martes, 2 de enero de 2018

LA HERIDA DE LA MÚSICA, LA MÚSICA DE LA HERIDA.




  “Soy una herida, un cuerpo pulsante, sufriendo ser” (Björk: “Black Lake”).


“Nosotros, las personas espirituales… (…) soñamos todos con un lenguaje sin palabras, que diga lo inexpresable, que refleje lo irrepresentable.”   
“El lobo estepario” Hermann Hesse.


Anoche soñé que le regalaba a mi psicoanalista un libro de música. En su tapa se podían leer los nombres de algunos compositores: Bach, Mozart , Haydn y Mendelssohn (por qué ellos y no otros,  en principio no lo sé; yo no sé de música, aunque creo que sí del sentir /de /la música). Le decía que si bien era un libro que planteaba algunas cosas que eran incomprensibles y muy complejas para alguien que como él o yo no sabemos de música (no sé si él sabe o no, sí sé que le gusta como a mí), sí había  podido, y suponía que él también podría hacerlo,  captar algunas  cosas mínimas, esenciales. Agregaba que  aún siendo las mismas tan fragmentaria o pulsátilmente aprehensibles,  su efecto sobre  mí en este caso, había sido tan deslumbrante, que su valía se me hacía  incalculable.  Asimismo le explicaba que una novela no podía regalarle porque podría tornársele aburrida si no le interesaba el tema que trataba, y yo no sabía que temas podían ser de su interés.

Tratando de interpretar el sueño, llegué a esta conclusión: que la falta o la herida de cada cual es una música capaz solamente de ser sentida y sabida solamente por una misma, pero no comprendida (cual una novela) 

Y escribí esto: 


Se puede decir, leer y escribir    
todo lo que se quiera 
sobre la herida             
propia y de los otros,                                                                            pero solo la propia                                                                                carne"sabe"  
de su música: 
su pulsación, su ritmo, su tono y su melodía.


                                                                                                                                                 

Me acordé inmediatamente de Chantall Maillard y su “Matar a Platón”:




Un hombre es aplastado...

Un hombre es aplastado.
En este instante.
Ahora.
Un hombre es aplastado.
Hay carne reventada, hay vísceras,
líquidos que rezuman del camión y del cuerpo,
máquinas que combinan sus esencias
sobre el asfalto: extraña conjunción
de metal y tejido, lo duro con su opuesto
formando ideograma.
El hombre se ha quebrado por la cintura y hace
como una reverencia después de la función.
Nadie asistió al inicio del drama y no interesa:
lo que importa es ahora,
este instante
y la pared pintada de cal que se desconcha
sembrando de confetis el escenario.

Tuerzo la esquina. Apresuro el paso. Se hace tarde y aún no he almorzado.

De "Matar a Platón" 2004


¿Y qué hay del sentimiento...

¿Y qué hay del sentimiento?
No, no lo hay, aquí no hay sentimiento.
¿Debería haberlo?
¿Es poesía el verso que describe
fríamente aquello que acontece?
Pero ¿qué es lo que acontece ?

De "Matar a Platón" 2004



También recordé el poema de Rimbaud que trabaja Lacan :

A una razón



"Un golpe de tu dedo sobre el tambor descarga todos los sonidos e
inicia la nueva armonía.

Un paso tuyo. Y el alzamiento de los hombres nuevos y su
caminar.

Tu cabeza se vuelve: ¡el nuevo amor! Tu cabeza gira, ¡ el nue-
vo amor!

'Cambia nuestros lotes, criba las plagas, empezando por el tiem-
po', te cantan esos niños. 'Eleva no importa adónde la sustancia
de nuestras fortunas y nuestros anhelos', te ruegan.

Llegada desde siempre, tú que irás por todas partes".

Arthur Rimbaud (Francia, 1854-1891)





Y para finalizar, dos poemas de Roberto Juarroz.



Hay fragmentos de palabras

Hay fragmentos de palabras
adentro de todas las cosas,
como restos de una antigua siembra.

Para poder hallarlos
es preciso recuperar el balbuceo
del comienzo o el fin.
Y desde el olvido de los nombres
aprender otra vez a deletrear las palabras,
pero desde atrás de las letras.

Quizá descubramos entonces
que no es necesario completar esos fragmentos,
porque cada uno es una palabra entera,
una palabra de un lenguaje olvidado.

Y hasta es posible que encontremos en cada cosa
un texto completo,
un reservado y protegido texto
que no es preciso leer para entender.


Roberto Juarroz ,  Duodécima poesía vertical







Roberto Juarroz de su “Novena Poesía Vertical”:


Desde todas las cosas se levantan cantos.
Algunos se duermen en el aire
y caen enseguida como semillas huecas.
Otros tropiezan con las otras cosas
y se pierden en ella.
Y otros encuentran las palabras que vagan
y se funden así con el canto del hombre.
De ese agreste montaje,
de esa insólita mezcla
híbrida como el mundo,
impura como el mundo,
empieza un nuevo canto,
más libre,
más suelto que la vida:
nace el canto del mundo.
Y ese canto reemplaza,
casi en un rito clandestino,
la prolongada ausencia
del canto de los dioses.
De los dioses,
que nunca se entendieron del todo con las cosas.

Roberto Juarroz, Novena poesía vertical

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