domingo, 13 de diciembre de 2015

“NADIE QUIERE LA NOCHE” o a-cerca de LO REAL.




No, nadie la quiere, pero está ahí para todos, aunque su oscuridad no sea exactamente para todos,  la misma. Pero al final de la película me quedé pensando si de verdad una no la quiere. Y me contesto que sí la quiere, porque forma parte de una misma, de cada uno de nosotros. Y la queramos ver o no, aceptar o no a nivel de nuestra conciencia, inconscientemente sabemos que está  en nosotros, que también somos ella. Y por eso, sin saber bien cómo ni cuándo ni dónde, en algunos momentos  la buscamos sin saberlo, o ella  nos encuentra. Y con ese encuentro podemos hacer… ser o  hacer como si no lo hubiéramos tenido, negando, pasando.

“Nadie quiere la noche” una inmensa e  intensa  metáfora del ser humano, de su partida, de sus partidas a la búsqueda de sus sueños,  ese Polo norte del Ideal, paraíso lejano pero  imaginariamente perfecto: ¿el amor, la grandeza, el reconocimiento, la inmortalidad? Llegar a él  merece estar dispuesto  como lo está la protagonista de la historia, una Josephine Peary magníficamente interpretada por Juliette Binoche (doble noche sí, en esta película), a  correr todos los riesgos. Obstinación y  oídos sordos a advertencias de peligro y locura ante tamaña osadía .Y tropiezo, caída en  la tremendamente gélida, cruda y casi interminable realidad: ese sol que se duerme, esa noche invierno que llega aunque no se la quiera, y aún así, en medio de la desolación, la belleza  grandiosa de la fotografía y del/el  paisaje, que aún en medio de la intemperie de esa noche casi interminable,  no podemos dejar de admirar. Encuentro con lo Otro, supuestamente extranjero: otro paisaje, otra mujer, otra cultura,  “otra realidad” cruda o más cruda (lo real), que la únicamente creída y sentida como propia hasta el momento. Pasaje de la domesticación de la ciudad a la Naturaleza  más salvaje. Y esa otra  voz  que  pregunta: “¿qué buscan?” Y mal supone: “si lo tienen todo” Y para colmo,  lo que se busca no existe… más que en la imaginación, o quizás al final no era… nunca es lo que creíamos que sería. ¿Alguna vez fue? Puede que sí, pero ahora ya no.   Desilusión, asombro, perplejidad, burla,  enfado, congoja, miedo, tristeza, dolor mucho dolor, meandros   del duelo. Búsqueda de la cercanía en la una mujer, de aquello que nos hermane: “yo mujer-¿tu mujer?” para cortar las diferencias y acortar distancias  y permitir el lazo; humildad, confianza, apertura, naturaleza receptiva dispuesta a dejarse domesticar como aquella rosa. Rechazo en la una Otra : “lo extranjero” generador de  asco, aislamiento, impiedad, egoísmo ,altanería, creencia en una supuesta superioridad, maldad .Dualidad, enfrentamiento, batalla que  finalmente deviene derrota …de la parte más altanera …¿de una misma? que adviene al fin triunfo de la hermandad.

Yo te salvo, yo te cuido aunque tú no quieras aceptarme, necesitas acá de mi, en este medio, de esta oscuridad y crudeza nada sabes, yo te ayudo a sobrellevarla, yo te salvo y luego, tu agradecimiento aunque difícil de nacer, hace que quieras salvarme. Y entonces juntas nos salvamos: ya no hay tú ni yo, ni tú o yo, o tú en contra de yo, hay NOSOTRAS  y hay él, el que nace de dos mujeres, fruto, creación que  trasciende nuestra rivalidad por aquel Hombre.

Y ese fruto que lamentablemente se pierde. Aunadas en la pérdida  perdida de límites yotu, naturalezacultura, durezadelicadeza, lo extranjero que ya dejó de serlo.
Y luego otro Hombre que llega y reinstaura  la separación, y ya  no ser capaz de poder ser, de querer ser sobrevivir  la una sin la otra, no poder ya ser  “yo sin mi” sabiendo que una parte de nosotros ha muerto (el bebé)
Y  elegir tu caída y mi salvación, donarme tú, darme la vida, y asumir yo  en mí, tu yo, TU NOCHE QUE ES TAMBIÉN LA MÍA

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