
ANÁLISIS DE ALGUNOS ASPECTOS DE LA NOVELA Y ABORDAJE DE CUESTIONES FUNDAMENTALES DEL PSICOANÁLISIS.
“El artista, siempre le lleva
la delantera al psicoanalista, ¿porqué hacer de psicólogo, donde el artista le
desbroza el camino? “ S. Freud.
finalmente no estamos
todos en vísperas de nada.
“La melancolía,
la enfermedad del duelo, de la pérdida de un objeto con la que el sujeto está
identificado es pues una enfermedad universal. Producida por efecto de la
palabra, por lo que con la palabra se pierde, por el resto, el residuo que no
hace sino pulsar la voz y la escritura, la
mirada… Pero la melancolía, como estructura común a todos los seres humanos,
tiene, paradójicamente como único antídoto la palabra misma”(“Cuerpo y escritura, el sol negro de la
melancolía”, María Dolores López Mondéjar)
“Lo bello es el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar” (Rilke)
“Las cicatrices son
sitios por donde el alma ha intentado marcharse, y ha sido obligada a volver,
ha sido encerrada, cocida dentro” John Marxwel Coetzee
(La edad de hierro”) citado por el autor al
comienzo del libro.
Hughes, T. "Mi vida con Sylvia Plath". Entrevista en ABC. 1998.
Al
fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
"¡Tanto
amor y no poder nada contra la muerte!"
(Masa,
César Vallejo)
----------------------------------------------------------------------------
Hay
golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
…….como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la muerte.
…….como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos, pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la muerte.
--------------------------------------------------------------
Y
el hombre... ¡Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
(Los Heraldos negros” (C. Vallejo)
PRESENTACIÓN.
Luego de
leer esta novela una entiende que la misma le haya significado a su autor un
reconocimiento, el que implica el premio del XXIII certamen de novela corta J.L. Castillo -Puche, 2016. Es una novela compleja
e inquietantemente conmovedora, una pequeña gran joya, como otra con la que, aunque
no lo parezca, guarda un enorme parecido
en lo profundo: “La metamorfosis” de Kafka, parecido del cual haré un pequeño
comentario al final de este “trabajo”.
Me atrevo a
afirmar con criterio propio, aún sin tener una titulación de experta en Letras,
e independientemente del juicio del jurado,- que si la premió supongo que será
porque habrá encontrado en ella valor literario-, que es
una novela que está muy bien escrita. Para empezar porque cada capítulo
encastra a la perfección, como en un puzzle, con los otros. Además porque en su
lectura se tiene la sensación de deslizarse por una combinación armoniosa de melodías y
emociones, sin frenos ni estacionamientos
en lugares inapropiados, y sin repeticiones
absurdas o innecesarias ,que distraigan al lector del tema central de la historia
que el autor nos relata.
A lo
anteriormente dicho cabe agregar, que impresiona la hondura y la enorme belleza con que José Carlos Díaz retrata el mundo psicológico de sus
personajes en toda su complejidad, con la medida precisa entre introspección y
acción, lo cual hace a los mismos realmente
humanos. siendo capaz de llevar al lector
a transitar las
circunvalaciones más remotas del alma, hasta
el límite donde nacen las más inaccesibles, aquellas que solo pueden intuirse,
porque las palabras no son
capaces de nombrar ni revelar su esencia, y que por lo tanto de esta forma, mantienen insondable su misterio. Porque como lo dicen las palabras inolvidables de Borges, en su cuento “El fin:
“Hay una hora de la tarde en que
la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y
no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música"
para mí una de las más certeras y bellas definiciones poéticas del infinito o lo
ilimitado, y por lo tanto de la posibilidad y el origen de toda creación.
Y
esto es especialmente cierto, como
quizás no podría ser de otra manera respecto del personaje femenino, de la
historia, Alina, la esposa del pintor Héctor Bueres, el personaje principal ,
porque La mujer en tanto no existe como
dice Lacan, - esto es, que no existe
ningún significante que defina exactamente qué es una mujer (y por
lo tanto cada una habrá de inventase su modo singular de hacerlo) , ha sido siempre el
lugar del misterio o del enigma femenino, el
“Oscuro objeto del deseo “ , y esa falta
de un significante que pueda definirla, la equipara con el deseo humano.
Desear es estar en falta. Parte femenina que también habita a veces, cuando se
la deja, a algunos hombres, y sin duda a
los y las artistas, ya que sin el vacio que ella a-porta no hay creación.
Y
José Carlos Díaz lo dice de manera conmovedoramente bella en el capítulo XVI de
su novela.
…
“Este celo le quisiera poner a Alina si me la encuentro de nuevo, aunque mucho
me temo que para entonces, y del mismo modo que ahora, desconocería,
desconoceríamos ,el porqué de sus prevenciones y sólo se le apreciaría el
desconfiado proceder de un personaje en
perpetuo recelo” (49)
“Los narradores nos resignamos no pocas veces a que algunos
personajes mantengan oscuros pasados que o alanzamos a desvelar porque quizás,
en el fondo, sólo los intuimos” (17)
Quizás
todos los personajes, aunque tal vez unos más que otros, sean un tanto
recelosos a la hora de dejarse decir en una historia, y guarden siempre
enigmas y nuevas posibilidades para
tentar a los escritores, y estos luego, a sus lectores.
Y en este viaje
espeleológico al alma que constituye esta novela, el autor es capaz de hacerlo
como un gran pintor, con palabras-pinceladas de una belleza y precisión
asombrosa, capaces de captar la esencia humana
en su enorme complejidad, en su pequeñez y en su grandeza : las
diferentes tonalidades de las emociones y los sentimientos , su mezcla y su
des mezcla, sus contradicciones, su ambivalencia,
en relación tanto a nosotros mismos como a los otros, a la vida, al amor, a los sueños y los proyectos, y que se manifiesta en esa lucha permanente entre la pulsión de vida
y la pulsión de muerte, encarnada en la
determinación y valentía de los
aciertos y logros de los protagonistas, en sus miedos y remordimientos, amigos íntimos
estos últimos del auto castigo, y poderosos
gérmenes de los fracasos y las pérdidas,
Y de hacerlo como el propio Bueres, teniendo en cuenta, e incluyendo en
su obra, ese real que en determinados momentos se desanuda de lo
imaginario-simbólico como en la
pesadilla del protagonista, o se anuda en la obra de Arte (el cuadro final que
realiza el pintor y la propia novela) capaz de re-tratarnos, a todos, en
Vísperas de nada.
Otro aspecto
que me ha gustado y conmovido muchísimo, es el tratamiento que realiza el autor
de los procesos psicológicos de los personajes, al metaforizarlos en la
naturaleza y en lo que en ella acontece. Trasmite de esta forma con una
visibilidad contundencia y fuerza
enormes las desgarradoras turbulencias (ese
“verano de fuego”) que acontecen en la
psiquis de sus personajes, -que son además las que tiene lugar en el propio creador
durante el proceso de la cración-, así
como el retorno a la calma.
Especialmente
en el final, la belleza de la naturaleza,
reflejo del renacimiento espiritual de Alina, y quizás del autor de esta
novela, dando cuenta de la terminación del duelo por el parto creativo , es un
canto poético, más que narrativo, a la Vida, y más que imaginarlos, una también
como ellos, renace: vuelve a la prima –vera , y puede ver “los almendros en flor y el volar
del polen luminoso” del alumbramiento, puede sentir sobre la piel la caricia tibia del sol y, el perfume y la textura de la
tierra y alegrarse por la “promesa de un verano clemente”
¡Muchísimas gracias José Carlos Díaz
por tu conmovedora obra!
LA MIRADA, EL PINTOR, SU PINTURA Y EL RETRATO DE A.M.TRÄNKLER.
“La mirada da cuerpo a
lo que falta en todos los objetos visibles y es pues, causa de la actividad de
la vista, porque lo que se ve nunca es lo que se quiere ver. Como objeto de la pulsión,
como objeto perdido, la mirada no es lo que yo veo cuando me miro en el espejo,
pues el espejo me restituye mi ojo, no mi mirada. Aún siendo invisible,
antinómico incluso a la visión, sin embargo, el punto donde yo soy mirado está
en lo visible. La mirada no es la mirada del sujeto, (…) es el goce del acto de
ver en tanto que imaginado en el campo del Otro: extraída, vuelve posible la
visión clara y distinta, pero hace de mí un ser mirado.”
Alfredo Zenoni.
Alfredo Zenoni.
En virtud de la hipótesis de J. Lacan
[10] –quien toma la fenomenología de la percepción de Merleau Ponty- sabemos
que existe una esquizia entre el ojo y la mirada que es un objeto (pequeño a).
El ojo no es la mirada, por tanto el sujeto no es activo en la percepción sino
que es mirado en el espectáculo del mundo. Una pantalla, el fantasma, es el
velo necesario para no ver … no ver que las cosas nos miran.
De entrada,
a primer golpe de vista, a mí me
impresionó el cuadro de Albert
Henrich sobre a A. M. Tränkler , por la
oscuridad que del mismo emana( el fondo negro) pero también por la sensación
lúgubre , obviamente por lo tanto de escasa o más bien nula vitalidad que
trasmite el retrato pintado, tan bien
traducido en palabras por José Carlos Díaz: “un tipo enjuto, cetrino y de
hombros estrechos, con la mirada tan concentrada como perdida , la boca
apretada de silencios y las uñas sucias de pintura”
Esta imagen se corresponde a la perfección con el título
del libro “Vísperas de nada” y anuncia el final… de la historia del
protagonista. El término víspera me trae
también el sentido que tiene para la Iglesia, donde las vísperas se instituyeron para venerar la
memoria de la sepultura de Jesucristo o su descenso de la cruz y a esto se
refiere la glosa véspera deponit.
Pero esta
crucifixión o cruz y ficción del personaje principal que nos cuenta el narrador,
esa nada con la que se identifica el
pintor Héctor Bueres, aún luchando conscientemente por no hacerlo, está desde
el comienzo de su historia…como para todos, aunque la diferencia es que algunos
logran contrarrestarla con la puesta del
velo de lo imaginario tapando su
horror, y otros no.
Cuando lo
logramos, tenemos una vida que solo es tal,
o tiene sentido de ser en tanto ficción a partir de un sin-sentido; una ficción sobre la cruz/muerte/castración efecto de lenguaje que desde que nacemos
cargamos por devenir sujetos y a la cual cada sujeto responderá de manera
diferente( eso explica las diferentes estructuras clínicas de que se habla en
psicoanálisis)
Este
cuadro de Tränker me
produjo cierta inquietud; siendo así, es posible imaginarse lo que me
generaría ver directamente, y no a través de este relato, con la mediatización
que la palabra establece respecto a lo real, el retrato definitivo del pintor
Héctor Bueres, personaje central de esta novela. Y digo definitivo y no final,
porque para el inconsciente principio y final no existen o coexisten, de hecho
el retrato de Tränker del principio, que
el personaje mira y con el que se identifica, es en lo fundamental, el mismo que Héctor realiza de sí mismo al final de su vida, con
algunas transformaciones que dan cuenta
de alguna insustancial diferencia entre ambos.
Diríamos que
para el deseo inconsciente, que funciona en la identidad entre pasado-presente-
futuro, (aunque la conciencia intente imponer una diferencia entre ellos) solo
podemos devenir lo que fuimos ,el objeto
de goce que fuimos y podemos seguir siendo para el Otro, salvo… que podamos
salvarnos sabiendo hacer algo con ello; el goce es pulsión de muerte, pues en el mismo somos más en función del deseo del Otro
que en el propio ; se tratará de buscar
alguna manera de hacer que nos permita
recrearnos, hacer-nos una transformación
pro-vida. Y en ese saber hacer obra… de
arte Héctor Bueres logra salvarse … del olvido, del pasar sin
huella ni gloria . Y digo central y no principal, porque él es como el sol el centro que hacer mover y da vida a todos
los demás personajes, aunque a simple vista pueda no parecerlo, porque la mirada
es engañosa.
El personaje, (sujeto del inconsciente para
el psicoanálisis, que somos todos en nuestra vida y en nuestra historia),
desconoce el lugar que como objeto ocupa
en el fantasma del Otro. Por eso, el personaje de la novela (del significante)
se desconoce a sí mismo en el Otro: desconoce que objeto de goce es para el
Otro: “Je est un autre” como dice Lacan, que lo toma de Rimabaud. Y el narrador en tanto Otro lo dice
perfectamente en la obra: por dos veces
reitera en los dos párrafos iniciales , ese desconocimiento o extrañamiento : “nada sabía, “nada conocía sobre A: M:
Tränkler”, “salvo que había sido pintor”… igual que
el propio personaje, cabe agregar, y eso ya es más que suficiente, o es más
bien lo esencial; el mismo objeto de goce en juego en ambos, la mirada, la pulsión escópica como la llama Lacan; ser pintor significa definir
el ser del sujeto por “la mirada” (los
otros objetos de goce sexual o pulsional que Lacan nombra además de la mirada
son: el pecho como objeto del goce oral,
el escíbalo para el anal, y la voz para el goce invocante)
La mirada
como pulsión escópica, es decir, ese deseo de ver más allá, que recuerda la
mirada absoluta de plenitud, el recuerdo de la mirada de la madre. La mirada es
el deseo que nunca se satisface que para Lacan se relaciona con la madre que
cuando llora el niño y la ve, este se calla; es el deseo de reconstruir el
deseo del mundo. Lacan entiende el arte como sublimación del vacío, como
sublimación de esa pérdida que se produce del paso de lo Real a lo Simbólico.
El arte se concibe como una trampa a la mirada, que sirve para atrapar, por un
momento, esa plenitud que ya es imposible volver a retener.
Un
psicoanálisis nos permite saber algo de eso, de qué objeto de goce encarnamos
para el Otro (la madre o al pareja parental) a veces y a algunos, cuando el
sufrimiento de estar en ese lugar que es diferente para cada cual, nos torna insoportable la vida, para poder
re-crearnos.
En el afuera
se encuentra lo más íntimo del sujeto, o el afuera refleja el mundo interior
del sujeto. Extimidad es el término empleado por Lacan para nombrarlo. Dice
Lacan que “lo más íntimo justamente es lo que estoy constreñido a no poder
reconocer más que fuera”. El centro del sujeto está fuera; el sujeto es
ex-céntrico, etc. La “estructura” de la extimidad se expresa muy claramente en
las figuras topológicas del toro y la banda de Moebius.
El personaje
se encuentra detrás del espejo para construir su yo o narcisismo con una nada.
Y la repetición que realiza el narrador
del término intensifica su presencia re-marca
su identificación y fijándolo una
y otra vez la posición subjetiva a esa nada que adelanta las vísperas.
“Un encargo
de sí mismo” me comentó su autor, que había sido el título originario de la
misma; pues igualmente, aún bajo ese título, está en juego en lo que relata la
novela el mismo objeto de goce pulsional, la mirada-nada; y la palabra “encargo”
alude al deseo, a algo que es un pedido, se habla de encargar un bebé o un
hijo. El artista se encarga/crea a sí mismo, se hace un nombre como artista.
Y a qué
mirada del Otro encarna Héctor es a lo que intentará a-proximarnos en/con su narración, la novela,
a la vez que, a un darnos a ver (retrato) cómo re-crearse haciendo-se
un artista “de” y “con” la nada
de las vísperas, haciendo con ella en tanto falta absoluta, una obra.
El narrador nos
brinda en el comienzo de la misma importantes
y esenciales detalles sobre el personaje, al punto de que el desenlace de la historia está ya en su comienzo, como sucede con la historia –vida de todo ser
humano. Las cartas están echadas…desde el vamos(el deseo parental previo a la
concepción de todo sujeto) ¿Cómo cambiar
la partida? Héctor tratará de hacerlo, aún a costa de ¿traicionarse a sí mismo?, pero ¿podrá
cambiar la determinación trágica de su destino?
Además de
todo lo ya dicho, los otros detalles sobre los cuales me parece importante
hacer algún comentario son: el efecto silencioso de la pulsión de muerte sobre
el personaje, que se dice en esa “boca
apretada de silencios”: no habla, pero sin embargo bebe sin parar: en vez de
hablar de su pena, se la bebe, bebe la muerte ya que de hecho toma en
sí, en su yo(se identifica) al objeto perdido cuya muerte paradójicamente no
acepta, y con el alcohol unido a todos sus demás pesares, termina por matarse. En relación a la melancolía, si es que la
obra puede brindarnos algunos elementos a los psicoanalistas para
pensarla, Lacan otorgará relevancia
precisamente “al filo del mortal lenguaje” (1)
En la
melancolía el objeto de la pulsión oral también cobra relevancia, el
alcoholismo del personaje encarna esa relación claramente. No hay registro de
la falta, aceptación de la castración en el nivel del objeto oral, ya que
en esta adicción, el sujeto deviene objeto-pecho-botella succionando
o tomado por el Otro, sin corte, ya que no puede parar , así la
autodestrucción lleva a Héctor Bueres a la muerte. Me pregunto además si podía
pensarse esta conducta sobre todo al final cuando dice que va a beber
hasta perder el sentido, como un pasaje al acto, ya que “dejarse caer es el
correlato esencial del pasaje ala acto”, dice Lacan.
Otro aspecto
a destacar es que el cuadro que Héctor solía mirar era “un cuadro frente al
que no solían detenerse los visitantes del Thysen” El cuadro además está
colgado en la sala dedicada a los expresionistas, siendo que el pintor Albert
Henrich pertenecía según me refiere la
información buscada a la Neue Sachlichkeit
(nueva objetividad) alemana , o post -Expresionismo que en realidad rechaza el
expresionismo , y que se me hace más bien como una nueva forma de retornar al
Realismo: “ofrecía una imagen que muy posiblemente fuera fiel al hombre en el
que se inspiró”.
Héctor
también era ese retratado en el cuadro o ese del cuadro: un pintor ante el que “ya
nadie solía detenerse”, en el sentido de que no se interesaban ni compraban sus
obras. Él, quien en su comienzo, muy tempranamente exitoso como pintor, había vendido bajo la
denominación proveniente del Otro (De Lucas en el ABC) de “Expresionismo
geométrico”, “se había ido decantando - casi cuarenta años después de aquella
primera exposición que lo catapultara al éxito-por un irrenunciable empeño
realista”, y a medida que en sus lienzos iba ganando espacio lo figurativo,
afloraba lo latente , se desvelaba lo real, iba perdiendo al tiempo la
fidelidad de los medios, los galeristas y los clientes”
Pero
también el “no soler detenerse”
significa no ser mirado por el Otro: lo que no se detiene en la pintura de su
doble narcisista, y por tanto en el
propio Héctor, es la mirada del Otro, ¡y nada menos que en un artista y pintor,
cuyo objeto pulsional es la mirada! Y esto es terrible, ya que si el narcisismo y el
reconocimiento siempre están sostenido
en la mirada del Otro, más aún lo está en un pintor, pues el sujeto es la
mirada, aunque en este caso una “mirada tan concentrada como perdida,
como nos dice el autor en el retrato de Tränker , “lienzo oscuro” , o como pensará su amigo y galerista
Eusebio a quien “ese cuadro” “le parecía
simple y sombrío, y ocultaba el rasgo más característico del rostro: la mirada”.
Y en Héctor
Bueres, especie de regodeo narcisista en la herida al verse insistentemente en
esa oscuridad “buscaba a menudo la compañía de ese hombre pintado en un lienzo oscuro. El cual le
ofrecía un consuelo no muy distinto al que se alcanza frente a ciertos paisajes
cuando el ánimo desfallece. Una compañía
discreta que frenaba su derrumbe”.
E hombre
pintado/creado en un lienzo oscuro es él, objeto a, mirada del Otro (¿o más
bien “la cosa”, el propio vacío/nada que
el “objeto a” re-cubre? ya que está en juego el objeto pero no en tanto
perdido, ya que lo que alguien en cierta posición melancólica no acepta, es
precisamente el perderlo, y por tanto no hay simbolización de la pérdida).
El ánima de
Héctor desfalleciente es mirado en ese cuadro, en la presencia oscura de la
muerte, y donde el sujeto se siente perfectamente
retratado; mirada por lo tanto, que es encuentro consigo mismo, bastión oscuro al
borde mismo del precipicio, que no obstante
logra, no tanto detener aún el
derrumbe completo del sujeto, como acompañarlo y consolarlo, haciendo que no se
sienta tan solo ante el mismo. Él mismo
se hace compañía a sí mismo regodeándose en la propia pérdida de sí mismo (nada),
y se calma también bebiendo, otra forma de autodestrucción.
La pérdida subjetiva
del personaje, su quiebre “su haberse
quedado (de-tenido y retenido) en el pasado, sin aceptar perder lo perdido
valga la paradoja, o lo que debería
haberse perdido, sin poder por lo tanto aceptar
el quedar en falta, lo deja siendo él mismo la propia falta o vacío,
identificado a esa nada ,o especie de limbo. La misma nos es referida de manera brillante por el
autor en “ese cuadro fuera de lugar”, de su doble narcisista A. M. Tränkler en el museo. Pero el cuadro,
como Héctor y su pintura están excluido
del lugar o la sala del Realismo y también del Expresionismo, por cuanto ese
cuadro está en esa sala de los expresionistas, pero no se considera la esa
pintura expresionista, o ¿quizás deberíamos decir que está en realidad ubicado en el lugar
correcto a donde sí debería pertenecer? ya que Héctor había sido y triunfado
como tal, pero con el tiempo había en él ganado espacio lo figurativo hasta
su “irrenunciable empeño realista”.
Podemos preguntarnos, qué hace un realista entre los expresionistas o más bien, qué hace un expresionista fuera de su lugar original ,porqué Héctor Buerne perdió o sacrificó su “original” capacidad expresionista, a la realista, y eso fue su ruina, o lo fue llevando a la misma. ¿O acaso su lugar “original” era el realismo, lo real de esa mirada oscura en el deseo del Otro?
Podemos preguntarnos, qué hace un realista entre los expresionistas o más bien, qué hace un expresionista fuera de su lugar original ,porqué Héctor Buerne perdió o sacrificó su “original” capacidad expresionista, a la realista, y eso fue su ruina, o lo fue llevando a la misma. ¿O acaso su lugar “original” era el realismo, lo real de esa mirada oscura en el deseo del Otro?
En cuanto al
Expresionismo y Realismo podemos leerlas no solo ni simplemente como escuelas artísticas, sino como
posiciones subjetivas de Héctor. Y que por lo tanto el retrato que constituye una proyección del
sí mismo, y su ubicación fuera de lugar en el museo, nos hablan de la pérdida
de la identificación, y del limbo en que queda debido a eso el personaje. Sobre
el porqué de ese estado del ser. o más bien de no-ser del sujeto, el narrador
nos dice que “no sería fácil precisar cuándo se quebró la complicidad artística
entre Bueres y el mundo artístico”, pero, como ya lo he citado antes, que “se
hizo evidente que, a medida que en sus lienzos iba ganando espacio lo
figurativo, afloraba lo latente, se desvelaba lo real, iba perdiendo al tiempo
la fidelidad de todos".
Es quiebre
es anticipado también en : “ Tränskler le pareció siempre un tipo digno de un
mal trance”, relatado en contigüidad con “a él le quemaba en el bolsillo una
carta conminatoria del casero “ ( anuncio de su desahucio que siempre es más
allá de la realidad concreta, subjetivo), pero nada más nos dice el narrador de
la causa del mismo , dejándonos ante una gran incógnita cuya respuesta daría
para uno o varios capítulos si la novela
hubiera pretendido explicarnos cómo y por qué
Héctor “llega a” o produce ese cambio, y aún así nunca lograría
decírnoslo del todo. El mismo implica
sin lugar a dudas un quiebre personal más allá de lo pictórico, ya que ningún
artista cambia su arte o su manera de hacer arte porque sí, de forma
independiente de su subjetividad y de su
vida.
Algo se
quebró en Bueres, en su vida que dio lugar al afloramiento de algo que estaba
latente, ¿reprimido? ´algo del orden de lo real que su pintura anterior Expresionista “disfrazaba”, o transformaba y de esa forma lograba velar.
En la medida en que la lectura de este libro y
la obra del pintor-personaje tal cual nos es pintada con palabras por el
narrador, me hicieron evocar inmediatamente
a “El grito” de Edvard Munch y a
“La metamorfosis” de Kafka, me supongo que porque en todas ellas hay un abordaje
de lo real, la presencia del puro
vacio donde se origina la pulsión, en
un caso en relación al objeto voz, y en los otros dos al objeto mirada: el
grito- el insecto-el retrato. Me pregunto qué diferencia hay entre el abordaje
que hace de lo real el Realismo o la
Nueva Objetividad respecto de la que realiza del mismo el Expresionismo, ya que supuestamente la
obra de nuestro personaje no pertenece al Expresionismo, pero a mí me genera un
cierto horror fascinado como las otras dos, que sí son manifestaciones de este
movimiento.
El arte puede ser entendido como metáfora y así funciona como un
recurso para tramitar la pulsión, un “saber hacer” novedoso con ella, con las
marcas mortíferas del Otro, acto en el que no sólo surge un objeto sino también
un nuevo sujeto.
“El arte utiliza lo imaginario para organizar simbólicamente lo real, al
organizar el vacío queda situado entre lo real y el significante. Allí donde
nada había en ese objeto, el artista hace emerger lo sublime, le da forma, lo
modela, lo nombra, lo da a ver. La
funciòn del cuadro con respecto a quien el pintor da a ver mantiene una
relación estrecha con la mirada”. “Podemos decir que un elemento pacificador
del cuadro, tiene que ver con todo un abandono de la mirada, que Lacan lo
plantea en el seminario XI, nos dice que: “El pintor entrega algo como alimento al ojo de
quien lo mira, invita a deponer su mirada ahí, al igual que se deponen las
armas”.
“Entonces el cuadro es el proceso de
“domar la fierecilla”, encarcelar o domar la mirada . “Al espectador el cuadro
le da placer, en la realidad encuentra algo bello, y eso apacigua en él la
angustia de castración porque nada falta…Lacan hace una excepción para la
pintura expresionista, pero en cuanto ésta trata de activar la mirada que hay
en el cuadro y en cuanto el espectador se siente mirado y capturado por el
espectáculo. No sorprende que el Expresionismo se asocie a menudo con la
ansiedad: al ansiedad surge cuando el objeto mirada se despliega demasiado
directamente” ( “Menos que nada” Slavoj Žižek)
En
el expresionismo se puede ejemplificar esa mirada que atrapa, que horroriza,
que angustia y que llama total y directamente a la mirada. Más allá de la apariencia nos enfrentamos con
la mirada en tanto objeto a.
Ese
algo que el cuadro da a mirar, no permite deponer armas, porque muestra que
falta y faltara irremediablemente, como en “El grito” de Edgard Munch”
El expresionismo alemán dado que fue el primero
en Alemania que presento una imagen sobrecogedora de la pintura…. El efecto de
éxtasis producido por ciertas obras expresionistas se debe a la aplicación
descontrolada de colores fuertes puros.
Pero el color en lugar de reflejar aspectos de la realidad se torno
simbólico. El periodo de rostros verdes y caballos azules quedaba inaugurado.
El “ojo interno” era una formula a menudo empleada
por pintores y críticos de arte, los artistas hicieron uso de las cualidades
subjetivas del color, este se convirtió en un elemento dramático, que
contribuyo a dar tal carácter a su obra.
Vemos aquí la ruptura con aquello que aparecía
hasta el momento el ideal mismo de la belleza, de la verdad, de lo esencial.
Podemos observar como la atmósfera de catástrofe se
presenta repetidamente en el expresionismo alemán, revelándose frente a un
discurso dado por las enseñanzas académico realista en la pintura.
El resultado fue un arte altamente sugestivo. La
belleza fue reemplazada por la intensidad, se admitían elementos grotescos y
repulsivos con el fin de conmocionar y chocar con la mirada del
espectador. Esto tenía que ver con el
deseo de despertar al público.
Encuentro siempre fallido entre el sueño y el despertar, nos dirá Lacan
en su Seminario XI, a propósito del sueño del padre velando a su hijo muerto.
Encuentro siempre fallido entre el que siempre duerme, y cuyo sueño no conoceremos,
y el que no ha soñado más que para no despertarse. Precisamente en el más allá
del sueño que podemos buscar lo real.(“El grito atravesado por el silencio, un cuadro de Edgard Münch”, Rosa Apartín.El sigma.com
La pintura
del protagonista al ser definida al comienzo de su carrera como arte
abstracto geométrico, o Expresionismo geométrico, se me ocurre si este
tratamiento de los objetos en la pintura podría dar cuenta de la presencia de un
cierto control de lo emocional que en el Expresionismo se manifiesta con cierto
desborde, por vía de la forma, de lo geométrico. No más que expresar las
emociones pero de forma geométrica o sea de forma lo más “neutral” o controlada,
es lo que me sugiere el nombre “Expresionismo geométrico”( “ Abstracción
geométrica se ha denominado a un capítulo del arte abstracto desarrollado a
partir de los años 1920 y se basa en el uso de formas geométricas simples
combinadas en composiciones subjetivas sobre espacios irreales. Surge como
una reacción frente al excesivo subjetivismo de los artistas plásticos de
épocas anteriores en un intento de distanciarse de lo puramente emocional.”)
A partir de
que se produce el quiebre del cual el narrador tan solo nos dice “que nadie
podría precisar cuándo” tuvo comienzo, (por lo tanto menos podría habernos precisado el porqué del mismo), la obra de Héctor (que es
su sí mismo, como para todo artista), y su circulación, fue en declive. Declive que es el de la subjetividad de Bueres
y que implica la irrupción , des-a-nudamiento o derrumbamiento de lo imaginario (todas
aquellas identificaciones y logros que
brindan al sujeto el sentido y valía del ”yo”) , lo cual da lugar a la
emergencia de lo real ,que él intenta re-anudar
en su pintura y especialmente en su cuadro final, llevándolo a “una fidelidad
fotográfica solo ligeramente impostada”
Hay
efectivamente una ruptura en la vida de Héctor Bueres para la que como
sabiamente le dice el inconsciente al escritor, el narrador no tiene palabras
para nombrar, por eso nada nos dice este último de cuando empezó ni porqué,
porque ante lo traumático no hay palabras, hay agujero, pérdida y duelo
que si ni siquiera ha sido concienciado,
está obviamente sin ser elaborado o superado.
Pero lo imposible de decirse, produce sus efectos, como sucede con quienes
arrastran una depresión de cuyo origen y razón nada saben, y esos efectos son
parte de la espiral que engulle a Héctor
hacia una caída, hacia esa “nada” que el título nombra, y que él no logra detener, a pesar de su
empeño -manotazo de ahogado, en hacerlo. Y ese quiebre se refleja en su obra
porque ella es su espejo, ya que la obra
pictórica y artística es el sostén imaginario o narcisista de cualquiera que
dice ser un artista.
Y entonces debido a esto, desde ese momento,
su “empeño realista” no puede ser más que “irrenunciable” como de forma
brillantemente precisa nos dice el narrador, ya que lo que está empeñado es su
subjetividad, empeñada…empañada en una no renuncia a perder algo que es del
pasado, repetición del quiebre originario y donde lo que palpamos es lo real en
estado puro, ante la caída del velo-imaginario simbólico con que cubrimos lo
aterrador de ese real. Pero el personaje ya no logra velar (en el doble
sentido)ese real de la muerte, y por
tanto la vitalidad /vida desaparece de su obra:
“ahora toda su obra compuesta
mayormente por desnudos clásicos, bodegones actualizados, interiores de
estancias desoladas o esporádicos encuadres paisajísticos, estaba mediatizada
por la obsesión de un claroscuro más introspectivo que tenebrista”
Y como sobre
eso nadie quiere saber, sus pinturas eran rechazadas, ya que iban en contra de
lo que tan bien dice Kandivsky :
“Cuanto más espantoso se vuelve este mundo, tanto más el arte se vuelve
abstracto, mientras que un mundo feliz crea un arte realista”,
Así
“sus lienzos se habían convertido en trabajados anacronismos…”
Esa desolación, como no puede
ser de otra manera, lleva al claroscuro más oscuro que claro, quizás por eso
más introspectivo que propio del Tenebrismo, ya que en aquel movimiento
pictórico la luz o al iluminación era esencial, y cumplía una
función fundamental que era la de permitir resaltar lo oscuro. En cambio en el
caso de Héctor su pintura era tan oscura “como si el propio pintor le
hubiera echado las persianas al color”, y a la luz, porque efectivamente
era así. Los motivos de esa desolación vital son referidos
por el narrador a partir de una reflexión introspectiva del
personaje en el capítulo IV ante la anticipación de su propio retrato
(comienzo pág. 13)
El encuentro consigo mismo para esa
auto-evaluación , auto-confesión o balance afectivo-vital del pintor, que da pérdida, está hecho
“frente” el retrato de su doble, porque de esa manera el narrador nos dice que
el sujeto está frente a frente consigo mismo, y en el museo(un extraño
cementerio de la cultura o el acervo simbólico universal del ser humano, donde
los muertos reviven en cada persona que
se conmueve con las obras), donde el silencio y todos los demás aspectos de que
nos habla el narrador, son propicios al mismo, al promover o facilitar ese
estado de lucidez o “ánimo intuitivo”, que en ocasiones esporádicas somos
capaces de tener; esa especie de epifanía la cual nos permite ver como en un
flash situaciones o aspectos de nuestra
vida que habitualmente no solemos no ver o entender y mantenemos en las
sombras.
Aprovecho este “frente”
para señalar que, como podemos apreciarlo, ninguna palabra está en esta novela
elegida al azar; es del orden de una precisión matemática el lenguaje cuando el
escritor es de verdad escritor, entiéndase, un buen escritor.
El mismo ahí frente al futuro
inminente de sí mismo, es “tomado por una melancolía dolorosa”, a la cual
intenta infructuosamente ahogar en el alcohol al que cada vez de hace más
adicto.
Y nuevamente
he de hacer notar lo preciso y maravilloso de la escritura del autor que
escuchando al narrador, es capaz de hacer eco a la relación metafórica del ser
tomado por la melancolía con el tomar o beber alcohol(13) Y el verbo elegido es
también un gran acierto desde el punto de vista psicológico, ya que en la
melancolía efectivamente la subjetividad y la vitalidad, el deseo, y por tanto
la creatividad, quedan anuladas, tomadas, embriagadas por la oscuridad de la
pena.
“Se había
ido volviendo tan sombrío como todo lo
que pintaba. Bebía (15)” Era bebido por la sombra del objeto, la muerte o nada
que había ido tomando al yo.
Y de alguien
que se vuelve tan sombrío, es imposible pretender como lo hace su amigo y galerista, que emprenda
nuevos caminos en su arte (20)
------------------------------------------------------------------------------------------------
El declive o progresión hacia la nada del
pintor está magistralmente retratada con la metáfora del verano de fuego:
“aquel verano de fuego en que se había precipitado todo. Todo había ardido con
la celeridad de una combustión alimentada por un líquido inflamable” (13)
“Un verano
muy largo: un bochorno interminable, espeso y sin escapatoria ante el
que nada podían los balcones abiertos de par en par a la escasa brisa que aleteaba torpemente por
las sombras como un pájaro herido” -bellamente poética forma de decirlo-(9)
Un calor
agobiante, una temperatura insana que
bien podría convertirse en el caldo de cultivo de cualquier ira aletargada” (9)
Recuérdese
que estar abochornado es estar ruborizado a causa de la vergüenza, el bochorno
que significaba el haber ido perdiéndolo todo y estar sin dinero al borde del
desahucio.
Nuevamente
he de hacer notar la sabiduría del narrador que sabe inconscientemente que la
melancolía es la otra cara de un odio feroz, una rabia que en vez de manifestarse hacia el otro (o u
otros), a quien se siente culpable del daño sufrido por el sujeto, éste, por culpa, lo reprime en la neurosis y lo forcluye en la psicosis,
y lo vuelve “sobre” o “contra” sí mismo.
Esto se debe a que el dolor y la rabia que nos son expresados “queman a los
sujetos por dentro”( “El dolor es lacerante como “ese rastro abrasivo que le
recorría los adentros esófago abajo”, no es solo efecto del alcohol, 13);
no en vano se dice en algunas situaciones “estoy quemado”, y no en vano se
habla de síndrome de burnout, con los síntomas propios de un estado depresivo
que caracterizan al mismo. La ira aletargada es
la depresión (dejar de estar deprimido es de alguna manera, sacarle el
letargo a la ira), el calor que abochorna a Héctor, impidiéndole resistirse y
enfrentar con agresividad dirigida al entorno
su situación, ya que la vergüenza y al culpa inmovilizan
y genera invisibilidad en tanto el sujeto se nadifica.
…ante
–bellamente poética forma de decirlo- el que nada podían los balcones abiertos
de par en par a la escasa brisa que
aleteaba torpemente por las sombras como un pájaro herido”
Y si bien en determinado momento, el
desmoronamiento del yo parece detenerse gracias a la ayuda de su amigo, quien
les adelantó una suma de dinero para pagar lo que adeudaban, evitando el
desahucio, mientras Alina ganaba algo de dinero para el pasar diario
gracias a sus posados, “el bochorno infernal de canícula” (la
temporada más calurosa del año , de canis,
"perro", hace referencia a la
estrella de Sirio apodada nada más y nada menos que "la Abrasadora") de la constelación
de Canis maior, que es la más brillante del cielo nocturno durante
ciertos días de verano en el hemisferio norte.) va a proseguir con su voraz
engullir reapareciendo para hundirlo definitivamente en el negro, en el
capítulo XI en forma de una pesadilla, como el can o perro de Goya : “un perro
rabioso que primero le ladraba desde las
sombras y luego se le abalanzaba con una saña cruel” presagiando su final.”Un
perro que terminaba de pronto con la dignidad de un retrato perfecto” (34)
El perro de
Goya condensa a al pintor mismo representado por su doble, siendo engullido por
el goce del Otro en este tiempo, y a la
mujer amada. En un tiempo anterior en que el amor entre ellos existía, él no
solamente amaba en la cabeza de Alina la cabeza diminuta de aquel can, sino que
ese amor le convenció además, de que no se lo había tragado la tierra, que había sobrevivido en
vez de haberse dejado engullir por la oscura pendiente en que se debatía. Pero
ahora que ese amor ya no está y por tanto
no lo salva, ni detiene por lo tanto
la caída en pendiente de Héctor, su paisaje se ensombrece, ese paisaje-
can – amor que es ya solo “memoria de un insignificante animal rudimentario,
territorio escaso de una vida breve, de una mirada baja. Los pies de un árbol. La
hierba que lo ceñía. El musgo que lo trepaba”.(34)
Ese perro de Goya aparece en una pesadilla y la pesadilla es, ante
todo, la sensación del horror como lo dice Borges.
LA PESADILLA EN
EL PSICOANÁLISIS.
Lacan en la clase 5 del Seminario de
"La Angustia", clase titulada "Lo que engaña", nos
encontramos con el siguiente enunciado:
“La angustia de la
pesadilla es experimentada como la angustia del goce Otro", ese punto en
el cual el sujeto se reduce a no ser más que un objeto para el Otro, como goce
extraño, extraño al sujeto. Un goce ajeno, extranjero. Por lo tanto es aquello que es
necesario que no exista, fenómeno de borde que se produce en el límite del yo
cuando se ve amenazado por lo que no debe aparecer: el objeto a.
La expresión
goce del Otro adquiere todo su
valor, indicando que la pesadilla pone en juego un goce oscuro que no se
presenta en forma de lenguaje: de él no se puede decir nada, es opaco,
impensable e innombrable. Por eso en cada despertar de la pesadilla, de algún
modo sobrevivimos a esa vivencia tan próxima a la muerte y la locura.
Pero que una
cosa no se pueda pensar o nombrar no implica que no pueda ser experimentada.
Hay existencias que no tienen nombre, ni representación significante y no por
eso son menos reales. Igual que la angustia, la pesadilla es un acontecimiento
corporal que hace presente lo indecible, aquello que de lo humano es inhumano y
escapa a la solidaridad con la palabra. La pesadilla pone en juego un goce
opaco, desconocido y, por ello mismo, sumamente desagradable para el soñante,
al hundir sus raíces en un punto límite que Freud llamó “el ombligo del sueño”, punto
que nos conecta con lo
no reconocido (Unerkannt) y no reconocible.
“El sujeto está ahí, ante esa dimensión del Otro, sin poder instrumentar algo que lo saque de esa posición, es decir de objeto.
Esto es lo que acerca a esta angustia de la pesadilla a la angustia del desamparo. La Hiflosigkeit. La angustia de estar sin recursos, desamparado respecto de ese Otro. Esta angustia estructural, la del sujeto ante el estar inerme ante encuentro con el lenguaje. Ese golpe que comporta la entrada al lenguaje. En su advenimiento del sujeto al mundo, en ese encuentro con la lengua, lengua que le es extraña, ese encuentro es traumático.”
La cuestión es con que cuenta el sujeto, cuáles son sus recursos, si hablamos de recursos nos referimos a recursos simbólicos, esto va a estar en relación a lo que se denomina la reserva libidinal, la reserva libidinal del sujeto. Es decir que habría una relación entre la reserva libidinal o la disposición libidinal y el no quedar entregado, tomado a esta dimensión del Otro. La angustia de la pesadilla: ¿vía de acceso a qué? Ana Santillán Fort da 10, noviembre 2008.
El significante es lo que
salta con la intervención de lo real. Lo real remite al sujeto a la huella y,
al mismo tiempo, produce la abolición del sujeto, porque no hay sujeto sino por
el significante, por el paso al significante” (Lacan, 2006, 165). La huella
tiene para Lacan el estatuto de traza, signo de percepción freudiano, que debe
pasar al significante para que el inconsciente se estructure. En las neurosis
de angustia como en las pesadillas, el
significante retorna al estatuto de huella. Es por eso que allí emerge un goce
extranjero, que no se presenta bajo la forma del goce fálico, regido por el significante
en su alternancia; pero tampoco es un goce que no esté afectado por la
castración. Hay entonces, tanto en las neurosis de angustia, como en las
pesadillas, la irrupción de un goce que conlleva un punto de real y que toca el
cuerpo de un modo disruptivo. En este punto el cuerpo queda claramente
comprometido por un retorno que no se mantiene a nivel del significante, sino
que compromete a lo real de la huella o traza. Retorno que implica que el significante
ha sido alcanzado, pero que demuestra también su fracaso.
En el Seminario 21 afirma:
“Porque si en algo nos inicia la experiencia analítica es en la circunstancia
de que lo más cercano a lo vivido, a lo vivido como tal, es la pesadilla”
(Lacan, 1971, 76) en “Formas del goce
del Otro: la pesadilla”, Iuale maría Luján, Facultad de Psicología UnBa.
LA AUTENTICIDAD EN EL ARTE.
En el conflicto
“Expresionismo. Nueva objetividad” el escritor aborda además
el tema “de la autenticidad en el Arte”.
Al principio
no queda del todo claro, si el éxito
fulgurante inicial del pintor a sus escasos 20 años fuera producto de que “su obra fuera ciertamente original”, aun
habiendo sido favorecida su valoración por el medio artístico que colaboró
con una “novedosa etiqueta” (expresionismo geométrico), haciendo que “el
señuelo de la muy novedosa
contemporaneidad de sus cuadros le granjeara la simpatía de la crítica y la
deferencia del coleccionismo inversor e institucional”(10), o producto de un
cóctel adecuadamente mixturado de estilos ajenos y en boga”(27) porque
estos planteamientos parecen ser contrarios,
o al menos llevan a que una como lectora se cuestione si la originalidad
puede estar presente en una obra pensada
y decidida en función de lo que El Otro quiere o le puede interesar ver,
comprar y promover ,o si la
originalidad tiene que ir siempre -como
creo yo-, de la mano de la autenticidad.
La palabra producto que utiliza el narrador da la idea de una pintura
opuesta al arte entendido como manifestación del ser más auténtico o verdadero
del artista. Y nuestro pintor es partidario, en su madurez al menos, de un arte
verdadero, por tanto original, ya que solamente aquello que hace o donde se
hace lugar a la verdad subjetiva está
próximo al origen: “siempre se había planteado la pintura como una búsqueda
incansable de la verdad. La única manera que conocía de acercarse a lo que en
realidad era por dentro. Así y de ninguna otra
manera debía comportarse un
creador, Pintar, escribir, filmar suponía darle la vuelta a los bolsillos del alma, airearlos,
limpiarlos de las miasmas del tiempo y el descuido”
Quizás la
ambivalencia entre la obra como creación original versus producto, que el narrador nos plantea
en los inicios de la vida artística de Bueres , no hagan más que dar cuenta
exacta de la comprensible duda que con sus tan solo 20 años tenía en sus inicios el joven pintor respecto al
camino del arte que habría de elegir. Más, teniendo en cuenta la ambición y la
prisa por triunfar con que el propio pintor se recuerda a esa edad: “apenas un
esbozo de artista y de persona, un joven arrogante que solo pretendía forjarse
pronto y a cualquier precio un nombre en el mundo del arte”
Si el pintor
finalmente había apostado por comprometerse con un arte auténtico, o sea un
arte de compromiso consigo mismo por
encima y más allá del Otro (compradores,
críticos, galeristas etc.), es lógico que su pintura fuese oscura como lo era,
si a partir de un determinado momento en su vida se produce un quiebre en su
vida personal que le lleva a experimentar diversas pérdidas , aunque como en la
vida de cualquier persona, no queda dicho/escrito con certeza ni el cómo ni el por qué Héctor Bueres se fue viendo envuelto en ese
declive(”ese pozo al que se asomaba cuando se miraba dentro, donde encontraban
los pinceles las sombras de los liensos”,36), porque ese saber es inconsciente:
un saber no sabido por el sujeto, pero
que lo determina en su deseo y en su vida , y que aún pudiendo hacer
consciente, -nunca se lo puede hacer del todo, pues ese proceso tiene un tope
que es el goce pulsional(cuerpo)-, ya que no puede
decirse vía el significante ”exactamente”(por la propia naturaleza del lenguaje),
el objeto de goce que se es para el
Otro. Solo puede hacerse algo con eso, por ejemplo, una obra de arte,
cualquiera sea.
Acorde a
este funcionamiento de la subjetividad, el autor tan solo puede hacer que el
narrador nos relate aquella parte del saber que el
sujeto es capaz de hacer consciente:
“percatarse de todo cuanto había ido dejando
por el camino, de sus desgarros de sus pérdidas. La del pulso adecuado para
equilibrar genio y mercadeo, que le había precipitado en una tozuda persecución
de un estilo pictórico que resultaba demasiado realista , lúgubre y de factura
tan meticulosa como lenta, la de la confianza en sí mismo , en su talento y en
sus fuerzas , que solo recuperaba cuando echaba mano del alchol.la de…….”(13)
Ese real al
que hacía referencia conjuntamente con
lo imaginario y simbólico en el llamado por Lacan nudo borromeo, determinan la subjetividad para el psicoanálisis, pero pueden desanudarse como lo prueban las
diferentes estructuras clínicas, y eso puede suceder ante situaciones que
reeditan el trauma lenguajero originario
y la respuesta originaria al mismo(diferente para cada uno), dejando por
ejemplo como en el caso de Bueres al sujeto
en la desnudez más radical; a veces hay quienes como él son
capaces de hacer algo con esto, como una forma de re anudamiento, hacer arte , hacer un sinthome (Lacan) para
intentar anudarse y sostenerse , él en tanto objeto-mirada-oscura. Y eso es lo que hace Héctor Bueres y eso es
lo que hace que no pueda sino “decantarse”
(dejarse caer) “más que en un “empeño
realista”, ya que está ahí empeñado, además de empañada y oscurecida su subjetividad,
ya que su lugar como sujeto de deseo se ha perdido, y él ha devenido el objeto que
debería haber/se perdido como resto de la operación de la división subjetiva
entre el sujeto y el Otro. Pero al no poder hacerlo, podemos decir que al final cae identificado al mismo, ya que de alguna
manera su forma de morir es un suicidio muy levemente disfrazado. Aunque
también podemos decir que ese real (mirada oscura , esa nada)lo deposita en la
obra y por tanto lo anuda con lo imaginario ( la mirada, el cuadro) y lo
simbólico : en tanto deja una obra que circulará en la cultura y obtendrá
quizás reconocimiento en algún momento. Su subjetividad así renace, él es la
obra, aunque muera como cuerpo y nunca lo sepa ni pueda disfrutar del mismo.
“aquellos
cuadros sombríos y repudiados, en los que se había dejado la vista
aquellos últimos años, se revalorizarían como por ensalmo, disputados
repentinamente como rarezas anacrónicas, y prestigiados por la circunstancia
cruel de que su autor hubiera fallecido
en el olvido y la ruina. Así era el mercado de la pintura. Así su rapiña
carroñera. ( 37)
Si otra
hubiese sido la historia, y el personaje hubiera seguido vivo, y su obra reflejo de ese desmoronamiento, le hubiese
granjeado el reconocimiento del mundo
del arte, quizás eso habría hecho
posible que superar su duelo por el yo, al ser reconocido, y devenir por lo tanto en un objeto ad-mirado
por el Otro.
El arte lo
salva simbólicamente, al ser capaz de sobrevivir en su obra, y aunque va muriendo corporalmente deja una
obra valiosa, y no recurrió otras formas
más explicitas y llamativas de suicidio
para librarse de su infortunio:
“El desmoronamiento
paulatino y e insalvable de un hombre. Esa
pátina veneciana de declive literario” (¿literario o pictórico?, ¿es un lapsus del autor?) era mucho más soportable
que la fulminante alternativa de las demoliciones controladas. Que el bonzo, el
disparo, la soga, el tóxico o el colapso precipitado de la ebriedad suicida
(52)
Aunque aún así no lograra evitar su muerte
real porque “las ruinas en ocasiones ignoran la importancia del tiempo en las biografías
pretendidamente noveladas, su impaciencia acorta lo que debería demorarse y,
demasiado a menudo, las ruinas terminan por soportar mal las agonías lentas”
(52)
Podemos
pensar que lo que pierde fundamentalmente Héctor Bueres es a sí mismo , pierde al pintor que él era
para sí mismo al comienzo de su carrera artística, por lo tanto se trata de su “yo”,
y como cualquier persona ante un quiebre o pérdida que mueve los cimientos del propio
narcisismo, sufre una especie de desmantelamiento.
“desmoronamiento” o “desahucio” (24). La pena por esa pérdida que se dibuja o refleja en la pérdida de
expresividad (Expresionismo) de aspectos subjetivos vinculados a la pulsión de
vida, da lugar al invasivo predominio de la pulsión de muerte (descarnado
Realismo): de ahí el pasaje del color al claroscuro (“haber echado las
persianas al color”), de ahí la el estar “ofuscado en una pintura lóbrega y abigarrada hasta la
exasperación. Y lenta, demasiado lenta” porque la pulsión de muerte presente en
demasía en toda depresión melancólica o con tintes melancólicos , ofusca y lentifica,
o inclusive puede terminar llevando a la inercia, a esa “nada” del título o rendición (17) cuando el sujeto no logra desprenderse
del objeto que ha muerto y está identificado al vacío que es entonces su yo (el sujeto no logra aceptar
en el
inconsciente que se ha muerto, elaborar el duelo dejándolo en el pasado,
y continuar su vida.
Los
duelos patológicos testimonian la imposibilidad de separar la pérdida de un
objeto de la falta radical del Otro.)
El sujeto
entonces queda identificado con el vacío del objeto a, en este caso adherido al vacio que cubría aquel yo ideal se sí que creyó ser, o quizás haber
estado más cerca de poder ser –lo cual no deja de ser un imposible, en verdad-y siente
ya no es, y a la pena que eso le causa( la pérdida en otras situaciones puede
ser de una persona, una pareja, etc.) Cuando este sucede , “la sombra del objeto cae
sobre el yo”, como decía con admirable sabiduría poético-clínica Freud = y el
sujeto queda en un estado de “vivo-muerto, de ahí que Héctor “se había
ido volviendo tan sombrío como todo lo que pintaba”, (15), enturbiando y lentificando
así los procesos mentales psicológicos y
motrices .En la medida en que Héctor es pintor, y por tanto está identificado
con el objeto de la pulsión escópica, como le llama Lacan , al goce a- sexual la mirada, y lo que no logra perder es el objeto
mirada que él fue para el Otro del mundo artístico, y la sombra del objeto
muerto persiste haciendo que no pueda pintar más que el objeto muerto (que
paradójicamente no logra dejar morir en lo simbólico manteniendo su
identificación con él) .
“La melancolía
es la certeza íntima de que algo nuestro ha dejado irremediablemente de serlo,
A veces sus síntomas recuerdan vagamente ciertas enfermedades pulmonares. Dolor
de pecho, falta de aire, angustia”(44) y agregaría que, aún sabiéndolo, el
sujeto no logra aceptar la pérdida ya que mientras sigue penando o es que aún
no logra soltar o dejar ir al muerto o a lo muerto, porque está identificado
con su vacio, y que siempre va a estar en relación al ideal de sí mismo, al yo ideal, que ese
sujeto tiene.
De ahí que la
obsesión del pintor varias veces referida por el narrador, en el retoque obsesivo
de lo pintado, es como un intento infructuoso de reparar el objeto dañado o
perdido , ya que en la otra cara de este deseo de reparar se oculta el odio y
el deseo de destruir; la obsesión es la defensa ante el odio, como si el sujeto
luchara pincelada a pincelada por contrarrestar su propio odio al objeto, y
cuanto más intentara limpiarlo/
salvaguardarlo, más lo ensuciara, perjudicara
y arruinara y ya vemos que no logra hacerlo, ya que termina siendo una
ruina, ya que muere, y a la vez el
cuadro lo representa como un resto. También me pregunto si esa obsesión de
retocar no busca infructuosamente producir un agujero de/en el del objeto.
“La corrección” de la
obra (“hacer lo correcto” tiene connotaciones éticas) necesaria para elaborar
un duelo, pasaría más bien por el vaciado o restado…de la culpa y del odio, lo cual solo posible si el superyó afloja la
exigencia y severidad de su juicio contra
el sujeto, que por la insistencia y persistencia en retocar el mismo. Un
intento fallido de hacer un duelo, en
tanto la obsesión es una defensa del yo ante el impacto de la pulsión de
muerte, y fallida porque pintando y
repintando el objeto muerto (oscuro) no se logra perder el mismo, producir el
vacio que permita ahí el nacimiento a lo nuevo. Porque para eso se necesita separarse que es también parirse, vaciar al yo antes que nada, de la nada/muerte con que se
identifica en tanto objeto-mirada(que es
el propio sujeto), vaciarla de todo el negro -odio reprimido, y nombrado metafóricamente
en esa “exasperación” o “ese caldo de
cultivo de una ira aletargada”; dejar salir (tomar conciencia)del resentimiento
contra eso ido o perdido, y contra los que se consideran culpables de esa
pérdida, empezando por el propio sujeto- que se recrimina no haber sido capaz
de colmar sus propias expectativas o las
que dirigía inconscientemente al “objeto”(una persona, la vida o el propio arte y mundo artístico, inclusive)
que no colmó las expectativas que el sujeto depositó en el mismo.
De ahí que Héctor Bueres no estuviera en
condiciones de acceder a lo que le solicita su amigo Eusebio: “emprender nuevos
caminos en la pintura”, “distintos” porque lo nuevo, si nuevo coincide con
color y claridad, requiere haber registrado y aceptado la pérdida, haber dejado
su oscuridad la nada, en el pasado para
dar lugar a un vacío potenciador que
permita crear allí otra cosa, solo así
la libido puede volver a ocuparse de la vida, de una nueva vida. Pero Héctor
Bueres no logra dejar morir lo muerto, que podría ser básicamente esa imagen
exitosa de sí mismo en el pasado o /y la que se habría forjado imaginariamente
para su futuro que sería un ideal del yo
desmesurado dado que si había triunfado
con tan solo 20 años, era lógico, aunque no realista, (porque la vida como
dicen da muchas vueltas), que creyera
que a la edad en que se encontraba en este momento, iba a estar mucho mejor de
lo que estaba en su juventud. No logró
recrearse, pintar una imagen de sí que permitiéndole conciliar genio y mercadeo, no
le obligara a seguir respondiendo a una a la que consideraba inauténtica. Y de
ahí que “el estilo” para él “si sea un callejón sin salida, una casa sin
ventanas a la que el cerramos la puerta de llave desde dentro” (20), aunque no
del todo…
Es frente al
retrato de Tränkler que toma conciencia de ese duelo no elaborado: “se notó
tomado por una melancolía dolorosa” ( ) justo ahí porque se ve reflejado en la
melancolía que emana de ese cuadro, se ve
retratado, ve el estado anímico suyo retratado en ese doble narcisista.
Ese cuadro le devuelve su propia mirada, lo que ´´el es para el
Otro. Ahí se percata de todas sus pérdidas, digamos que toma conciencia o las
registra como tales, ahí comienza el quiebre subjetivo que luego se reflejará
en su pintura, en el cambio del expresionismo al Realismo. “
Es el no poder deshacerse del muerto en vida que el
mismo era para sí mismo como pintor además de cómo persona, lo que precipita en esa tozuda persecución de ese
estilo lúgubre, pero lo de tozuda no da cuenta tanto de su libre voluntad en
ello, como de un imperativo del orden del superyó(imperativo categórico
Kantiano), ya que más bien es una persecución tozuda del mismo lo que le obliga
a mantenerse en ese estado o camino, pintando
la nada ,pero a la vez re-creándo-se en
el dolor de la pérdida de sí mismo, paradójicamente queda vivo en sus
simbólicamente , en la cultura en sus cuadros y en especial en ese cuadro
final.
LA INTEGRIDAD PERSONAL Y LA
AUTENTICIDAD DEL ARTISTA, SU SALVEDAD, EL AMOR, a-PUESTA ¿ÚLTIMA? ¿O PRIMERA? A LA SALVACIÓN.
En esas
“aguas estancadas” (pág14) plagadas de muerte, solo un objeto parece resguardar
la vida: Alina, su mujer. En medio de los paisajes y bodegones oscuros
solamente tres desnudos que tenían la
perfección obsesiva de quien está dotado de una maestría sobresaliente para
el dibujo y en los que refulgía la carne blanca de Alina, elegantemente ingrávida, emergiendo del fondo negro como un nenúfar de
luz que flotase en aguas estancadas”.
Blancura que es también la suya propia, la de
su integridad o dignidad como artista. Y no cabe duda que ésta es la que finalmente lo
salva, aun habiendo intentado llevar a cabo su salvación como ser
simplemente terrenal que también es, por el único motivo más
poderoso aparentemente que su arte, el amor a su esposa, lo único por lo que
estuvo dispuesto a hacer una salvedad en sus principios de artista.
“ …y sobre
todas las demás pérdidas la de Alina, la que más le importaba, la única perdida
por la que estaba dispuesto a combatir, si era necesario, abrazo partido, pese
a que la intuía tan inexorable como el resto, incluso consecuencia misma de las
demás pérdidas”.
“Que otra
emoción sino el amor inclina todas las balanzas. Que otro miedo sino el de la
soledad espanta cualquier nube, para que Alina pesase más que todos sus principios,
y eso era lo que realmente deseaba, debía limpiar los cielos cubiertos”(36)
SU INTEGRIDAD ARTISTICA…
“una vez más
buscó consuelo en la compañía de A.M. Tränkler
al lado del retrato de un pintor
tan desconocido como si duda lo sería el mismo, en el futuro…, junto a un tipo que pese a todo, mantenía,
al menos en el lienzo ( o sea, en tanto
pintor, ya que como persona sentía que la había perdido), una dignidad tan
escueta como suficiente, tan oscura como decidida, lo que le otorgaba una mirada
franca, un terno planchado, una camisa con cuellos y puños limpios…”(16)
Eusebio “le
mantenía una lealtad resignada a Héctor, porque a pesar de…..era un tipo
íntegro, una rara avis en el mundillo artístico, hasta el punto de que en los buenos tiempos, y a
pesar de los cantos de sirena que tantos galeristas importantes le entonaran al
oído, nunca lo había traicionado, siempre lo había tenido exclusiva como su
único galerista”(19)
“Te estás
matando a principios, Héctor: dale una oportunidad a la mala conciencia, joder,
sálvate la vida y de paso alégrasela a esta muñeca.
_pareces un
puñetero tendero. Si no te conociera bien creería que manejas la galería como
unos ultramarinos: que está más preocupado por vender que por lo que
vendes”.(20)
¿Cómo puedes
pedirme algo así’ –le recriminó a Eusebio” ( cuando le pidió que pintara “sus
pinturas falsas ” imitándose a sí mismo
en las pinturas de su juventud ) (28)
“Pero que
mantenía en pié a un hombre tan
golpeado, sino la voluntad de seguir pintando como deseaba y de seguir
queriendo con ilusión. Era, sin duda una ejemplar suerte de decencia. Si ni eso
era posible, si no podía pintar y vivir con el corazón entre las manos, aquel
cuerpo terminaría por precipitarse al suelo como la sábana abandonada de un
fantasma. Inerte y arrugada. Esa era la pérdida que le dolió a Alina” (44)
porque en ella se perdía también ella misma, sus ilusiones- agrego yo- , por
eso en la incineración, una vez muerto aquel, más que triste o culpable, se sintió vacía”(57)
Pero el intento finalmente fallido de Héctor por
salvarse la vida, por encima de salvar al artista , fingiendo ser el artista que ya no era, , solo tenía sentido por el amor, pero una vez
abandonado por su mujer, ya su
vida dejaba de importar; y por eso en su última obra su retrato es
original, auténtico.
...¿ Causa no suficiente del amor de su
mujer?
“Héctor es un buen pintor. Tal vez algún día
esos cuadros que ahora no vende, valgan una fortuna”
-Quizás
tengas razón querida-replicó Eusebio-pero, a veces ni el arte merece la pena:
la vida es demasiado corta. (31)
¿ O será
precisamente que porque es demasiado corta el arte sí merece la pena…¿Cómo
forma de alargarla sobreviviendo en la obra?
SOLAMENTE QUIEN AMA CREE EN LA FALTA
DEL OTRO como en la propia.
“Amar es dar lo que no se tiene a
quien no lo es”.
Yo te amo, pero porque inexplicablemente amo en ti algo
más que a ti -el objeto a minúscula-, yo te mutilo." Jaques Lacan.
Dar o intercambiar por tanto una
“falta del objeto” con quien
queremos y por tanto a quien creemos. Y
así creamos la promesa engañosa de plenitud con otro que nunca jamás puede
complementarnos porque sencillamente “eso” no existe, es una falta.
Ella creía
en su pintura. Muchas veces había intentado, incluso convencer a Eusebio de que
era solo una cuestión de tiempo que de nuevo el mundillo de la crítica
pictórica volviese a reconocer el talento de Héctor”… (43).
“Ella siempre creyó en esos puñeteros
claroscuros tuyos. Quizás tuviera razón: Quien sabe si cualquier día de estos
un crítico chalado te devuelve a los altares” (46)
Creer en su
pintura es creer en el objeto que falta, acá ese objeto llamado objeto a por
Lacan es la mirada, creer en sus cuadros es creer en su mirada. Y a
Alina él la conoce precisamente
posando desnuda para los pintores. En ambos el objeto de goce sexual
fundamental es la mirada, uno mirando y haciendo con la mirada, y la otra, dejándose
mirar y dejándose hacer (pintar),ser (con) la mirada, podríamos decir o La
mirada que otorga el ser al sujeto en este caso. Y la desnudez blanca de su
cuerpo ofrecida como un lienzo, ofrecida nuevamente a los ojos de otros pintores, a causa de otra desnudez:
la de su esposo, que estaba en cueros, en pelotas, o más bien sin pelotas, en
la propia falta, castración.
La mirada es
un objeto de goce que a-nuda/n al amor. Y es
la falta de ese objeto lo
que produce “el encuentro”, ella en la
búsqueda de una mirada y él presentándose como “teniéndola” o siendo
capaz de crearla con su pintura. Crearla a ella, ser ella su mirada, que sea
pintada esa “carne blanca”, que el
vacio/desnudez de la carne sea
recreado mediante la pintura. Pero, hay miradas y miradas, y la de
Héctor ya no era la de antes.
Y en la demanda de una mirada de amor también hay desencuentro: cuando
desde el amor demando una mirada, lo que hay de insatisfactorio y siempre
fallido es que nunca me miras allí donde te veo, y, a la inversa: lo que miro
es lo que no quiero ver.
EL RECONOCIMIENTO DEL
ARTISTA.
Un tema que
es importante en el Arte y que el autor plantea en el III capítulo de la novela,
es el del reconocimiento permanente o perecedero de una artista y la
importancia que tienen en el mismo no solamente la obra del creador, sino los
otros, el medio en el que el creador hace su obra: “De modo inesperado se
ganó el favor de la crítica; su obra era ciertamente original. Pero no siempre
l nuevo cuaja. No debe desdeñarse la decisiva importancia que en toda acogida
posee la correcta definición de lo recién llegado, su acotación, su
explicación, su explicación, su taxonomía. Ahí fue posiblemente donde tuvo de
su parte una no desdeñable conjunción de circunstancias favorables “y en este
caso,”la innovadora etiqueta” de Expresionismo geométrico, diríamos que dio en
la diana, y eso le permitió convencer y vender.
Otro tema
estrechamente conectado con el anterior, el cual el autor también da a la
lectura y reflexión del lector, es el de los criterios de definición de lo
artístico y de los agentes de dicha definición en este mundo artístico
esperpéntico en que en realidad vivimos: “en este universo pictórico que acoge por igual a genios y farsantes, a
mercaderes sin escrúpulos y coleccionistas maleables”.
¿Y el
escritor?, ¿qué retrato nos pinta del personaje? ¿Expresionista o realista?¿ O
el expresionismo no es acaso una forma exagerada, deformada y por tanto enriquecida, simbolizada del
Realismo? Aunque tampoco en el Realismo el objeto creado se corresponde con
ningún real objetivo exacto, porque lo real está siempre perdido, la realidad
es una construcción del sujeto.
LA POIÉSIS.
“La matriz de toda creación es la nada o,
dicho de otro modo, la creación de la nada es el acto que precede a toda
creación” José Ángel Valente , Elogio del calígrafo.
Todo acto
creativo requiere una muerte, ya que se hace u origina algo nuevo, original en
el sentido de origen, si hay un vacío. Crear implica dar muerte a todo lo
anterior: lo que me viene del Otro, y he hecho en parte propio al identificarme. Y
aunque eso tomado de otros (en el caso del pintor, estilos de otros pintores, diferentes escuelas
pictóricas) o de sí mismo (la obra anterior realizada por el propio pintor), siga siendo
tenido en cuenta, siendo incluso
asimilado en la nueva obra, al hacerlo
de otra manera ya se lo está “matado” simbólicamente, para dar lugar a una
re-creación. No se crea desde el vacío
absoluto, pero eso es crear, eso no aminora
la autenticidad ni originalidad de una creación. Obviamente un creador
puede romper de forma más o menos
radical con toda la creación
anterior en un arte, incluso con su
propia obra.
Teniendo en cuenta esta lectura, podemos leer “el quiebre” entre la complicidad de Héctor
Bueres y el público como la que se alude
en la obra aluda a un cambio , a un posicionamiento diferente respecto a sí
mismo como pintor y por tanto respecto a la pintura, aunque obviamente dicho
cambio habrá de estar determinado por situaciones vitales que la persona haya
transitado, ya que ninguna obra de arte es independiente de las circunstancias
vitales de su creador.
Y el
personaje, como ya dijimos en el mismo acto que muere nace, ya que Héctor
Bueres identificado al objeto muerto cae
porque al perder su última esperanza que era su esposa, quien lo abandona, se
entrega a la pulsión de muerte , su salud se deteriora cada vez más , incluso
podría decirse que se dejó tomar por la muerte tomando como lo hacía, pero es
capaz de pintar-se desde esa decadencia en su decrepitud futura. Siendo capaz de saber hacer algo
valioso con su goce, una obra de arte , el artista en la expresión de su máxima
originalidad nace a partir de esta muerte, y se salva, porque sobrevive en su obra, la cual cobra su
sentido artístico en tanto es capaz de
hacernos sentir reflejados, en este caso no sin cierto horror o pena, en la misma.
Hace cuadro
no solo técnicamente magistral, como dice el narrador, sino afectiva o
humanamente magistral.
A veces es
necesario dejar morir o matar al hombre para que pueda nacer el artista. El
mundo artístico está repleto de estos casos, “dejarse hasta los huesos y la
piel” en la obra, como hace metafóricamente el pintor en su último cuadro, porque
en definitiva para un auténtico artista su obra es lo único verdaderamente importante, ya que él es su obra.
Al morir Héctor Bueres deja caer la nada que era, y que somos
todos en tanto cuerpos mortales, ese resto, y eso que s-obra hace obra. Para que sobreviva el artista,
Héctor paga con su cuerpo, lugar de sostén del yo donde creemos en vida ser….lo
poco que en verdad somos.
Y
la nada al fin, la muerte en las vísperas siempre, como potenciadora de toda creación.
Y por eso
“en Selva es prima-vera”.
Y por eso,
aún siendo su arte oscuro, y sobre todo por serlo, no tendría por qué ser
rechazado o dejado de lado por el
público, ya que es auténtico, íntegro y
original ya que pinta lo que es nuestro origen y destino final ya que ¨venimos de la nada y vamos hacia la nada”, pinta un aspecto o estado del ser humano ,o
del no ser más bien, que efectivamente
es real, no hay nada más real que eso,
esa nada o vacio oscuro de la
muerte que anida en cada uno de nosotros, pero sucede que como dice la
película cuyo título me ha venido a la
mente en varias oportunidades mientras escribía esto: “Nadie quiere la noche” ,
nadie quiere saber nada de la noche que a todos nos habita y espera, nadie
quiere, o muy pocos , saber y leer o mirar esa oscuridad, menos en una sociedad
como la actual donde se proclama y programa la felicidad y las Diosas Ciencia y
Tecnología aúnan sus empeños en una promesa, más que del Paraíso, de la vida eterna, y donde hay tantos objetos
que promueven la letárgica calma evasiva de cada vez más especializados
paraísos artificiales.
Y sin lugar
a dudas, “el cuadro” último de nuestro pintor es genial porque es original.
Origen de una artista, un pintor, original
como lo es la obra de cualquier artista que se juega su ser en su arte,
porque solamente puede darnos a ver o leer un determinado aspecto de nuestro
ser humanos, quien ese aspecto ha vivido, y
ha sabido hacer obra con eso hasta las últimas consecuencias. Abordando
lo esencial del ser humanos en toda
poiesis , el artista nos ayuda a sumergirnos convenientemente protegidos por
la escafandra de la fantasía,
también hilo de Ariadna salvador , en los parajes abisales de nuestra
alma, donde habitan nuestros más temidos
monstruos- Minotaurio para conocernos, entendernos, pensarnos, aceptarnos
y acompañarnos a nosotros mismos en
nuestra desconsolada endeblez desnuda, y deberíamos darle valor , reconocer y
rendirnos ante la grandeza de su obra, y agradecer la enorme oportunidad que la
vida nos brinda haciendo que existan personas capaces de ser grandes creadores,
y poniendo a nuestro alcance la maravilla de sus obras.
Esta obra
definitiva y definitoria nuestro querido pintor la realiza estando ya instalado
completamente en su propio desahucio
subjetivo, ya habiendo perdido absolutamente todo, hasta la última de
sus esperanzas de salvación de su cuerpo, el amor de su mujer, y aún más a su
propia mujer, a quien ni siquiera la conmiseración o “el reconocimiento de que “nunca había
conocido a alguien tan íntegro. A nadie cuyas palabras, como las de él,
carecieran de envés” o el hecho de que “le tuviera un afecto distinto que el
amor, más inquebrantable”(30), pudieron disuadirla de su decisión ante lo
insostenible de que “la martirizara que aquello que admiraba en su marido se
fuera volviendo poco apoco más intangible, que se hubiera ido convirtiendo en
una especie de alma sigilosa, incorruptible y agazapada en los adentros,
inaprensible y lejanísima bajo la ruina creciente del abandono con que se había
rendido a la crudeza de la vejez y a la erosión de las copas, el insomnio y los
fracasos”
Esa obra era
un autorretrato en el cual se representa a sí mismo “como se veía por dentro”,
el derrumbe psicológico y moral, un retrato de como se imaginaba que sería unos
meses o unos años después, y de su decrepitud tomando como modelo el cuadro de
M. Tránkler pintado por Albert Henrich
Vale la pena leer detenidamente este capítulo prestando atención a cada
detalle que el narrador incluye en la descripción que hace respecto a este
retrato.
De esta
descripción he de comentar que el detalle de la calavera pintada por debajo de
la superficie delicada del velo de la piel, dando cuenta precisamente de lo que
la misma oculta: “la carcoma que habita
en todo hombre”, me hizo acordar de forma inmediata a el cuadro de Holbein (hohle
bein significa en alemán «hueso hueco); “Los embajadores” donde aparece un
cráneo deformado por anamorfosis, aunque en esta obra en la medida en que los
personajes retratados engalanados en exceso, son personas que socialmente ocupan lugares importantes y
poseen valiosos objetos acordes a dicha posición, están al igual que todos
destinados a la muerte, aunque con tanto
lujo, se pretenda negarla u ocultarla. (2)
Otros aspectos importantes del cuadro son el talón del cheque que asomaba
por el bolsillo de la chaqueta, cuyo importe que podía leerse, era el mismo que
le habían pagado por los cuadros fingidos, que solamente había aceptado
hacer en un manotazo de ahogado por salvarse
por amor, y una carta donde se veía la
firma de Alina, carta de despedida que le dejó el día en que lo abandonó luego
de haberlo engañado con otro hombre durante un tiempo, y “de haber yacido una
última noche con él “de la manera más humillante en que se consiente el amor:
por pura pena.
Su inversión amorosa falla y la libido que intentó re-situarse o renacer en
la vida merced al amor de su mujer tampoco resulta, y le vuelve sobre sí mismo
de forma mortífera, ya que el dinero con el que esperaba recuperar a su mujer y
a su vida, lo utilizará en “beber hasta perder el sentido” y la vida.
Con ello solamente le quedará hacer una última obra, hacer d ela s-obra del
Otro en que devino, una obra que según las palabras de Alina
era : “un óleo que por encima de todo resultaba sobrecogedor”…
(sobre-cogía= tomaba en un más-el menos fi de la falta- a quien lo contemplaba)
Es por eso
que ella al final “veía en ese cuadro memorizado u reflejo insalvable que
eclipsaba las pinturas de Sómbix “,su amante y nueva pareja: “esos lienzos que
el pintaba”, donde un trozo de color avivaba lo sobrio, un emplaste de óleo cicatrizaba grietas , una luz cálida
(iluminaba) en cualquiera de los cielos” “se le antojaban tan falsos como
fotografías retocadas, tan ingrávidos como decorados de cartón que tuvieran por
reverso el vacio” , y “eran tan distintos a
lo que ella aún traía en la retina grabado a sangre: el autorretrato de
Héctor Bueres, la tensa pulsión de la calavera presionando un rostro tan
etéreo, que era poco más que gasa, el trazo casi invisible de unas flores
abandonadas, la pústula infectada de un cheque bancario, la culpa habitándolo y
desahuciándole al tiempo la vida que le quedaba”
“Esas
pinturas que en nada se parecían a las de Héctor, que se te agarraban al
estómago como las obsesiones. Que eran obsesiones .Y ante las que por tanto,
cualquier intento por arrinconarlas, por olvidarlas en la consigna de una
estación , por arrojarlas precipicio abajo, por despreciarlas, por fingir que
se nos habían borrado de la memoria, cualquier intento por poner con ellas
tierra de por medio, siempre sería un intento en vano”
La pintura
de Héctor conmociona el cuerpo (se te agarraban al estómago,
se graba a sangre en la retina) porque su pintura en lugar de avivar lo
muerto, cicatrizar las heridas y hacer cálidos los cielos, cubriendo falsamente
el vacío, o esa nada que ha todo nos habita, la deja al descubierto, en carne viva, el
horror. “No obstante, la imagen del
horror no deja de ser un velo ante lo real, dado que la imagen mitiga el horror
mismo. El objeto a, en Lacan o “la carne del mundo”, en Merleau-Ponty son
el soporte invisible de lo visible, la ausencia en la presencia. Wittgenstein,
dirá en el Tratactus, “seguramente hay lo
inexpresable, eso se muestra”, se muestra como algo presente aunque no
representado o como una visión alucinada.
Estas dos consideraciones: el objeto que nos mira y la división subjetiva que provoca esa mirada, junto a, la imagen del horror como velo del horror mismo, están presentes en la obra que crea Héctor Bueres…“el horror apunta a la verdad. ..Giorgio Agamben, se refiere a la nuda vida, “la vida abandonada” como característica de la Modernidad, pues en esta, la excepción es la regla. El homo sacer, como figura generalizada, es una figura que solo cuenta con su cuerpo, desprovista de derechos, está expuesta a la muerte. Hay una cierta resonancia, a pesar de sus diferencias, entre la nuda vida de Agamben y “el proletario” de Lacan, proletario que solo cuenta con su cuerpo. Esta escultura muestra el cuerpo expuesto al goce del Otro.(“Lo que el arte muestra la Psicoanálisis”, Juan Bordes o la nuda vida, colpsicoanálisis-madrid.com)
Jugarse por
la subjetividad en el arte deja al sujeto también mucha veces en al nuda vida
en esta sociedad actual.
Como también
lo supo Sara Meyer, la Judía que “creyó
allí en la resurrección de la vida después del holocausto”… mirando el mar en
los atardeceres cárdenos con ojos húmedos de alegría y de rabia, pues se sabía
envejeciendo en el paraíso sin que el paso del tiempo la hubiera librado de
la oscura memoria”, del horror de lo real.
Porque solo es ARTE el que marca, el
que deja huella en el cuerpo y no se logra olvidar, ¿sin llegar al “Realismo traumático”? (Foster) Para Foster la clase de arte
mencionada anteriormente rasga o sugiere que la pantalla-tamiz, el lugar donde
sucede el armisticio entre el sujeto y la mirada, está rasgada, y por esa
pantalla rasgada penetra lo Real. Por tal razón este tipo de arte se alejaría
de la concepción Lacaniana del arte en tanto que doma-ojo y trampa para la
mirada.
Y reitero:
“Donde hay
función cuadro hay arte, donde la función está ausente no hay arte. La primera
está en referencia a la tyche, en el sentido en que la obra de arte debe tener,
para ser considerada como tal, la capacidad de producir un encuentro con lo
real. Pero este encuentro se funda sobre la inversión de la idea de aprehender
la obra: no es el sujeto el que contempla la obra, sino que es la
exterioridad de la obra que aferra al sujeto.
Por lo
anterior, también “Vísperas de nada” es Arte.
Y por eso “en” y “con” esta obra Héctor Bueres
se salva, ¡y vaya si se salva! …¡Selva!
“Era primavera (prima vera) en Selva, lucía un
sol tibio, los árboles estaban en flor y los payeses tenían la certeza de que
sus campos anunciaban en el perfume y la textura de la tierra, la promesa de un
verano clemente”(59)
Y “la primavera en Selva se cuela de
los almendros. Crece en sus ramas: vuela desde
ellas como un polen luminoso. Lo llena todo. Lo perfuma todo… ”(58)
“Alina pensó en los acantilados de la
isla: el atardecer les limaba las aristas. Como si a un león bastase con
cortarle las uñas para amansarlo. Aunque no podía oírlo, sabía que bajo sus pies
ardía un horno. Que las llamas tenía también el color del crepúsculo. Que
quizás empezaban también a limarle las garras al tiempo”(57)
Como también se salvó Gregor Samsa/Kafka :
Mientras charlaban, el señor y la señora Samsa se
dieron cuenta casi a la vez de que su hija, pese a que con tantas
preocupaciones había perdido el color en los últimos tiempos, se había
desarrollado y convertido en una linda joven llena de vida. Sin palabras, entendiéndose
con la mirada, se dijeron uno a otro que iba siendo hora de encontrarle un buen
marido.
Y cuando, al
llegar al final del trayecto, se levantó la primera e irguió sus formas
juveniles, pareció corroborar los nuevos proyectos y las sanas intenciones de
los padres. ( final de “la Metamorfosis”)
BREVE PARALELISMO ENTRE " VÍSPERAS DE NADA Y “LA
METAMORFOSIS”
En ambas
obras el personaje principal sufre una transformación producto de la pérdida de
la subjetividad, o de lo que entendemos como un desmoronamiento del yo, o
perdida de la imagen narcisista. Acorde a ello, en ambas la mirada es el objeto
pulsional fundamental al que el personaje principal se identifica , el cual despojado
del velo imaginario simbólico, aparece en su vacio como “la cosa” , en uno como
el horrible insecto, y en el otro como retrato oscuro con las características
propias de la pulsión de muerte. En ambos, el personaje principal cae
identificado al desecho o resto de la operación simbólica de la castración o división entre el sujeto y el Otro, aunque
en la obra de Kafka la propia novela opera un anudamiento simbólico de lo imaginario
con la muerte del insecto como resto que cae , y la hermana doble narcisista de
Gregor/Grete, al final encarna la re-
construcción imaginaria del sujeto por
desplazamiento o metonimia , mientras en
la obra de José Carlos Díaz el desanudamiento de lo imaginario da lugar a
la irrupción de un real (retrato oscuro)que es reanudado mediante la pintura,
que se intentaría anudar a lo simbólico en
su circulación por la cultura. En la obra de Kafka la pérdida de la subjetividad está planteada en
términos expresionistas en la presencia inicial abrupta del insecto, dando
cuenta narrador así, de la irrupción de
lo real en la realidad, produciendo un
impacto/corte enorme en el lector, corte que es con lo simbólico y que la
novela re-nuda, ya que a medida que la
leemos vamos pudiendo saber por qué y cómo llegó a esa transformación el
personaje principal, Gregor Samsa. En la
obra de José Carlos Díaz esa pérdida subjetiva es tratada de manera realista o con los parámetros de la Nueva
Objetividad en el retrato de sí mismo.
--------------------------------------------------------------------------------------------------
(1) Lacan acerca de la melancolía dice que el melancólico rechaza el inconsciente y que por lo tanto “es en la falta de
palabras donde la depresión encuentra su existencia. En la clínica se comprueba
que el sujeto encuentra siempre razones para explicar sus variaciones de humor,
efecto de un encuentro que es siempre el encuentro con la falta, de donde surge
un agudo sentimiento de impotencia. Ante la impotencia, el sujeto no encuentra
muchas veces otra salida que la de "hacer algo." La imposibilidad de
la palabra se acompaña del imperativo de hacer.
Ya en su Carta 73 a Fliess, Freud planteaba que la ética consistía en continuar diciendo más allá del impedimento de los "estados de humor" que hacen obstáculo al avance de su análisis. Dichos estados impiden el acceso hacia lo que su intuición lo empuja: hay algo en él en reserva. Así, los elementos depresivos hacen obstáculo al inconsciente y a una exigencia ética: el buen decir. Los duelos patológicos testimonian la imposibilidad de separar la pérdida de un objeto de la falta radical del Otro.
En este punto podemos encontrar allí una relación con "la muerte de la Cosa originaria", esa simbolización primera, así como la del sujeto, que desaparece en el instante de su nominación significante, "constituyendo la eternización de su deseo" (Op.cit., p.307). Si se trata del sacrificio de la parte narcisista del sujeto subordinado al sacrificio simbólico mismo, es en todo caso el rechazo de esa muerte, al mismo tiempo que el rechazo de la simbolización del objeto lo que sólo deja por resto esa parte narcisista del hoy. Hay rechazo del objeto pero sin simbolización y, en el lugar del objeto del fantasma que produce lógicamente la operación simbólica, sólo queda una imagen que el sujeto melancólico intentará atravesar en el acto suicida para alcanzar su ser, a. (Harari, R., 1993)”. En Melancolía: un obstáculo al deseo Coralia Echeverría Fernández pepsic.bvsalud.org
¿Cómo
asociar el pasaje al acto final y el rechazo del Inconsciente?
Desde Lacan decimos que el rechazo del deseo y el no querer saber nada sobre su inconsciente es la clave de la posición subjetiva del deprimido. La apuesta teórica de la melancolía se funda sobre un rechazo forclusivo definitivo de la falta: "Sin falta y sin deseo, el melancólico pasa de la exultación de estar ilusoriamente colmado a la desesperación de haberlo perdido todo." (Juranville, 1993: p. 41)
Decimos que la depresión es uno de los recursos empleados por el sujeto para no afrontar el riesgo del deseo. El deseo inconsciente, motor de la vida psíquica, imprime su huella en cada uno de nuestros actos y elecciones. Si bien es cierto que todo sujeto se encuentra en cierta medida dividido respecto a su deseo, el ser incapaz de reconocerlo de manera directa o el no poder apropiarse de él tiene un efecto. Ciertamente, la relación del ser hablante con su deseo es siempre conflictiva.
En otras palabras, la depresión es un modo de renuncia frente al deseo y un no querer hacerse cargo del conflicto que implica. Por ello, Lacan supone que se trata de una cierta cobardía moral que se expresa en la falta de entereza del sujeto para enfrentar la vida.
La investigación ha demostrado que dar la espalda al inconsciente tiene su precio. El sentimiento de culpabilidad que afecta con frecuencia al deprimido lo lleva en ocasiones a buscar procurarse un castigo por una falta que desconoce. Esta culpa no siempre se refiere al daño cometido a otros; muchas veces estamos en falta con nosotros mismos, nos traicionamos cuando traicionamos el deseo que nos habita.
Así del mismo modo que decimos que la depresión es un obstáculo al deseo, podemos afirmar que el deseo es el mejor remedio contra la depresión”.
En “Melancolía un obstáculo al deseo” Coralia Echeverría Fernández,pepsic.bvsalud.org)
(2) La pintura de Holbein es comentada por Lacan como la fuente de la cual
extraer un saber aplicable a toda obra de arte: la función cuadro. La
concepción lacaniana de la función cuadro se emancipa de cualquier sistema
clasificatorio de las artes para indicar, por el contrario, un criterio
diferencial interno al arte como tal. Donde hay función cuadro hay arte, donde
la función está ausente no hay arte:“¿Cómo podríamos, en consecuencia, definir
la ‘función cuadro’? Ponemos de relieve al menos dos significaciones. La
primera está en referencia a la tyche, en el sentido en que la obra de arte
debe tener, para ser considerada como tal, la capacidad de producir un encuentro
con lo real. Pero este encuentro se funda sobre la inversión de la idea de
aprehender la obra: no es el sujeto el que contempla la obra, sino que es la
exterioridad de la obra que aferra al sujeto.” (Recalcati, 2006, 22)
Lacan considera que la anamorfosis es un modo privilegiado para figurar el vacío , la nada de La Cosa, y no sólo porque en esta anamorfosis aparezca el signo de la muerte , sino porque como procedimiento visual implica en sí mismo una aniquilación de la imagen “para hacer resurgir algo que esté allí donde uno no sabe ya que hacer – hablando estrictamente , en ningun lado.” En este sentido el interés de la anamorfosis radica en que nos indica que ” buscamos en la ilusión algo en lo que la ilusión misma de algun modo se trasciende , se destruye.” La anamorfosis se esfuerza por hacer de la obra de arte el soporte de la realidad de La Cosa en tanto que escondida. Podría afirmarse que la anamorfosis es el paradigma del arte en cuanto que toda obra de arte es siempre el esfuerzo , más o menos logrado para representar lo irrepresentable de La Cosa”. En “La creación artística: entre la belleza y el horror”, Dolores Castrillo, nucep.com
------------------------------------------------------------------------------------------------------
FRAGMENTOS DE TEXTOS SOBRE DIFERENTES
CUESTIONES TRATADAS EN EL TRABAJO.
EL OBJETO A COMO MIRADA: LA “FUNCIÓN CUADRO”.
LACAN Y LA OBRA DE ARTE EN EL SEMINARIO 11
Según
Lacan, en la obra de arte, el artista se impone como mirada,ese podrá ser su
estilo, su síntoma o su nombre: Voy a proponer la tesis siguiente -ciertamente,
algo que tiene que ver con la mirada se manifiesta siempre en el cuadro. Bien
lo sabe el pintor, porque su elección de un modo de mirada, así se atenga a
ella o la varíe, es en verdad su moral, su indagación [...]. Aún en los cuadros
más desprovistos de mirada, o sea, un par de ojos, cuadros donde no hay
representación ninguna de la figura humana, tal o cual paisaje de pintor
holandés o flamenco, acabarán viendo, como en filigrana, algo tan específico de
cada pintor que tendrán la sensación de la presencia de la mirada.” (Lacan,
1964, 108)
Si
bien Lacan circunscribe la deposición de la mirada en el goce estético, debe
tenerse presente, asimismo, que destaca que hay toda una pintura que se
mantiene fuera de este campo: el expre-sionismo; además, si bien sostiene que
la relación entre el pintor y el aficionado [...] es un juego, un juego de
trompe-l’oeil” (Lacan, 1964, 109), más interesante aún es que Lacan afirme que
en esta referencia al engaño intrínseco a la pintura no hay ninguna alusión a
lo figurativo. Quiere decirse con esto que la teoría lacaniana de la pintura no
se propone distinguir modalidades de la representación artística, sino cernir
el estatuto de la apariencia y la condición de posibilidad de lo visible. La
función de la mancha, el punto luminoso, todos los componentes de la estructura
del dar a ver, dan cuenta del arraigo de la obra de arte en la carne del
cuerpo, habitando un mismo agujero.
“Uno
de los juegos más fascinantes es encontrar en el cuadro la composición
propiamente dicha, las líneas de separación de las superficies creadas por el
pintor, las líneas de fuga, las líneas de fuerza [...]. En un cuadro, en
efecto, siempre podemos notar una ausencia.” (Lacan, 1964, 115)
EL HORROR NO- VELADO.
Fragmento de:
“La creación artística: entre
la belleza y el horror”. Dolores Castrillo
“El joven
Nietzsche en el “Origen de la Tragedia” concibe
a la misma como un “coro dionisiaco que se descarga siempre de nuevo en
un mundo de imágenes apolíneas”.
“Para Nietzsche aquello que está
en el origen de la tragedia como su causa es el horror dionisiaco: “El griego
sabía de los terrores y espantos de la existencia; para poder soportar la vida
se veía obligado a colocar ante sí el esplendoroso ensueño de las divinidades
olimpicas”. Dionisos es el fondo de horror sobre el que Apolo, para volver la
vida soportable, borda el velo de la bella apariencia. Así el instinto apolíneo
de lo bello brota del horror dionisiaco , nos dice Niezsche, tal como “florecen
las rosas sobre una rama de espinas”.A traves de su indagación sobre la tragedia Nietzsche le asigna a la creación artistica una causa y una función , respecto a las cuales el psicoanálisis , con todas las matizaciones precisas no podría por menos de adherirse: en el fondo lo que Niezsche está diciendo en su lenguaje filosófico no es tan distante de lo que Freud , desde otra perspectiva, plantea: la creación artística es un modo de domeñar el horrror, y así elaborando como placer lo que es dolor, el arte ha sido capaz de producir consuelo. Cabe decir de modo general que hasta nuestro siglo la creación artística ha buscado alcanzar su propósito a traves del velo de la belleza. ¿Pero de que naturaleza es este velo de la belleza? ¿Es simplemente un engaño tejido para ocultar la verdad del horror?. ¿Y por otro lado en qué consiste, como hemos de pensar ese horror que se hallaría tras la cortina de lo bello?
Desde el agujero de la castración femenina de cuya visión hororosa se protege el sujeto perverso desplazazando y fijando su mirada fascinada en el objeto fetiche, hasta cierta Cosa a modo de un agujero instalado en el corazón mismo del psiquismo que Freud nombra como Das Ding, el psicoanálisis ha vinculado el horror , en sus diferentes modalidades, con el vacío. Pero a su vez , como veremos, la conceptualización de Lacan nos permite entender , que el vacío no es sino un modo de figurar espacialmente lo in nombrable.
El vacío ocupa una función preeminente en la creacion artistica, así lo supo ver , entre Freud y Lacan , Melanie Klein. Para Lacan se trata de un vacío generado por el lenguaje , por la pérdida de ser que introduce el significante. Segun Lacan nada falta en lo real si no es por la introducción del significante. Y el vacío en su espacialidad , no es sino la representación metafórica de aquello de lo real que padece por su relación con el significante.
EL VACIO Y LA COSA EN EL ARTE.
"vacío" bajo la
apariencia de un sentido múltiple, sino que es un "excedente de
sujeto"” (Kristeva, “Cómo hablar” 97). El lenguaje poético opera en el
registro del lenguaje y pone a su vez en funcionamiento un componente que opaca
el sentido; a pesar de rodearse con el manto simbólico del lenguaje, el trabajo
de la poesía nombra lo innombrable a partir de la ausencia; el vacío organiza el universo poético para darle forma
universal; teóricos como Freud, Lacan, Barthes o Kristeva han intentado
teorizar esto innombrable: Das Ding, el objeto “a”, lo real, sucumbiendo
siempre frente a esta imposibilidad. Para los poetas se trata de buscarlo en el
ejercicio mismo de la poesía. En el análisis del texto mutisiano veremos cómo
opera este objeto que no se puede nombrar y que el poeta mismo sabe de su
impotencia frente a su representabilidad, busquemos las palabras más antiguas,
las más frescas y pulidas formas del lenguaje, con ellas debe decirse el último
acto. Con ellas diremos adiós a un mundo que se hunde en el caos definitivo y
extraño del futuro (Á. Mutis, “Programa para una poesía” 30).
Gerard Wacjman en su
artículo “L ́art, la psychanalyse et le siècle” (2000) destaca igualmente como
la imposibilidad de la representación es una de las características
fundamentales de un tipo de objeto de arte de finales del siglo s.XX; la
pintura abstracta suprematista de Kasimir Malevitch Carré noir sur fond blanc (1918)
es un ejemplo de ello Wacjman plantea que el artista ruso rechaza la imagen y
en contrapartida propone una “experiencia de la ausencia del objeto,” el objeto
es esta ausencia, real, opaca que nos señala la imposibilidad de la
representación. También señala cómo la lógica del no todo,
del resto, es también una constante
en la representación plástica de finales del siglo XX, para él la figura de la
ruina vuelve a opera r al interior del campo estético contemporáneo.
La ruina no sólo representa
una realidad nefasta del siglo XX como consecuencia de las dos guerras
mundiales, si no que Wacjman la define como “l ́objet-en-tant-qui ́il-parle, l
́objet devenu bavard.., réduit à l ́état de trace, de signe” (30).
Destaca la ruina en tanto
“representación estética construida,” ya que es un objeto en donde el trazo –en
sentido derridiano– da cuenta de algo que no es posible nombrar ya que
pertenece al registro de lo real. Sobre esta característica Wacjman pone como
ejemplo el film de Claude Lanzmann Shoah (1985), ya que para él, “Shoah est
désormais le nom impérissable de l ́innommable que forme l ́entraille de ce
siècle” (33).
Shoah es la palabra hebrea
que utiliza Lanzmann para hacer una Representación estética –en 35mm y en más
de 9 horas de documental– de uno de los eventos más catastrófico del siglo XX:
el deliberado asesinato masivo de civiles judíos , homosexuales, enfermos
mentales, gitanos y otros prisioneros de guerra por parte de los nazis durante
la segunda guerra mundial.
Lanzmann intenta darle un
lugar simbólico a aquello que no fue nombrado
apropiadamente desde el
comienzo, un real que se resiste a ser simbolizado, aún por aquellos que
sobrevivieron, y lo logra al darle el nombre de Shoah
Esta palabra Shoahen tanto
signo, después del trabajo de Lanzmann, es utilizada por todo aquel que quiera
referirse a este evento, aún si no ha visto el documental ¿Qué es posible ver
en el film? Ni los muertos apilados, ni los nazis juzgados. Se asiste al
testimonio, al vacío, al espacio mudo que habla más que otros intentos
cinematográficos como Schindler ́s List(1993) de Spielberg y aún el material
documental de George Stevens cuando ingresa a Auschwitz con su cámara de
reportero junto con las tropas norteamericanas. El film de Lanzmann tiene
dos características que destaca
Wacjman: muestra una “verdad histórica” y ocupa un lugar de “transmisión,”
cumpliendo a su vez un papel fundamental en tanto sigue la idea de Benjamin
sobre la obra de arte, al decir que ésta “no es un reflejo de su tiempo, ella instaura
un tiempo, una
nueva representación de
algo que antes no existía” (33). El artista da acceso a algo que no podía verse
anteriormente, que quizás no existía, a ese real irrepresentable, innombrable,
que de algún modo logra evocar con su obra, y que constituye un aporte
fundamental al campo de laestética contemporánea. (En “¿Las fiebres?...ya las tengo!”: Melancolía y fadingdel yo en tres
textos de Álvaro Mutis. Andrés Arteaga-Uribe)
No hay comentarios:
Publicar un comentario