Por Anabella Rodríguez Reyes.
INTRODUCCIÓN.
Antes que nada
quiero hacer llegar mi agradecimiento a esta colega a la que hago referencia en
este trabajo, con la cual hemos estado tratando de pensar algunas situaciones
clínicas con niños, con la finalidad de entender lo que les sucede y poder
encontrar la forma más adecuada para brindarles ayuda, ya que si bien este
trabajo es producto de cuestiones que ya me he venido preguntando, el mismo
quizás no estaría siendo creado , o por lo menos no de esta manera, de no haber
tenido lugar este encuentro que ha dado
lugar a un enriquecedor intercambio
profesional y que me ha motivado y posibilitado hacer este mismo.
PRESENTACIÓN.
Estos días
estuve charlando con una colega que trabaja mucho con niños y con algunos
jóvenes, y me comentaba que estaba
observando que muchos de los mismos tenían serias dificultades para la
subjetivación de su malestar, y se preguntaba si es que ella tenía algún
problema de percepción, o muchos niños en la actualidad parecían tener ciertas
características psicóticas y/o autistas.
No disponemos de datos adecuados para contestar a esta pregunta,
podría ser que a ella le llegaran sobre todo niños con dificultades de ese
orden, porque trabaja en el ámbito del autismo desde hace mucho tiempo y los
profesionales que la conocen tienden quizás a derivarle niños que
presentan estas problemáticas. En este
sentidohay quienes sostienen planteamientos como este:
“El siglo XXI es testigo de un aumento
creciente del diagnóstico de autismo en la infancia. Se ha llegado a hablar de
una verdadera epidemia. Este diagnóstico en expansión, ¿corresponde siempre a
los individuos involucrados en ella? Una pregunta resulta acuciante: no se
trata solo de diagnósticos sino cuál es la propuesta de tratamiento viable para
los niños autistas.( “Niños autistas”,
Silvia Elena Tendlarz en Virtualia 25) (1)
aclarando
que:
“Antes que nada es necesario distinguir
el autismo del concepto de "goce autista". El autismo no es una
enfermedad de la ruptura del lazo como expresión de nuestro mundo moderno
aunque prevalezca el "todos autistas" en nuestro lenguaje corriente.
El goce es siempre autoerótico, autista, más allá del tipo de lazo que
prevalezca en nuestra contemporaneidad. El "autismo generalizado"
nombra al goce, supone el lazo con el otro, sin que esta generalización suponga
un diagnóstico. Es más, Jacques-Alain Miller indica que el autismo en sentido
amplio es una categoría transclínica: es el estado nativo del sujeto al que se
añade el lazo social.
Con esta colega
hablamos de cómo el tratamiento con estos niños ha de ser diferente al que una realiza en el trabajo con niños
estructurados de una manera neurótica.
AUTISMO Y PSICOSIS: POSICIONES SUBJETIVAS DIFERENTES.
Básicamente diré que la gran diferencia entre
unos y otros está en su posición en el lenguaje, mientras que un sujeto
neurótico está ordenado (estructurado) psíquicamente en y por el lenguaje, ha sido tomado en el
significante, el sujeto psicótico o autista no. El discurso y la relación con la
palabra en el primer caso, es simbólica, porque está operando la castración y
en el segundo no existe esta dimensión de la misma. El goce pulsional está
embarcado en la palabra en el primer caso y no así en el segundo.
Para intentar
especificar un tanto más estas diferencias citaré el planteamiento que realiza
sobre el tema Nora Bruner en “Entradas y
salidas al autismo” (imagoagenda.com :
“La experiencia clínica con bebés y niños con problemas en el
desarrollo, (con o sin base orgánica sobreagregada ) me muestra que en la
posición autista y psicótica, se juegan para el niño –en la relación al
significante– cuestiones diferentes, y son de tal importancia para la
constitución del sujeto que resulta imposible no tenerlas en cuenta en la
dirección de la cura sin afectarla seriamente.
En el libro Duelos en Juego (Letra
Viva. Buenos Aires. (2008/ 3era edic. 2013), propusimos que:
La operación de aceptación, inscripción, y/o entrada simbólica, o la operación de rechazo y expulsión, recaería sobre distintos significantes según se trate de un caso de psicosis o de autismo. En el autismo si alguna relación al significante podemos reconocer, es la de ausencia de relación, “relación de exclusión” de su posibilidad de ingreso, a todo significante se lo mantiene desconectado y no-encadenado. Mientras que en las psicosis se jugarían los efectos de la significación elemental, des-encadenada y no ordenada fálicamente. (Como ejemplo, en la psicosis melancólica, “ser insignificante” o “el insignificantucho”, es el único lugar de representación posible). En el autismo se jugarían como efecto, el vacío de significación y/o la caída –transitoria o definitiva– de la significación del ser (hace su entrada la “in-significancia” falica radical).
Si el psicótico estaría en el campo de la palabra pero no en el de su función, el autista mantiene su relación al lenguaje y sus leyes, al Otro primordial, pero rechazándola activamente, es una relación de rechazo de relación. El rechazo al significante es absoluto y masivo.
En la psicosis los que están rechazados de inscripción son los significantes de los nombres del padre. El rechazo podríamos decir que es parcial, se rechazan los significantes del orden paterno, mientras que en el autismo se trata de un rechazo total, absoluto y masivo al Otro del significante en cuanto tal”.
La operación de aceptación, inscripción, y/o entrada simbólica, o la operación de rechazo y expulsión, recaería sobre distintos significantes según se trate de un caso de psicosis o de autismo. En el autismo si alguna relación al significante podemos reconocer, es la de ausencia de relación, “relación de exclusión” de su posibilidad de ingreso, a todo significante se lo mantiene desconectado y no-encadenado. Mientras que en las psicosis se jugarían los efectos de la significación elemental, des-encadenada y no ordenada fálicamente. (Como ejemplo, en la psicosis melancólica, “ser insignificante” o “el insignificantucho”, es el único lugar de representación posible). En el autismo se jugarían como efecto, el vacío de significación y/o la caída –transitoria o definitiva– de la significación del ser (hace su entrada la “in-significancia” falica radical).
Si el psicótico estaría en el campo de la palabra pero no en el de su función, el autista mantiene su relación al lenguaje y sus leyes, al Otro primordial, pero rechazándola activamente, es una relación de rechazo de relación. El rechazo al significante es absoluto y masivo.
En la psicosis los que están rechazados de inscripción son los significantes de los nombres del padre. El rechazo podríamos decir que es parcial, se rechazan los significantes del orden paterno, mientras que en el autismo se trata de un rechazo total, absoluto y masivo al Otro del significante en cuanto tal”.
“El autista, sostiene activamente su exclusión, su no implicación,
manteniéndose a distancia para no ser encadenado por el filo mortal del juego
del significante como tal y en su conjunto rechazando su posible ingreso.
El deseo literal, desde distintas vías combinadas, de no entrar al juego se apodera del niño en el autismo.
En el autismo se inscribe el rechazo de la admisión-inscripción-entrada del conjunto de los significantes, y como consecuencia, el vacío de significación.
En este sentido en el autismo la posición subjetiva (si acordamos otorgarle dicho estatuto) que la diferencia de otra posición y de cualquier otra relación del sujeto al significante, es sostener activamente la exclusión y no-implicación, es decir producir la aversión del Otro, y para ello hay que “girarle la cara al Otro del significante.”
El deseo literal, desde distintas vías combinadas, de no entrar al juego se apodera del niño en el autismo.
En el autismo se inscribe el rechazo de la admisión-inscripción-entrada del conjunto de los significantes, y como consecuencia, el vacío de significación.
En este sentido en el autismo la posición subjetiva (si acordamos otorgarle dicho estatuto) que la diferencia de otra posición y de cualquier otra relación del sujeto al significante, es sostener activamente la exclusión y no-implicación, es decir producir la aversión del Otro, y para ello hay que “girarle la cara al Otro del significante.”
Eric Laurent indica que la inclusión del sujeto en el autismo implica
el funcionamiento de un significante solo en lo real, sin desplazamiento,
"pieza suelta" que actúa de modo tal que busca un orden fijo y un
simbólico realizado sin equívocos posibles, verdadera "cifra del autismo"
RELACIÓN
DEL SUJETO AL SIGNIFICANTE E IMPLICACIÓN
SUBJETIVA.
Estos
posicionamientos en relación al significante que se dan en el autismo y en la
psicosis, hace que no podamos trabajar con estos niños con y desde la dimensión
metafórica del lenguaje a la que nos tienen acostumbrados los sujetos de
estructura neurótica. Y si bien, en muchos casos no puede establecerse de
entrada, ni nunca conviene hacerlo de manera apresurada, un diagnóstico en uno
u otro de estos sentido, si podemos constatar
a nivel general dificultades diversas de algunos niños con dicha
dimensión metafórica del lenguaje y ello implica para muchos profesionales, más
acostumbrados a trabajar con niños estructurados de manera neuróticos, un
desafío profesional.
En primer lugar
porque para el psicoanálisis, así como para todos los que trabajamos desde
enfoques psicoterapéuticos que consideran importante la pregunta acerca de la
responsabilidad o el compromiso subjetivo que la persona pueda establecer con el malestar que le aqueja (ya
sea que se trabaje desde la teoría psicoanalítica o de alguna de corte
humanista), la pregunta por dicha implicación subjetiva en estos casos suele no
presentarse, ni en el sujeto ni tampoco en sus padres muchas veces, ya que los síntomas no remiten para ellos a otros
significantes , a posibles sucesos de su historia, sino que son signos de deficiencias cerebrales concretas del tipo
que sea.
Y este no preguntarse ni subjetivar el
malestar es reforzado en la actualidad constantemente por la Ciencia, y por los
profesionales (psicopedagogos, psicólogos)que siguen sus directivas la cual propone como causa única para los mismos,
desordenes de orden biológico sean genéticos , hereditarios o no, o congénitos.
El sujeto así no tiene nada que ver en
su malestar, no es responsable del mismo. Y sin embargo, el compromiso subjetivo
en el malestar es de gran importancia para el psicoanálisis, porque de él
depende la actitud de la persona, su decisión de trabajo, su apuesta en y por
la cura, y el mantenimiento de la misma en pos del cambio, para mejorar o intentar
salir de lo que le aqueja, (en este sentido, que el propio sujeto sea artífice
de su propio cambio es fundamental) e implica que el sujeto sea capaz de preguntarse
por la causa de su malestar, la que cuando
ha operado lo simbólico, o sea la castración en el sujeto, es incontestable de
manera rotunda- no hay La verdad- por el efecto metonímico del lenguaje que va
desplazando la explicación de un significante a otro, esto supone la capacidad
del sujeto de preguntarse e ir encontrando
respuestas ficticias, pero no por ello no verdaderas, a su malestar en los
significantes que le nombran desde el Otro : por qué me sucede lo que me
sucede, por qué esto (y no otros síntomas), por qué justo en determinado
momento en que están aconteciendo -o no pudiendo “yo” hacer que acontezcan
aunque quiera- en mi vida, determinadas
situaciones, que sea capaz de preguntaste qué perjuicios, pero también que “beneficios”
(conscientes e inconscientes) obtengo con esto que me sucede. En el caso del
niño , implica que los padres sean capaces de ir armando explicaciones
ficticias plausibles según las situaciones vitales que les ha tocado vivir
como familia, a la problemática de su
hijo en aspectos de la historia subjetiva de ellos como pareja y de su deseo en
relación al niño, y no que simplemente consideren que la causa de lo que le
sucede al mismo se limite a deficiencias en determinados neurotrasmisores o a
déficits funcionales del cerebro, que
sean concebidos sola o primordialmente como heredados.
“Se tiende a pensar al autismo como un déficit ligado a lo genético, que es constitucional o incluso como el efecto secundario de una vacuna en un momento determinado, e ello porque esa creencia generalmente alivia a los padres puesto que los extrae de los penosos sentimientos que experimentan.
La búsqueda de una genética defectuosa ha llegado a tal punto que ante la dificultad de encontrar un "gen autista", los científicos han comenzado a hablar de "mutaciones genéticas espontáneas" ligadas al medio ambiente.
Obviamente que
de acuerdo a cómo el mismo y cualquier padecer del sujeto sea concebido tanto por los padres como por los
educadores,- quienes muchas veces son los que derivan al niño al psicólogo
cuando la problemática del mismo se presenta fundamentalmente en la esfera del aprendizaje o en conductas que
dificultan el mismo- se ubicara el niño en posición también de preguntarse
sobre el porqué de su malestar recurriendo para contestarse a teorías o mitos
familiares, esto es a verdades
ficcionales que aunque sean de tal carácter sirven al sostén simbólico del
niño, impidiéndole quedarse en el vacío histórico- subjetivo que implicaría una explicación más o
únicamente cientificista y en la
proyección masiva de la responsabilidad de
su padecer en un afuera en que él es incapaz de operar de manera
empoderada por más cambios que haga.
UN EJEMPLO.
Por ejemplo, no
es lo mismo, y tampoco el tratamiento será el mismo, si un niño es
diagnosticado con el rótulo del trastorno
por déficit de atención e hiperactividad, y los padres educadores, y aún
el propio niño aceptan el mismo como aquello que le define (le da su
identificación) y que solamente será posible de ser tratado con medicación y /o
técnicas conductuales de readaptación para el control de la ansiedad y la mejora de la capacidad de atención, que
si el niño y su familia se abren a pensar en que las causas de sus dificultades
para concentrarse pueden estar por
ejemplo, como sucedía a una niña con la que yo trabajé y que había sido diagnosticada con tal déficit
por otra psicóloga, en la pérdida de
varios embarazos de la madre y no en un déficit genético hereditario. Todo el
mundo de fantasía y de ficción que el trabajo psicoanalítico escucha
e interpreta para desanudar los síntomas que son condensaciones de
significantes, en otro tipo de tratamientos no se realiza ni aún tratándose de
la neurosis. En este caso desde mi posición como analista pude escuchar que la niña no podía prestar atención ni
concentrarse porque su mente estaba ocupada, distraída de lo escolar, en
preguntarse acerca de esta problemática vital que le preocupaba sobremanera. Le
interesaba más saber y a la vez no saber sobre ello, porque se sentía culpable de lo que le sucedía a su madre
y a los bebés, y así su aprendizaje escolar, su deseo de saber sobre las
materias escolares quedaba impedido y
contaminado por la ansiedad que le producía su conflicto entre el querer y no
querer saber y entender por qué le
sucedía eso a su madre, y muy especialmente acerca del papel que ella se había
atribuido en la ficción que inconscientemente, y por tanto sin saber, se
había construido para explicar el porqué
estos hechos, ficción en la cual ella se
presentaba como culpable( la que no quería hermanitos y deseó que no nacieran,
la que por ser la primera se había comido toda la comida que había en el
vientre materno, no dejándole nada a sus posibles futuros rivales, la que
quería ser ella la mamá que tuviera hijos para el padre, etc., fantasías que
ella va escenificando en las entrevistas de juego que constituyeron su
tratamiento. Una vez que se van haciendo conscientes todos los contenidos o significaciones que
han construido al armazón de sentido que es el síntoma, este pierde su fuerza y
el sujeto va corroborando que él no es responsable de dicho acontecer, que la fantasía no mata
al Otro digamos, (pero sí puede llegar a matar al propio sujeto), y se va
liberando paulatinamente del mismo, sin que sea necesario medicarle en este
caso, recuperando su tranquilidad y capacidad de concentrarse en las tareas
escolares ya que no solamente no es responsable sino que tiene otro espacio
para decir acerca de su preocupaciones y su ansiedad acerca de los temas
humanos fundamentales : el sexo y su relación con la vida y con la
muerte. Obviamente que este proceso es lento, el analista ha de ir con cuidado
respetando el tiempo subjetivo del sujeto, su capacidad de asumir el saber
inconsciente que con su ayuda empezará a poder ser escuchado, y el cual le posibilitará
reubicarse frente a su síntomas y a sí mismo, sacándolo de su posición de
víctima o sujeto totalmente pasivo ante el padecimiento (el padecer que
encierra un miento, una mentira, porque lo que la conciencia cataloga como
sufrimiento, como “un no querer sufrir más de”, es goce pulsional a nivel inconsciente). Se trata de ayudar a la
construcción del síntoma que los psicoanalistas denominamos propiamente
analítico, la construcción del sentido del síntoma( construcción ficticia y por
tanto simbólica: cuento o novela familiar del neurótico como decía Freud), que
en último término, si la cura se sostiene y avanza, habrá de llevarnos al
sentido de la ex -istencia del sujeto en el deseo del Otro(especialmente esto
es así en el caso de los niños, quienes en estas etapas en que se están
estructurando psíquicamente, necesitan de forma imprescindible para poder
llevar a cabo la misma, del Deseo y de
la presencia real del Otro(madre padre, educador); para intentar una vez que el
tratamiento avanza –en el caso de adolescentes y adultos – un desprendimiento o
un dar muerte a los significantes de ese
Otro, para forjarse una nueva forma de existencia, más propia, construida con,
pero por fuera de la sostenida en los significantes con que ese Otro marcó o
trazó mi ruta de deseo como suya( lo que
Lacan llama ir más allá del padre, pero sirviéndose para ello de los
significantes que “en” y desde su nombre, aquel otorgó a su hijo, “padre”
entendido como la función simbólica del lenguaje ).
En esta
construcción dramática, el sujeto habrá de poder preguntarse o plantearse qué sentido tienen sus síntomas con
lo que está aconteciendo en su vida en estos momentos como ya decíamos, pero
también, cómo se vincula esto con lo que
ha acontecido en su pasado, teniendo que tener cierta capacidad para
establecer con cierta flexibilidad (con la duda, en forma de pregunta)
relaciones causales que aporten sentido, que obviamente será ficticio -y no
erróneo como pretende la terapia del comportamiento-, entre los pensamientos o sentimientos que el sujeto
experimenta, y las situaciones tanto
biológicas, sociales, económicas e incluso políticas, que estarían según
el entendimiento/ interpretación del sujeto en el momento en que consulta,
estarían determinando o pudiendo determinar la mismas. Sentido que para el
sujeto tendrá estatuto de verdad en los primeros tiempos de la cura, y que el terapeuta intentará ayuda a modificar
mediante la promoción del cuestionamiento del sujeto y su lectura, la cual tendrá en cuenta fundamentalmente al sujeto
del inconsciente, o sea el saber inconsciente que el sujeto enuncia en su
discurso respecto al malestar de su posición, para apropiándose del mismo
poder “contar-se “ de otra manera; hacer
posible una reescritura que cambie la relación en lo real del sujeto con su síntoma y el sufrimiento
que este le depara.
EXCLUSIÓN DE LO SIMBÓLICO Y NO IMPLICACIÓN SUBJETIVA.
Cuando esto no sucede, como parece que pasa
hoy en día de manera cada vez más frecuente, según puede observarse en la
clínica con niños y adolescentes, y sin que tampoco pueda realizarse de prisa (sí
tomarse un tiempo de escucha para hacerlo)un diagnóstico certero ni de autismo
ni de psicosis, podemos aún así constatar en la clínica la presencia de niños y
jóvenes que no se preguntan nada, que no
establecen ninguna relación entre significantes , no simbolizan ni escriben
ficción, para ellos no hay (no hay
capacidad de establecer) relación ficticia ninguna, causa- efecto entre los hechos
o sucesos que acontecen en su vida (muertes, cambios, etc.) y sus conductas o actitudes, o la aparición por ejemplo de enfermedades o síntomas
físicos (somatizar), sujetos en los que, como hablábamos con mi colega, nada tiene-para
ellos- relación con nada, sujetos u
objetos más bien (¡!) a quienes les cuesta hablar de sí mismos y en cuatro
líneas creen haber relatado ya toda su vida, y que les cuesta hablar de sí
mismos no solamente porque para ellos no hay relaciones causales entre los
diferentes pasares que constituyen su vida, sino porque en algunos casos hasta parecen tener pereza de ser o intentar ser en el lenguaje, ya que es este el que nos determina como
tales, esto es, como seres humanos,
falta de energía vital (pulsión de vida)hasta para llevarse(hablarse) a sí
mismos en el lenguaje. Sujetos que no se sostienen como sujetos “en” y
“al” mismo, y quienes por tanto, exigen
del analista o del terapeuta, una
función mucha más activa que la que realizaba en épocas anteriores donde la
neurosis era la reina de los diagnósticos. Una función que se me ocurre pensar
como de hilar, de tejer una red simbólica, una relación significante que pueda
empezar a sostener imaginaria y simbólicamente a ese sujeto que parece ubicado
solamente en lo real. Comentábamos en este sentido, que ahora
a muchas personas hay que “sacarle las palabras como con tirabuzones”, preguntarles
constantemente, intentar proponerle al sujeto relaciones de sí mismos con los
hechos, de determinados hechos entre sí,
o de sus conductas con determinados hechos, o sentimientos, e incluso hacerle
tomar conciencia de sentimientos que el sujeto es incapaz de registrar en sí
mismo: sentirlos y pensarlos, o sea
nombrarlos, lo cual requiere del mismo saber previamente diferenciarlos. En
este sentido sucede que parece obliterada la zona cerebral vinculada a la
integración de los afectos(el sistema
límbico)con el cerebro propiamente dicho o corteza cerebral; el sujeto siente
una inquietud corporal y directamente actúa, sin que el sentimiento sea
integrado al pensamiento: siente un malestar físico que podríamos pensar que
corresponde a lo que si supiera y supiera nombrar/simbolizar, catalogaría como
ansiedad o angustia , y trata de calmarse directamente actuando, expresando su
ansiedad en forma de no estarse quieto en los niños , pasar de un juego a otro
sin ton ni son, o realizar conductas un tanto temerarias, esto es por fuera de los límites que establecen las
normas a veces, o vía adicción (adicionando objetos con los que
intentaría calmar temporalmente su malestar, su vacio representacional o imaginario -simbólico), ya sea que se trate
de comer, beber, comprar tanto en niños como en adultos, o drogarse ,
tener sexo como forma de descarga pulsional simplemente en el caso de los adolescentes
o adultos, etc.
Actualidad: UNA CLÍNICA DEL VACÍO O DEL SIN SENTIDO DE LA VIDA.
Este intento de
rescate forzado que el analista intenta emprender respecto de la palabra del sujeto y
de significantes posibles para nombrarse,
busca
dotar al mismo de una historia que hasta el momento a veces este parece
no tener, porque no ha sido escrita por el Otro; el intento del analista es
entonces hacer devenir al sujeto persona(personaje), hacer que lo que para éste
son simples hechos biográficos que se
acumulan sin relación, de manera fragmentaria y aislada, (ya que mucha veces no
hay recuerdos sobre el pasado),
devengan significativos y
empiecen a tener una conexión con el sujeto, el que se presenta muchas veces
indiferente ante los mismos o no entiende para qué le preguntamos determinados
hechos de su vida, ni qué relación pueden tener los mismos con lo que a él le
sucede, lo que también muchas veces hace que las personas abandonen
prematuramente al analista ya que para ellos lo que este dice o pregunta no
tiene para él ningún sentido.
Esta posición
de los sujetos me hace acordar mucho a
las que aparecen en las obras de teatro del absurdo de Ionesco.
Obviamente que todo
esto que vengo diciendo solamente es posible cuando el sujeto presenta lo que
llamaría cierta “debilidad simbólica”, en el caso de que el diagnóstico de
psicosis infantil o autismo sea certero el tratamiento discurre por otros
derroteros.
Cuando hablo de
debilidad 1 simbólica (¿podría asimilarse
a lo que Lacan llama debilidad mental?(I) me refiero por ejemplo al encuentro con niños que no juegan, no saben jugar de manera simbólica, no saben cómo
relacionar a personas con los animales y los objetos que habilitarían crear una
historia asentada en diferentes entornos físico- geográficos. En este sentido,
esta colega me comentaba que cuando ella les brindaba la caja de juego que
contiene realizadas en madera de forma lo más abstracta posible figuras
humanas, animales y elementos con los que pueden construirse casas edificios ,
granjas etc. y también elementos que
semejan árboles, la miraban desconcertados, y simplemente movían los objetos de
un lugar a otro, puro juego sensorio motor correspondiente según Piaget al
desarrollo intelecto-afectivo de niños de entre 0 y dos años, siendo que son
niños mayores de cinco años en muchos casos de los tratados; sin ser capaces de
crear historias, e incluso que tendían a tomar para jugar a los animales, dejando de lado las figuras
humanas. Niños que preguntan muchas
veces: qué hago, qué puedo hacer con esto, y también de manera reiterada: qué
puedo hacer (¿ser?)ahora, pregunta que muchas veces va acompañada de la queja constante acerca del aburrimiento.
Para calmar el mismo, producto del vacío
mental y afectivo en que des-gravitan, necesitan estar haciendo cosas
“divertidas”(¿?!!) o excitantes quizás en demasía, permanentemente, y cambiando
de juegos y objetos todo el tiempo. Esto da cuenta de cómo su “mente” o
psiquismo es como un gran agujero o vacío al que el Otro ha de llenar o
aprovisionar con contenidos renovados,
novedosos, sin tregua ni reposo , de ahí
la ansiedad que muchas veces desborda al sujeto y a quienes intentan
educarle, la dificultad o incapacidad para concentrarse más que unos pocos
segundos o minutos en cada cosa, que en muchos casos lleva a los profesionales
psicólogos o psicopedagogos a
diagnosticar el manido déficit de atención con o sin
hiperactividad.
Estamos así
ante sujetos que no pueden re-tener contenidos (ideas pensamientos) quedando atrapados en la mono-tonía repetitiva de la
pulsión de muerte.
Hablando e
intentando pensar algunas situaciones concretas, comentábamos con esta colega, valiéndonos
para ello de la teoría psicoanalítica, que el psiquismo de estos chicos funciona solo con lo que Freud en “La
interpretación de los sueños”, cap. VII cuando presenta su “modelo” de aparato
psíquico, denomina el polo de percepción-conciencia, el que está en contacto y
es el encargado de recibir la información del mundo exterior vía los sentidos,
sin que funcionaran los otros sistemas que organizaban el pensamiento y la
memoria. Una necesidad de estimulación permanente desde el afuera de la
percepción, los sentidos o la conciencia, porque la sobre-estimulación o la sub estimulación a la cual han estado y
están sometidos, les ha imposibilitado percibir y registrar la falta o ausencia
del objeto, e inscribirla como tal en el segundo sistema constitutivo de su
modelo de aparato psíquico, el de la memoria. O sea, no han podido anudar ,
representar (volver a presentar vía el símbolo)esa falta real del objeto (digo falta o perdida de objeto porque la re- unión con el mismo solamente podrá ser
pensada en términos de reencuentro , en
tanto el mismo nunca será igual que el mítico (el supuestamente primero y pleno del paraíso original), o la presentación de “la cosa” del
sistema de percepción conciencia no ha podido metaforizarse, devenir representación palabra correspondiente, en el
segundo sistema que es el del significante. Para que un objeto pueda
representarse, esto es simbolizarse, se necesita que el mismo se ausente, deje
de estar presente todo el tiempo para la conciencia y la percepción, la muerte
del objeto posibilita el nacimiento de un segundo sistema para Freud que es el
vinculado a la memoria y al pensamiento , lo que hará que el objeto esté
presente en el recuerdo y en el símbolo,
que es aquello que lo representa haciéndolo estar en el pensamiento y en el
lenguaje cuando está ausente en la realidad.
Por lo tanto,
para que el sujeto pueda simbolizar, crear ficciones, jugar simbólicamente,
fantasear e imaginar se requiere la previa muerte/desaparición del objeto, de
la cosa percibida, para que en el lugar de esa falta pueda recrearse vía
imaginación y fantasía un sustituto, diferente
pero que guarde una relación de semejanza y contigüidad con el primero.
Solamente la fantasía mantiene al sujeto entretenido, sin aburrirse, ocupado en
la re-creación del objeto (lo cual es de importancia fundamental para la creación,
la creatividad y el arte)
Tanto si al
niño desde muy pequeño no se le ha se ha respondido por diversidad de razones a
su necesidad de palabras Erósticas para la constitución de su ser de lenguaje (por
ejemplo pueden incidir pero no siempre y no siempre de la misma manera, habrá
que atender caso por caso, hechos como no tener nombre para él, no saber qué
nombre ponerle , ponerle nombres de personas muertas o ausentes de las cuales
los padres no han realizado el duelo, tenerlos porque vino y no había otra ,
pero nunca se los deseo, ni se reorientó el deseo una vez nacido el niño o
niña, el niño es percibido como un estorbo que perjudica la vida de la madre
como por ejemplo sucede en la película “Cisne negro” que me viene ahora a la
memoria etc.), como si se le responde en exceso, tratando de que el niño
se ajuste lo más exactamente posible al objeto ideal que los padres proyectan
en él, y a los significantes que nombran el mismo, sin dejar tregua o
separación entre los mismos para que se
instaure la falta que posibilite al sujeto el poder ser más que lo que el deseo
parental concibió que fuera; esto es necesario para que el sujeto se sitúe en
parte determinado y en parte indeterminado en relación al deseo del Otro, con
una cuota de libertad.
Pero incluso
para que el objeto pueda ser percibido y se pueda tomar conciencia plena de su materialidad
se requiere tiempo, conocer, aprender y aprehender requieren de estar en contacto con aquel objeto que es
fuente de esos procesos a la vez que la separación del mismo. En ese sentido el
niño necesita mucho tiempo de contacto con su madre para poder aprehenderla apero también necesita que ella
se ausente para poder diferenciarse de la misma, para poder saber que él no es
ella, por lo cual tanto si a los niños se los deja el total vacio del objeto(
no se los estimula en absoluto , esto es que no se mantiene contacto ni visual ni verbal ni
táctil ni se juega con ellos, como si se
lo hace en exceso sin cesura, sobre estimulándole, se está imposibilitando que
el mismo pueda establecer una distancia
con el objeto, que pueda instituirlo como perdido como ausencia en lo real y recuperarlo como presencia en lo simbólico.
En este último sentido, el exceso de actividades extraescolares a que están sometidos muchos niños impide o dificulta aprender , porque las
prisas y el tener que cambiar el foco de atención casi constantemente, o estar
pensando en que a tal hora hay que irse en vez de en la tarea que el niño está llevando a cabo, le
imposibilita atender al objeto y a la particularidad del mismo, le impide
concentrarse en profundidad, además de que la saturación de objetos bajo la
forma de propuestas de actividades, impide que se instaure un lugar para el
vacío, el cual es fundamental para que
pueda trabajar de manera libre y por tanto creativa el pensamiento del sujeto.
Si el niño tiene que estar todo el tiempo ocupando sus sentidos y su conciencia
en absorber informaciones, indicaciones de cómo hacer las cosas, normas, no
puede distraer su atención de esa realidad presente inmediata, y dirigirla a su
mundo de fantasía, se anula así la instauración de ese propio mundo, y de la
capacidad de pensar, fantasear, imaginar, reflexionar, en definitiva de
simbolizar y de crear.
(I) “En su libro “Los retrasados no existen”, Any Cordie plantea cuestiones en torno a la debilidad mental retomando la
perspectiva lacaniana del holofraseado significante. Esta contracción
holofrasica ofrece la apariencia de que el sujeto se fija a un significado
dado, no pudiendo entender ninguna otra cosa que lo que se construyo de una vez
para siempre. ” Cuando no hay intervalo entre S1 y S2 , cuando el primer par de
significantes se solidifica, se holofrasea obtenemos el modelo de una serie de
casos.”Las holofrases son frases que no tienen más que una sola palabra pero
ella comporta un imperativo , por ejemplo “ venga”, con lo cual el niño se
queda adherido allí, no hay más que un significante, no hay hiancia por dondeemerja
el sujeto de deseo .
Es por eso que el
débil mental ocupa el lugar que le asigna la madre, espacio al que la madre lo
reduce en tanto objeto a. La
interrupción de la función significante , perceptible en la palabra del débil
mental, esta ausencia de los significantes se designa a veces con el nombre de reezing,
congelamiento, coalescencia. El termino intelligere, leer entre líneas, es lo
que Lacan considera como inteligencia, y está referida justamente a la
movilidad significante.
La expresión del débil
mental, pobre, chata y repetitiva da cuenta de la imposibilidad que él tiene
para apelar a ls significantes reprimidos , reacio a la polisemia de la lengua
, el débil mental lo es también hacia el equívoco, la metáfora no hace eco en él
y el juego de palabras es insoportable. El niño débil mental permanece adherido
al Otro, pegado al discurso pero también a la imagen del Otro, del que espera
las órdenes para seguir, no sale de un formulismo que lo asegura porque se
aferra a un no saber que lo protege, en este sentido, cualquier despegue
imaginario lo asusta en la medida en que pone en duda un equilibrio construido
sobre un piso mínimo garantizado en LO INFANTIL Y LA INFANCIA, TIEMPOS
DISYUNTOS., LIC. Silvia Tomas(WWW2.kennedy,edu.ar7departamentos/psicoanálisis/artículos.
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