domingo, 13 de septiembre de 2015

ÉXODO, DESARRAIGO, MUERTE. LA IDENTIFICACIÓN, DEL SER REFUGIO.









Reclinar la cabeza al paso del cortejo
para rendir tributo
 
a los ajusticiados en la noche.

(J.I. González)







Anoche mirando un reportaje sobre el tema de los refugiados  comenté en voz alta lo que sentía y mi hija me contesta: ¡pero mamá!, ¿por qué te pones así , si están refugiados, la palabra lo dice , ¿no?, mientras siguió dibujando en apariencia muy tranquila.

Ella que había estado escuchando quizás distraídamente –porque estaba entretenida dibujando- todo lo que en dicho reportaje se decía, prefirió quizás no escuchar que casi no tenían que comer, que no tenían baños, en fin, las condiciones deplorables del supuesto refugio, ni ver como la gente era perseguida, detenida y hasta tirada al suelo. Ella cree o parece fingir creer que las palabras nombran lo que nombra, negando las evidencias que rompen ojos y oídos de que no es así. Yo simplemente me sonreí y respete su velo.

Me quedé pensando, sin embargo, que ninguna de las definiciones de la palabra refugio coincide con la situación que están viviendo por lo menos en  Hungría en estos momentos las personas: asilo, amparo; lugar adecuado para refugiarse; refugio atómico: espacio habitable protegido contra los efectos inmediatos de las explosiones nucleares y contra los efectos de la radiación posterior.


Y en  nosotras, y en que a pesar de que nuestra vida de inmigrantes acá en España no ha sido para nada fácil (bueno, ella es como acostumbran decir “inmigrante de segunda generación” porque nació acá en realidad), supongo y deseo, -seguramente auto-engañándome porque el agujero está en todos y siempre es agujero, por más que depende de cada uno el como es cavado o rellenado-que la profundidad de su agujero troumatisme, trou (trauma) no sea tan terrible como el que yo estoy suponiendo en todos esos niños que han vivido la guerra , la destrucción de sus  casas y de todo  de su mundo en un santiamén, un amén sin Dios, y que  luego están teniendo que llevar a cabo un éxodo por diferentes lugares,  sin saber en esa Odisea,  ni adónde están siendo llevados, ni si seguirían vivos, ni si  llegarán a algún verdadero refugio.

El traumatismo  no depende solamente de lo terrible de las condiciones exteriores, sino que depende de cómo son imaginararizadas y significadas -simbolizadas , o sea tramitadas mediante la palabra las mismas( y las oportunidades que se generen para eso); puede que lo que para algunos sea una experiencia traumática para otros no,dependiendo ello  también de las experiencias y vivencias anteriores a esta situación actual de esas personas. Aún así, considero que en muchos casos y especialmente en el de los niños, cuyo psiquismo está en formación, las mismas están probablemente siendo de una dimensión tan devastadora como  para que sea posible quedarse sin palabras para poder nombrarlas. Se trata de ser arrancados de raíz y llevados a un éxodo terrible; también exiliados de su lengua, más  en el caso de los niños.

Indudablemente que las condiciones del mundo actual donde el desarraigo y las situaciones de pérdidas son cada vez más frecuentes, producen efectos negativos en la salud mental de las personas porque la posibilidad de crearse identificaciones que brinden una mínima vivencia de existencia, o sentimiento de ser -el cual de por  sí ya es evanescente- o cohesión/integración del yo, como quiera llamársele, requiere de   que ciertas condiciones se mantengan fijas: no es posible indentificarse con personas o situaciones que varían permanentemente, pues la identificación requiere de un objeto que tenga cierta permanencia en el espacio y el tiempo, ya que solamente eso permite que algunas de sus características puedan ser tomadas por quien está siendo socializado o re-socializado en el caso de inmigrantes, y arraigadas en el ser de las mismas.

El continuo cambio, despegue o desapego  de los objetos y lugares de referencia, implican una  estar en stand by, un estar con un pie afuera y otro dentro permanentemente, en estar en  un “si” y un “no” a las identificaciones constante, donde ambos  coexisten impidiendo cualquier afianzamiento identificatorio( y ello se perpetúa y acentúa si no se generan en los lugares donde se recibe  a los refugiados,  las condiciones para su re arraigo. Esto implica el quedar en un estado quasi psicótico, sin referencias, sin apego a nada, no sabiendo quien se es y con una vivencia que puede llegar a ser terrible de inexistencia. 
Basta pensar en lo que sucedería con una planta a la que se arranca de raíz de un lugar y no se la planta para que sus raíces puedan afianzarse en otra tierra, sino que se las deja al aire o se la cambia constantemente de sitio, para imaginarse los efectos que sobre las personas puede implicar el desarraigo sin posibilidad segura de arraigo en otro lugar. 

Para elaborar los duelos por lo perdido se requiere de pisar alguna tierra firme si no todo se vuelve un gran duelo, un gran agujero por el que se cuelan indiferenciadamente  tanto el pasado como el presente y el futuro; para que una experiencia de pérdida se signifique como tal es necesario que la misma sea acotada precisamente al pasado,  y si se está en permanente pérdida ello no es posible. 

Es necesario que los países que recibirán a toda esta gente puedan brindar las condiciones para un auténtico arraigo, no se puede estar en éxodo permanente sin que ello sea la muerte,  lo cual no será posible sin la ayuda de la sociedad civil, pero ese es otro tema que no abordaré en esta oportunidad. Se requiere un  verdadero REFUGIO.

Y para finalizar dos poemas vinculados-vinculantes



ÉXODO.
José Emilio Pacheco

En lo alto del día
eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo: atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano
y recibe la noche.



 EN HOMENAJE A JOSÉ EMILIO PACHECO
 Juan Ignacio González (“Cuando enero fue pasto de las llamas”)

EN ESTAS CIRCUNSTANCIAS
(A los poetas que vendrán)
Hay que ser implacables
J.E. Pacheco


En estas circunstancias,
urge escribir un verso voraz y militante.
Un verso que socave los cimientos del odio,
que nada deje indemne,
 
que te arrase por dentro,
un verso que descubra el origen del miedo.
O mejor un poema, un poema intangible,
una lluvia infinita de palabras perfectas
ordenadas al ritmo del latido del tiempo,
que describa los ríos, los paisajes,
la cicatriz cosida al corazón del otro,
los rostros que te amaron en silencio
en las noches perpetuas del exilio, en invierno.
Dejar escrito un mundo lejos de las tinieblas
para los semejantes que habrán de sucedernos.
En estas circunstancias propongo un cataclismo.
Hacer un inventario de azares y desdichas
y quemarlas al fuego.
Reclinar la cabeza al paso del cortejo
para rendir tributo
 
a los ajusticiados en la noche.
Procede tener hijos para el crimen
de la desobediencia.
Urge tener un árbol con una sombra dentro
 
y encontrar en los surcos la raíz
de las cosas pequeñas,
y en el bajorrelieve de la dicha
preservar, escondidas, las promesas,
y que paguen los héroes por su eterna victoria
frente a los agraviados de la ausencia.
En estas circunstancias, vivir no es suficiente.
Parece necesario guardar la rebeldía
a prueba de estandartes,
someter el placer a la piedad del beso,
llevar ante los jueces al escriba del frío,
que levantó las actas del oprobio.
Marcar a fuego el día, y guardar muy adentro
los lugares que habitas en secreto.
Que nadie te despierte
si no llama a la puerta con las manos vacías.
Abrir de par en par las cancelas del agua
y dejar que te anegue
en la última oleada que llegue hasta tu puerto,
un mar que desemboque en una fuente,
y nazca en la planicie de tu vientre.



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