, justamente por su condición de
sobredeterminada, es ya una interpretación de lo oído y lo visto por el sujeto.
Lacan lo llama “descifrado”.
El acto, en cambio, produce revelaciones.
El eje deja de ser si estaba o no estaba, puesto que se trata de una producción
de saber, diría, de la producción de saber en más íntima relación con la verdad
del sujeto que habla. Porque es justamente la presencia de la verdad
concerniente al Je, la que se pone en juego en esa revelación”.
(El
Acto Psicoanalítico. La sobredeterminación y el orden de lo indeterminado en el
sujeto del psicoanálisis Adriana Martínez)
Si el
inconsciente cifra el goce en el síntoma, y la escritura es el síntoma del
escritor. ¿Será que el lector lee lo que
el autor cifra cuando escribe valiéndose de la cifra de su propio goce?, Eso
sí, cuando el lector lee o descifra algo en relación al deseo
inconsciente, lo hace de aquello que de
su propio goce (no sabido) ha sabido cifrar el autor en cuestión:
“Revela saber sin mí lo
que yo enseñó” dice Lacan refiriéndose a Marguerite Duras Es decir sabe del “no hay relación sexual”. Lacan, Jacques. Otros Escritos. Paidós. Bs. As. 2012. Pág.
211.
“El sinthome designa lo que
hay de común entre síntoma y fantasma, es decir, el modo de gozar singular de
un sujeto, modo de gozar captado en su funcionamiento positivo”.
“El sinthome remite a lo real
del goce. El sinthome no está ligado al inconsciente como formación, como
elucubración de saber, sino que está ligado a la satisfacción pulsional”.
El
acto analítico es de estirpe significante. Bascula entre lo que llamamos "significante
en acto ", es decir lo que la asociación libre en la palabra del
analizante vehiculiza, por la enunciación de la Regla Fundamental y "el
acto del significante ", donde el genitivo "del " otorga la
doble significación , primeramente refiere a la particularidad del acto que
está engendrado por el significante pero también enfatiza que el significante
actúa.
Un
acto cualquier acto está ligado a la
determinación de un comienzo, divide aguas entre un antes y un después. Como el
acto poético ilustra es creador, es inaugural, es revolucionario, fundante,
renovador de un deseo, efectúa un quiebre en lo mortífero de la compulsión de
repetición. . Lacan ofrece allí los versos "Por una razón "de Rimbaud
para ilustrar la fórmula del acto. Ellos dicen así:
Un
golpe de tu dedo sobre el tambor, descarga todos los sentidos
y
comienza la nueva armonía
Un
paso tuyo, es el alzamiento de nuevos
hombres
y la
hora en marcha .....
Tu
cabeza se aparta, un nuevo amor
Tu
cabeza se da vuelta, el nuevo amor.
Y para
finalizar este fragmento de una entrevista a un creador y psicoanalista.
Entrevista a Johnny Gavlovski E.
Por
Viviana Berger (nel
–mexico.org)
V: ¿Qué diferencia encuentras entre la letra del escritor
y la letra del sujeto en tanto autor de su inconsciente?
JG: Pregunta
interesante. Hay dos tipos de escritores. Los que creen que escriben desde la técnica
y los que asumen que escriben desde el sujeto. Pienso que por más que intentes
ajustarte a la técnica ya eso denota tu posición como sujeto.
Una escritura honesta, a mi criterio, debe ser escrita, desde el sujeto. ¿Qué
es el conflicto dramático sino el goce mismo planteado en escena? ¿Qué es aquello
que insiste y por lo cual se desarrolla la obra sino eso...? Lee cualquiera de
los textos de Freud relativos a ello: Personajes
psicopáticos en el teatro, El
poeta y la creación artística, Los
que fracasan al triunfar, Lo
ominoso... Freud no dijo lo Real en sí, pero
cuando en "La Interpretación de los Sueños" habla
de la grieta del inconsciente..., ¿de qué habla? ¡Alicia en el país de las
maravillas!!! Atraviesa la grieta y caes al universo no simbolizable... ¡Allí
está el acto dramático! Allí es donde considero debe dejar fluir la sangre un
creador. Que los significantes luego cristalicen alrededor de la grieta es la
idea. Si no, ¿cómo puede ser leído…, representado?
V:¿Qué
diferencia encuentras - si es que hay alguna - entre un sujeto escritor de
literatura y un sujeto analizante?
JG: Estoy de acuerdo. ¡No hay diferencia!
Antes te hablaba de la grieta de los sueños. Ahora recuerdo la grieta en la
pared, al lado de mi cama de niño. Fue el terremoto del 67 en Caracas. La pared
se agrietó y allí quedó como una marca… Asociación libre. En la vieja casa de
mis abuelos había una suerte de pasadizos secretos (así nos gustaba verlos a mi
hermano y a mí), y nosotros jugábamos deslizándonos por éstos… Uní estos dos
recuerdos y nació una obra "Hombre".
El juego con el doble, separados por una pared, utilizando una grieta para que
los recuerdos de infancia pudieran escapar… era finales de los 90 y esa era mi
aproximación al inconsciente freudiano, y parte de mi vida… O como dirían los
existencialistas: en ese momento, mi Dasein.