lunes, 15 de junio de 2015

“UN ESFUERZO DE POESÍA”




                                  "Ríndase, como yo me rendí. Bucee en lo que usted
                                   no conoce como yo buceé. No se preocupe entender,
                                   vivir traspasa todo entendimiento.

                                         Clarice Lispector.




ME FALTA UNA PALABRA.
Me falta una palabra, una palabra
sólo.
Un niño pide pan; yo pido menos.
Una palabra dadme, una sencilla
palabra que haga juego
con...
Qué torpes
mujeres sucias me interrumpen
con su lento
llorar...
Comprended: cualquiera de vosotros,
olvidada en sus bolsos, en su cuerpo,
puede tener esa palabra.
Cruza más gente rota, llegan miles
de muertos.
La necesito: ¿No veis
que sufro?
Casi la tenía ya y vino ese hombre
ceniciento.
Ahora...
¡Una vez más!
Así no puedo.

(Angel González)





Para mí, además de ser de una belleza deslumbrante, este poema de Angel González es alumbrante y acalambrante( produce efecto en l cuerpo obviamente), para que los psicoanalistas tomen atenta nota porque ahí está “lalangue”, ahí está el trabajo con la letra.

“Una sesión de análisis es siempre un esfuerzo de poesía, una playa de poesía que el sujeto se procura en su existencia, la suya, gobernada por la utilidad directa. La poesía que acontece bajo la forma de una sesión de análisis quiere decir que yo no me preocupo de la exactitud, de la conformidad de lo que digo o de lo que quiero transmitir.

La sesión de análisis es un lugar donde el sujeto puede descuidar la búsqueda de lo que es común y concentrarse sobre lo que le es propio y sólo le ocurre a él. El sujeto no habla al analista, sino a "mi analista". A ese, a uno extraído de la multitud. Tiene con él ese vínculo que es la lengua. Si la lengua es de todos, el destinatario es único.
Una sesión de análisis es como un paréntesis, nada más, pero nada menos. Un paréntesis en la experiencia minutada del sujeto contemporáneo, ese sujeto destinado a la utilidad directa.

La sesión analítica es una playa de goce sustraída a la ley del mundo, que también permite a esa ley del mundo ejercer su reino, procurándola un relevo, un respiro, un salto en el camino, mientras que prosigue esa extracción incansable de plusvalía que justifica, eso creemos, que existimos.”   
     J. A. Miller,  “Un esfuerzo de poesía”(2002/2003)

En el Seminario XXIV  Lacan homologa poesía con resonancia en el cuerpo y es a propósito de la escritura china que  hace un comentario sobre ello:
 “Hay algo que da el sentimiento de que no están reducidos a eso (los poetas chinos respecto de la escritura), es que ellos canturrean. François Cheng enunció delante de mí un contrapunto tónico, una modulación que hace que eso se canturree- pues de la tonalidad a la modulación, hay un deslizamiento”.
Si la poesía es resonancia en el cuerpo, es claro entonces que si hay poesía,  hay acotamiento de goce.
En su Seminario 24, Lacan les dice a sus alumnos:
“Yo quisiera llamar la atención sobre algo: el psicoanalista depende de la lectura que hace de lo que dice el paciente.  Y lo que escucha no puede ser tomado al pie de la letra… ¿La verdad despierta o adormece?

 Me gustaría que antes de responder, leyeran a François Cheng, ya que con la ayuda de lo que se llama escritura poética ustedes pueden tener la dimensión de lo que podría ser la interpretación analítica”…

Esto daría cuenta del lugar de privilegio que Lacan le otorga a la poesía. “Yo no llego más en mi técnica a lo que ella sostiene, y agrega: “¿Estar eventualmente inspirado por algo del orden de la poesía para intervenir en tanto que psicoanalista? Esto es precisamente eso hacia lo cual es necesario orientarlos. (...) La metáfora, la metonimia, no tienen alcance para la interpretación sino en tanto que son capaces de hacer función de otra cosa, para lo cual se unen estrechamente el sonido y el sentido. Es en tanto que una interpretación justa extingue un síntoma que la verdad se especifica por ser poética.”

A los analistas no se nos escapa el efecto de una interpretación o una sencilla indicación dicha en la tonalidad precisa. Y preciso es el no  desligar la sesión del difícil y frágil equilibrio de  ese clima inédito que algunas  recrean y que tiene relación directa con el encantamiento del lenguaje. “El modesto hechicero hace lo que puede con sus modestos medios. Una connotación desdichada, un acento erróneo, un matiz, pueden quebrar el conjuro” (
Jorge Luis Borges, Epílogo a Poesía Completa).



Clarice Lispector : “Un aprendizaje o El libro de los placeres”, Francisco Alves  Editora, 19ª edición, Rio de Janeiro, 1993).
Angel González: “Poemas” Edición del autor, Cátedra Letras Hispánicas, tercera edición, 1984.                                                     





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