domingo, 30 de marzo de 2014

DIMINUTA PARODIA DE UN ANÁLISIS EN CLAVE DE LIMÓN.




Fin de análisis: Si la vida te da limones, pues aprende a hacer una limonada, o alguna otra cosa derivada.
 a ser una limón hada.
a ser una limo nada,  Lemonada pues 
debajo del limón(objeto a), hay nada.

Llegada al análisis: pues mire yo vine porque un día lo escuché hablar en una conferencia y quedé impresionado, una persona que sabe tanto, tiene tantas titulaciones , porque estuve investigándole antes de decidirme a venir, sabe, y encima se apellida Lemonada, tiene que pode ayudarme con mi problema, a encontrar una solución a lo que me sucede.
-Pues lo escucho, ¿qué le sucede?   
El problema que yo tengo es que la vida solo me da limones y es que me  caen fatal, son tan ácidos, no sirven para nada, solo me traen malestar, ¡dígame usted  qué puede "puedo hacer uno" con ellos!… Yo me pregunto, ¡¿por qué justo a mí, la vida me tiene que dar limones?!  ¡¿Qué habré hecho para merecer esto?!
 Mientras a otros les da naranjas, melocotones, ¿vio?, son dulces, sabrosos y puede con ellos hacerse tanta cosa, zumos, mermeladas, o simplemente comérselos así frescos. Pero no, tenía que ser a mí que me tocaran los limones. Ya cada vez los puedo soportar menos, me producen un malestar estomacal que va en aumento y hasta sueño con ellos; tengo un sueño recurrente en el que  toneladas de limones me aplastan.
Creo que me he pasado toda la vida intentando sacarme los limones de encima, pero no, en vez de ello cada vez están más afianzados en mi vida. He intentado  cambiarlos por naranjas o cualquier otro fruto, ¡claro, nadie quiere!, ¿quién va a querer una cosa así? Tan contentos que van por la vida los otros con sus espléndidos manzanos, con sus maravillosas clementinas. Bueno, también he intentado  conformarme, como hizo el pobre de mi padre,  y por eso hasta los he intentado mirar con cariño y aceptarlos,  y me he dicho: bueno, que le vamos a hacer, por lo menos llevan en sí el color del sol y su aroma es muy usado en detergentes, por algo será.
-¿Cómo hizo el pobre de su padre?
¿Ah, sí¡ Porque yo creo que todo este problema empieza en mi infancia, y arranca con mi padre, sucede que ya mi padre quiso cultivar naranjas, y resulta que nunca supo por  qué motivo las semillas que plantó le dieron limones; pero claro, como él era un hombre muy religioso, dijo que Dios sabría lo que hacía, que por algo a él le habían tocado en la lotería de la vida los limones y se conformó, y simplemente cultivaba los limones para venderlos en el pueblo a los vecinos; su sueño de tener una gran fábrica de zumo de naranja quedó por el camino. Pero creo que yo me puse la firme misión de hacer realidad el sueño que quedó por el camino de mi padre. Pero ya ve,  con esta edad que tengo y aún no lo he podido lograr…
Claro él nunca protestaba, alguna vez contó la historia como al pasar, pero a pesar de que su sueño quedó en eso simplemente, en un sueño, no parecía estar frustrado ni nada; en cambio era mi madre la que no dejaba de recordarle que lo que a ella le había enamorado era su empeño en cultivar naranjas, y resulta que le había mentido, pues al final lo único que él le daba eran limones. Y ella tampoco les veía la utilidad, ni supo cómo hacer que su esposo dejara de lado aquello que ella veía como resignación, pero que él llamaba convencido, aceptación.
¡Y hete aquí que ahora me han pasado la posta!, y yo sigo tratando de deshacerme de los limones.
_ ¿LE  han pasado?, ¿Des- hacerse?
Bueno, hoy dejamos por aquí.

Muy escueto desarrollo: 
_Sabe que me quedé pensando sí, en que no se si realmente me han pasado la posta o yo he querido ponerme ahí  para el relevo.
 _ ¿Re- levo, re- elevo?
 _ ¿Elevar? Silencio…Sí quizás,  hacer lo que mi padre no hizo…digamos que por ella. Para conformar a mi madre quizás, ¿vio?
(La analista piensa: claro, quizás darle a la madre una dignidad que nunca tuvo y que no se la dio el marido tampoco).
_ ¿Vio?
_ No entiendo, ¡es una manera de decir! (sorprendido), quiero decir si usted me ve, digo, me equivoqué, lo ve, ¡a lo que le digo!
_ ¿Si yo lo veo? ¿O alguien más?
Silencio… 
_ ¡Ah, ya! Sí, nunca lo pensé, pero quizás para que me vieran, sobre todo ella, que me mirara y admirara. Porque ella no admiraba a mi padre, ¡que va a admirarlo!, ¿por darle limones?
_Silencio…
Bueno, aunque pueda parecer  extraño, puede que sí, de su propio padre ella también recibió solo limones. No supo elegir otra cosa, aunque fue lo que siempre más deseó.
_ ¿Fue lo que siempre más deseó?
_ ¡¿Usted se refiere a mí?!
Silencio
Pienso que quizás yo nací  para que ella pudiera verse, elevarse y también, ser mirada.
_ Ser mirada (ser una mirada)
_¡…..!

Y así muchas sesiones, varios años después llega un día en que este analizante ficticio  dice: el tema ahora es que hacer con los limones.
_¡Ah! parece que ahora ya no se trata de deshacerse de los limones, sino de hacer algo con ello, hacer-se con los limones.

_Pues sí, estoy pensando que quizás no esta tan mal utilizar el limón en el rubro de la alimentación, o de la limpieza, o de la cosmética y perfumería, hay muchas posibilidades, a ver cuál es la  mía. 

Texto de Anabella Rodríguez.

miércoles, 26 de marzo de 2014

LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA EN LA CONSTRUCCIÓN DEL PSIQUISMO INFANTIL.


“El goce debe envolverse con palabras, interpelarse con semblantes, distenderse con juegos y deportes, resonar en la música y allí el sujeto elegirá, a partir de qué temática fantasmática, a qué anudarse, con qué sostenerse  sintomáticamente” 
 Hebe Tizio. La educación y los cuerpos de hoy. Texto realizado a partir de la Conferencia en la Universidad de  Deusto el 7 de abril de 2006. “Síntoma, lugar y lazo” Patricia Tassara.


“Rodeamos de lienzos una desnudez sonora, extremosa, lastimada, infantil, que perdura sin expresión en lo  más hondo de nosotros”…Esos lienzos son de tres clases…(…)”lo que canta, lo que suena, lo que habla”.
“Los lienzos son eso (…) que envueleve al niño cuando sale de al noche materna(…)”
“El vínculo entre el niño y la madre, el reconocimiento del uno por la otra y la adquisición de la lengua  materna se forjan en el seno de una incubación sonora (…)”
  Pascal Quignard, “El odio de la música”

El niño es ser biológico, prematuro que necesita del Otro y de la cultura (y especialmente en ella el lenguaje) que este porta para arroparse, humanizarse y devenir sujeto psíquico. No somos un animal que vive en el aquí y ahora instintivo, sino sujetos y las palabras y la historia conforman nuestra psiquis y nos dan existencia subjetiva. Ayudan a la constitución del cuerpo también en la medida en se tiene un cuerpo gracias a los simbólico y este es  más que imaginario y real.
Necesitamos historias para vivir, para explicarnos las cosas, dar un sentido a nuestra vida, un mito sobre el origen, de ahí las teorías sexuales infantiles. Nuestro sentimiento de identidad funciona en relación con una temporalidad pasado-presente-futuro. Más ahora, ¿las hay? ¿Se ha perdido hoy  la necesidad y capacidad de  narrar nuestra vida?, ¿en el futuro la vida será inenarrable, puro presente imaginario-real, como la del   Minotauro en el cuento de “La casa de Asterión” de Borges?

Sin duda, a ello contribuye la tecnología y la actual Psiquiatria y Psicología Cognitiva que no promueve la búsqueda de sentido a la vida y a las dificultades de las personas, sino que al contrario, los excluye ex profeso catalogando a las dificultades vitales de trastornos de personalidad, no considerando lo eminentemente humano que es el lenguaje y lo social como posible causa sobredeterminante(acepción Freudiana del concepto) de las mismas, haciendo recaer la causa enteramente en la persona, y  en sus cerebro(el que sufre algún tipo de dis-función o presencia en más o en menos de alguna sustancia).Ello implica una pérdida de libre albedrío cada vez mayor para las personas, pues la enfermedad no puede entonces ser solucionada o mejorada si no es mediante medicación, y el papel del sujeto se reduce así a cumplir con la prescripción medica del psiquiatra, y en el caso de la psicología Cognitivo Conductual, a cumplir con la programación de técnicas de modificación de conducta,  las cuales son aplicadas  generalmente sin interesarse por el sentido de los síntomas en la historia vital de ese sujeto y en la actualidad de la misma.
 Así, casi todo tiende a pensarse como creado y  causado por factores de orden biológico (disfunciones cerebrales, aumento o carencia de sustancias o neurotrasmisores, etc.), lo cual me hace pensar en el peligro del discurso científico  y la tecnología, pues se le quita todo sentido, significado a las experiencias vitales, el sujeto es como una animal, puro cuerpo instintivo.

( No obstante lo dicho anteriormente he de reconocer que hay un enfoque más reciente dentro de las terapias cogniticas, que es el de las terapias cognitivo-narrativas que dan cuenta de esa necesidad de incluir el lenguaje y la ficción narrativa para la eficacia de los tratamientos, en ese sentido exagerando un poco, yo diría: no somos como el perro de Pavlov ni tampoco un ser todo consciencia, sino seres  de ficción, de palabra y solo mediante la misma podemos acceder a una verdad no toda).

Quizás para algunas personas es más cómodo, por ser menos doloroso a nivel psíquico,dejar enteramente en manos de otros, dueños del saber, la responsabilidad sobre lo que les sucede y el porque les sucede, así como las acciones para mejorarse. Y más cuando esa tendencia es presentada y reforzada con visos de saber verdadero por determinadas disciplinas y saberes dominantes, y más  aún en un momento histórico en que es tanta la incertidumbre que pesa sobre el ser humano, que muchos se aferran a cualquier certeza con tal de sentir algún reaseguro. Y quizás, debido a que las condiciones actuales impiden cada vez más a las personas decidir realmente sobre sus vidas,es menos angustioso  aceptar que los problemas personales o de sus hijos se deben a algo exterior a ellos que alguien les va a resolver en tanto ellos cumplan lo más a rajatabla posible  con "la receta" acordada, pues en cada caso contrario, aumentaría la sensación de angustia y de impotencia, ya que sería asumir que el cambio esta en sí mismo predominantemente pero que la persona no puede hacer lo que debería para modificarlo ( por ejemplo, si una persona asume que puede modificar con terapia su malestar, necesita un terapeuta; todos sabemos que el número de ellos en la atención pública es ínfima, y además los que hay, mayoritariamente adscriben a un modelo de tratamiento de tipo congnitivo-conductual; por lo que, si esa persona quiere un tratamiento donde poder hablar, desplegar sus ser, padecer y saber -inconsciente- sobre el mismo,habrá de poder pagarlo, y todos sabemos que hoy con la situación de desempleo y crisis, seguramente quienes más lo necesitan, no pueden hacerlo).Y así se inocula en las personas la cesión de responsabilidad subjetiva y social y el no pensar (¿para qué pensarse y pensar la realidad, si cada vez se puede incidirse menos en el medio?, ¿para como dicen algunos "hacerse-solamente- la cabeza"?).  El costo derivado de ello es elevado en cuanto a enajenación, y mucho más , ya que si nada depende del sujeto ni de las condiciones sociales, económicas,  ideológicas ni políticas de vida, nada puede cambiarse, nada hay que desear cambiar a nivel del mundo, basta con hacer pequeños cambios que afectan la vida individual y cuando mucho, familiar del sujeto (tomar adecuadamente la medicación, cumplir determinadas rutinas, asistir a la sesión de re-educación emocional correspondiente, etc.)

Para comenzar, diremos que precisamente la importancia que puede otorgársele a la literatura infantil es la de tener una función que podríamos llamar de  sostén o de ayuda a la estructuración el psiquismo infantil. Para poder ir pensando esta función, hemos de tener en cuenta en primer término el lenguaje, que es el medio mediante el cual se cuentan las historias y los cuentos, se recitan las poesías y se cantan las nanas y las canciones infantiles. Ahora bien, desde la concepción  que hace el psicoanálisis con Lacan del lenguaje, el mismo no es resultado de un proceso de aprendizaje ni algo innato, sino que precisamente el sujeto que para el psicoanálisis es el sujeto del inconsciente, es estructurado por el lenguaje, por lo cual éste le precede y el sujeto psíquico nace como tal solamente gracias al mismo. En este sentido nace sujetado al Lenguaje. Y este aspecto es lo que en el nudo borromeo en Lacan constituye lo simbólico.

Luego de esta digresión necesaria, retomo que para pensar este proceso de entrada entonces del niño en lo simbólico, consideremos que tenemos al niño, ser biológico que aunque no habla ni piensa aún, ya viene inmerso en un baño de Lenguaje pues la cultura y el lenguaje preceden a su concepción por lo que ya algunas marcas significantes van a ir “tomando cuerpo” tomando el cuerpo y marcándolo para que devenga cuerpo humano, lo cual solo puede hacerse mediante el lenguaje, lo simbólico,(incluso podríamos decir que marcando la historia de ese proyecto de hijo,  de la concepción, de ese  cigoto que se va a ir convirtiendo paulatinamente en un cuerpo con características que lo definen como humano, primero en un feto y luego en un bebé), tomando ya lo que Lacan llama la materia gozante para que vaya deviniendo  cuerpo erógeno de ese pequeño, cuerpo entonces tomado en las redes del significante, que por ello nunca será  en el ser humano -como sí lo es en los animales- puro cuerpo biológico. Tenemos ahí los primeros esbozos de la constitución de la imagen corporal (lo imaginario) y un real, un resto  que no va a poder ser subsumido en lo imaginario ni atrapado totalmente en las redes del significante. Ese resto del lenguaje que no podrá abordarse por el sentido, se vinculará el goce y a lo que él llama lalangue.

 Por eso es que Lacan habla de que el sujeto es constituido por el lenguaje y por tanto está  tomado por él desde siempre; somos  hablados por el Lenguaje antes (de) que hablamos, y que hablemos, se nos nombra antes de que podamos nombrarnos y esos nombres son las marcas del deseo del Otro que nos subjetiva, marcas por lo tanto imprescindibles para devenir sujetos psíquicos.
 Ese lenguaje ya está presente desde el cuento que se cuentan y que les cuentan a sus allegados los padres, cuentos en relación al deseo por ese hijo aún no concebido, pero ya deseado, imaginado, fantaseado, tal vez ya buscado, ya concebido o que viene en camino. Por lo tanto el cuerpo meramente biológico se empieza a formar ya inmerso, protegido por un baño de lenguaje antes que por el líquido amniótico –aunque en determinadas situaciones que dan lugar a algunas patologías ello no sucede de esta manera-.Y está presente en los pequeños cuentos y/o grandes historias, y mitos familiares que  como los sedimentos de un río  son arrastrados de generación en generación,  fijados unos, filtrados otros-dependiendo del hijo, de su sexo, del lugar que como hijo ocupe en la familia-no se da la misma herencia simbólica a todos los hijos-, de aspectos inconscientes que se juegan en la constitución de esa pareja( en la elección que cada uno hace del otro), de determinadas situaciones que se van dando en la realidad de esa pareja en el momento en que se juega ese deseo y en la concepción del hijo o hija, etc.,  y  que están  ya incluso antes de que el niño haya sido concebido,- cuando ya va siendo deseado por sus padres-

Ya desde el deseo en ciernes de unos  padres por el hijo  se  van trazando senderos, redes significantes que van tejiendo el nido que ofrecerá protección psíquica y por tanto física también (la supervivencia no solamente es cuestión biológica, el bebé necesita también “alimento psicológico” para crecer y nacer)y posibilidad de subjetivación a es bebé apenas naciente en el deseo parental.
 A través  de lo que  dice-y lo que no dice, pero puede que piense o no piense, pero que igualmente  se diga en ella  de manera inconsciente, y también de cómo lo dice(idioma, tono de voz, musicalidad), la madre  “dice” a ese hijo cuando lo tiene en su vientre, dice también  en la música que intenta “hacerle escuchar al feto” –ahora que está tan de moda, buscando para el bebé los beneficios del llamado efecto Mozart, hacerle escuchar música ya en el vientre materno-; aunque la primordial sea antes que cualquier otra,  la de su voz, esencial para que el niño sea aprehendido en la musicalidad  del lenguaje y gracias a ello  en la afectividad  ya que la misma se trasmite mediante la voz materna, lo que  los  lingüistas llaman aspectos prosódicos del lenguaje(cadencia, ritmo, tono, la entonación, las pausas, la velocidad de elocución, la cualidad de la voz), por tanto el  cómo y  también el qué le dice, en los cuentos en que dice acerca de cómo quiere que sea su nacimiento, de quienes estarán o no presentes, en cómo quiere el dormitorio, la ropita, etc. Los padres le hacen y se hacen su propio cuento en relación al hijo que desean, que temen,  etc.

Lacan habla de lalangue refiriéndose precisamente a  esos aspectos producen marcas en el cuerpo y en la psiquis esos aspectos y no lo que la madre dice (el significado) producen efectos en el cuerpo del bebé (desde bienestar a malestar, alergias, problemas digestivos, relajación o exceso de excitación etc.)Si como se ha comprobado, la música provoca que el agua cristalice de determinadas maneras, obviamente que en un cuerpo humano y un psiquismo en ciernes  mucho más sensible  tanto la música en sói pero antes la musicalidad de la voz materna produce sus efectos(afectos).

Y ya cuando el bebé nace, la madre especialmente le habla y le cuenta al niño o niña quién o qué es él o ella  para ella como madre y lo hace mientras se ocupa de sus tareas maternales: “este niño es un comilón ya quiere teta de nuevo,  es un niño que es muy bueno, duerme ya de noche”, pequeñas historias que van enmarcando, sosteniendo al pequeño ser, recubriendo de lenguaje lo biológico, lo pulsional y lo real de la carne, coadyuvando para que a nivel imaginario el niño pueda tener un cuerpo.  Y ahí tienen un lugar muy especial las llamadas nanas o canciones de cuna cuya función es precisamente acunar; a-cunar que a mi entender va más allá del hacer dormir, en todo caso adormecer al bebé respecto de los estímulos de lo real, cubrir una desnudez originaria, aquietar, calmar, organizar el desborde pulsional, hacerlo entrar en los desfiladeros de lo nombrable, y por tanto de lo simbólico y de lo imaginario, las  que muchas veces van acompañadas de movimientos corporales rítmicos que refuerzan ese efecto calmante. Hacer que el bebé pueda digerir la realidad pero no solamente a nivel de la pulsión oral sino de todas las pulsiones, a nivel de la organización de la imagen corporal.  Hay que considerar que en estos momentos el bebé a nivel de significado no entiende las palabras de su madre, pero sí  los efectos prosódicos del lenguaje a que ya hiciéramos referencia, el sonido de la voz, el ritmo, la melodía y la madre va estableciendo sincronías, repeticiones de determinadas nanas , las que a su vez se repiten en relación a determinados momentos e inclusive espacios, maneras en que la lengua primigenia que es la lengua materna, lengua cargada de afecto es lo que Lacan llama Lalangue vaya deviniendo la lengua.
En este sentido somos seres ficcionales y ficcionados por el Otro desde antes de nacer de lo que creo da buena cuenta el comienzo de la mayoría de los cuentos clásicos que comienzan con: “había una vez”  que borra el registro temporal (no se dice una fecha exacta) el inicio de la historia del sujeto psíquico. Todos somos habitantes de alguna ficción y sea cual sea es lo mejor que os puede pasar, como dice Auster refiriéndose a Kafka y la muñeca viajera. Y como decía Lacan “la verdad del sujeto tiene estructura de ficción “, no hay ninguna verdad para el sujeto –debido a que somos sujetos al Lenguaje- que se más  real que la ficción que hemos construido sobre nosotros mismos en el encuentro con el Otro y también sobre ese Otro.



¿Qué sucede actualmente?


En la actualidad el Otro del lenguaje y al cultura  ya no es de forma primordial el de  la madre en casa y los niños cuidados y hablados en exclusividad o principalmente por esa figura esencial para la maduración psico-afectiva durante los primeros años, que estaba muy presente, prácticamente a disposición del llamado de los niños, que les hablaba mucho y en ese hablarles los hablaba, o sea, iba cubriendo su ser  prematuro, su estado indefenso, su dolorosa desnudez originaria durante los primeros años de vida con palabras: con esa nanas, con esos pequeños relatos a que hacíamos referencia, que le contaba cuentos a la hora de dormirse, que servían para ir ordenando, regulando el cuerpo y su desborde pulsional. Ahora el Otro no acompaña con palabras  -aunque a veces tampoco físicamente ya que a veces también  se busca que los niños sean independientes cuanto antes-o la hace insuficientemente  por diversidad de motivos(falta de tiempo, falta de ganas)las acciones que  el niño ha de realizar diariamente  pues  generalmente  tiene prisa en que el niño coma, duerma, se bañe y  se duerma pronto para al otro día vuelta a empezar la rueda de actividades escolares y  extraescolares , y  hablar, cantar, contar cuentos, chistes, adivinanzas mientras se llevan a cabo esas tareas,  requiere de unos padres o figuras de referencia que en primer lugar obviamente estén presentes físicamente  en esos horarios y en segundo lugar que estén dispuestos a disponer de tiempo para ello y que estén emocionalmente presentes - o si no,  un representante de ellos que pueda suplir esas funciones-lo cual requiere además que no estén demasiado cansados ni preocupados, que estén relativamente de buen humor o sino que sean capaces de auto-controlarse para dedicarle atención al niño, y obviamente antes que nada que amen al niño, ya que solo en nombre del amor se puede estar dispuesto a dar ya darse.  Y también que haya un deseo de hablar, que hablar implique un goce, ya que hoy día en muchas familias  hasta parece que hubiera desaparecido el placer de hablar y cada cual prefiere aislarse del otro cercano y “conectarse”- que no es hablar pues no esta en juego al voz y el goce corporal en torno a ella- con otros lejanos  en internet, la televisión, el móvil, o con los cascos para escuchar música. 
 Volviendo al caso del niño, el hecho de que no se hable mientras se hacen una serie de funciones que satisfacen necesidades primarias, de supervivencia, como las antes citadas, no es algo sin importancia, ya que el cuerpo biológico necesita para estructurarse como cuerpo psíquico, como cuerpo erógeno, y por tanto para organizar las pulsiones, del lenguaje, de las palabras, por lo cual  simplemente impulsar el niño a comer o a dormir mecánicamente como si la única necesidad que él tuviera fuera de orden biológico como sí se produce en los  animales, va a hacer que lo pulsional quede desanudado de lo simbólico. En este sentido viene a mi mente algún episodio del programa  la Super Nanny  donde algunos niños tenían problemas para comer y lo que se observaba era que precisamente los padres estaban centrados en que comiera y durante las comidas no hacían más que repetirle al niño: “tienes que comer, come, come”, a lo cual el niño se oponía entonces con mayor brío. Cuando el Otro  se preocupa por la alimentación de aquel cuerpo  solamente, la papilla deviene asfixiante (Lacan considera que el Otro de la anoréxica confunde el don de su amor, con el don de sus cuidados. Lejos de dar lo que no tiene, suministra lo que posee y por ello, la papilla deviene asfixiante. El Otro confunde sus cuidados con el don de su amor, en el lugar de lo que hubiese sido dar lo que no se tiene-lugar del amor- se da la papilla asfixiante de lo que se tiene).
Y precisamente, lo que la psicóloga les recomendó era que cuando estaba comiendo hablaran de algo, de cualquier otra cosa que no fuera la comida, y especialmente que le preguntaran sobre la escuela o el deporte, o sea de alguna manera que se interesaran por él como sujeto, y no como una boca que come  o solo un cuerpo al que hay que hacer comer para hacer vivir (cuerpo máquina). Y obviamente, el niño empezó a comer y ¡a hablar,  ser escuchado y escuchar!                                                                                  Pero además, muchos niños ya desde los  pocos meses son dejados en guarderías infantiles donde por más que les hablen seguramente no puedan hacerlo demasiado ya que las cuidadoras tienen muchos niños de quienes ocuparse y que llevar a cabo multiplicidad de tareas.
Otro fenómeno muy extendido actualmente es que muchas veces  no se toma al niño y se le habla o se le canta  sino que se lo pone delante de pantallas o aparatos que le cantan. Se le ponen aparatos complejos que los mecen y cantan pero se pierde el calor y el movimiento vital del cuerpo humano (el oso con latidos que hizo creer que era mejor que el latido materno, la hamaca “corazón relajante de Fisher Price “con reconfortantes sonidos del útero materno”), se pierde el contacto físico humano, la calidez, el sonido de la voz materna. No me extrañaría que inventaran y en un futuro no tan lejano, un útero artificial así podrían prescindir de los vientres de alquiler  y nacerían bebés por medios aún mas artificiales.
Y esto contrariando lo que ya se sabe, que para el desarrollo  afectivo y por tanto intelectual es fundamental el haber podido establecer un buen vínculo de apego(Bowly) (ver quien es y su teoría del apego)
La sociedad de consumo para favorece que las madres sean trabajadoras y especialmente consumidoras narcinistas (término creado por la psicoanalista Colette Soler,  unión del narcisismo y del cinismo de la sociedad actual) en vez de cuidadoras de sus hijos, para lo cual crea artilugios para sustituir la presencia materna en los bebés, pero son aparatos técnicos, una sexualidad tecnológica y deshumanizada que no me extrañaría que  produjera “nuevos avances”.Y conforme los mayores tienen ya muñecas inflables para el sexo, a los bebés les pondrán a disposición  pechos y madres artificiales  para mamar, sometiéndolos así a un  autismo total.Así, en la sociedad se estaría  generando que las mujeres confíen, y cada vez más, en objetos de consumo para el cuidado y crianza de sus hijos, deponiendo sus funciones  maternas en los mismos, a la vez que la oferta cada vez mayor de objetos tecnológicos  que potencian en todos –y obviamente también en las mujeres - los goces autistas, ayudan a desplazar  y sustituir   el placer que antaño estas encontraban en la maternidad . Así mientras ellas se dedican a otros goces,  los bebés son cuidados por fabulosas máquinas(¡¿identificación con lo muerto, inanimado?!)

La importancia de que al niño se le hable, se debe a que ser hablado, ser nombrado,  es sinónimo de ser deseado y ser amado. por lo cual hasta a un niño sordo, una madre que lo ama le habla además de nombrarlo, y al hablar de él, este sí  escucha ese deseo.

De alguna manera el cuento, la ficción  principal que todo niño quiere escuchar o necesita hacerse remite a su existencia: porqué esta el ahí,  y por tanto al deseo de los padres respecto a él, lo cual puede incluir aspectos como a su sexo: si fue deseado niño, o niña, porqué fue nombrado de esa manera y no de otra, cómo fue el embarazo de la madre cuando lo esperaba, cómo fue el parto, cómo imaginaba el mismo y al bebé, etc.

Escrito por  Anabella Rodríguez.

martes, 18 de marzo de 2014

Comentarios  acerca del taller “Me encuentro en/con la poesía”, el Psicoanálisis y la Literatura.


Una de las condiciones fundamentales para devenir psicoanalista y para poder sostener con los analizantes dicha   función,   es -además de la formación teórica y lo que llaman  el “control” de los análisis que ese analista realiza-,  el haberse tenido que psicoanalizar, y ello implica  haber trabajado en sí mismo, con su inconsciente. En el análisis, el trabajo consigo mismo para precisamente por trabajar-nos como sujetos al inconsciente (“sujetados al”  y “hablados por” el lenguaje, determinados por los significantes que nos vienen del Otro del lenguaje por intermedio de nuestros padres ya que “el inconsciente está estructurado como un lenguaje” nos dice Lacan).  El psicoanálisis en ese sentido no es psicología pues parte del supuesto que  somos seres de alguna manera determinados por el inconsciente y ello implica que no tenemos un dominio total sobre quienes somos ni lo que hacemos, no somos todo consciencia ni razón. Por ello tampoco damos técnicas o ejercicios para que las personas cambien las conductas o aspectos de su personalidad que le generan sufrimiento.
 Nuestra herramienta de trabajo primordial es la palabra (en un análisis, la regla fundamental  sin la cual ningún análisis puede comenzar es que quien viene a consultar hable, se le pide a la persona que hable lo que se le ocurra sobre sí mismo), porque en ese hablar hemos de poder ir escuchando aquellas palabras, o más bien significantes- los llamaba Jaques Lacan, - psicoanalista francés-, concepto con un  carácter específico en su obra, reformulado a partir de la concepción acerca del signo de Ferdinand de Saussure-,que determinan el ser subjetivo de esa persona, aquellas palabras que le otorgan un sentimiento de ex –istencia y le posibilitan las identificaciones, y le dan placer pero que al mismo tiempo pueden  hacerle sufrir(concepto de goce en Lacan), pues hay palabras que nos nombran ubicándonos en lugares o bajo nombres que nos provocan a la vez y hasta cierto límite placer pero también sobrepasado cierto límite, sufrimiento. Pero  aún así, en estos casos nos es muy difícil abandonar esas palabras o a esos lugares que ellas determinan para nosotros, y cambiarnos de lugar, digamos salirnos de ellas, y por tanto dejar de ser de una determinada manera o de hacer determinadas acciones o conductas. Por ejemplo, ser siempre el bueno es un imperativo para un sujeto si eso deviene un nombre deseado por sus padres para él, pongamos que porque sus padres repetían una y otra vez “es un niño tan bueno, el sí que es bueno, etc. o cualquier otro adjetivo y porque todo niño para ser querido, lo cual es lo fundamental,  aceptara ubicarse bajo aquellos nombres que los padres tengan destinados para él, aunque puedan ser nombres o palabras con connotaciones negativas y perjudiciales para el propio niño. El “ser bueno”, si va unido a demasiada sumisión y renuncia puede devenir algo perjudicial y que angustia al sujeto por ejemplo. En este sentido, somos seres de lenguaje, gracias al lenguaje tenemos existencia subjetiva, somos un ser biológico con un cuerpo real que merced al lenguaje devenimos sujetos, las palabras nos constituyen como tales, nos dan un nombre, unas identificaciones a determinados significantes y eso nos brinda un ser, pero también nos limita, porque al fijar nuestro ser  a algunos de estos significantes, nos priva de otros. Por ejemplo en  el ser, o el sentimiento de ser o de identidad si se quiere llamar así, cada cual está identificado tomado,  si se puede decir, “por” y “en” determinados significantes y  no “a” o “en”  otros; si me nombro en uno, hay un cierto nivel donde siempre me excluyo en otro, y ello por la propia limitación del lenguaje que está constituido por opuestos (se puede ser el bueno o malo, o no tan bueno ni tan malo, pero no hay una palabra para nombrar lo intermedio digamos, o es  el miedoso, o el osado, o el alegre o el amargado, el mirado y admirado o el no mirado o devaluado.
 Ahora bien, esas palabras que nombran a cada uno de nosotros vienen de Otro, del Otro del lenguaje, o sea que están en lo simbólico cultural donde nace el sujeto y por tanto lo pre-existen y son los padres quienes las escogen-y descartan otras- para cada uno o una,  en función de su propio deseo que es inconsciente, de su vida, de su sufrimiento. De esta manera    cada uno/a viene a llenar o suturar alguna falta parental de la cual ni ellos ni el hijo sabe nada en principio, o sabe muy poco.

 Por ejemplo, ¿por qué a Salvador Dalí le pusieron Salvador?, ¿tenía que salvar a alguien, a quién, de qué  y por qué? En su caso, antes que él, había nacido un hermano que falleció nueve meses antes de que naciera Salvador y a quien le habían puesto el mismo nombre. Así que este Salvador que sí sobrevivió, ¡vaya si tenía una misión grandilocuente o exagerada de cara al ideal!,  de ahí quizás el carácter tan ególatra que tenía el pintor. No solo salvar con su nombre al hermano muerto, salvar en su propio nombre a ese otro que no sobrevivió, sino también quizás salvar a   la madre de esa pérdida, esto es, de tener que asumir esa pérdida, el dolor , el desgarro que implica para una madre la pérdida de un hijo, pues si lo que ella hace es desplazar un hijo muerto en otro, desplazar la vida que uno perdió en otro vivo, es porque no puede hacer el duelo, desprenderse realmente, aceptar la muerte  de  ese primer hijo; hacer el duelo significa aceptar su muerte y que en su lugar quede un vacío para desear otro hijo , no el mismo como fue el caso . De ahí que Dalí quedara  fijado a ese otro Salvador que no se salvó, y eso trajo aparejadas determinadas   consecuencias tanto respecto a su personalidad como a  su vida, y  tanto negativas como positivas. Digamos que en el núcleo de su ser, o en su ser más intimo, habitaba la muerte –como en todos lo hace, aunque de diferente manera, ya que todos somos “en contra de” la muerte ; era contra esa muerte que es la de todos pero en su caso tomaba cuerpo (muerto) en el hermano, que él era Salvador; quizás su pretensión –también como la de todos en mayor o menor medida- fuese salvarse de la muerte a través de su arte, ser un genio (¡y hay que leer los significados de esta palabra!) de la pintura, del surrealismo, donde quizás lo  surrealista(sur es “sobre, por encima”, en este caso  por encima de la realidad) para cualquiera,  es  querer salvarse de la muerte. Pero también sin todo esto, no hubiera sido el magnífico artista que fue, y que de alguna manera logro su objetivo de sobrevivir, de salvarse,  obviamente que simbólicamente, de la muerte.

¿Qué podría haber sucedido si Salvador no hubiera tenido ninguna aptitud ni determinación de carácter o certeza más bien “quasi” delirante en su caso, que le permitiera satisfacer su ansia tan desmesurada de sobrevivencia y admiración. Estaría en un grave conflicto entre un ideal de sí mismo desmesurado ante un yo que no puede satisfacer esas exigencias porque no cuenta con recursos para hacerlo, y se sentiría mal, sufriría, podría ser que se deprimiera por ejemplo, por lo que  y ahí ese nombre, ese significante Salvador, hiciera síntomas  le provocaría sufrimiento y es lo que le sucede a alguien que a veces  consulta a un psicoanalista, que algún significante hace síntoma y produce algún tipo de malestar.

Y en esos casos el analista lo que propone es empezar a decir, a producir, la cadena de significantes que provienen del Otro  por el cual he sido deseado (la asociación libre), porque esos significantes me ayudaran a encontrarme, a saber en qué lugar y cómo soy deseado, en que lugares y bajo que palabras he decidido ubicarme para ser amado, aún a veces a costa de mi propio padecimiento (ser siempre el fuerte por ejemplo). Además cabe agregar que cuando elijo identificarme a determinados significantes es porque en ellos encuentro placer pulsional, disfruto por ejemplo siendo el fuerte porque me tienen en cuenta, me admiran o creo que los otros solo esperan de mi eso, etc. o por lo que sea. Pero eso mismo que me otorga satisfacción a nivel de mi narcisismo, puede convertirse a veces en un arma de doble filo, producirme tanta auto-exigencia para cumplir con ello, porque he llegado a creerme que si no soy eso que los otros admiran, quieren y esperan de mi no me aceptaran. O eso que yo creo (de creer y de crear) más bien que esperan (ya que en definitiva soy yo quien termina esperándolo de mí mismo), pues me he hecho, como todos, “la película” o   “el cuento”  sobre cómo me quieren y en qué lugares me quieren, y fomento y hago en más a veces para amoldarme a ese ideal, a eso de lo cual a la vez muchas veces me quejo porque me produce malestar.

Pero acá en el taller no vamos cada uno a buscar todos los significantes que nos nombran en relación a nuestro goce pulsional, porque no haremos un psicoanálisis.

En el taller vamos solamente a empezar a aprender a bucear en nuestro inconsciente, a probar, a animarnos a encontrar, a  crear, algunas palabras  que nos nombren en nuestros goces y en nuestros miedos o malestares. Por ejemplo el nombre propio, y algunos otros nombres referidos a nuestra imagen personal, nuestro cuerpo, nuestro sexo  y género, a nuestros ámbitos de pertenencia, etc. que constituyen nuestras máscaras sociales y que a veces nos mantienen atrapados para bien, pero otras más bien para sufrir. La manera en que intentaremos encontrar algunos de esos significantes es a partir de algunas lecturas de poesías o canciones  o fragmentos narrativos. Una vez encontrados algunos de estos, habremos  de trabajar- nos, para lo cual habremos de escribir algo con ellos: una poesía, una historia, una reflexión, lo que sea en primera o  tercera  persona, como cada cual lo quiera hacer. Esto tiene como objetivo poder tomar conciencia de cómo y hasta qué punto  soy tomado por unas determinadas palabras y hasta qué punto yo me aferro a ellas, y para que lo hago, así como porque miedos o peligros  fantaseados o reales, no puedo dejarlas y/o dejar-me ir de las mismas. Escribiendo a partir de las mismas y de las sensaciones, sentimientos, experiencias, recuerdos, fantasías etc. que estas movilizan en mí, reescribo partes de mi historia, de mi vida, me re-escribo  y  me empiezo a escribir  “un” y “en un”  presente nuevo. (También en un análisis uno reescribe su vida con ayuda del analista).
Por eso la tarea de empezar a conocernos a nosotros mismos y especialmente en aquellos aspectos nuestros que nos hacen sufrir, comienza por  encontrar y analizar las palabras que constituyen de alguna manera la trama principal de nuestra historia como sujetos de deseo. Las palabras de las cuales somos prisioneros, las palabras de las cuales, mi cuerpo, mis pulsiones, mis sentidos, mis sentimientos han quedado soldados, y que a veces me impiden cambiar y  hacer  a mi vida tomar otros rumbos.
Y también trabajaremos con la palabra no solamente por la vía del significado sino también del sonido, ya que el sonido se vincula más primariamente a las emociones que el significado. Cada persona tiene una voz predominante, pero también voces dependiendo del aspecto de si o de su vida que esté en juego, y esa voz se vincula con las emociones: la voz de las emociones, en relación a  la cual no solamente hablamos del sonido, sino de aspectos personales que se dicen de cada uno en el sonido, el tono, el timbre, etc. de la voz.  

¡Y qué mejor herramienta  que la literatura y la escritura, ya sea narrativa o poesía para ayudarnos en esta tarea de encontrar algunas de nuestras palabras?, aquellas que tocan, que abren fronteras hacia esos lugares recónditos de nuestros ser psíquico o de nuestra alma, si se prefiere llamarla así; palabras que nos permiten de alguna manera recordar quienes somos, pero también producir quizás nuevos nombres, o sea nombrarnos donde no sabíamos aún qué éramos ni quiénes éramos, y por lo tanto producir un saber acerca de nosotros mismos que nos posibilite  vivir más acorde con quienes vamos siendo o queremos ir siendo.


¿Por qué hago esta propuesta de  taller?


Obviamente esta propuesta parte de mí misma, de mi experiencia que hace que yo misma me haya encontrado “con” y  “ en” la literatura en primer lugar.    
                                         
Toda Literatura es una creación humana, y porque somos los únicos animales constituidos subjetivamente por el Lenguaje,  ésta es en tanto palabra (literatura es el arte que utiliza como instrumento al palabra), la que nos permite hablar y expresar, ya sea en forma lírica o narrativa, todo lo que nos hace humanos: nuestras sensaciones, nuestros sentimientos, pensamientos, recuerdos, miedos, deseos, etc. Y cada escritor o poeta escribe desde sí mismo, desde su propia experiencia y subjetividad ya sea recreando la misma para hablar directamente de sí mismo (creaciones auto-referenciales)  o de otros (a través de personajes o de una segunda o tercera persona líricas); pero obviamente como todos somos humanos, podemos encontrarnos en mayor o menor medida, en algunos aspectos o situaciones más que en otras,  en dichas creaciones.

 Cuando nos sentimos retratados, ya sea en un sentimiento o en una situación por algún escritor que ha dotado de ese sentimiento o a puesto en esa situación a  algún personaje, o nos encontramos en un sentimiento expresado en una poesía, nos identificamos y nos sentimos comprendidos. A veces damos con algo dicho o descrito tal como nosotros lo sentimos, pero que no sabíamos cómo expresarlo, o lo encontramos  expresado de una manera que nos parece perfecta pues se corresponde exactamente con lo que creemos sentir o pensar, y además está expresado de una forma donde la armonía entre el contenido y la forma crean tanta belleza,  que hace que nos  emocionemos por partida doble. Esto no solo nos hace sentir bien porque de alguna manera nos refuerza la pertenencia al género humano, y nos da esa ganancia de placer que siempre da o daba -pues ahora hay artes que pretenden lo opuesto-todo arte, al de presentarnos  de manera aceptable, bella, aspectos incluso horribles y terribles de nosotros mismos. En ese sentido, todo arte nos hace conocernos más a nosotros mismos y aceptarnos; en la literatura, esto sobre todo se logra  cuando nos encontramos reflejados en poesías o historias, sentimientos o situaciones  que no sabemos que estaban en nosotros, ya fuese porque no reflexionamos sobre lo que sentimos suficientemente, o porque no los queremos admitir como nuestros porque nos producen miedo, vergüenza, culpa, y los hemos reprimido y sacado de nuestra consciencia. De alguna manera encontrarnos en un texto, en un personaje, nos  “normaliza”  pues nos hace sentir que compartimos vivencias, afectos, emociones, conflictos, miedos, etc. entre todos los humanos, los cuales  a veces creíamos que solamente experimentábamos  nosotros.

En mi caso yo me sentí atraída y leída por la poesía y las historias desde mi infancia, por lo cual muchas veces a medida que crecí  se iba pensando en mi la posibilidad de  estudiar Letras en Uruguay (Filología le llaman en España) y ser escritora o hacer un profesorado de Literatura.  Incidió mucho en mi gusto por la Literatura un rasgo de carácter que era la timidez  y el retraimiento. La timidez hacía que me costara muchísimo hablar y expresarme; y de alguna manera encontraba en la lectura, a alguien con quien hablar y alguien que me hablaba de sentimientos, de sensaciones, percepciones, de miedos y conflictos que yo misma sentía y no me atrevía a manifestar; me hablaban tanto de aquellos sentimientos o situaciones que me generaban malestar como de los que me producían  placer y felicidad. Me sentía entendida y acompañada.

Otro aspecto importante que hizo que me interesara bucear en la psiquis tanto propia como de otras personas o personajes, es que la inseguridad que esconde la timidez, me llevó a estar escudriñándome constantemente para intentar dar una imagen aceptable y comprobar si la daba o no, intentaba controlar en los gestos y en lo que decía aquellos aspectos personales  que no quería poner de  manifiesto ante otros, aspectos que obviamente me  avergonzaban  o daban miedo y podrían implicar no ser aceptada por los otros. Pero ese control requería además, de la observación minuciosa de  las reacciones de los otros hacia mi(para dilucidar si se es  aceptada o no); en mi caso  dicha necesidad se fue soldando a  a un placer de mirar muy potente, de escudriñar y analizar  ya en general  a todas  las personas, a sus actitudes, a  lo que decían, a como lo decían, sus gestos, el tono de su voz, las pausas o silencios  que hacían, si lo que decían era contradictorio con su tono de voz o su actitud, etc.
Ese amor y gusto por saber sobre lo que siente y piensa la gente cuajó en el placer por  la Literatura, por adentrarme en la psiquis de los personajes para leerlos a la vez que ser leída y dejarme leer,  o en las  voces  poéticas que decían y sabían de mis sentimientos, por lo cual la misma  siempre ha estado con mayor o menos fuerza y presencia en mi vida. También me empezó gustar mucho ya desde el colegio  la Historia; en secundaria este gusto se afianzó y también encontré otro de mis grandes amores que fue la Filosofía. Ahí se me empezó a desdibujar el territorio parcelado desde lo curricular en tres materias, y empecé  a dudar sobre que profesorado seguir, si de historia, filosofía o literatura. Hasta que en cuarto curso, un profesor excelente de Filosofía que me permitió enamorarme  aún más de  esta materia, me posibilitó también  encontrar una salida que de alguna manera-lo supe mucho después- conciliaba todas estas disciplinas. En ese teníamos Filosofía, pero una gran parte del curso dedicado también a la Psicología y una introducción al psicoanálisis. Ahí decidí definitivamente que estudiaría psicología, entiéndase sobre todo psicoanálisis.

La conciliación entre las tres disciplinas citadas implica: que toda persona tiene una historia personal, una historia de vida, y dicha historia se desarrolla en un contexto histórico  (cultural, político, económico), en un período o época histórica determinada que hace a  esa historia, como decía Ortega del hombre, “soy yo y mi circunstancia”.  Y a su vez cada persona la manera de cómo hace un escritor en  la literatura  construye su propio personaje, esa construcción implica una psicología, una determina manera de sentir, de situarse en el mundo, de pensarse, de hacer. Y cada persona o personaje  vive acorde a una  filosofía de vida determinada, al cual se puede apreciar en su manera de comportarse, de pensar, de sentir.

Así mismo, luego de haberme psicoanalizado por un  período bastante prolongado de tiempo, he encontrado en el escribir, algo que siempre hice- concurriendo además a algún taller literario- de manera esporádica, una forma de terapia o ¿autoanálisis?: habitualmente escribo sobre lo que siento, sobre cómo me siento tratando de darle a lo que escribo una forma “poética”(últimamente la escritura narrativa a la que antes era más proclive no quiere hacer acto de presencia).

 Y al escribir, siento que voy  “haciendo camino al andar”, dejando caer, soltando, liberando aún  identificaciones que a veces producen malestar, recreo también  sensaciones, sentimientos y situaciones que me producen placer y bienestar, y afianzo actividades vinculadas a las mismas en mi persona gracias también a que escribo sobre ello, intento trabajar poéticamente mis sueños y mis goces, mi angustia, mi tristeza, en fin todo lo que siento y me voy des-prendiendo  de mi, de quien he venido siendo para encontrarme con nuevos y desconocidos rostros de mi misma. Como dicen dos cantantes que me gustan mucho:
 “me estoy felizmente desacostumbrando de mi”(Queyi y Ana Prada).


He aquí para concluir esta escritura, uno de mis “poemas” que hablan sobre ello:


DESANDANDO CAMINOS.

Desde hace ya un largo tramo
en vez de andar los caminos
me ha dado por desandarlos,
¡y cuanto más los desando
más lejos me voy llevando!

Desde hace ya un largo tramo
en vez de armar los caminos
me ha dado por desarmarlos,
¡y cuanto más los desarmo
 más a gusto me voy andando!

más, más se van
des-dibujando,
y me encuentro
siendo otras,
algarabía asombrosa
de seres desconocidos
pueblan hoy mi ayer archisabido.

Como alas de pichón ya listo
para abandonar el nido
como flores ya dispuestas 
a la polinización
mundos nuevos que se abren
en un inmenso latido
al azar del no sabido
al compás del sin sentido
aun los más alejados, cerrados y sepultados
de viejos odios atados,

una no puede hacer otra cosa
que dejarlos florecer,
sin oponer resistencia
ante esta nueva sapiencia
no se puede nada
en su contra hacer,
sino sumarse gozosa
a su buen savoir y faire,
pues es lección de Vida,
¡hay que desandar caminos
para escapar al destino!,
¡y saber desfallecer
para poder renacer!