lunes, 13 de junio de 2016

Actualidad: UNA CLÍNICA DEL VACÍO O DEL SIN SENTIDO DE LA VIDA.


Por Anabella Rodríguez Reyes.



INTRODUCCIÓN.
Antes que nada quiero hacer llegar mi agradecimiento a esta colega a la que hago referencia en este trabajo, con la cual hemos estado tratando de pensar algunas situaciones clínicas con niños, con la finalidad de entender lo que les sucede y poder encontrar la forma más adecuada para brindarles ayuda, ya que si bien este trabajo es producto de cuestiones que ya me he venido preguntando, el mismo quizás no estaría siendo creado , o por lo menos no de esta manera, de no haber tenido lugar este encuentro que ha  dado lugar a un  enriquecedor intercambio profesional y que me ha motivado y posibilitado hacer este mismo.

PRESENTACIÓN.
Estos días estuve charlando con una colega que trabaja mucho con niños y con algunos jóvenes, y  me comentaba que estaba observando que muchos  de los mismos  tenían serias dificultades para la subjetivación de su malestar, y se preguntaba si es que ella tenía algún problema de percepción, o muchos niños en la actualidad parecían tener ciertas características psicóticas y/o autistas.
 No disponemos de datos  adecuados para contestar a esta pregunta, podría ser que a ella le llegaran sobre todo niños con dificultades de ese orden, porque trabaja en el ámbito del autismo desde hace mucho tiempo y los profesionales que la conocen tienden quizás a derivarle niños que presentan  estas problemáticas. En este sentidohay quienes sostienen planteamientos como este:

“El siglo XXI es testigo de un aumento creciente del diagnóstico de autismo en la infancia. Se ha llegado a hablar de una verdadera epidemia. Este diagnóstico en expansión, ¿corresponde siempre a los individuos involucrados en ella? Una pregunta resulta acuciante: no se trata solo de diagnósticos sino cuál es la propuesta de tratamiento viable para los niños autistas.( “Niños autistas”, Silvia Elena Tendlarz en Virtualia  25) (1)

  aclarando que:
 Antes que nada es necesario distinguir el autismo del concepto de "goce autista". El autismo no es una enfermedad de la ruptura del lazo como expresión de nuestro mundo moderno aunque prevalezca el "todos autistas" en nuestro lenguaje corriente. El goce es siempre autoerótico, autista, más allá del tipo de lazo que prevalezca en nuestra contemporaneidad. El "autismo generalizado" nombra al goce, supone el lazo con el otro, sin que esta generalización suponga un diagnóstico. Es más, Jacques-Alain Miller indica que el autismo en sentido amplio es una categoría transclínica: es el estado nativo del sujeto al que se añade el lazo social.

Con esta colega hablamos de cómo el tratamiento con estos niños ha de ser diferente  al que una realiza en el trabajo con niños estructurados de una manera neurótica.

AUTISMO Y PSICOSIS: POSICIONES  SUBJETIVAS DIFERENTES.

 Básicamente diré que la gran diferencia entre unos y otros está en su posición en el lenguaje, mientras que un sujeto neurótico está ordenado (estructurado) psíquicamente en  y por el lenguaje, ha sido tomado en el significante, el sujeto psicótico o autista no. El discurso y la relación con la palabra en el primer caso, es simbólica, porque está operando la castración y en el segundo no existe esta dimensión de la misma. El goce pulsional está embarcado en la palabra en el primer caso y no así en el segundo.
Para intentar especificar un tanto más estas diferencias citaré el planteamiento que realiza sobre el tema Nora Bruner en “Entradas y salidas al autismo” (imagoagenda.com :


“La experiencia clínica con bebés y niños con problemas en el desarrollo, (con o sin base orgánica sobreagregada ) me muestra que en la posición autista y psicótica, se juegan para el niño –en la relación al significante– cuestiones diferentes, y son de tal importancia para la constitución del sujeto que resulta imposible no tenerlas en cuenta en la dirección de la cura sin afectarla seriamente.

En el libro Duelos en Juego (Letra Viva. Buenos Aires. (2008/ 3era edic. 2013), propusimos que:
La operación de aceptación, inscripción, y/o entrada simbólica, o la operación de rechazo y expulsión, recaería sobre distintos significantes según se trate de un caso de psicosis o de autismo. En el autismo si alguna relación al significante podemos reconocer, es la de ausencia de relación, “relación de exclusión” de su posibilidad de ingreso, a todo significante se lo mantiene desconectado y no-encadenado. Mientras que en las psicosis se jugarían los efectos de la significación elemental, des-encadenada y no ordenada fálicamente. (Como ejemplo, en la psicosis melancólica, “ser insignificante” o “el insignificantucho”, es el único lugar de representación posible). En el autismo se jugarían como efecto, el vacío de significación y/o la caída –transitoria o definitiva– de la significación del ser (hace su entrada la “in-significancia” falica radical).
Si el psicótico estaría en el campo de la palabra pero no en el de su función, el autista mantiene su relación al lenguaje y sus leyes, al Otro primordial, pero rechazándola activamente, es una relación de rechazo de relación. El rechazo al significante es absoluto y masivo.
En la psicosis los que están rechazados de inscripción son los significantes de los nombres del padre. El rechazo podríamos decir que es parcial, se rechazan los significantes del orden paterno, mientras que en el autismo se trata de un rechazo total, absoluto y masivo al Otro del significante en cuanto tal”.
“El autista, sostiene activamente su exclusión, su no implicación, manteniéndose a distancia para no ser encadenado por el filo mortal del juego del significante como tal y en su conjunto rechazando su posible ingreso.
El deseo literal, desde distintas vías combinadas, de no entrar al juego se apodera del niño en el autismo.
En el autismo se inscribe el rechazo de la admisión-inscripción-entrada del conjunto de los significantes, y como consecuencia, el vacío de significación.
En este sentido en el autismo la posición subjetiva (si acordamos otorgarle dicho estatuto) que la diferencia de otra posición y de cualquier otra relación del sujeto al significante, es sostener activamente la exclusión y no-implicación, es decir producir la aversión del Otro, y para ello hay que “girarle la cara al Otro del significante.”
Eric Laurent indica que la inclusión del sujeto en el autismo implica el funcionamiento de un significante solo en lo real, sin desplazamiento, "pieza suelta" que actúa de modo tal que busca un orden fijo y un simbólico realizado sin equívocos posibles, verdadera "cifra del autismo"



RELACIÓN  DEL SUJETO AL SIGNIFICANTE E IMPLICACIÓN SUBJETIVA.

Estos posicionamientos en relación al significante que se dan en el autismo y en la psicosis, hace que no podamos trabajar con estos niños con y desde la dimensión metafórica del lenguaje a la que nos tienen acostumbrados los sujetos de estructura neurótica. Y si bien, en muchos casos no puede establecerse de entrada, ni nunca conviene hacerlo de manera apresurada, un diagnóstico en uno u otro de estos sentido, si podemos constatar  a nivel general dificultades diversas de algunos niños con dicha dimensión metafórica del lenguaje y ello implica para muchos profesionales, más acostumbrados a trabajar con niños estructurados de manera neuróticos, un desafío profesional.
En primer lugar porque para el psicoanálisis, así como para todos los que trabajamos desde enfoques psicoterapéuticos que consideran importante la pregunta acerca de la responsabilidad o el compromiso subjetivo que la persona pueda  establecer con el malestar que le aqueja (ya sea que se trabaje desde la teoría psicoanalítica o de alguna de corte humanista), la pregunta por dicha implicación subjetiva en estos casos suele no presentarse, ni en el sujeto ni tampoco en sus padres muchas veces, ya que  los síntomas no remiten para ellos a otros significantes , a posibles sucesos de su historia, sino que son signos  de deficiencias cerebrales concretas del tipo que sea.
 Y este no preguntarse ni subjetivar el malestar es reforzado en la actualidad constantemente por la Ciencia, y por los profesionales (psicopedagogos, psicólogos)que siguen sus directivas  la cual  propone como causa única para los mismos, desordenes de orden biológico sean genéticos , hereditarios o no, o congénitos. El sujeto así no  tiene nada que ver en su malestar, no es responsable del mismo. Y sin embargo, el compromiso subjetivo en el malestar es de gran importancia para el psicoanálisis, porque de él depende la actitud de la persona, su decisión de trabajo, su apuesta en y por la cura, y el mantenimiento de la misma en pos del cambio, para mejorar o intentar salir de lo que le aqueja, (en este sentido, que el propio sujeto sea artífice de su propio cambio es fundamental) e implica que el sujeto sea capaz de preguntarse por la causa de su malestar, la que  cuando ha operado lo simbólico, o sea la castración en el sujeto, es incontestable de manera rotunda- no hay La verdad- por el efecto metonímico del lenguaje que va desplazando la explicación de un significante a otro, esto supone la capacidad del sujeto de  preguntarse e ir encontrando respuestas ficticias, pero no por ello no verdaderas, a su malestar en los significantes que le nombran desde el Otro : por qué me sucede lo que me sucede, por qué esto (y no otros síntomas), por qué justo en determinado momento en que están aconteciendo -o no pudiendo “yo” hacer que acontezcan aunque quiera-  en mi vida, determinadas situaciones, que sea capaz de preguntaste qué perjuicios, pero también que “beneficios” (conscientes e inconscientes) obtengo con esto que me sucede. En el caso del niño , implica que los padres sean capaces de ir armando  explicaciones  ficticias plausibles según las situaciones vitales que les ha tocado vivir como familia,  a la problemática de su hijo en aspectos de la historia subjetiva de ellos como pareja y de su deseo en relación al niño, y no que simplemente consideren que la causa de lo que le sucede al mismo se limite a deficiencias en determinados neurotrasmisores o a déficits funcionales del cerebro,  que sean concebidos sola o primordialmente como heredados.

En este sentido, el citado trabajo (1) sostiene que :
“Se tiende a pensar al autismo como un déficit ligado a lo genético, que es constitucional o incluso como el efecto secundario de una vacuna en un momento determinado, e ello porque esa creencia  generalmente alivia a los padres puesto que los extrae de los penosos sentimientos que experimentan.
La búsqueda de una genética defectuosa ha llegado a tal punto que ante la dificultad de encontrar un "gen autista", los científicos han comenzado a hablar de "mutaciones genéticas espontáneas" ligadas al medio ambiente.

Obviamente que de acuerdo a cómo el mismo y cualquier padecer del sujeto  sea concebido tanto por los padres como por los educadores,- quienes muchas veces son los que derivan al niño al psicólogo cuando la problemática del mismo se presenta fundamentalmente en  la esfera del aprendizaje o en conductas que dificultan el mismo- se ubicara el niño en posición también de preguntarse sobre el porqué de su malestar recurriendo para contestarse a teorías o mitos familiares, esto es a  verdades ficcionales que aunque sean de tal carácter sirven al sostén simbólico del niño, impidiéndole quedarse en el vacío  histórico- subjetivo que  implicaría una explicación más o únicamente  cientificista y en la proyección masiva de la responsabilidad de  su padecer en un afuera en que él es incapaz de operar de manera empoderada por más cambios que haga.

UN EJEMPLO.

Por ejemplo, no es lo mismo, y tampoco el tratamiento será el mismo, si un niño es diagnosticado con el rótulo del trastorno  por déficit de atención e hiperactividad, y los padres educadores, y aún el propio niño aceptan el mismo como aquello que le define (le da su identificación) y que solamente será posible de ser tratado con medicación y /o técnicas conductuales de readaptación para el control de la ansiedad  y la mejora de la capacidad de atención, que si el niño y su familia se abren a pensar en que las causas de sus dificultades para concentrarse pueden estar  por ejemplo, como sucedía a una niña con la que yo trabajé y  que había sido diagnosticada con tal déficit por otra psicóloga,  en la pérdida de varios embarazos de la madre y no en un déficit genético hereditario. Todo el mundo de fantasía  y de  ficción que el trabajo psicoanalítico escucha e interpreta para desanudar los síntomas que son condensaciones de significantes, en otro tipo de tratamientos no se realiza ni aún tratándose de la neurosis. En este caso desde mi posición como analista pude escuchar  que la niña no podía prestar atención ni concentrarse porque su mente estaba ocupada, distraída de lo escolar, en preguntarse acerca de esta problemática vital que le preocupaba sobremanera. Le interesaba más saber y a la vez no saber sobre ello, porque se  sentía culpable de lo que le sucedía a su madre y a los bebés, y así su aprendizaje escolar, su deseo de saber sobre las materias escolares quedaba  impedido y contaminado por la ansiedad que le producía su conflicto entre el querer y no querer  saber y entender por qué le sucedía eso a su madre, y muy especialmente acerca del papel que ella se había atribuido en la  ficción que  inconscientemente, y por tanto sin saber, se había construido  para explicar el porqué estos hechos, ficción en  la cual ella se presentaba como  culpable( la que  no quería hermanitos y deseó que no nacieran, la que por ser la primera se había comido toda la comida que había en el vientre materno, no dejándole nada a sus posibles futuros rivales, la que quería ser ella la mamá que tuviera hijos para el padre, etc., fantasías que ella va escenificando en las entrevistas de juego que constituyeron su tratamiento. Una vez que se van haciendo conscientes  todos los contenidos o significaciones que han construido al armazón de sentido que es el síntoma, este pierde su fuerza y el sujeto va corroborando que él no es responsable  de dicho acontecer, que la fantasía no mata al Otro digamos, (pero sí puede llegar a matar al propio sujeto), y se va liberando paulatinamente del mismo, sin que sea necesario medicarle en este caso, recuperando su tranquilidad y capacidad de concentrarse en las tareas escolares ya que no solamente no es responsable sino que tiene otro espacio para decir acerca de su preocupaciones y su ansiedad acerca de los temas humanos  fundamentales  : el sexo y su relación con la vida y con la muerte. Obviamente que este proceso es lento, el analista ha de ir con cuidado respetando el tiempo subjetivo del sujeto, su capacidad de asumir el saber inconsciente que con su ayuda empezará a poder ser escuchado, y el cual le posibilitará reubicarse frente a su síntomas y a sí mismo, sacándolo de su posición de víctima o sujeto totalmente pasivo ante el padecimiento (el padecer que encierra un miento, una mentira, porque lo que la conciencia cataloga como sufrimiento, como “un no querer sufrir más de”, es goce pulsional a nivel  inconsciente). Se trata de ayudar a la construcción del síntoma que los psicoanalistas denominamos propiamente analítico, la construcción del sentido del síntoma( construcción ficticia y por tanto simbólica: cuento o novela familiar del neurótico como decía Freud), que en último término, si la cura se sostiene y avanza, habrá de llevarnos al sentido de la ex -istencia del sujeto en el deseo del Otro(especialmente esto es así en el caso de los niños, quienes en estas etapas en que se están estructurando psíquicamente, necesitan de forma imprescindible para poder llevar a cabo la misma,  del Deseo y de la presencia real del Otro(madre padre, educador); para intentar una vez que el tratamiento avanza –en el caso de adolescentes y adultos – un desprendimiento o un dar muerte  a los significantes de ese Otro, para forjarse una nueva forma de existencia, más propia, construida con, pero por fuera de la sostenida en los significantes con que ese Otro marcó o trazó  mi ruta de deseo como suya( lo que Lacan llama ir más allá del padre, pero sirviéndose para ello de los significantes que “en” y desde su nombre, aquel otorgó a su hijo, “padre” entendido como la función simbólica del lenguaje ).
En esta construcción dramática, el sujeto habrá de poder preguntarse  o plantearse qué sentido tienen sus síntomas con lo que está aconteciendo en su vida en estos momentos como ya decíamos, pero también, cómo se vincula esto con lo que  ha acontecido en su pasado, teniendo que tener cierta capacidad para establecer con cierta flexibilidad (con la duda, en forma de pregunta) relaciones causales que aporten sentido, que obviamente será ficticio -y no erróneo como pretende la terapia del comportamiento-, entre  los pensamientos o sentimientos que el sujeto experimenta, y las situaciones tanto  biológicas, sociales, económicas e incluso políticas, que estarían según el entendimiento/ interpretación del sujeto en el momento en que consulta, estarían determinando o pudiendo determinar la mismas. Sentido que para el sujeto tendrá estatuto de verdad en los primeros tiempos de la cura, y que  el terapeuta intentará ayuda a modificar mediante la promoción del cuestionamiento del sujeto  y su lectura, la cual  tendrá en cuenta fundamentalmente al sujeto del inconsciente, o sea  el  saber inconsciente que el sujeto enuncia en su discurso respecto al malestar de su posición, para apropiándose del mismo poder  “contar-se “ de otra manera; hacer posible una reescritura  que cambie  la relación en lo real  del sujeto con su síntoma y el sufrimiento que este le depara.

EXCLUSIÓN DE LO SIMBÓLICO Y  NO IMPLICACIÓN SUBJETIVA.

 Cuando esto no sucede, como parece que pasa hoy en día de manera cada vez más frecuente, según puede observarse en la clínica con niños y adolescentes, y sin que tampoco pueda realizarse de prisa (sí tomarse un tiempo de escucha para hacerlo)un diagnóstico certero ni de autismo ni de psicosis, podemos aún así constatar en la clínica la presencia de niños y jóvenes que  no se preguntan nada, que no establecen ninguna relación entre significantes , no simbolizan ni escriben ficción,  para ellos no hay (no hay capacidad de establecer) relación ficticia ninguna, causa- efecto entre los hechos o sucesos que acontecen en su vida (muertes, cambios, etc.) y sus conductas  o actitudes, o  la aparición por ejemplo de enfermedades o síntomas físicos (somatizar), sujetos en los que,  como hablábamos con mi colega, nada tiene-para ellos- relación con nada, sujetos  u objetos más bien (¡!) a quienes les cuesta hablar de sí mismos y en cuatro líneas creen haber relatado ya toda su vida, y que les cuesta hablar de sí mismos no solamente porque para ellos no hay relaciones causales entre los diferentes pasares que constituyen su vida, sino porque en algunos casos  hasta parecen tener pereza de  ser o intentar ser en el lenguaje,  ya que es este el que nos determina como tales, esto es, como seres  humanos, falta de energía vital (pulsión de vida)hasta para llevarse(hablarse) a sí mismos en el lenguaje. Sujetos que no se sostienen como sujetos “en” y “al”  mismo, y quienes por tanto, exigen del analista o del terapeuta,  una función mucha más activa que la que realizaba en épocas anteriores donde la neurosis era la reina de los diagnósticos. Una función que se me ocurre pensar como de hilar, de tejer una red simbólica, una relación significante que pueda empezar a sostener imaginaria y simbólicamente a ese sujeto que parece ubicado solamente en lo real. Comentábamos en este sentido,   que ahora a muchas personas hay que “sacarle las palabras como con tirabuzones”, preguntarles constantemente, intentar proponerle al sujeto relaciones de sí mismos con los hechos, de determinados hechos  entre sí, o de  sus conductas con determinados  hechos, o sentimientos, e incluso hacerle tomar conciencia de sentimientos que el sujeto es incapaz de registrar en sí mismo: sentirlos y  pensarlos, o sea nombrarlos,  lo cual requiere  del mismo saber previamente diferenciarlos. En este sentido sucede que parece obliterada la zona cerebral vinculada a la integración de  los afectos(el sistema límbico)con el cerebro propiamente dicho o corteza cerebral; el sujeto siente una inquietud corporal y directamente actúa, sin que el sentimiento sea integrado al pensamiento: siente un malestar físico que podríamos pensar que corresponde a lo que si supiera y supiera nombrar/simbolizar, catalogaría como ansiedad o angustia , y trata de calmarse directamente actuando, expresando su ansiedad en forma de no estarse quieto en los niños , pasar de un juego a otro sin ton ni son, o realizar conductas un tanto temerarias, esto es  por fuera de los límites que establecen las normas a veces, o    vía adicción (adicionando objetos con los que intentaría calmar temporalmente su malestar, su vacio representacional o  imaginario -simbólico), ya sea que se trate de  comer, beber, comprar  tanto en niños como en adultos, o drogarse , tener sexo como forma de descarga pulsional simplemente en el caso de los adolescentes o adultos, etc. 


 
 




 
















 Actualidad: UNA CLÍNICA DEL VACÍO O DEL SIN SENTIDO DE LA VIDA.
Este intento de rescate forzado que el analista intenta  emprender respecto de la palabra del sujeto y de  significantes posibles para nombrarse,  busca  dotar al mismo de una historia que hasta el momento a veces este parece no tener, porque no ha sido escrita por el Otro; el intento del analista es entonces hacer devenir al sujeto persona(personaje), hacer que lo que para éste son simples hechos biográficos  que se acumulan sin relación, de manera fragmentaria y aislada, (ya que mucha veces no hay recuerdos sobre el pasado),   devengan significativos  y empiecen a tener una conexión con el sujeto, el que se presenta muchas veces indiferente ante los mismos o no entiende para qué le preguntamos determinados hechos de su vida, ni qué relación pueden tener los mismos con lo que a él le sucede, lo que también muchas veces hace que las personas abandonen prematuramente al analista ya que para ellos lo que este dice o pregunta no tiene para él ningún sentido.
Esta posición de los sujetos me  hace acordar mucho a las que aparecen en las obras de teatro del absurdo de Ionesco.

Obviamente que todo esto que vengo diciendo solamente es posible cuando el sujeto presenta lo que llamaría cierta “debilidad simbólica”, en el caso de que el diagnóstico de psicosis infantil o autismo sea certero el tratamiento discurre por otros derroteros.

Cuando hablo de debilidad 1 simbólica (¿podría asimilarse  a lo que Lacan llama debilidad mental?(I) me refiero por ejemplo al encuentro con  niños que no juegan,  no saben  jugar de manera simbólica, no saben cómo relacionar a personas con los animales y los objetos que habilitarían crear una historia asentada en diferentes entornos físico- geográficos. En este sentido, esta colega me comentaba que cuando ella les brindaba la caja de juego que contiene realizadas en madera de forma lo más abstracta posible figuras humanas, animales y elementos con los que pueden construirse casas edificios , granjas etc. y  también elementos que semejan árboles, la miraban desconcertados, y simplemente movían los objetos de un lugar a otro, puro juego sensorio motor correspondiente según Piaget al desarrollo intelecto-afectivo de niños de entre 0 y dos años, siendo que son niños mayores de cinco años en muchos casos de los tratados; sin ser capaces de crear historias, e incluso que tendían a tomar para jugar a  los animales, dejando de lado las figuras humanas. Niños que preguntan  muchas veces: qué hago, qué puedo hacer con esto, y también de manera reiterada: qué puedo hacer (¿ser?)ahora, pregunta que muchas veces va acompañada de  la queja constante acerca del aburrimiento. Para calmar el mismo, producto del  vacío mental y afectivo en que des-gravitan, necesitan estar haciendo cosas “divertidas”(¿?!!) o excitantes quizás en demasía, permanentemente, y cambiando de juegos y objetos todo el tiempo. Esto da cuenta de cómo su “mente” o psiquismo es como un gran agujero o vacío al que el Otro ha de llenar o aprovisionar  con contenidos renovados, novedosos, sin tregua ni reposo , de ahí  la ansiedad que muchas veces desborda al sujeto y a quienes intentan educarle, la dificultad o incapacidad para concentrarse más que unos pocos segundos o minutos en cada cosa, que en muchos casos lleva a los profesionales psicólogos o psicopedagogos a  diagnosticar  el  manido déficit de atención con o sin hiperactividad.
Estamos así ante sujetos que no pueden re-tener contenidos (ideas pensamientos) quedando  atrapados en la mono-tonía repetitiva de la pulsión de muerte.
Hablando e intentando pensar algunas situaciones concretas, comentábamos con esta colega, valiéndonos para ello de la teoría psicoanalítica, que el psiquismo de estos chicos  funciona solo con lo que Freud en “La interpretación de los sueños”, cap. VII cuando presenta su “modelo” de aparato psíquico, denomina el polo de percepción-conciencia, el que está en contacto y es el encargado de recibir la información del mundo exterior vía los sentidos, sin que funcionaran los otros sistemas que organizaban el pensamiento y la memoria. Una necesidad de estimulación permanente desde el afuera de la percepción, los sentidos o la conciencia, porque la sobre-estimulación  o la sub estimulación a la cual han estado y están sometidos, les ha imposibilitado percibir y registrar la falta o ausencia del objeto, e inscribirla como tal en el segundo sistema constitutivo de su modelo de aparato psíquico, el de la memoria. O sea, no han podido anudar , representar (volver a presentar vía el símbolo)esa falta real del objeto  (digo falta o perdida de objeto porque  la re- unión con el mismo solamente podrá ser pensada en términos de  reencuentro , en tanto el mismo nunca será igual que el mítico (el supuestamente  primero y pleno del paraíso original), o la presentación de “la cosa” del sistema de percepción conciencia no ha podido metaforizarse, devenir  representación palabra correspondiente, en el segundo sistema que es el del significante. Para que un objeto pueda representarse, esto es simbolizarse, se necesita que el mismo se ausente, deje de estar presente todo el tiempo para la conciencia y la percepción, la muerte del objeto posibilita el nacimiento de un segundo sistema para Freud que es el vinculado a la memoria y al pensamiento , lo que hará que el objeto esté presente en el recuerdo y en el  símbolo, que es aquello que lo representa haciéndolo estar en el pensamiento y en el lenguaje cuando está ausente en la realidad.
Por lo tanto, para que el sujeto pueda simbolizar, crear ficciones, jugar simbólicamente, fantasear e imaginar se requiere la previa muerte/desaparición del objeto, de la cosa percibida, para que en el lugar de esa falta pueda recrearse vía imaginación y fantasía un sustituto, diferente  pero que guarde una relación de semejanza y contigüidad con el primero. Solamente la fantasía mantiene al sujeto entretenido, sin aburrirse, ocupado en la re-creación del objeto (lo cual es de importancia fundamental para la creación, la creatividad y el arte)

Tanto si al niño desde muy pequeño no se le ha se ha respondido por diversidad de razones a su necesidad de palabras Erósticas para la constitución de su ser de lenguaje (por ejemplo pueden incidir pero no siempre y no siempre de la misma manera, habrá que atender caso por caso, hechos como no tener nombre para él, no saber qué nombre ponerle , ponerle nombres de personas muertas o ausentes de las cuales los padres no han realizado el duelo, tenerlos porque vino y no había otra , pero nunca se los deseo, ni se reorientó el deseo una vez nacido el niño o niña, el niño es percibido como un estorbo que perjudica la vida de la madre como por ejemplo sucede en la película “Cisne negro” que me viene ahora a la memoria etc.),  como si se le  responde en exceso, tratando de que el niño se ajuste lo más exactamente posible al objeto ideal que los padres proyectan en él, y a los significantes que nombran el mismo, sin dejar tregua o separación entre los mismos  para que se instaure la falta que posibilite al sujeto el poder ser más que lo que el deseo parental concibió que fuera; esto es necesario para que el sujeto se sitúe en parte determinado y en parte indeterminado en relación al deseo del Otro, con una cuota de libertad.

Pero incluso para que el objeto pueda ser percibido y se pueda tomar conciencia plena de su materialidad se requiere tiempo, conocer, aprender y aprehender requieren  de estar en contacto con aquel objeto que es fuente de esos procesos a la vez que la separación del mismo. En ese sentido el niño necesita mucho tiempo de contacto con su madre para poder  aprehenderla apero también necesita que ella se ausente para poder diferenciarse de la misma, para poder saber que él no es ella, por lo cual tanto si a los niños se los deja el total vacio del objeto( no se los estimula en absoluto , esto es que  no se mantiene contacto ni visual ni verbal ni táctil  ni se juega con ellos, como si se lo hace en exceso sin cesura, sobre estimulándole, se está imposibilitando que el mismo  pueda establecer una distancia con el objeto, que pueda instituirlo como perdido como ausencia en lo real  y recuperarlo como presencia en lo simbólico. En este último sentido, el exceso de actividades extraescolares  a que están sometidos muchos niños  impide o dificulta aprender , porque las prisas y el tener que cambiar el foco de atención casi constantemente, o estar pensando en que a tal hora hay que irse en vez de en la tarea  que el niño está llevando a cabo, le imposibilita atender al objeto y a la particularidad del mismo, le impide concentrarse en profundidad, además de que la saturación de objetos bajo la forma de propuestas de actividades, impide que se instaure un lugar para el vacío, el cual es fundamental para  que pueda trabajar de manera libre y por tanto creativa el pensamiento del sujeto. Si el niño tiene que estar todo el tiempo ocupando sus sentidos y su conciencia en absorber informaciones, indicaciones de cómo hacer las cosas, normas, no puede distraer su atención de esa realidad presente inmediata, y dirigirla a su mundo de fantasía, se anula así la instauración de ese propio mundo, y de la capacidad de pensar, fantasear, imaginar, reflexionar, en definitiva de simbolizar y de crear.  



 














 














(I) “En su libro “Los retrasados no existen”, Any Cordie plantea cuestiones  en torno a la debilidad mental retomando la perspectiva lacaniana del holofraseado significante. Esta contracción holofrasica ofrece la apariencia de que el sujeto se fija a un significado dado, no pudiendo entender ninguna otra cosa que lo que se construyo de una vez para siempre. ” Cuando no hay intervalo entre S1 y S2 , cuando el primer par de significantes se solidifica, se holofrasea obtenemos el modelo de una serie de casos.”Las holofrases son frases que no tienen más que una sola palabra pero ella comporta un imperativo , por ejemplo “ venga”, con lo cual el niño se queda adherido allí, no hay más que un significante, no hay hiancia por dondeemerja el sujeto de deseo .
Es por eso que el débil mental ocupa el lugar que le asigna la madre, espacio al que la madre lo reduce en tanto objeto a.  La interrupción de la función significante , perceptible en la palabra del débil mental, esta ausencia de los significantes se designa a veces con el nombre de reezing, congelamiento, coalescencia. El termino intelligere, leer entre líneas, es lo que Lacan considera como inteligencia, y está referida justamente a la movilidad significante.
La expresión del débil mental, pobre, chata y repetitiva da cuenta de la imposibilidad que él tiene para apelar a ls significantes reprimidos , reacio a la polisemia de la lengua , el débil mental lo es también hacia el equívoco, la metáfora no hace eco en él y el juego de palabras es insoportable. El niño débil mental permanece adherido al Otro, pegado al discurso pero también a la imagen del Otro, del que espera las órdenes para seguir, no sale de un formulismo que lo asegura porque se aferra a un no saber que lo protege, en este sentido, cualquier despegue imaginario lo asusta en la medida en que pone en duda un equilibrio construido sobre un piso mínimo garantizado en LO INFANTIL Y LA INFANCIA, TIEMPOS DISYUNTOS., LIC. Silvia Tomas(WWW2.kennedy,edu.ar7departamentos/psicoanálisis/artículos.

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