miércoles, 29 de junio de 2016

LO QUE PUEDE DAR DE SÍ UN HELADO. O la posición ética del sujeto para Psicoanálisis. PARTE I.




 








      


 
 







Más bien diría, la simbolización de la pérdida, única posibilidad de que la misma deje su omnipresencia.


El actor Ricardo Darín en una entrevista realizada por Gastón Pauls en  “Dos solos”,  (a los 39’’ 20')haciendo referencia a la relación de culpa que él establecía con los otros dice : “yo creo que todo eso es por culpa, o por problemas en la infancia, se te cayó un helado y no te lo repusieron, porque si no, no sé porque uno se tiene que hacer cargo de cuanto te planteen los demás, yo atravesé  gran parte  de mi vida haciéndome cargo de ese tipo de cosas, insisto, no por buena persona sino para mejorar mi imagen respecto a mí mismo, ….y antes respecto a los demás, pero ahora cada vez menos…ya no es responsabilidad mía el estado de ánimo del grupo”

Seguramente para la mayoría de la gente, la referencia a ese helado al que el actor atribuye un lugar trascendente en tanto causa de  su posición ética como sujeto de deseo, pase desapercibida; o si no lo hace, puede que para muchos carezca de sentido(“no tiene nada que ver una cosa con la otra dirán),  y hasta pueda inclusive resultarles ridícula o cuanto menos graciosa: ¡mira que  asociar la culpa a un helado que se cayó y no fue repuesto!, este tipo está de broma, o hasta puede que piensen algunos: ¡estos argentinos siempre pensando psicoanalíticamente se pasan!. Y sí, se trata inevitablemente de pensar con el psicoanálisis, porque es la teoría o concepción del Hombre que toma en cuenta su ser de inconsistencia, el que hace posible entender cuál es  la posición del sujeto del inconsciente y el por qué de la misma, en ese decir que el actor dice y que de él dice, sin saber lo que se dice.

 Desde ese  lugar de un saber no sabido que se dice, Ricardo Darín  atribuye la categoría de “trauma de infancia” a la caída supuesta de un helado no repuesto. Habría sido interesante, y sin lugar a dudas revelador, y quizás hasta  del orden de la re-creación para sí mismo, el  haber podido interrogarle sobre ese “helado no repuesto”, y escuchar sus asociaciones de pensamiento-afecto al respecto, las cuales le habrían permitido posiblemente apropiarse de ese saber (hacer consciente, lo inconsciente) para entender un poco más acerca del porqué de su posición;  y así poder  des-identificarse sabiendo aún más de la misma. O sea, desprenderse o restar aún más esa culpa a la cual hace referencia, y su exagerada tendencia al deber -manifestación de su conciencia  moral- derivada de la misma. Deber  que  en etapas anteriores de su vida según nos dice, hizo insoslayable su necesidad de reparar, subsanar, ayudar al otro en demasía o con cierta desmesura, pagando según puede leerse ente líneas -como él mismo nos sugiere que lo hagamos en determinado momento de la entrevista-, de más al Otro, y por el Otro. Estamos ante lo que podemos denominar castración, deuda simbólica del sujeto con el Otro asumida por el sujeto y que por tanto ha de ser pagada.

Pero ese sería el trabajo que se realiza en un psicoanálisis, y en este artículo no se trata de analizar a Darín, lo cual por otra parte es imposible,  además de que sería un disparate la sola pretensión de llevarlo a cabo, ya que un psicoanálisis solo es posible  con el deseo del sujeto y el consentimiento de su persona, y solamente  en una relación analítica.
Sin embargo, si podemos decir, que lo que él manifiesta no es sin sentido. Al contrario, sus palabras remiten al origen común de la responsabilidad subjetiva que es acerca del deseo propio, la cual queda inaugurada siempre, para todo sujeto constituido como tal en función del Lenguaje (el sujeto es una función del Lenguaje en definitiva. y no al revés, aunque podamos de ello lamentarnos como de hecho nos sucede, pues no nos queda otra), por la caída o perdida de un objeto que Lacan llama objeto a, y que paradójicamente no es ningún objeto, sino el nombre que él da al agujero mismo, a la pérdida del objeto. Lugar vacíoque metafóricamente será, subrogado o  sustituido(simbólicamnete)vía metonimia por diferentes objetos, entre ellos el objeto de la pulsión oral, al que muy bien puede hacer referencia el dichoso helado del que nos habla el actor, y que remitiría a la experiencia del destete. Pérdida de un objeto que como él bien dice, no te repusieron, porque esa pérdida originaria no es posible de ser reparada totalmente, esto es, que ningún objeto podrá posibilitar en el sujeto el hacer como si esta nunca hubiera existido.
 Obviamente la pérdida y la no reposición del helado, es una manera de nombrar algo que es innombrable (¿Cuál es el objeto que se pierde en la entrada originaria del sujeto en el lenguaje?, ¿acaso no es el propio sujeto devenido ahí objeto en relación al propio lenguaje?). Por eso no se trata de que le repusieran o no el helado, es más, para nada se trata siempre y en todos los casos de un helado, podría tratarse de otros objetos donde la pulsión oral u otras (anal y su objeto, el escíbalo , la escópica y su objeto. la mirada, o la  invocante y su objeto, el oído) se pudieran encontrar satisfacción, aunque obviamente es muy probable que para los niños los helados como  alimento dulce generalmente asociado a  cierto plus de goce fálico (premio muchas veces) sirvan más que otros objetos comestibles  para enlazar el plus de goce de la pulsión oral ; aunque para Darín, en el momento de su enunciación estaba efectivamente  en juego la pulsión oral y el pecho como objeto. 

Aún así  la vivencia de pérdida simbólica o castración hubiera existido igual, ya que nunca se puede recuperar exactamente (igual a sí mismo) el  objeto perdido, y tampoco se sabe bien que objeto es, porque en definitiva ese objeto remite a  ese Otro que yo creo (de crear y fantasear) que en algún momento fui para mí mismo antes de saber de la  diferencia entre el je y el Autre. Ese ideal del yo que tengo como referencia, encarnado o materializado en un objeto concreto, pero que nunca se trata de un objeto concreto, sino de una imagen de completud perdida (yo ideal) recreada por mí respecto de mi mismo. Digamos que los objetos que vienen a cubrir el agujero (obj a) son  la re-creación simbólico-imaginaria  necesaria que hago a partir del Otro (partiendo al Otro) para poder separarme de mí mismo/Otro indiferenciados, para devenir realmente diferente del Otro. (la exitimidad en Lacan, lo más interior que sin embargo es exterior a la vez) Y la recuperación o reparación  siempre será imposible por estructura, e implicará otro objeto, nunca el mismo, aunque materialmente el objeto pueda ser igual. Esto significa que una vez el sujeto es apresado en la red del lenguaje, la identidad de percepción es imposible.
Y esa pérdida siempre remite a la infancia, no porque el psicoanálisis se empeñe en remitir al sujeto al pasado porque sí, sino porque, solamente ubicando en el pasado la ex -istencia de la misma, el sujeto puede crearse una ficción  para hacer soportable por la vía del sentido (otra mejor no hay)el desgarro que esta constituye(1), solamente sabiendo lo que ficcionalmente tuvo lugar en el pasado, puede aproximarse un entendimiento-lectura de  su posición actual en relación a la misma,  e intentar en  el caso de un análisis, su rectificación subjetiva de cara al futuro, buscando aminorar el sufrimiento. Esto que en el psicoanálisis deviene o va deviniendo -ya que se produce muchas veces en relación a diferentes goces-, como producto del mismo, y que este  denomina hacer una rectificación subjetiva, es un cambio de posición  que en este caso el actor dice haber hecho en alguna medida: “yo antes… y ahora ya no tanto, o ya no….”

(1)   También Ricardo Darín lo dice de otra manera, al referirse a la ventaja que implica para alguien, -en este caso para su hijo, que le plantea su deseo de dedicarse  a la actuación como él- el poder vivir de una actividad que posibilite la sublimación, en oposición a tener que vivir de actividades que solamente o fundamentalmente permitan sobrevivir. No es lo mismo poder  vivir de  sublimar el desgarro,- sublimar siempre implica creatividad, creación, y por tanto puesta en juego del deseo más auténtico del sujeto-,  que adaptarse al mismo taponándolo o entreteniéndolo y distrayéndolo  con objetos de consumo(creados por otros), casi la única salida para quienes dedican el tiempo a tareas que en realidad son ajenas, la mayoría de las veces incluso contrarias totalmente al deseo y por tanto a  la libertad (interior) del sujeto,  y a la expresión más auténtica de su deseo de ser.

 Es en el origen, y por tanto en el pasado y en la infancia donde la pérdida ha acaecido para el yo del sujeto, siempre y cuando haya habido obviamente registro de la pérdida ya que ello permite diferenciar y relacionar pasado-presente y futuro. Registro posible porque  el infans que es el bebé que aún no habla,  pero sí está ya de entrada tomado en la red del lenguaje a través del Otro, porque es dicho, hablado, esperado, deseado en un lugar nombrado por el Otro del lenguaje, de lo social(los padres ), un ser en el lenguaje como dice un precioso e interesantísimo artículo (*)

(*) Un trabajo interesante en francés : De l’infans à l’enfant : les enjeux de la estructuration subjective, par F. Frédérique Berger  WWW.cairn.info/revue- bulletin-de-psychologie.



 



 “El estudio del juego de "Fort-Da" es fundamental para entender el proceso de acceso a lo simbólico y su relación con la represión primaria. En su artículo titulado "Más allá del principio del placer" (Freud, 1920, p. 13-20), Freud describe en detalle la dimensión estructural del "juego de la bobina" en su pequeño de edad, hijo de un año y medio . En ausencia de su madre, el niño juega con una cadena de bobina adjunto. Él lanza de la cama y dijo, "O - O - O," Freud traduce como "fuerte" (a la izquierda) y felizmente de vuelta diciendo "Da" (aquí) y luego repetir este juego y desaparición completa reaparición con mucho gusto. El niño toma una actitud activa y se convierte en maestro de salida de mamá, que tiende a simbolizar, pero vive profundamente la separación, la pérdida, más allá del principio del placer, que afecta a casi a la pulsión de muerte . Freud da un lugar central en los conceptos de separación y pérdida al insistir en que el niño es incapaz de distinguir la ausencia temporal de la pérdida permanente; que puede incluso conducir "aphanisis" del sujeto (Jones, 1927), su negligencia en el cumplimiento o su aniquilación.
Al tomar este ejemplo clínico, Lacan da la bienvenida a la brillante intuición de Freud, lo que nos permitió reconocer que "(...) cuando el deseo se convierte en humano es también aquella en la que el niño nace con el lenguaje. "(Lacan, 1953, p. 318-319). Al hacer hincapié en este juego de apagón, que revela el proceso de simbolización y la eliminación primordial vinculado a él, Lacan está en la raíz de la orden simbólico y la esencia de la estructura subjetiva, aunque ' es en el sentido de un exilio irremediable. De hecho, "El sujeto es exiliado significante, que sólo él representa, y exiliado desde el conocimiento de que es el agujero: esta es la invención freudiana de la represión primaria. "(Sauret, 2000, p. 26).

(LOS SUBRAYADOS SON MÍOS)

El texto original en francés:
(L’étude du jeu du « Fort-Da » est fondamentale pour bien saisir le processus d’accès au symbolique et sa relation au refoulement originaire. Dans son texte intitulé « Au-delà du principe de plaisir » (Freud, 1920, p. 13-20), Freud décrit minutieusement la dimension structurante du « jeu de la bobine » chez son petit-fils âgé d’un an et demi. En l’absence de sa mère, le petit enfant joue avec une bobine attachée à une ficelle. Il la jette hors du lit en disant « O – O – O », que Freud traduit par « Fort » (loin, parti) et la ramène joyeusement en disant « Da » (voilà), puis il répète ce jeu complet de disparition et réapparition avec beaucoup de plaisir. L’enfant assume une attitude active et se rend maître du départ maternel, il tend à le symboliser, mais, profondément il vit une séparation, une perte, un au-delà du principe de plaisir, qui touche de près à la pulsion de mort. Freud donne une place centrale aux notions de séparation et de perte en insistant sur le fait que le nourrisson est incapable de distinguer l’absence temporaire de la perte durable ; celle-ci peut aller jusqu’à provoquer « l’aphanisis » du sujet (Jones, 1927), sa déréliction voire son anéantissement.
En reprenant cet exemple clinique, Lacan salue l’intuition géniale de Freud, qui nous a permis de reconnaître que « (…) le moment où le désir s’humanise est aussi celui où l’enfant naît au langage. » (Lacan, 1953, p. 318-319). En insistant sur ce jeu d’occultation, qui dévoile la symbolisation primordiale et le processus d’aliénation qui lui est lié, Lacan le situe à la racine de l’ordre symbolique et de l’essence de la structure subjective, même si c’est dans le sens d’un exil irrémédiable. En effet, « Le sujet est exilé du signifiant, qui ne fait que le représenter, et exilé du savoir dont il est le trou : c’est là l’invention freudienne du refoulement originaire. » (Sauret, 2000, p. 26).


Es interesante escuchar además cómo el actor ubica al responsable de la no reparación de la  pérdida en el Otro (el otro no le repuso el objeto perdido), pero la culpa en sí mismo. Parece una paradoja, ya que  podríamos pensar que él es víctima de una supuesta situación del orden del destino,  del azar  “que quiso” que a él se le callera el objeto-helado, y por lo tanto que es inocente,  no culpable. O en todo caso culpable de ser tan  tonto como para  dejar caer su helado, lo cual es siempre posible de ser pensado por el sujeto. Entonces ¿quién es culpable, el o el Otro  por no reponerlo? (volverlo a poner, volverlo a dar o crear,- aún  sabiendo que si se  lo hubieran vuelto a dar, tampoco habría sido suficiente para reparar el sentimiento de pérdida del sujeto,  porque la diferencia entre el objeto primero y el segundo -entre el objeto originariamente perdido y el sustituto metonímico que la metáfora crea-  subsiste registrada en la psiquis como castración, o sea en el lenguaje). 

 Sin embargo Darín no dice que la culpa la tiene el Otro,  sino que hace  re-caer la misma sobre él, y dice que para subsanar (perdonarse) pagaba de más, desmesuradamente haciéndose cargo de todo lo que le sucedía a los demás, haciéndose cargo (pago- cuenta , peso moral)del estado anímico del grupo ¡nada menos! Así la culpa de la pérdida o castración simbólica,  parece recaer sobre sí mismo, pero no porque al objeto lo perdió él, sino por algo que ahí queda sin enunciarse pero que reaparece en la entrevista más tarde, y a lo cual el actor admirablemente refiere,  y para nombrarlo utilizo este adverbio porque su actitud  habla o da cuenta de su madurez afectiva  al ser  capaz de reconocer y nombrar con todas las letras: el odio, el odio originario que todos tenemos hacia la diferencia , hacia esa pérdida original del objeto que nos hace darnos cuenta de nuestra castración y de nuestra dependencia y diferencia respecto al Otro.  (Darin lo cita en referencia a planteamientos actorales que lo sacan de lo conocido, de lo que hoy a la gente le gusta llamar la “zona de confort”, esa zona donde el sujeto está acomodado suficientemente, o con suficiente goce o placer(habría que ver de cual de los dos se trata en cada caso, ya que la posición del sujeto es bien diferente:   en el caso de que el mantenerse en dicha zona fuese debido al goce, el sujeto posiblemente quiere moverse pero aún queriéndolo e intentándolo no puede, ya que su deseo inconsciente no se lo permite: seguramente eso que el sujeto quiere está en conflicto con otros aspectos de su yo, y en el otro caso, el deseo de permanencia en una lugar o posición está determinado por el placer que obtiene el sujeto en la misma. En este último caso  puede suceder que  el deseo de movilización y supuesta “superación”  es deseado e impulsado  por otras personas del entorno del sujeto, quienes esperan que aquel  haga cosas que a ellos le depararían quizás placer poderlas hacer, o ver que otro, con el cual tienen una determinada relación y determinadas  transferencias, las hace; por ejemplo en la  entrevista, el que el entrevistador le pregunte  acerca de la industria cinematográfica Norteamericana, y parezca querer impulsarle a trabajar en la misma, lo cual en ese momento no parece interesarle demasiado al actor, sea por lo que sea,  porque está satisfecho bien haciendo lo que hace, por sus miedos u otras  circunstancias  válidas en este momento para él, como ser  la imposibilidad de actuar en una lengua en al cual no piensa , que el mismo refiere )
El habla de ese odio en relación al objeto primario , a Lo Otro,  odio al que todos a-sentimos pero intentamos reprimir, renegar o forcluir -dependiendo de nuestra estructura psíquica- por amor,  ya que también amamos y dependemos del amor de ese Otro al que  por momentos, cuando nos frustra, odiamos(2) 

(Obviamente que no siempre se necesita ni se quiere ser amado por el Otro, ni la culpa tiene esta dimensión; todos conocemos personas que no tienen en cuenta demasiado los deseos del Otro o por lo menos que son capaces de considerar antes siempre los propios que los de cualquier  otro, lo cual indica que existe en ellos un menor sentimiento de culpabilidad inconsciente ;  e inclusive es posible encontrar  y quizás cada día más, personas que no experimentan ningún sentimiento de culpa ni deuda o deber para con el otro, y muy bien pueden dar libre curso a la expresión del odio mismo , llegando inclusive a matar o  asesinar al otro sin el menor remordimiento como sucede en algunas  personalidades psicopáticas, o a llevar a cabo acciones que como subrogados del mismo, implican  la total desconsideración por las necesidades y deseos de los otros, y la actitud de  hacer prevalecer siempre los propios por sobre los de cualquiera, sin importar que las personas en cuestión esten en posición de clara desventaja  física, psíquica, intelectual  o socio económica psíquica, etc.)









 





Ese odio generado por la atribución que hacemos de que es el Otro quien nos privó del objeto de satisfacción, frustrando así nuestra demanda de amor,  y/o no nos lo repuso, se vuelve contra el propio yo, y nos retorna como culpa: culpa por haber odiado y agredido- matado en nuestra fantasía al objeto que  a la vez amamos, ya que la culpa solamente puede instaurarse si el objeto odiado es también y a la vez amado. De ahí que el deseo de reparar  en otros  el supuesto daño fantaseado realizado, hacerse cargo de que el otro esté bien  y cederle todos los dones, no es llevado a cabo solamente  por el Otro,por nuestro amor hacia ese Otro, como el propio Darin nos dice, sino por la imagen ideal ( el ideal del yo)que cada uno se ha forjado  de sí mismo (narcisismo), la cual obviamente  siempre, se quiera o no, está en relación a ese Otro; no queremos desilusionar-nos así como no quisimos desilusionar en el pasado  a los padres infantiles para quienes como Freud decía fuimos “Su majestad el Bebé” , yo ideal que transformado subsiste en el ideal del yo de cada sujeto, así pueden decirlo de manera tan clara y hermosa estos versos de  Santa Teresa de Jesús, cuyo  ideal, la tan alta vida que ella esperaba, era la Otra vida, para lo cual se forjó un ideal de perfección y amor sin límites al OTRO, DIOS o más allá del  límite que separa vida y muerte ya que para ella lo que llamamos la  muerte era su aspiración, o sea  la vida, eterna:

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.








(2)Es importante realizar una aclaración en lo referente a que entiende el psicoanálisis respecto de dos conceptos citados relacionados entre sí, el de privación y el de frustración. La privación para Lacan es una falta en lo real que solo puede ser efecto de lo simbólico ya que en sí en lo real  no falta nada. El daño vivido por el sujeto es imaginario  y el objeto es real. No es lo mismo la frustración del goce del objeto que la frustración de amor. Lacan ubica a la madre como agente de la frustración en la medida en que es el Otro simbólico que introduce una falta en lo imaginario cuyo objeto es el pecho real. Por esta misma operación, la madre transforma este objeto en un objeto de don, en el signo de su amor. La frustración como daño imaginario, toma el sesgo de frustración de amor. y la frustración  implica la interpretación que hace el sujeto acerca de verse privado por este Otro, del objeto, ya que se trata del amor en la frustración; una falta imaginaria respecto de un objeto real;  el Otro me priva del objeto de satisfacción plena (privación ) porque no me ama(frustración del amor): no me ama lo suficiente o me odia, o quiere más a mi hermano  y a él sí se lo brinda,  o no me ama lo suficiente porque yo no respondo a tales expectativas, etc.
Y finalmente la castración es una falta simbólica en relación a un objeto imaginario, el falo imaginario.


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