jueves, 28 de julio de 2016

ENCUENTROS ARTE –PSICOANÁLISIS.ESTÉTICA EXISTENCIALISTA.





Según entiendo los cambios que obtiene y se pretenden de un sujeto en un psicoanálisis van en el mismo FUERA DE SENTIDO que formula el escultor en esta maravillosa frase.

 “Este es el fundamento de la ley de los cambios de expresión que formuló Oteiza: cuánto más formado estéticamente deviene el autor (o espectador) de una obra de arte, menos materia expresiva de la obra expresa más-para-él. En el límite, aún reducida la obra al puro vacío o al silencio, la comunicación estética fluiría entre ambos. Por eso al final, la obra de arte dejaría de ser necesaria, pues la pregnancia se habría transferido del todo a la persona, como capacidad para ver -y comprometerse- en su vida real, con lo que aún no-es pero puede llegar-a-ser. Es lo que según Oteiza habría ocurrido al final de cada época cultural como culminación y conclusión del arte de la época, en un vacío que lo dice todo”.


La hermosa obra de Jorge Oteiza "Los apóstoles de Aránzazu" con su vacío para alojar al otro,  me evoca  a la función "deseo del analista" , aunque nada tenga que ver la misma con un apostolado, y aunque la figura del santo próxima a ella en algunos casos, sea tomada por  Lacan en Television y en "Joyce ,el síntoma" para hablar de la misma: la vía del santo es la vía del analista(  tema que no he de desarrollar ahora acá)







Ser estético: encuentro en la segunda fase.

En joseluis817.wordpress.com

Según Oteiza(1), el proceso de creación del ser estético se produce en dos fases:
– en la primera, se forma el ser plástico(2);
– en la segunda, a partir del ser plástico, se crea el ser estético.
La forma es una idea(3),  un tema, una regla, una norma que el artista aplica a la materia. Una herramienta simbólica. Por ejemplo, un cuadrado, triángulo, círculo, cubo. O una ley, un propósito. Unos colores complementarios. Una tríada musical, una progresión de acordes, un patrón rítmico o una secuencia melódica.
La materia(4) que el artista trabaja, puede ser un pedazo de arcilla, un bloque de mármol o un papel y un lápiz; unos trozos de tiza o recortes de hojalata; un conjunto de sonidos musicales; representables en un pentagrama o mediante posiciones corporales; un suceso o una situación relatados en palabras. Pero es necesario entender que el objeto del trabajo artístico es tanto la materia como el vacío que se abre en ella; tanto importan los sonidos musicales como el silencio entre ellos.

Fase 1
La idea da forma a la materia definiendo unos límites con su vacío: la conforma en su combinación de materia y vacío (de sonidos y silencios). La idea puesta por el artista en la materia, establece entre ambos una relación externa: los une, pero a la vez los separa, escindiéndolos, abriendo una brecha entre ambos. Es el resultado de todo acto ejecutivo, racional.
El ser plástico resultante es la materia conformada por la idea, o sea, con-forme al propósito del artista. Oteiza también se refirió a él como “ser abstracto”, porque es la expresión material de una idea abstracta. Pero me parece más apropiado llamarlo “plástico”, no porque sea visible y tangible (en el sentido de las llamadas “artes plásticas”, sino porque tiene plasticidad; es decir, es deformable y manipulable. Necesita esa plasticidad para que el artista pueda de-formarlo en la siguiente fase. Porque el artista aún no ha acabado con él. La creación artística apenas ha comenzado.

Fase 2
La segunda fase puede verse desde distintos puntos de vista. Considerando el objeto, la primera fase positiva es seguida por la negatividad de esta segunda fase. Ahora se da el encuentro entre el artista y el ser plástico, como negación. Típicamente el artista va a operar de-formando el objeto, haciendo sitio en él, para sí mismo: abriéndolo. Es un re-encuentro del artista con su obra en que el artista se entrega y la obra se abre y se le entrega como si fuese otro ser humano. Es un encuentro humano: emocional. Podría decirse amoroso, pero puede ser de amor o de odio,  o de ambos combinados. Pues ahora cabe cualquier emoción. Lo importante es que aquí el artista se compromete, se involucra: se pringa con el ser plástico. Se fusiona anímicamente con él.
En esto consiste la creación del ser estético. El artista presiona ligeramente el ser plástico con sus sentimientos. Lo descoloca. Entabla un animado diálogo con la obra. Él se abre a ella con sus deseos y sus miedos. Y la obra se le abre con su vacío, con sus posibilidades no realizadas. Uno y otra se preguntan y se responden como humanos. En resumen, el artista impregna al ser plástico con su propia sensiblidad emocional y, al hacerlo, se impregna él mismo del nuevo ser que está naciendo entre los dos. A diferencia del ser plástico, que es un objeto independiente del sujeto que lo ha transformado, el ser estético está siendo preñado por los sentimientos; de amor u odio, pero en todo caso auténticos del autor. Y a la vez, el autor mismo resulta preñado-sensibilizado por el nuevo ser que está engendrando, tanto en el exterior como en su propia mente.
Ahora ya no es la parte ejecutiva del artista, la que dirige su acción. No se trata, como en la primera fase, de un acto racional en que el sujeto se enfrentaba al objeto; sino que ahora se deja llevar por su instinto. Ahora el artista  entra en lo que los deportistas conocen como estado de flujo(5). El tiempo parece detenerse. El autor siente como si algo moviera su mano sin esfuerzo. Ese algo no le es ajeno y tampoco él se siente ya como un sujeto separado y enfrentado a su objeto. Si está escribiendo es una historia, puede llegar a experimentar que su personaje toma decisiones por su cuenta y que él se limita a seguirle, incluso sorprendiéndose de su comportamiento, y a escribir a su dictado.

Pregnancia: el valor estético
Llamamos pregnancia a esa impregnación mutua entre el autor y su obra. A ese juego de vacíos y silencios de la obra con los impulsos, deseos y carencias del autor. El ser estético es indistinguible e indiferenciable en sujeto y objeto, porque no es una persona ni una cosa: es la relación de comunicación armoniosa que se establece entre el artista y su obra; tal como existen aquí y ahora: el uno, que está vivo y es humano; y la otra, que puede estarlo o no, pero que, para el humano es como si estuviese vivo y fuese humano. O quizás es que el artista ve en la obra al otro
Por lo mismo, el ser estético no es sólo una materia transformada en obra de arte, sino que es como si, por un instante, la obra se transformase en extensión de la conciencia, y la persona se transformase en la prolongación de la obra con la que se comunica con sus sentidos y su imaginación.
La pregnancia es la propiedad esencial del ser estético y, por tanto, la negatividad fecunda(6) de la relación de comunicación que se establece entre el autor y su obra. En consecuencia, la pregnancia de la obra depende tanto de la materia transformada como de la sensibilidad de su interlocutor. En esta fase, el autor puede deformar la materia plástica, agregar materia o eliminarla. Probablemente eliminará parte de la materia, silenciando su contenido expresivo para abrirla a su autor y a quienes luego la contemplen o escuchen. Ahora, un fragmento de la obra tiene sobre ellos el mismo efecto que la totalidad. Cuánto más aprenden a verla y escucharla, menos materia expresiva les dice más: ahora menos es más.
Velázquez: Las Meninas. Los personajes vacían la escena aparentando llenarla. (1656)
Este es el fundamento de la ley de los cambios de expresión que formuló Oteiza: cuánto más formado estéticamente deviene el autor (o espectador) de una obra de arte, menos materia expresiva de la obra expresa más-para-él. En el límite, aún reducida la obra al puro vacío o al silencio, la comunicación estética fluiría entre ambos. Por eso al final, la obra de arte dejaría de ser necesaria, pues la pregnancia se habría transferido del todo a la persona, como capacidad para ver -y comprometerse- en su vida real, con lo que aún no-es pero puede llegar-a-ser. Es lo que según Oteiza habría ocurrido al final de cada época cultural como culminación y conclusión del arte de la época, en un vacío que lo dice todo.
 Por ejemplo, es así como Las Meninas de Velázquez(7) habrían dado término al Renacimiento, abriéndose a la modernidad.



Por qué los animales no crean obras de arte

Mano solutrense, obtenida pulverizando pintura roja sobre la mano izquierda apoyada en el muro. Nótese que el ser estético es el vacío creado al retirar la mano impregnada de pintura. (40.000-18.000 AEC), en la cueva de El Castillo (Cantabria. España)
Los mamíferos también tienen emociones y sentimientos, que los humanos hemos heredado de ellos. Pero no han desarrollado la racionalidad humana fundada en el uso de herramientas materiales y simbólicas. Hay que tener en cuenta que el ser estético no es el resultado de la presión de los sentimientos sobre la materia, sino sobre una materia transformada por un acto racional. Nuestra capacidad de ejecutar actos racionales, la hemos heredado de nuestros antepasados homínidos, que la desarrollaron a durante varios millones de años, partiendo de alguna especie de primate. Por lo que sabemos, sólo el hombre moderno (nuestra propia especie, aparecida hace 40.000 años) poseyó una capacidad racional que hiciese a la vez posible y necesario el arte.



El extraño maridaje entre el arte y la razón

El arte renace como el ave Fénix con cada avance de la razón. Es decir, tras cada paso de la positividad científica. Esto es, de la razón práctica o instrumental -e incluso y paradójicamente- cuando la razón ha estado sometida a la superstición o a un poder eclesiástico corrupto, como en el barroco. La razón institucionalizada siempre acaba por deshumanizarse. Los magos instalados deshumanizan la magia y los obispos sus religiones. El desarrollo de instrumentos, de medios racionales, que funcionan como cuñas entre los seres humanos y su entorno, hace posible la enajenación: el que sus usuarios vean la realidad y a sí mismos como ajenos o como meras cosas. Hasta el punto de considerar a otras personas y a sí mismos como cosas. Si las cosas se convierten en ídolos, las personas se convierten en cosas utilizables y desechables. La cosificación es la deshumanización llevada al límite. En tales condiciones, la actividad y la experiencia estética son la reacción humana que busca restituir la inmediatez de unas relaciones fragmentadas. Por eso siempre tiende a resurgir. Un prestigioso neurólogo -Crow(8)– escribió que la esquizofrenia es el precio que los humanos hemos de pagar por el lenguaje. Y lo que estoy diciendo es que el arte es la manera como los humanos intentamos curarnos de esa “esquizofrenia” creada por nosotros mismos.

La doble comunicación estética

Las dos fases en la creación del ser estético, aprendidas de Oteiza, pueden entenderse como un doble gancho de boxeo “derecha-izquierda” lanzado a la materia desde la razón y los sentimientos respectivamente. Es como separarse de la materia por la derecha y unirse a ella por la izquierda. O como un salto trascendente hacia el ideal (el ser absoluto) y volver en seguida a pisar tierra(9). Esas dos fases no deben entenderse restrictivamente, como un proyecto que estuviese dividido en dos partes: primero construir el ser plástico y, una vez terminado éste, construir el ser estético. Alguna vez, puede suceder así. Pero casi siempre el proceso se parece más a un respirar(10) o a un caminar con ambas piernas. Y, dado que esa sucesión de momentos se da en el cerebro, puede que el proceso permanezca inconsciente para el propio artista, como en la improvisación y en el arte gestual. A fin de cuentas, ambas competencias se procesan probablemente a través del funcionamiento diferenciado de los hemisferios cerebrales izquierdo y derecho, que aún estamos lejos de comprender. (10)


La “magia” del ser estético(11)

El ser estético es mágico porque es pregnante. La pregnancia adquirida en el proceso de creación del ser estético le hace ser comunicable, es decir, capaz de contagiar el sentido a otro ser humano. Es un objeto encantado por el artista; porque el artista ha experimentado un fenómeno de encantamiento que ha transferido al objeto plástico, encantándolo a su vez. La magia es un modo de comunicación humana. Y el arte es un modo de comunicación (estética) entre seres humanos. Cuando otro ser humano contempla la obra pictórica, o escucha o interpreta la pieza musical o el poema creados por un artista, puede involucrarse (en esa pregnancia), con el sentido que en él suscita. Recibiendo el sentido que puso el autor, pero respondiendo con su propio sentido de la situación en que se encuentra aquí y ahora de manera irrepetible. Por eso se ha dicho –Carpe Diem- aprovecha el momento, porque algo que te concierne está empezando a ser, y si lo dejas pasar puede que te lo pierdas para siempre.


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Como continuación de este post, ver la entrevista en vídeo a Oteiza donde explica la creación del ser estético.

(1) La teoría de Oteiza sobre la creación del ser estético fue publicada por primera vez en su Interpretación Estética de la Estatuaria Megalítica Americana (Ediciones Cultura Hispánica 1952) y reeditada por la Fundación Museo Oteiza (Edición facsímil FMO 2007). La definición del ser estético se encuentra en la ed. original en la pág. 54, (en la ed. facsímil de 2007 en la pág. 130). Ver en este blog Carta de Popayán.





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