"Gula"en "Mesa de los pecados capitales " El Bosco.
Trabajando con personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, hay dos
reacciones que puede observarse de manera asidua, una es su dificultad para
aceptar el “no” por respuesta ante determinadas solicitudes que realizan,
inclusive en aquellos casos en que el “no” constituye una norma aplicable a todos
respecto de dichas solicitudes ,y ante
la cual no puede en la mayoría de los
casos hacerse una excepción, porque la misma está establecida desde la propia institución, y los profesionales
(educadores, trabajadores sociales, etc.) que trabajan con estas personas,
deben ceñirse a su cumplimiento.
(Puede
no obstante, darse el caso de que en algunas de estas situaciones el
profesional hubiere podido hacer dicha excepción porque la flexibilización de
su postura no atenta contra el cumplimiento de la norma establecido en dicho
caso, pero no la hace debido a la
concepción que tiene de lo que es educar en ese contexto y a dicha “población”).
La otra
reacción o conducta a que hacía referencia, la cual generalmente
va a presentarse en la misma persona -u en otras- conjuntamente con la antes
mencionada dificultad para acatar el no, es la de solicitar sin límites, y a veces de entrada,
objetos que de acuerdo al criterio de los profesionales y de cualquier persona,
son prescindibles, o sea que no son de
primera necesidad. Obviamente que estas
situaciones generan conflictos entre los denominados usuarios de los servicios
en cuestión y los profesionales que atienden a los mismos, los cuales pueden
llevar a enfrentamientos donde la agresión de palabra en general – muy ocasionalmente en
acto- hace acto de presencia.
Muchas veces los profesionales en cuestión
tienden a enfadarse, criticar y endurecer su conducta con las personas que se
comportan de las maneras antes mencionadas enunciando muchas veces el típico: “todavía
que se les ayuda, todavía que se les da todo acá, pretenden lujos, pretenden que
esto es un hotel – esto último en el caso de casas de acogida por ejemplo- El
rechazo de éstos hacia los usuarios, y de los mismos hacia los profesionales o
técnicos, termina en algunos casos, lleva a que se establezca una relación de enemistad , falsedad y
desconfianza donde debería prevalecer la
confianza y colaboración, actitudes imprescindibles en cualquier relación de
ayuda.
¿POR QUÉ ESTAS PERSONAS ACTÚAN DE ESTA MANERA?
Muchas, sino al mayoría de las veces las
personas en situación de vulnerabilidad que
recurren a servicios sociales, vienen sufriendo situaciones de privaciones de
recursos tanto materiales como también afectivos y culturales desde hace mucho tiempo, y en algunos casos crónicamente
desde toda la vida. Estas situaciones pueden
haber producido en su psiquismo lo que podríamos denominar una “restricción
del yo” ¿Qué es esto?
Como sostiene brillantemente el psicoanalista Donald Winnicott
en su libro “Los procesos de maduración y el ambiente facilitador”, si bien
todo individuo humano es dotado de la tendencia innata a la maduración, esto es,
a la integración en una unidad (imaginaria)
que podríamos decir que es el yo, la misma no es automática y el bebe y el niño para poder lograrlo, requieren de
una ambiente facilitador que le
proporcione cuidados suficientemente buenos. La importancia de dichos cuidados
es fundamental especialmente en las etapas más primitiva de formación del
psiquismo y de ello va a depender la salud mental de ese bebé y del
adulto en que el mismo devendrá.
Que el ambiente sea facilitador de los procesos
de maduración implica múltiples procesos cuya complejidad la obra de Winnicott
refiere amplia y de manera muy acertada, pero que en síntesis puede enunciarse como la
necesidad de la presencia del objeto (representado por la madre y sus cuidados)
brindando al sujeto una vivencia de encuentro satisfactorio con el objeto, que
deviene encuentro satisfactorio consigo mismo ya que se produce una identificación (indiferenciación entre ambos) especialmente en esos primeros
momentos en que la dependencia del sujeto es máxima.
Este encuentro
satisfactorio, placentero entre lo que el yo necesita y lo que obtiene, otorga
bienestar y confianza al sujeto respecto de
sí mismo y del mundo que le rodea, y el empodera.
En el caso de las personas que viven
situaciones de vulnerabilidad psico-social, muchas veces no solamente no han
podido satisfacer adecuadamente sus necesidades primarias, sino también las
secundarias y ello les ha supuesto que no han encontrado un ambiente facilitador
que les posibilitara expandir su yo de manera confianza en el mundo exterior.
Han tenido por el contrario,
que hacer un esfuerzo de restricción y represión o contención de las mismas, lo
cual ha supuesto un empobrecimiento de
su yo, más en el caso de que dichas restricciones hayan comenzado desde edades muy tempranas y
también si son de orden crónico.
Para que una persona experimente un
sentimiento de ser, de estar viva, necesita precisamente poder encontrar en el
medio exterior personas y objetos que le permitan satisfacer sus necesidades
tanto biológicas o materiales como afectivas; cuando no les encuentran o lo hacen pero de
manera muy fallida(*) , la persona experimenta sentimientos de muerte (de una parte de ese yo que no está pudiendo
desarrollarse como necesita o desea): malestar, frustración y rabia hacia el medio que no le
permite satisfacer sus necesidades, o hacia sí misma en caso de que se culpe de
no saber crearse las condiciones para hacerlo.
(*)Obviamente que siempre hay un fallo un
desencuentro entre lo que necesitamos o
deseamos y lo que encontramos , es una falta estructural, por eso siempre vamos
a reprimir en parte nuestras pulsiones, pero cuando hablo de “hacerlo de manera
muy fallida” implica que la satisfacción
u el objeto que brinda la misma están excesivamente alejados de la imagen
o representación que el sujeto se hizo de lo que necesita o desea; por ejemplo
si una persona desea comprarse un par de zapatos buenos pero siempre tiene que
conformarse con unos de muy mala calidad porque no le da el dinero para los
otros, si quiere comer de una manera pero come lo que es más barato porque no
puede pagar lo que realmente querría comer y si además se repite durante mucho tiempo e su vida o en
casi la totalidad de la misma.
En caso de que la persona además se calle o resigne cuando quisiera
gritar y protestar, el cercenamiento que estará llevando a cabo sobre su yo
será mayor, a lo cual podrá generar sentimientos que aflorarán o no,
dependiendo de la situación, de resentimiento, envidia, injusticia de otros o
de la vida para con ellos, deseos de venganza, deseos de muerte de otros o
propia. Esto obviamente podrá dar lugar a enfermedades tanto psicológicas como
físicas.
Cuanto mayor haya sido la restricción a la que
hayan sometido las necesidades de su yo los sujetos, habrá en ellos mayor negatividad
o sea “más no” y “menos si” a su derecho
a ser y a la vida. Sin un sí, que es asentimiento al sujeto, a su ser, a su
existencia, y que pasa por el placer, por la satisfacción que brinda el objeto,
no puede instaurarse el no, porque si todo es no, el sujeto directamente no
existe (ver juicio de atribución y
existencia en Freud)
La persona sometida a este cercenamiento o
autocercenamiento, llegada una situación en la cual avizore la posibilidad de
satisfacer las mismas como es la de que le brinden ayudas sociales, podrá
actuar: o siendo incapaz de intentar hacerlo, generalmente en los casos en que la persona atribuye la culpa de sus privaciones
a sí misma, y el seguirse privando deviene una forma de autocastigo, o como en
el caso de las referidas personas que presentan dificultades para aceptar el “no”
a sus demandas, pidiendo todo y en
exceso
. Una podría decir que experimentan con tanta virulencia la privación , es tanta su frustración que ahora
que ven la oportunidad de resarcirse sacan el freno de la represión y la
demanda que también es de amor y no solo de satisfacer necesidades biológicas(
a través de pedir objetos se pide ser amado y cuidado, reconocido como sujeto
de deseo también, precisamente ellos que
han estado posicionados muchas veces más
como objeto y objeto de desecho en muchos casos que como sujetos) se desboca(voracidad) , de ahí la dificultad
para entender y pensar –procesar los motivos para el no, para los límites que
los profesionales explicitan. Desbocarse que es también agredir con palabras en
algunos casos a los profesionales cuando no satisfacen lo que piden.
Teniendo en cuenta el por qué de este comportamiento, los profesionales
pueden estar en condiciones de tener más paciencia e insistir en explicitar de los fundamentos para la denegación, así como estar más dispuestos
a decir sí, que es si al sujeto y su existencia en aquellas situaciones donde
se pueda ser flexible, para que “el no” pueda ser procesado y mejor aceptado
cuando sea necesario decirlo.
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