martes, 17 de febrero de 2015

COMO HACER LITERATURA CON LA PROPIA VIDA.




Durante el año 1996  estuve asistiendo a un taller de escritura creativa y al finalizar el mismo se realizó  la publicación de alguna de las creaciones de cada integrante  del mismo en el Libro “Lapislázuli”.

Para la publicación, cada integrante presentaba un texto producido a partir de una propuesta del taller que consistió en  elegir  un símbolo que  representara a cada cual  a partir de una lista de  estos que nos fuera dada por la coordinadora. A continuación se incluye  un texto que pretende expresar  lo que significaba para cada cual el proceso de la creación. Y finalmente  se presentan aquellos textos que cada cual prefirió publicar.

Yo elegí de esa lista de símbolos a Venus, y a partir de esa elección escribí un texto sobre el Amor, un poema de presentación, en el cual  esa referencia alude al amor (que en psicoanálisis denominamos  transferencial) dirigido tanto a la coordinadora del taller, la escritora uruguaya Elena Romitti, como a mi analista, con la que llevaba en ese momento un largo tiempo de análisis.

Asimismo  el cuento “El viaje”, que presento luego del texto sobre el proceso creativo,  se refiere metafóricamente,  como pude darme cuenta luego de haber escrito el mismo, tanto al viaje analítico, como al viaje que significó el taller de escritura y la escritura en sí misma. En este  “El viaje” se aúnan muchos viajes, y  simbolizo lo que significó para mí  ese período extenso de mi análisis, en términos fundamentalmente de una apertura hacia el deseo maternal , el cual estaba muy presente pero como algo a resistir (obviamente  por  pensamientos y vivencias negativas en relación a la misma)  en los comienzos de mi análisis.

Así como escribe la propia Elena Romitti en el prólogo al  libro, comenzamos el viaje  “ … empujados por Venus, porque todo viaje va a cubierto o descubierto detrás del amor .”

VENUS

¿¡Qué importa que la llamen Venus o Afrodita?!
¿Acaso no es el amor lo que hace que yo haya llegado hasta acá, 
que Ella estuviera esperando, 
que dos almas sin saberlo se hayan estado comunicando eternamente?                                                         Si desde tiempos remotos Venus ha vivido                                                                                                 naciendo de la espuma 
renaciendo en Boticcelli 
y también en mí.
¿Y Elena?,¿ acaso  no fue pro su belleza, por su perfección que se la disputaron 
ocasionando la guerra de Troya?
¿Cómo es posible ? ¡¿Justo  Venus  la Diosa del Amor generando una guerra?!                                         
                                                                                                    
Ante la propuesta de la coordinadora del taller de escribir sobre que significa crear yo escribo el siguiente texto.

CREAR   ES…

"… impaciencia, excitación , pasar de la vida al sueño y del sueño a la vigilia sin poder pensar en nada más , robarle horas al sueño, y todavía en sueños concluir, encontrar, el principio, el final, de la historia a contar. Perder el reloj, olvidarse de comer, de las cuentas, del orden ¡y hasta del cuidado personal!, ¡Qué horror! Hacerse la desentendida con los enfados de familiares y amigos , que desesperados llaman para saber si aún estoy viva, celosos de que no les permita entrar en este mudo privado. Dicen no entender como me gusta tanto estar sola. ¡Sola!, ¡qué tontería! Acá adentro hay más gente de la que se podrían imaginar. Mi soledad está poblada, de personajes, de sentimientos, de recuerdos, de imágenes, olores, sabores, sonidos, sensaciones, que luchan cuerpo a cuerpo agolpándose en las puertas de mi mente para que las elija y les permita la dicha de ser paridas. Y así, las palabras dan vueltas y vueltas en el laberinto hasta que solo algunas cuentan; sin saber por qué ni que he de hacer aún con ellas, son ellas quienes en realidad me eligen obligándome a escribir. Lapicera en mano, comienza a brotar el agua, de la mano de Elena que abre una puerta invitando a entrar a Venus.                                                                                                                Folleto blanco y azul, blanco-pureza-¿muerte?
¡Sí, muerte de la razón! ¡Dejad hablar al alma que ella sabe más de ti que tú mismo.                                      Azul-cielo-mar, donde la mirada se pierde en el infinito.                                                                                Y aquel reloj de arena azul?                                                                                                                          El tiempo. ¿Cuál tiempo?
El de crear, jugar, crear, leer, comunicar, escribir, crear al borde del misterio,                                      ¡porque la escritura nos permite hacer viajes fantásticos!"



“EL VIAJE" 
                                 
A Marta por lo que me dio,
a mi madre pro lo que me dio
y por lo que no me pudo dar.

Y a Ana Luisa Hounie, mi analista de entonces.


                                                                                                 
Querido Marcelo,                                                                                                                                            
          
en la presente  te cuento una experiencia muy extraña que ha tenido una trascendencia enorme en mi vida. La he denominado “Viaje fantástico” o “Viaje al interior”, y comienza un día en la playa, más precisamente en el mar.  
Estando yo siendo mecida  suavemente por las olas, dejando el tiempo pasar, creyendo que nada ni nadie podrían perturbar aquella paz, aquel silencio que resonaba  en mis oídos transportándome a otro tiempo…cuando de pronto, una inmensa ola y un remolino aterrador me arrastra a la deriva . Ni siquiera me da tiempo de preguntarme qué sucede. Si sé de la sensación de haber atravesado un túnel oscuro.Cuando         despierto me encuentro en un lugar…sin palabras.
Parece ser una cálida noche de verano. Siento en mi piel la caricia suave de una brisa que perfuma el aire con una exquisita mezcla de rosas y jazmines, despertándome sensaciones totalmente desconocidas, o quizás tan primeras, que celosamente guardadas en los confines de mi memoria, no puedan ser recordadas. Un placer sin fronteras invade todo mi ser.                                                                                              Hasta donde mi mirada asombrada se pierde, se abre extendiéndose una frondosa alfombra de un verde oscuro sin mácula. Doy unos pasos y mis pies se hunden en este increíble mullido colchón de hierba. A mi izquierda, grandes y altos edificios en tonos de blanco y azul pastel irradian una rara luminosidad lechosa que baña la oscuridad nocturna creando una atmósfera en las que día y noche se confunden. A mi derecha, un hermoso parque de juegos donde cientos de niños corretean, se zambullen en los areneros, se tiran de los toboganes , andan en los “sube” y “baja”. Veo sus rostros felices, sus gestos de alborozo, pero ¡qué raro!, no emiten sonido alguno. Allí parece ser el reino de un silencio y una calma rebosantes de vida que se hace presente en el cúmulo de sensaciones que me embriagan, meciéndome en un mar de paz y seguridad primordiales.
Quebrando la armonía pastel del lugar, un cartel de madera en letras doradas dice: “Bienvenidos al Parque Alicia”, y un poco más abajo: “para poder jugar acá, lo único que has de hacer es ponerte estos zapatos rojos”. Y efectivamente, allí, al lado de este anunciante sobre el frondoso verde se encuentran unos pequeños zapatos rojos, que en un toque de infantil coquetería , se abrochan con una presilla y  una hebilla en el costado.                                                                                                                                               Me pregunto a que juego se refiere, acaso al parque con sus juegos, o a este otro, cuyo creador desconozco,  y al que fui arrastrada sin pedirlo.

 ¡Qué ocurrencia!-pensé- ¡¿yo ponerme estos zapatos?! Estaría como las hermanas de Cenicienta , ¡y encima jugar!...Pero, ¡si está lleno de niños  pequeños y yo soy grande!-exclamé azorada. 

¿Eres realmente tan grande?-sentí que preguntó una voz. Y luego afirmó : tu perteneces a ese grupo de incautos han quienes han hecho creer que la cantidad de años vividos es siempre buen metro de la sabiduría.
Un calor sofocante  arrebató mis mejillas, y miré para todos lados temiendo que algún observador oculto se hubiera percatado de que me sentí humillada.

-Pero no, está todo en orden –me dije reponiéndome-Y bueno, ¿porqué no intentarlo?, total…acá nadie me conoce, sea cual sea el juego al que haya que jugar…

Mientras me quitaba precipitadamente mis zapatos, e intentaba torpemente ponerme los rojos, me imaginaba lo ridícula que quedaría tratando de calzarme unos zapatos que me habrían ido bien de haber tenido nueve años.
Me quedé atónita cuando mis pies se deslizaron dentro de ellos a la perfección. Comencé a caminar lentamente mirándome extasiada en aquellos mágicos zapatos, mientras me parecía estar flotando y siendo transportada en una nube.

A medida que avanzaba, diversos árboles  interceptaban mi camino, y el aroma de aquellos que perfumaban el aire se iba haciendo cada vez más intenso. De pronto pude divisar hermosos rosedales cubiertos totalmente por grandes rosas rojas, y jazmines cuidadosamente cultivados, exhibiendo una perfección y belleza celestiales.

Una mujer , cuyo cabello sedoso parecía descansar sobre la curva dulce de su espalda, ataviada con un vestido blanco largo, semitransparente, se me acerca y sin articular palabra o emitir sonido alguno ,me mira y yo siento :
- Te estaba esperando, ¡por fin has llegado, ya era hora!

Yo la miraba entre temerosa y maravillada preguntándome cómo era posible que nos comunicáramos sin mediar palabras. Ella como leyendo mis pensamientos me respondió:

 - Acá  tan solo con desear o pensar algo serás escuchada- Luego agregó : -si me miras fija y profundamente a los ojos podrás verte en ellos y encontrarás la Verdad que has venido a buscar.

¿ A qué verdad se refería-me pregunté, y cómo iba yo a encontrarla no sabiendo de qué se trataba, y más aún, estando acá sin haber decidido voluntariamente venir . Quizás me estaba confundiendo y creía que era yo a quien ella esperaba. Pero, había tanta dulzura en su confiable mirada esmeralda,  que me dejé seducir, ¡y cuál no sería mi sorpresa al verme reflejada en sus ojos, con mis nueve años   vestidos de zapatos rojos! Me sentí hermosa como nunca, y tuve la oscura certeza de que la respuesta estaba en aquellos zapatos.
Ella me dirigió una sonrisa afirmativa y agregó:

- acaso no me recuerdes, pero yo soy Marta , y ahora sé que el regalo que te hice te encantó.
-¡Marta!, pero entonces …ella es… -pensé.

-Sí, tu madrina de confirmación –dijo sin palabras , sin darme tiempo a continuar.

-Pero...¡¿ cómo es posible que estés tan joven?!-le increpé , cada vez más incrédula . ¡Y tan distinta!-continué empezando a sentir cierta angustia.

-¿Acaso estás muerta?, ¡entonces yo también!-exclamé horrorizada.

-¡Cálmate!, simplemente estaba esperando por ti para  envejecer. Era necesario que yo estuviera así para poderte confirmar. Ahora, como ya lo he hecho, puedo irme tranquila. Ha llegado la hora de mi partida.

-Pero…¿cómo que ya o has hecho?-pregunte triste y empezando a lagrimear.

-¿No te has mirado en mis ojos y te has encontrado hermosa con mi regalo?- me respondió.

-¡Oh!, sí , sí-contesté- ¿pero eso que tiene que ver con mi confirmación?-volvía a cuestionar.

-Lo sabrás luego de encontrarte con tres personas más.

-Pero… -  alcancé a balbucear cuando ya había desaparecido.

Me invadió una profunda tristeza y lloré por su partida, hasta que de pronto, uno de los niños que jugaban en el parque se me acerca y me dice:

-No llores, vamos a jugar y verás que se te pasa: Yo me llamo Marcelo.

-Está bien, siempre me han gustado mucho los niños- le respondí. ¿A qué quieres jugar? Antes de que pudiera terminar de esbozar la pregunta supe su respuesta.

-Bien, acepto-le dije-, solo porque tu nombre me suena familiar.

Me dice que cuando el juego se inicie , yo debo ir hacia los edificios blancos y azul pastel donde me están esperando. Y cuando termine lo que he ido a hacer , nos encontraremos nuevamente en uno de los toboganes que ahí allí en el parque.

Guiada por Marcelo me quito mi recién adquiridos viejos zapatos rojos, y él los suyos , y cada uno se pone los del otro. Me dirijo entonces hacia los altos edificios corriendo.

¡Qué raro sentí …!, aquellas piernas musculosas y duras…Extrañé mis nada bien ponderadas pero suaves y redondeadas piernas de mujer. Además, dónde estaba toda aquella emoción, la sensible fascinación que este lugar ejercía sobre mí hace apenas unos segundos. Evidentemente Marcelo no siente igual. Le parece lindo sí, como quien mira de afuera , pero nada tan especial. Buscando dentro suyo un atisbo de ternura, se halla una fría aridez.

Cavilando sin cesar he llegado al edificio. Como si supiera exactamente  donde debía ir, entro sin llamar y me encuentro a dos personas de cabellos blancos, de espalda encorvada, como si sobre sus hombros levaran una pesada carga, y en cuyos rostros, surcados de imborrables líneas, puede leerse como en el tronco de un gran árbol, el paso del tiempo.

El hombre al verme entrar exclama: ¡mira quien llegó!, y la mujer capturada por una extraña pantalla, levanta apenas la vista para dirigirme una mirada de reproche. Un acero helado me atraviesa el corazón, y con una voz igualmente fría dice:
- ¡linda hora para llegar!, ¡a esta altura te acordaste de nosotros¡, ya no te esperamos.

El hombre balbucea tratando de limar la aspereza de su mujer :

-Marcelo, tu madre dice eso porque está enojada, pero en realidad siempre te ha esperado. Tres veces te esperó y tres veces no llegaste; ella ha envejecido esperándote, es entendible que esté resentida.

La mujer, que en apariencia seguía ajena al niño, comienza sollozar. Se levanta de la silla y abrazándolo le dice: Marcelo querido, ¿por qué llegas justo ahora que ya nada podemos darte?

Impelido por no sé qué extraño mandato , me sorprendo diciéndoles: A mí no, pero al hijo que va a tener Andrea sí.

Me despido de ellos bruscamente y corro hasta el tobogán. Al final de este están mis zapatos rojos. Urge que los recupere. En ese instante comprendí las palabras de Marta.
Antes de que pueda despedirme de Marcelo, un torbellino aterrador me arrastra nuevamente, y otra vez la sensación de haber atravesado un túnel oscuro.

Cuando despierto estoy nuevamente en el mar y al salir observo que mis pies están manchados de un color rojo intenso.

Ahora cuando escribo esta carta , querido Marce, han pasado varios meses. Acaban de confirmarme que estoy embarazada. Ya decidí que aquella doctora, no sé si la recordarás Marta, será quien me asista en el parto. Me despido de ti con un gran beso. Debo darme prisa ya que me he de preparar para darle la noticia esta noche a mi esposo. Para una ocasión tan especial, he elegido un lindo vestido blanco y un precioso par de zapatos rojos.
                                                                                                                        Andrea.    
   


COMENTARIOS SOBRE ESTE RELATO.


Este relato surge a partir de una propuesta de la coordinadora del taller literario denominada “Como hacer literatura con la propia vida”. La misma implicaba elegir objetos, lugares y personas  significativas, y a partir de allí crear una historia.
Yo elegí: unos zapatos rojos que mi madrina de confirmación me regalo ese día, el “parque Alicia” que era un parque cercano a  mi casa. Además,  Alicia es mi mejor amiga , hija de Marta mi madrina de confirmación, y Alicia también lo elegí  porque me recordó en ese momento a “Alicia en el país de las maravillas”, lo cual está presente en la forma en que se inicia y desarrolla  el cuento: en otro lugar y espacio donde una es llevada sin pedirlo, como sucede en todo cuento o novela, a  La Otra escena, la del inconsciente.

El análisis que viene a continuación fue realizado un tiempo  después de escribir el cuento; en el momento que lo escribí, solo tenía una vaga noción de que el mismo era significativo para mi historia por algunos de los elementos elegidos , pero en sí no sabía todo lo que allí se recreaba acerca de historia y mi deseo. He de aclarar que el significado de todos estos significantes que tejen este trazo de historia, los fui encontrando paulatinamente mucho tiempo después de escribir el cuento en sucesivas relecturas; cuando lo escribí no tenía idea de lo significativo e importante que era para mí.                                                                                    
 Marcelo (celos del mar) es el nombre de un bebé , un hermano mío  no nacido, es el hijo varón que mis padres desearon y nunca llegó, y tres veces lo esperaron;  una primera vez en que  mi madre sufrió un aborto espontáneo , y luego también era esperado cuando nací yo y mi hermana según lo que me contó mi madre. En el momento en que escribo esto, mi analista y mi hermana están embarazadas. Entonces, es desde la identificación con ellas, y especialmente con mi hermana que lo escribo y que  firmo la carta dirigida a ese hermano no nacido. Andrea es el nombre de mi hermana. 
Marta es efectivamente el nombre de mi madrina de  confirmación religiosa. Pero la auténtica confirmación que ella hace es la de mi femineidad y maternidad (eres mujer, puedes ser madre) al brindarme, al yo encontrar en ella, otro modelo de ser mujer diferente (más valorado por mí) que el del mi madre, donde el atributo fálico valioso está presente  y es otorgado por una mujer en posición de madre a una niña, metaforizado en unos zapatos rojos  que efectivamente fueron el regalo de mi madrina el  día de mi  confirmación. 

El número nueve es significante de  la edad en la que tuve mi primera menstruación y son los meses de  embarazo. El lugar que es recreado y donde están tantos niños , llegué  a darme cuenta más tarde, de que  es el vientre materno, y la descripción que realizo del mismo la hago a partir de un sueño que había tenido en días previos a que fuera dada esta propuesta en el taller, sueño  en el cual  experimenté una gran fascinación visual  (no quería despertarme)y auditiva (por el silencio absoluto que allí había). A ese lugar-vientre materno  yo vuelvo para probar como sería ser  ese varón que mi madre o padres desearon. El deseo del hijo varón pasa de una generación a otra, no habrá Marcelo, pero habrá otro posible niño, nieto que colmará a medias  esa falta y deseo de varón: ese primer hijo que esperaba mi hermana en la realidad, pero yo identificada con ella en el sueño y en el cuento.


El siguiente texto lo escribí pensando en una amiga que en esos momentos vivía una situación muy conflictiva con su hija adolescente  y me pedía consejo como psicóloga para mejorar la misma. Obviamente en este texto también recreo aspectos de mi propia  relación con mi madre, aunque las circunstancias reales no eran las mismas.
La propuesta del taller de la cual surge este texto no lo recuerdo bien en el momento en que decido escribir esto, pero vagamente tengo idea de que era una propuesta en que una mujer debía irse obligada a un castillo y una joven irse  aun apartamento.

LA NIEVE.              
                   A mi amiga María.  
                                                                 Avatares de mi relación con mi propia madre, 
                                                               desplazados y recreados sobre una amiga y su hija.


Desearías que aquella noche no hubiese llegado nunca.
Aunque siempre supiste, al igual que todo el que tiene la suerte, pensarás la desgracia, de arribar hasta allí, que más tarde o más temprano deberías abrir esa puerta y entrar, titubeas miedosa sin atreverte a cruzar el umbral. Sabes que no tienes escapatoria, ¿acaso alguien la tiene? Ese castillo es eterno, y aunque cierres  una y mil veces los ojos para cerciorarte que no es real, él estará allí inamovible.
Ya no puedes jugar como lo has hecho todos estos años a hacerte la desentendida, creyendo poder escabullirte detrás de unos cuantos afeites, ocultando tu edad  y lanzando alguna que otra mirada recriminatoria a quien osara tener el mal gusto de enunciar la pregunta prohibida.

Te cuestionas cómo es posible  que no hayan puesto alguna señal en el camino hacia allí , que evitara tantos tropezones y caídas , y que hiciera que el impacto frente a aquella enorme mole  que imaginas oscura, fría y solitaria fuera más débil. Estás furiosa y dolida  porque sientes que esto no es más que una premeditada emboscada que te ha tomada desprevenida. Pero no te das cuenta que tú misma aprisionabas con fuerza la venda que cubría tus ojos y que los otros, y sobre todo Inesita intentaban quitar infructuosamente. Ella más que nadie, te señalaba el camino. Aquella cayó de golpe cuando  la sorprendiste llevando a escondidas a ese chico, a quien sientes como un intruso, a vuestros cálido refugio de Pocitos. Te das cuenta que no se trata de acusarlo de ladrón; de no haber sido él, hubiese sido cualquier otro, y amargamente tomas conciencia que mientras tú te dirigías hacía ahí, ella crecía impunemente sin pedirte permiso.

Tal vez pretendías que viniera contigo a este castillo que ahora ves horrible, pero vencida te das cuenta que eso no es posible. Ella necesita del bullicio de los recreos en el colegio, de las interminables e inoportunas charlas por teléfono que tantas veces intentaste impedir llevándote el tubo en la cartera, de sus cartas de amor que como una dictadora pasaste por la censura, creyendo que así podrías detener el tiempo. 
Te rehúsas a aceptar esta separación, quizás no tanto porque ella pueda disfrutar del colorido y alegre apartamento, sino porque tú debes irremediablemente entrar allí. Y haces esfuerzos inútiles como quien quiere resucitar a un muerto.

Imaginabas que siempre estarían unidas, acallando el temor inconfesable de una voz que te decía que ella ya estaba lista para iniciar el vuelo, y creíste que su amor habría de estar solamente dirigido a ti, pues desde que se separaron con tu esposo siendo Inesita muy pequeña, viviste para ella, y quizás ese fue tu error -piensas ahora.  Tal vez pretendías sin saberlo que contraería contigo una deuda eterna.                                
Pero te duelen en el alma y en el cuerpo los años equivocados, y te rebelas contra un ser imaginario que te hizo creer que tu vida se limitaba a ser una buena madre , y aún dudas si lo fuiste. Pero, ¡asómate sigilosamente por el amplio ventanal de vuestro querido apartamento y compruébalo por ti misma!¡Mírala correr feliz en su adolescencia y confórmate con recordar aquella niñez desde donde te abrazaba la calidez del café con leche y tostadas con manteca y mermelada que se desparramaba en las risas y cuentos de aquella nena tuya  que soñaste eterna!
Como esa luna grande y redonda que ilumina la noche y que no podrás evitar que en unos días se divida en dos , y tan solo te deje ver una mitad , así te sientes ahora sin ella .
Quizás más tarde, cuando la nieve fría que cae cubriendo aún más la montaña sacándote bruscamente de tus pensamientos, se derrita, puedas volver a reunirte con ella en su primavera.
                                                                                                                      


                          
Elena Romiti Profesora de Literatura egresada del Instituto de Profesores “Artigas”. Doctora en Ciencias del Lenguaje, mención Culturas y Literaturas Comparadas (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina) y Magíster en Ciencias Humanas, opción Literatura Latinoamericana (Universidad de la República). Actualmente trabaja como profesora de Literatura Iberoamericana y de Didáctica en el IPA y como investigadora en el Departamento de Investigaciones de la Biblioteca Nacional. Sus últimos libros son: Las poetas fundacionales del Cono Sur. Aportes teóricos a la literatura latinoamericana (Biblioteca Nacional, 2013), Los hilos de la tierra. Relaciones interculturales y escritura: el Inca Garcilaso de la Vega (Biblioteca Nacional/MEC/FHUCE, 2009), Literatura de Cuarto Año. Textos, estudios y apéndices de términos literarios –en coautoría con Rafael Varela– (Aitana Ediciones, 2008).


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