viernes, 27 de junio de 2014

RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS. EL CONFLICTO EN PSICOANÁLISIS. Primera parte. “Yo es Otro” Jean-Arthur Rimbaud

                                                
Esto que hoy escribo surge a partir de una charla taller a la que asistí como invitada en un curso de formación para directores de tiempo libre dirigido a jóvenes. Cuando la docente encargada del curso me propone hablar del conflicto, lo hace interesada en que precisamente realizara un aporte al tema desde el enfoque psicoanalítico, ya que ella se encarga de brindarles el enfoque que del mismo se hace habitualmente desde la psicología.

Sabiendo de antemano que era un grupo conformado por jóvenes con un gran interés  en el juego, el tiempo libre y la creación artística (cine , teatro, literatura) , que algunos son monitores de tiempo libre, otros  maestros o educadores en busca de una “educación alternativa”, me siento  en la libertad de hacer una propuesta en la que la poesía tenga alguna presencia, para decir de una manera más bella lo que he de abordar teóricamente, y también para que los jóvenes tomen conciencia de aquello que sin saber que lo saben ya saben –dados sus intereses- : que hay, que existe un saber del inconsciente del que no solamente el psicoanálisis da cuenta , sino también los creadores, pues es del mismo que éstos  se valen  para hacer su acto de creación, su saber hacer ahí, justo en el borde donde el mismo no cesa de no escribirse ,” lugar” de lo real, del TROUmatisme como dice Lacan para referirse al trauma). Un saber del cual el psicoanálisis ha hecho su objeto de estudio. Saber inconsciente, saber a medias asentado en la muerte, en la falta, que pulsando por entre los intersticios o las  grietas de la tierra cual Perséfone, es el que hace posible que la semilla devenga  fruto  cada vez  en las diferentes creaciones o estaciones de poetas, músicos, pintores, cineastas, actores, etc.




Es así que antes de hablar de cómo pueden hacer para resolver un conflicto que se les presente a ellos con otros profesionales, a ellos con los niños o con los padres de los niños en las actividades donde estén desempeñando su rol ya sea de maestros, monitores o directores de tiempo libre, o de un conflicto que se produzca entre niños y en el cual ellos deban operar como mediadores, enfoco mi charla a hablarles del conflicto que nos habita e inaugura a cada uno de nosotros como sujetos psíquicos.

 El conflicto como originario del sujeto es también lo que posibilitó  el surgimiento del psicoanálisis. ¿Qué fue,  sino el conflicto lo que Freud  escuchó en sus primeras analizantes, las llamadas pacientes histéricas?, que por suerte de pacientes  no tuvieron mucho, y  fue precisamente el psicoanálisis el que gracias a Freud las ayudó a salir  de ese lugar de pasividad que sí tenían y quizás siguen hoy teniendo para la Medicina. Y las ayudó precisamente escuchándolas, dando lugar a su palabra, precisamente el aspecto que toda psicología considera fundamental para la resolución de conflictos. Escuchar al otro, aunque al diferencia del psicoanálisis con la Psicología es que la psicología escucha de yo a yo creyendo que el significante tiene correspondencia biunívoca con el significado y que el yo dice lo que quiere decir, mientras el psicoanálisis considera que ese yo que dice, no sabe lo que dice en lo que dice (lapsus, actos fallidos chistes, sueños, síntomas) pues no hay correspondencia fija entre significante y significado  y un significante puede decir muchas cosas dependiendo de dónde esté ubicado y de su relación con otros significantes; es el Otro del leguaje el que lo dice y dice a través de él. 

Por eso mi  enfoque apuntó a escucharnos  antes que nada a nosotros mismos como seres en conflicto, escuchar esa división del sujeto que es originaria e inaugural de nuestra existencia psíquica entre consciente e inconsciente y entre mociones que como dice Freud responden a diferentes instancias psíquicas o instancias de lo que él llamó el aparato psíquico, que en la llamada segunda tópica estaba conformado por el yo, el ello y el super-yo, con lo cual pretendía entender y darnos a entender cómo somos seres habitados por pulsiones que  entran en conflicto con los valores morales, culturales, en fin, sociales, que el sujeto internaliza, y es el “yo” decía Freud el que intenta mediar entre la satisfacción y la prohibición, o el límite a la satisfacción de las mismas que se hace necesario para poder convivir en sociedad. Así todo conflicto, antes de producirse con los otros, está internalizado en cada uno, de ahí que Freud dijera que “toda Psicología es en rigor Psicología social “(“Psicología de las masas y análisis del yo”), pues no hay posibilidad de existencia de los sujetos sin la cultura y el lenguaje, y eso esta antes de la concepción del propio sujeto, éste nace en un baño de Lenguaje y por tanto de cultura.

Y es esta complejidad la que hace que sea tan difícil resolver los conflictos, pues enfrentados a alguno con otra u otras personas, se juegan todas esas fuerzas contradictorias que cada uno de nosotros tiene en sí mismo. Para sentir que realmente se resolvió un conflicto  con el otro, cada cual ha de  haber podido resolver el conflicto consigo mismo a que ese conflicto con el otro lo enfrenta, conciliar en la solución encontrada a todas esas instancias psíquicas que reclaman su cuota de satisfacción.
 Y para dar cuenta de cómo el conflicto entre el “yo” (sujeto) y el Otro que habita en mí, está desde el inicio pues ese Otro de la cultura, del lenguaje  que internalizamos, con el que nos identificamos  nos brinda sus significantes y nombres recurrí a la cita de Rimbaud : “Yo es Otro”.

 Si yo es Otro, cuando digo “yo”, es el Otro el que dice de mí, se dice en mi.
Y por eso los nombres nos vienen del Otro, incluso el que llamamos propio, que no es para nada propio sino también del Otro, determinado por su goce y su deseo en relación a nosotros como hijos. ¿Qué nombra entonces mi nombre, cuál es mi verdadero nombre?  Habría un nombre del significante y otro del goce; ¿el verdadero será el del goce?
Y para dar cuenta de ello recurrí a una hermosa manera de decirlo, la de  José Saramago en 
“Todos los nombres”:

“Conoces el nombre que te dieron,
 no conoces el nombre que tienes” (  cita del Libro de las evidencias).

¿Habrá entonces que perder todos los nombres del Otro que me habitan para hacerme uno propio realmente propio con el goce?
Somos producto entonces de un conflicto entre el sujeto y el Otro, lo que determina una división subjetiva entre consciente e inconsciente. Qué nombrará entonces el nombre propio de cada uno en el deseo y el goce  parental, que nombres habrá allí ocultos o dichos a medias que dicen de nosotros, y qué dicen en lo que dicen.

“TO BE OR NOT TO BE” dice Hamlet  de Shakespeare.

  SER lo que nos dice el Otro, o no ser, es la cuestión.
   No SER lo que nos dice el Otro, también es la cuestión.

Y ahí dos operaciones de que nos habla Lacan a la entrada del sujeto en el lenguaje, la alienación y la separación, ambas esenciales para devenir sujeto psíquico, sujeto de lenguaje.



Tercera poesía vertical    R. Juarroz.  Poemas de Otredad
2
El otro que lleva mi nombre
ha comenzado a desconocerme.
Se despierta donde yo me duermo,
me duplica la persuasión de estar ausente,
ocupa mi lugar como si el otro fuera yo,
me copia en las vidrieras que no amo,
me agudiza las cuencas desistidas,
descoloca los signos que nos unen
y visita sin mí las otras versiones de la noche.
Imitando su ejemplo,
ahora empiezo yo a desconocerme.
Tal vez no exista otra manera
de comenzar a conocernos.



4
Si uno no es igual a su despertar,
si el despertar lo excede
o es menor que uno,
¿quién ocupa la diferencia?
Y si uno no es igual tampoco a su dormir,
¿adónde se queda su costado despierto
o qué otra cosa se duerme con uno?
¿Y si uno no es igual a uno?
El signo igual parece a veces
la duplicación ensimismada
del menos.



Novena poesía vertical
50
Somos el borrador de un texto
que nunca será pasado en limpio.
Con palabras tachadas,
repetidas,
mal escritas
y hasta con faltas de ortografía.
Con palabras que esperan,
como todas las palabras esperan,
pero aquí abandonadas,
doblemente abandonadas
entre márgenes desprolijos y yertos.
Bastaría, sin embargo, que este tosco borrador
fuera leído una sola vez en voz alta,
para que ya no esperásemos más
ningún texto definitivo.


Octava Poesía vertical  1984.
86
Me están dictando cosas,
pero no desde otro mundo u otros seres,
sino, más humildemente, desde adentro.
Pero ¿quién está adentro,
además de estar yo?
¿O tal vez no estoy yo
y he dejado mi lugar
para que otro me dicte?
Si esto es así,
no importa que el dictado
no lo comprenda nadie.
No importa ni siquiera
que lo comprenda yo.
Ser no es comprender.



“BALADA DE Mí NOMBRE”.
Gabriela Mistral.

El nombre mío que he perdido,
¿dónde vive, dónde prospera?
Nombre de infancia, gota de leche,
rama de mirto tan ligera.

De no llevarme iba dichoso
o de llevar mi adolescencia
y con él ya no camino
por campos y por praderas.

Llanto mío no conoce
y no la quemó mi salmuera;
cabellos blancos no me ha visto,
ni mi boca con acidia,
y no me habla si me encuentra.

Pero me cuentan que camina
por las quiebras de mi montaña
tarde a la tarde silencioso
y sin mi cuerpo y vuelto mi alma.



DESALOJANDO AL EXTRANJERO…QUE HABITA EN Mí.
POR  EFECTO DE LA PALABRA SOY,  EXTRANJERO.      
NO SER LO QUE NOS DICE EL OTRO, TAMBIÉN ES LA CUESTIÓN.


Des-nombrarnos, des-palabra-r-nos. Operación de separación le llama Lacan.

Quisiera poder matar
al extranjero
 que habita en mí.
Matar todos los nombres
del Otro
en mí.
Inventarme
 nuevos nombres,
los que yo
verdaderamente
quiera.



Tenemos dos vidas. La verdadera es la que soñamos en la infancia. La que continuamos soñando adultos en un sustrato de niebla. La falsa es la que vivimos en convivencia con los demás. La falsa es la práctica y útil. Aquella en la que acaban por meternos en un ataúd. En la otra no hay ataúdes ni muertes. Hay sólo ilusiones de infancia. Y grandes libros pintados para ver y no leer. En la otra somos nosotros. En la otra, y no en ésta, vivimos.  (Álvaro de Campos*, “Dos vidas”)
*Heterónimo de Fernando Pessoa.


soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia

Octavio Paz, Piedra de sol.

               

   “PERDER-ME”.  (fragmento)  por Anabella Rodríguez.

                                                                                   “Necesito perderme.
                                                                                     Definitiva
                                                                                     Rotunda
                                                                                      Desesperada mente 
                                                                                      para encontrarme .
                                                                                      Desalojar de una vez por todas
                                                                                       a  … esas otras
                                                                                      que  aún se empeñan
                                                                                       en vivir en mí…”





Las Máscaras” Amado Nervo.


“YO NO SOY YO”  Juan Ramón Giménez.

Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pié cuando yo muera.



NO     Idea Vilariño IV

Quiénes somos
qué pasa
qué extraña historia es ésta
por qué la soportamos
si es a nuestra costa
por qué nos soportamos
por qué hacemos el juego.
                                            (1971)

Alguno de estos días
se acabarán las bromas
y todo eso
esa farsa
esa juguetería
las marionetas sucias
los payasos
habrán sido la vida.
                                 (1963)
No sé quién soy.

Mi nombre
ya no me dice nada.
No sé qué estoy haciendo.
Nada tiene que ver ya más
con nada.
Tampoco yo
tengo que ver con nada.
Digo yo
por decirlo de algún modo.


*****
               YO
Yo quiero
Yo no quiero
yo aguanto
yo me olvido
yo digo no
yo niego
yo digo será inútil
yo dejo
yo desisto
yo quisiera morirme
yo, yo,  yo,
yo.
Qué es eso.
                       (Las Toscas, septiembre de 1969)


EL BAILE DE LAS MÁSCARAS caídas, que se caen.     Anabella Rodríguez Reyes.

He de decirte aún                                                                                    
Bienvenida a la vida
¡este insensato baile de las máscaras!                                                                                
desde antes de nacer
 ya te esperan    
 unas cuantas
podrás elegir
solo a medias
luego cuando ya apresado
sin ellas vivir no puedas
y sacártelas no quieras,
pagarás el más-caro precio
de con ellas con-fundirte,
y más tarde
cuando quizás te adviertas
y quitártelas quieras
y ya no fácilmente puedas
quizás te preguntes
como yo
¿cómo         las pude creer?
             yo me



Se te está viendo la otra... Pedro salinas.

Se te está viendo la otra.
Se parece a ti:
los pasos, el mismo ceño,
los mismos tacones altos
todos manchados de estrellas.
Cuando vayáis por la calle
juntas, las dos,
¡qué difícil el saber
quién eres, quién no eres tú!
Tan iguales ya, que sea
imposible vivir más
así, siendo tan iguales.
Y como tú eres la frágil,
la apenas siendo, tiernísima,
tú tienes que ser la muerta.
Tú dejarás que te mate,
que siga viviendo ella,
embustera, falsa tú,
pero tan igual a ti
que nadie se acordará
sino yo de los que eras.
Y vendrá un día
-porque vendrá, sí, vendrá-
en que al mirarme a los ojos
tú veas
que pienso en ella y la quiero:
tú veas que no eres tú.

Muñeca rusa


(Joan Manuel Serrat)

Dentro de ella se esconde otra, que es como ella, pero no es;
y en esa otra se oculta otra, que esconde otra a su vez.

Una se ve, la otra se adivina, la otra ya fue, la otra será,
y todas son de mentira y todas son de verdad.

Ella es la que se mira al espejo y la que en el espejo se ve.
Es lo que dice su boca y lo que ocultan sus ojos también.

Son muchas y distintas mujeres viviendo en una mujer no más.
Uno no puede querer a una sin querer a las demás.

Ella es como una Matryshka.
Ella es como una muñeca rusa...
Ella es como una muñeca...
Ella es como una...
Ella es como...
Ella es...
Ella.


Y aunque nadie sabe quién es ella, ni lo que ellos para ella son,
todos cuentan la feria según como les fue en el frontón.

Que si la oruga o la mariposa, que si la reina del ajedrez,
que si el infierno o el paraíso, que si el agua o si la sed.

Cuántos quisieran verla entregada, como la playa en la bajamar,
con sus secretos a la intemperie y sus arenas por hollar.

A mí me basta con ser para ella la misma cosa que siempre fui:
el viejo osito de felpa que abraza para dormir.



Para
Quitarnos los nombres del otro que no deseamos.
Hacernos uno propio
desde el cual poder defender lúcidamente en caso de conflicto nuestra originalidad, nuestra diferencia,
hemos de antes que nada, escucharnos a nosotros mismos.
ENTONCES…


“Hay que inventar respiraciones nuevas...” Roberto Juarroz.
Hay que inventar respiraciones nuevas.
Respiraciones que no sólo consuman el aire,
sino que además lo enriquezcan
y hasta lo liberen
de ciertas combinaciones taciturnas.

Respiraciones que inhalen además
las ondas y los ritmos,
la fragancia secreta del tiempo
y su disolución entre la bruma.

Respiraciones que acompañen
a aquel que las respire.

Respiraciones hacia adentro del sueño,
del amor y la muerte.

Y para eso hay que inventar un nuevo aire,
unos pulmones más fervientes
y un pensamiento que pueda respirarse.

Y si aún faltara algo,
habría que inventar también
otra forma más concreta del hombre. 


Cada cual ha  de crearse…  a sí mismo.
Undécima Poesía vertical 1988.


Cada cual ha de crearse…   
3
Una escritura que soporte la intemperie,
que se pueda leer bajo el sol o la lluvia,
bajo el grito o la noche,
bajo el tiempo desnudo.
Una escritura que soporte lo infinito,
las grietas que se reparten como el polen,
la lectura sin piedad de los dioses,

la lectura iletrada del desierto.
Una escritura que resista
la intemperie total.
Una escritura que se pueda leer
hasta en la muerte.

miércoles, 25 de junio de 2014

ESCRITURA TERAPÉUTICA.

Hoy va de como hacer literatura con la propia vida, y de como canalizar las pulsiones agresivas en este caso, vía la sublimación cuando una esta muy enfadada y desilusionada.Lo aquí escrito no pretende tener un valor literario, sí  terapéutico para mí misma.

Por Anabella Rodríguez.



DESENCANTAMIENTO.

A pura lucha
por el poder y por el prestigio
por el dinero y su vicio
los lobos ,
pezuñas y fauces hambrientas
inevitablemente asoman
siniestras 
por los entretelones de su disfraz corderil.
se autonombran
se auto-encumbran
mienten
proclaman
la falta alumbra
 y a los otros
ponen la cuña.
Dinosaurios
en busca de  su no extinción.
Dinosaurios
dinos áureos
dineros y sudarios.



 ENGAÑO o el FALSO PROFETA.

Proclama
a los cuatro vientos
que hay que dejar
el ego de lado
mientras el tuyo
¡que se vea!
¡bien inflado!
soldado.



SACRIFICIO.

 ¡A ti cordero!
¡yo hoy te mato!
te sacrificio
te ajusticio
te hago un juicio
pasado el tiempo
muerta la pena
muerde hoy la rabia
tu mansedumbre
ya no me incumbe
ya no me alcanza
alcancía
vacía

ni aún tu ausencia plena
pena de lumbre
si a los políticos
y a ti te incumbe
           encumbre
            cubre
pues el pastar
es ¡Tú!
costumbre.

Al fin cayó
         calló
         callo
la mansedumbre.


SACRIFICIO II.

Corderito lindo,
corderito manso,
corderito blanco
el Señor te amaba
cuando por costumbre
tu andabas
pastando.

Corderito lindo,
corderito manso,
corderito blanco
¡qué hoy ya no te aguanto!
¡qué hoy yo ya te mato!
¡qué hoy yo ya te capo!
Ha pasado el tiempo,
muerta ya la pena
muerde hoy la rabia,
pues tu mansedumbre
ya a mí no me incumbe,
                                        encumbra
                                        encubre
                                         cubre
y ni aún tu ausencia
perdida de lumbre.
Pérdida,
¡qué alumbre!


HIPOCRECÍA.

Hipo
Hipnos
ipod
crecía

la monja
la mojigata
la timorata
la que de la moral  te da la lata
la que tiene la fe de erratas
¿la fe de ratas?
es la que el moño más apretado de la otra ata:
hay que ser pobre pero decente
y de los ricos muy fiel sirviente,
en el retrete ¡la más pudiente!
Mas hoy ser puta
de alto standing
más convincente,
mientras la limpia
un solo diente
la puta,
¡ la agenda llena de clientes! 










sábado, 14 de junio de 2014

ACTO DE ESCRITURA, ACTO PSICOANALÍTICO.

Por Anabella Rodríguez Reyes.

Actos de escritura de mi propia pluma.

ESCRITURA.

Una escribe
y pierde
y en la escritura
se pierde
poco a poco
identificaciones como fortificaciones
van  ca
              yendo,
se hacen restas
con pecados capitales
que se restan
y una va pudiendo ser
menos
persona
máscara
mas ,
más ser humano;
cuando una escribe
ya superado el declive
solo puede escribir sobre eso,
cuando ya se lo va perdiendo
va perdiendo/sé.


TAPANDO AGUJEROS.

Una solución
 creo ( yo)
he encontrado
para tapar los agujeros
por donde mi ser
podría caer
podría  de-ser
podría no ser
y así, por cada agujero
escribo
una poesía

Pongo en cada agujero
un poema
red de Vida
de letras tejida
que impida del abismo
agujero negro de la angustia
su devorante embestida.

Mas un miedo
innombrable
aún me acecha,
hasta cuándo podrá ello sostenerse
hasta cuándo podrá ello sostener-me.


OPERACIONES.

Me he pasado la noche,
me he pasado
la noche
soñando
  -perando
o
open-ando
   penando
o-              
haciendo
              siendo
tapiz,
se-parando
lo que me sirve
de lo que no,
alquimista
en busca
de la piedra filosofal,
buscador de oro
en lejanos ríos perdidos del tiempo
viejo pescador que lanza al mar su red
y espera el gran pez ;
con lo que reste,
con los restos
que en realidad son lo más valioso
he de hacer-me
tejer- me
un tapiz
de Flandes
             des
feliz
hacer-me
un desliz
tapiz
traspiés
Tàpies.
  T


TAPIZ.

Trabajo artesano
                            arte sano
trabajo hecho a mano
                                    mas no,
                                    ¿manos no?
                                   ¿rechazo a las manos -de mi padre-ya no?
                                  ¿mamá no?
enlace cuidado
enlace entramado
                              amado
de amor  anidado                        
                            Ann  i  dad
                                  o



LA POESÍA.

La poesía va
desde el interior
hacia el exterior

si quieres que vaya
en otro sentido
lo hará sin latido

desde el exterior
hacia el interior
ella se resiste
y jamás te asiste
surge de repente
golpea en tu frente
se dice en presente
y jamás te miente

La poesía va
desde tu interior
hacia tu exterior
anida en la muerte
no juega a la suerte
su dicho es urgente
entraña al ausente
entraña
vacío
y sentido
ausente.


ACTO DE ESCRITURA, ACTO PSICOANALÍTICO.


Cuando el acto de escribir…
                                            aspira a inscribir el ser.


Fíjate, Juanjo, cauteriza la herida en el momento mismo de producirla.»
Comprendí que la escritura, como el bisturí de mi padre, cicatrizaba las Heridas en el instante de abrirlas e intuí por qué era escritor”   


                                                            “El mundo” Juan José Millás.

          

“El acto poético hace al encuentro… produce esa extrañeza ante una realidad cotidiana que de pronto se revela como lo nunca visto.”
Recordemos aquí lo que Lacan trabaja en el seminario Del Acto Psicoanalítico, la relación del acto con el “elogio de la boludez”
“El decir del poeta es un acto que revela nuestra condición, que no es sino la de nuestra falta original, nuestro poco ser”. Y “el primer acto de esta operación consiste en el desarraigo de las palabras…de sus conexiones y menesteres habituales”

                                Octavio Paz,”La casa de la presencia”

 

 

 Partiendo de que el acto psicoanalítico es un acto de escritura me pregunto:          

¿Podemos establecer paralelismos  entre el acto psicoanalítico y  el acto de escritura de un poeta o escritor? ¿De ser así, cuáles serían los mismos y cómo podemos pensarlos? 

¿Quién escribe en una cura psicoanalítica?, ¿el analista, el analizante? ¿Se trata de una función (?) que implica a ambos, un “ESO (SE) ESCRIBE” pues ESO  CESA DE NO ESCRIBIRSE? ¿Y en el caso del poeta o escritor, quién escribe, o desde que lugar el escritor escribe?, ¿también ahí en su obra, eso cesa de no escribirse?

¿Podría considerarse que tanto en el acto de escritura de un poeta o escritor,  como en el  acto de escritura que se hace en un análisis, se realiza una sustracción de goce? ¿El escritor es alguien que sabe hacer ahí con su objeto de goce por sí mismo sin necesidad de recurrir a un análisis? ¿Y todo escritor sabe hacer ahí con ello? ¿Y el que lo sabe hacer, lo sabe hacer ahí siempre? ¿O no?

 Y de ello se deriva: ¿todo escrito  es un acto de escritura? ¿O hay veces que lo escrito por un escritor o u poeta, o lo que se escribe  en la cura, no constituyen actos de escritura?
¿Acto de escritura es lo mismo que acto poético? ¿Qué diferencias si es que las hay podrían establecerse entre ambos?

Intentaré empezar a responderme a algunas de estas cuestiones en esto que hoy escribo, para lo cual he tenido que armar una especie de collage con aportaciones muy valiosas de otros analistas, ya que tratando de pensar y trabajar este  tema del acto, parecía que siempre algo se me escapaba, algo  siempre quedaba por fuera y necesitaba fijarlo una vez y  otra vez en el papel y en mi cabeza –que funciona mejor escribiendo en el papel-. Y ello aún y precisamente, cuando quizás entre el planteamiento de uno/a u otro/a analistas hayan apenas diferencias. Se juega en ello algo del orden de la repetición, buscando cerrar, obviamente que sabiendo que de manera infructuosa, esa brecha o salto que el acto en sí mismo es:                                             El acto va contra el sentido, implica un “salto que lo omite (Lacan Jacques. Seminario el acto clase 20/3/685).                                                                 
En fin, paciencia y tiempo al tiempo.


“La estrecha relación entre la escritura y el acto, la percibimos por sus efectos, como ese bisturí cuyo corte y empalme connota lo inaugural que todo acto analítico implica. Esa operación en psicoanálisis la llamamos castración. Es la que transita de la carta de amor a la carta de amuro, en los distintos tiempos de la transferencia. El valor del acto analítico escribe una marca tal para cada sujeto que dirá que hubo un antes y un después a partir del mismo”,

Nos dice Silvia Wainsztetein en “Acto analítico y actos de amor”(efbaires.com):  Si el acto analítico opera como producción y como invención, su carácter inaugural es contingente, es decir, no es calculable, es en todo caso deseable. Siempre y cuando en el horizonte de cada análisis opere el referente latente de su fin. De todos los actos mencionados es el acto de la invención el que tiene que ver con el fin de análisis del analista, por su estrecha relación con los pedacitos de real que le cabe acoger en el acto analítico, y cuyo correlato es un nuevo saber”.

De la invención dirá Lacan que se trata de trozos de real que el saber inconciente
arroja en  la escena de la transferencia y que atañen tanto al analizante como al analista.
Sorprenden por ser inesperados, como esos encuentros llamados de amor, que suceden al modo del acontecimiento entre los partenaires.Qué es lo que se inventa? Pedacitos de real, cuyo saber no es un saber todo, por eso el acto de la invención es solidario de la lógica del No-Todo. Es cuando decimos de alguien que tiene un “savoir faire” como así también un “savoir dire”, cuyo equivalente en nuestra lengua seria el “bien decir”.

¿Qué nos dice Lacan acerca de la escritura?
La escritura: es la huella que deja el lenguaje
Lo que se escribe: las condiciones del goce
Lo que se cuenta: los residuos del goce
La escritura muestra lo que no puede decirse. Por eso los versos del amor en todas
sus variantes: las cartas de amor, de almor, y de amuro.

“El seminario que despliega Lacan durante los años 1967-68 trata sobre el acto analítico.
La primera definición que concierne a dicho acto es que "eso hace algo ", afirmación que comparte con el acto poético, de él también puede decirse que "eso hace algo", aunque más precisamente " hace algo" a los poetas – recaen sobre quién escribe los efectos del acto de escritura.”

Si una de las condiciones del acto siguiendo a Roberto Harari * consiste en generar un decir mordiente” de lo Real, que se funda en la violencia ejercida sobre el lenguaje; tal “hacer” emparienta ambas tareas. Sí, tareas, porque una acepción etimológica no tan divulgada del verbo de origen griego poiesis significa acción.” (Acto analítico, acto poético, Gabriela Spinelli)

* Harari Roberto, “Qué sucede en el acto analítico. La experiencia del psicoanálisis” Lugar Editorial. Buenos Aires, 2000..


“Entonces vemos que acto analítico y poiesis se acercan tanto en su sentido activo, cuanto en el modo en que se ejercen, ya que al romper los ligámenes establecidos (que hacen caer las anticipaciones imaginarias) generan inquietud, desacomodo, desasosiego…asombro”.

QUIÉN ESCRIBE, DESDE QUE LUGAR SE ESCRIBE.

El acto psicoanalítico implica una escritura, un ir reescribiendo cada vez  la historia del sujeto en el aquí y ahora de la sesión. Lo planteaba Lacan en el seminario 1: “se trata menos de recordar que de reescribir la historia”
 Sobre este punto puede leerse por ejemplo: “Lectura y escritura en Psicoanálisis”, Margarita Noriega García) en NODVS Sección clínica de Barcelona.

Pero me pregunto quién o QUÉ  escribe, qué se escribe,  y desde qué lugar (eso)se escribe, y en qué condiciones lo que se escribe constituye un acto de escritura, pues considero que  no todo lo que se escribe constituye acto de escritura.
¿Y qué es ESO  que se escribe? Si es lo que no puede decirse como decía  Silvia Wainsztetein en el trabajo antes citado, se trataría del goce precisamente, de lo pulsional.

Para intentar ir entrando en el tema comienzo citando  un excelente trabajo, “La sustracción de goce y el acto analítico” de la psicoanalista Adriana Dreizzen(efbaires.com)quien plantea que lo primero que rescató del seminario de Lacan que lleva por nombre "El acto psicoanalítico"es
 “aquella frase que dice que dicho acto atañe a quienes no hacen de él profesión. No hay profesión de psicoanalista sino que más bien en su savoir faire, dicho acto se emparienta al acto poético. Ambos- acto analítico y acto poético –parecen estar conjugados por la poiésis,  es decir lo singular de lo creativo y novedoso que los sustenta”.

En este sentido yo también plantearía que no hay profesión de escritor o poeta, ambos   devienen tales   en el momento en que  realizan su escritura, y se fundan así como sujetos en  su acto de escritura. Esto se aprecia claramente según yo lo entiendo, en ese miedo que acecha a los escritores a no ser capaces de volver a  escribir,  porque no se es escritor, como tampoco se es psicoanalista, no hay  identificación  yoica que sostenga el ser de ninguno de los dos, de una vez y para siempre. Se trata por el contrario, de serlo cada vez porque hay la división subjetiva que precisamente se produce en ambos actos de escritura; en el caso del analista en cada sesión, y puede que si en la sesión siguiente la función deseo del analista no opera, no haya acto analítico. También para el escritor o poeta,  se trata de hacer de escritor o poeta cada vez, hacerse escritor en cada acto de escritura; no es algo entonces logrado de una vez y para siempre, es un hacer sin garantías porque parte de lo pulsional. Es así que cada escritor hace poiésis ¿o invención? aunque escriba narrativa y no poesía.

Con este signo de interrogación en la palabra invención dejo en suspenso para otro escrito la diferencia entre creación e invención, producción,  tema que también me hace pregunta.

Me gustaría citar para dar cuenta de esta posición que comparten creador y  analista, al título de un trabajo documental que está llevando a cabo en eso momentos la productora Señor Paraguas, coordinado por la poeta Sofía Castañón, acá en Gijón , que se titula “Se dice poeta”. Ese “Se dice poeta” da cuenta precisamente de que se trata de decirse, de la enunciación en juego, y en un decirse cada vez en el acto poético, no se trata de ser poeta, ni de nombrarse de una vez y para siempre poeta coagulada en una identificación. Es más bien un decirse, dec-irse, decir-se (de) poeta, irse en cuanto yo, irse yendo de sí misma en su decir. Cuanto más se aleja de la identificación con la poeta, y con un decir consciente, más se dice y es (ello) poeta. (“donde el ello era, el yo (sujeto) debe advenir”, Freud). 

El “se” del “Se dice poeta” es el es ( ello-goce).
Se dice poeta, dice –se poeta: donde el “se” es el lugar del acto que anudando lo pulsional  la dice poeta,  la hace poeta,  pues entiendo que ese  dice no es del orden del blablá bla ni del nombrar (decir como nombre del Otro) sino  del decirse (desdecirse, del decir irse), o sea  en acto “poeta”.  “El acto (a secas) ha lugar de un decir, cuyo sujeto cambia” (Lacan) 

Es un decir entonces que en su dec-irse hace, un decir que en su decir- poeta hace, en el acto de escritura o de lectura del poema cada vez, un hacer que dice y hace al poeta, un poeta.
En este sentido dice la ya citada Silvia Wainsztetein en “Acto analítico y actos de amor”:

 “La escritura muestra lo que no se dice porque por estructura es imposible de decirse.
El acto de la escritura es homólogo al acto analítico y a la carta de amuro, porque
es lo que no se dice, es el muro del lenguaje. Es lo que se muestra en la
singularidad de cada quien a través del estilo que posee”.


En otro trabajo interesante:”El acto y su borramiento” Miquel Bassols nos propone sobre este punto:
Lacan en su “Reseña de enseñanza” del seminario El acto psicoanalítico, de los años 1967-1968:
“El acto (a secas) ha lugar de un decir, cuyo sujeto cambia”. Es una breve definición de Lacan que conjuga tres términos para darnos una lógica muy precisa de la especificidad del acto. No hay acto sin un decir, sin una enunciación en el campo del lenguaje. Y es por el acto que el sujeto de ese decir, de esa enunciación, se modifica de un modo irreversible. Ahí donde hay acto hay, pues, enunciación y hay modificación subjetiva.
Señalemos, sin embargo, que para Lacan “un decir” es ya algo más que una enunciación. El decir compromete la particularidad del sujeto de enunciación con el goce fijado en su fantasma. No se trata de una enunciación pura sino que su sentido toca de alguna manera el goce pulsional del sujeto. Así, donde hay acto hay también modificación de la posición del sujeto frente a la pulsión, hay una dimensión que toca su condición de sujeto de la defensa frente al goce.
La pregunta podría ahora invertirse: ¿siempre que hay un decir hay acto? ¿siempre que hay un decir hay modificación subjetiva? La experiencia nos muestra que no siempre es así. Más bien al contrario, la experiencia nos muestra lo excepcional de una modificación subjetiva de este orden, del sujeto de la defensa frente a la pulsión. Cuando hablamos, por ejemplo, de “alterar” (deranger) al sujeto de la defensa, nos referimos a esa dimensión que sólo el acto pone en juego y que el propio Lacan, en el texto citado, dirá que “está al alcance de toda entrada en análisis”. Pero para ello, no basta la ubicación del sujeto en la estructura significante de la enunciación, no basta la localización del sujeto del significante para que la dimensión del acto se ponga en juego.
Precisamente, la dimensión del acto apunta a aquello que en la estructura del lenguaje no es reducible al significante, apunta a la dimensión del objeto causa del deseo en el que se funda la particularidad del decir del sujeto. Cuando se trata del acto, lo que actúa como causa no es tanto el significante como el objeto de la pulsión. Y es por ello que, finalmente, será más lógico decir que el verdadero agente del acto no es el sujeto de la enunciación significante sino el objeto causa del deseo y que ese sujeto de la enunciación, en todo caso, será efecto del acto y no tanto su agente.
Esta nueva dimensión y esta nueva lógica del acto sólo se pondrán de manifiesto a partir del acto psicoanalítico tal como Lacan lo situará: “Nunca visto ni oído a no ser por nosotros, es decir, nunca señalado, y aún menos cuestionado, el acto analítico...” En esta nueva lógica, el agente del acto es el objeto causa del deseo y el sujeto de enunciación es su efecto, lo que queda escrito en la parte superior del Discurso del Analista:
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En realidad, el sujeto que así se constituye como efecto del acto lo hace en su propio borramiento, en su propia tachadura, como sujeto vaciado de su ser. Una vez cruzado el Rubicón, Julio César es un sujeto vaciado de su ser anterior, un sujeto a la búsqueda, a la conquista de un nuevo ser en otro lugar desconocido. A la vez, el ser de Julio César es ya, en la apuesta de la suerte que ya está echada, lo que le impulsa en el acto de cruzar el Rubicón haciendo de esa acción y de esa enunciación

También se me ocurre que puede vincularse al tema de la muerte  autor que tan bien trabaja Foucault, no hay autor como alguien dueño absoluto de su escritura o producción. O sea, no se escribe desde el yo, aunque tampoco sin el yo.

Lacan en “Encore”: respecto de la función del escrito, dice que la letra es algo que se lee en el acto analítico y es efecto de discurso, que con el escrito el discurso analítico se vuelve oficiante.  Y agrega: hay una enseñanza que me produce, en lugar de decir yo enseño” Podemos entonces concluir: hay un acto de escritura que produce tanto  al escritor, al analista y al analizante(habría que pensar como se da en cada caso)

 “No hay en el acto analítico ahora una búsqueda de agujerear un saber de Otro que sabe, que ha marcado, sino una marca en acto, en el propio cuerpo y una producción de saber que es escritura. Escritura como elaboración de goce mediante el semblante”, nos dice Aurora Favre en su trabajo “Acto analítico y producción de escrituras de lo real”(efbaires.com),
“Con el escrito lo que se escribe es litoral entre el saber del significante y el goce del objeto, La clínica de lo real por lo tanto da cuenta que el síntoma no queda subsumido a lo inconsciente”.
“Lacan dice “yo escribo” aún cuando es para seguir la huella de un escrito ya marcado” Pero la escritura es un modo de desprenderse de la incidencia de esa marca. Hay por tanto, dos escrituras, una propia de una anterioridad significante  que es cifra de goce en el viviente, y otra escritura, del sujeto, que implica la lectura de la marca y su diferencia. Este desprendimiento de la incidencia significante es del orden del escrito. La clínica lacaniana es la clínica del escrito”

Ahora bien,  me pregunto:

 ¿Todo escrito  es un acto de escritura?, ¿hay veces que lo escrito por un escritor o lo que se escribe en la cura, no constituyen actos de escritura? ¿y lo que escribe no en el encuentro con el analizante, sino a nivel de trabajo teórico alguien que se dice analista, siempre es del orden del acto de escritura, o a veces es simple repetición de conceptos psicoanalíticos?

En “laberintos de la lectura en psicoanálisis” De Sergio Rodríguez y Laura Lueiro((imagoagenda.com)he encontrado un planteamiento que me ha sido de utilidad para intentar contestar esta pregunta. Ellos dicen:

“No todo lo que se escribe tiene el estatuto de escrito y no todo proceso de escritura deviene en acto de escritura. Podríamos decir que lo es, cuando lo escrito bordea mordiendo, algún real; cuando lo escrito hace letra y se inscribe en el filo donde las palabras no alcanzan a escribir lo imposible, lo que no cesa de no escribirse. Entonces, es cuando lo escrito, escribe al supuesto escritor.

Esto es lo que define precisamente al acto analítico.

 “La fórmula de lo escrito, por su parte, es que a un saber se le supone un sujeto irremisiblemente dividido. Se trata de un saber particular, un saber no sabido, saber del inconsciente que porta su falta. La falta en el saber, el agujero en el saber, es lo horadado por el objeto(a), pasible de ser bordeado por la letra cuando ésta se escribe. Allí donde la letra se inscribe se supone un efecto de escisión que subjetiva al sujeto. 

Desde otra perspectiva es lo que dice el viejo adagio: “lo escrito, escrito está” y su autor es responsable por ello en la medida en que lo escrito marca, señalando la castración en el lenguaje”.
“ Es el mismo efecto de embarazo que se produce ante el equívoco, el acto fallido, o el sueño. Donde falla la gramática, se precipita una lógica que habilita otra lectura.
De hecho, el tener que escribir obliga a precisar, acotar, delimitar. Nos impulsa a salir del bla, bla, bla, del goce del significante, para adentrarnos en otro goce que quizás tenga que ver con el juego, con la seriedad del juego. Con la serie de la repetición de marcas, de otras/mismas letras. 
Lo escrito, en tanto letra, es condición de posibilidad lógica y fundamentalmente de la lógica matemática. Creemos que Lacan nunca dejó de aspirar a que, vía la matematización, el psicoanálisis lograra ese estatuto de ciencia de lo real con que él definía a la lógica matemática”…

“La función de lo escrito, que es de otro orden muy diferente al del escrito para ser publicado. Un escrito presentado a publicación, es un artículo. Un objeto en tanto producto. Lo ubicamos, entonces, como producto del Discurso del Amo”.

“Tal vez, el tacho de basura sea el destino primordial de lo que se escribe para publicar. Pensemos en la cantidad de palabras publicadas, artículos, notas, libros, revistas, etc. ¿Cuántos son recordados o consultados porque algo de lo que allí está escrito trazó una marca, por ínfima que sea? Pocos, muy pocos. Y cuando eso sucede es porque ese escrito creó un lector que recreó, con su lectura, la letra bordada por los significantes y en el mismo movimiento, ha re-creado al autor de ese escrito”.
(las negritas y subrayado son mías) 

Me pregunto:¿Cuánto de lo que escribe quien se dice psicoanalista entra dentro de esta categoría, y cuánto pasa sin hacer mella al tacho de la basura?
¿Y en la cura? ¿Se puede decir que  transita por momentos de escritura y otros de acto de escritura?, ubicando los primeros en el trabajo con los significantes del Otro  que tienen tomado al sujeto del inconsciente, y a los segundos en el trabajo con la letra que implica al goce y no solo al inconsciente estructurado como un lenguaje?

En este punto conviene citar lo que dice Lacan sobre la escritura. Para él escritura y escrito coinciden y la función de la escritura no es otra que la de representar palabras, y también que se fabrica por su referirse al lenguaje. Plantea que no hay ninguna cuestión lógica sin la escritura; por el contrario, es a partir de esta como se constituye la lógica. La palabra y el significante quedan relegados en el registro simbólico, mientras la escritura (y la letra) pueden indicar y representar allí donde no hay palabra: en lo real.

“Se da una relación ambigua de Lacan con la escritura; todo ello encuentra espacio en el seminario, cuando en un diálogo no tan velado con Derrida, “Clase sobre Liturratera” sitúa la escritura en lo real y el significante en lo simbólico. Lo real es aquello que no puede ser completamente simbolizado, que escaparía (sin cesar) a la palabra y que no cesa de no escribirse”(“La función de la escritura en Lacan”, Ruben Carmine Fasolino ,revistasucm.es)
Aún inscribiéndose en lo real, la escritura, -la letra- no guarda relación con el significante.

En “La función de la escritura en la experiencia psicoanalíticaAraceli Fuentes García-Romero.(Letras lacanianas.com) plantea: 

Palabra y escritura
Lacan dedica el capítulo V del Seminario XVIII a mostrar que hay una articulación necesaria entre la palabra y la escritura, articulación sin la cual hablar de escritura en psicoanálisis no tendría ningún sentido. En dicha articulación la palabra goza de anterioridad con respecto al escrito.
En psicoanálisis palabra y escritura no están separadas como se podría creer, lo que se escribe fue primero palabra y lo que contingentemente deja de no escribirse y se escribe, se escribe sirviéndose de la palabra. La palabra es primera respecto de la escritura y lo que la escritura escribe no es otra cosa que lo que del goce se fija. Dicho en otros términos el goce se fija al escribirse.


¿Qué es lo que escribe la escritura?
Lo que esta escritura escribe no es otra cosa que el goce y el lugar donde se escribe no es otro que el cuerpo, el cuerpo como sede del goce, como lo definirá Lacan más adelante.
“Lo que se evoca de goce cuando se rompe un semblante es lo que en lo real se presenta como erosión. De ahí que la escritura pueda considerarse en lo real la erosión del significado, es decir, lo que llovió del semblante en la medida en que eso es lo que constituye el significado (…) La escritura, la letra está en lo real y el significante en lo simbólico
”(Lituraterre)
Qué es lo que en la experiencia analítica podría dar cuenta de esta imagen?, ¿con qué se correspondería la expresión “cuando se rompe un semblante” cuando estamos en el discurso analítico?
Lo que en la experiencia analítica nos puede evocar la ruptura de un semblante es la caída de los significantes amos en el análisis, caída que pone de relieve cuál era la economía de goce que ese significante ordenaba.



Y en   “La crueldad del acto” Ensayo de Cecilia Gorodischer también podemos encontrar otra manera de decilo que me ilumina otras aristas del punto en cuestión:

 “El acto apunta siempre a disolver el sentido. Cuando digo disolver el sentido no me refiero sólo al sentido que imperó sobre ese sujeto anudándolo a cierta posición en relación con el Otro y con los otros, con el amar y con el trabajar. Me refiero más bien al sentido como testigo de la primacía del Yo, incluso del Yo inconsciente freudiano de la segunda tópica. Porque creo entender que el acto se dirige al orden del fantasma, que es un orden gramatical ajeno al sentido. Pensándolo así se me presenta claro (y soportable) lo que en otro momento me pareció cercano al horror: el acto analítico no trataría de asesinar al sentido que en mayor o menor medida sostiene (y a mi criterio debe sostener) al sujeto deseante. El acto analítico se dirige a otro orden en el que lo que rige no es la lógica del sentido sino la gramática de lo pulsional. El sentido se interpreta, y está vía es infinita. Lo pulsional se modifica por medio del acto, y esta vía es puntual, finita y contingente. Es, quizás, el fin de análisis”.


Inconsciente y Ello

“Leo en este Seminario del acto una distinción que Lacan hace entre inconsciente y ello, quedando del lado del inconsciente todo lo que entendemos como formaciones del inconsciente, y por tanto, analizables por medio del juego del sentido; y del lado del ello, lo que podríamos llamar una gramática del fantasma, cuyo modelo estructural sería “Pegan a un niño”. Esta gramática del fantasma supone un trabajo distinto, y creo que es desde ahí que entiendo cuando Lacan dice que el acto “no es ni una interpretación, ni la transferencia ni la acción del analista”. Apoyándome fundamentalmente en una clase que dicta Nassif en el seminario en el que esta distinción aparece con claridad, distinguiría estos dos órdenes de la gramática del fantasma y de la lógica del sentido, poniendo del lado de la primera el ello, lo pulsional, el ser; y del lado de la segunda lo inconsciente, las formaciones del inconsciente, el pensar.  

 Lacan dice en la página 75 que “el fantasma no es más que un montaje gramatical donde se organiza el destino pulsional”. El sujeto es del orden de lo inconsciente. El ello es del orden de lo pulsional. De esta manera se me aclara también una posible traducción que intenté en mi primer presentación a la Reunión General, de la famosa frase “Allí donde ello era el yo debe advenir”. Por la vía que venimos intentando podríamos entonces decir “Allí donde lo pulsional, lo sustancial era, el sujeto del inconsciente debe advenir.
                                        

ACTO PSICOANALÍTICO=SUSTRACCIÓN DE GOCE.

Para abordar este punto me valdré del trabajo La sustracción de goce y el acto analítico” de la psicoanalista Adriana Dreizze.

En su  planteamiento ella articula la noción de acto analítico con la operación de sustracción. Allí ella  propone “poner a prueba una hipótesis que sostiene que la intervención del analista tiene estatuto de acto analítico cuando afecta lo real del goce, operando una sustracción de goce- ya sea goce del Otro o goce fálico- que acarrea un cambio de posición subjetiva. En tanto tal, dicha sustracción puede operarase por vía de la tradicional interpretación -registro de lo simbólico-, o por la vía del registro imaginario o de lo real.”

De la sustracción (extracto del trabajo de la citada analista)
“La noción de sustracción proviene de la lógica matemática. Es la operación que define la resta, es decir el hallar la diferencia entre dos números. Etimológicamente el verbo sustraer, viene del latín substráhere, subs-hacia abajo-, tráhere-tirar-, tirar hacia abajo, separar de un conjunto una parte.
Reflexionando sobre el concepto de sustracción, encontré que Alain Badiou dedicó una conferencia a este tema. En la "Conferencia sobre la sustracción" afirma la sustracción es un acto, más aún es el acto por excelencia, el acto de una verdad, aquél por el cual llego a conocer lo único que puede ser conocido, y que es el vacío del ser como tal. Recordemos que "manque a etre ", "falta en ser ", es el modo que el último Lacan tiene para llamar al sujeto.
Badiu agrega "La sustracción no es simple. Sustracción es lo que tira desde abajo, es diferente a la extracción, es decir lo que tira a partir de  La sustracción es la alegación de la falta, de su efecto, de su causalidad". También dice que disimula cuatro operaciones, ninguna de las cuales es reducible a la otra y que son lo indecidible, lo indiscernible, lo genérico y lo innombrable.
De la sustracción de goce: una intervención en lo real.
¿Qué vínculo establecemos entonces entre la sustracción de goce y el acto analítico?
Ateniéndonos a una lógica de mínima,  planteamos que la intervención del analista tiene estatuto de acto, cuando afecta lo real del goce, contemplando las coordenadas que mencionamos previamente y definen al acto psicoanalítico,  cuando efectúa una sustracción de goce .
Acotar el goce, renunciar al goce, rechazarlo, son diferentes modos en que se propone la operación de la reinscripción de la falta que engendra al sujeto, en aquéllos bordes en que la castración no llegó a tallar la sustracción del goce del A.
Si el acto analítico afecta el trato con el goce, es decir lo acota, redistribuye los goces , opera como una intervención en lo real , lo real de la estructura .
Ya que se trata de abordar lo real, mencionemos que el concepto de lo real se sostiene en cuatro letras sobre las que recaen innumerables acepciones y que a los fines de esta exposición relativa al acto analítico, nos interesa enfatizar que se trata de un real anudado a lo imaginario y a lo simbólico.



A partir de su propuesta, yo me pregunto no solamente si son equiparables el acto analítico como acto de escritura que es y el acto de escritura de un escritor o poeta , sino si  lo son precisamente en cuanto a ser sustractores de goce del sujeto: del analizante en el acto analítico  y del creador en el otro, y si en todos los casos en los creadores,- sean estos escritores, poetas o incluso poietas  de otras disciplinas artísticas- se da esa sustracción de goce,  o si hay momentos de su historia como artistas y  de su producción  en que ello no se da y entonces a  dicha  obra se la puede ubicar más del lado de la elaboración simbólica ¿ o también repetición?

 En ese sentido un temor común entre los artistas es el temor a repetirse, pero ese repetirse acaso no puede pensarse equiparándolo al trabajo del analizante, como una vuelta más para hacer pasar por la vía simbólica algo del goce cada vez, para que más del mismo pueda anudarse o ser simbolizado, algo de lo pulsional, del goce que insiste y no termina de poder decirse hasta ese momento en que el escritor siente que una  obra determinada es un acto porque tiene sobre él efectos de tal. A veces ellos dicen que determinada obra produjo en ellos un cambio sustancial, incluso a veces hasta en su escritura, en la forma de escribir y /o en los temas que el autor aborda.

En cuanto a ello, es común escuchar que la gente, lectores o críticos hablen de determinadas obsesiones o temas recurrentes que un escritor insiste en escribir y reescribir en diferentes novelas por ejemplo, hasta que quizás en determinado momento de su producción ese tema no aparece más, o no lo hace con la misma intensidad fuerte que antes. ¿Acaso eso que mal llaman obsesiones del escritor, que le llevan a  escribir  nuevas obra donde repite los mismos tópicos  aunque de manera diferente obviamente, no pueden pensarse en relación al fantasma y a su fijeza  y a lo traumático?

 Lo IMPOSIBLE, lo que no cesa de no escribirse, es el trauma, o la repetición. Para Freud la repetición se sostiene en que algo no fue inscripto y retorna para lograr esa inscripción faltante y de eso se trata en la especulación sobre los sueños traumáticos de las neurosis de guerra y el juego del Fort- Da de su pequeño nieto. Lo traumático es el resultado de ese exceso de energía libre, exceso estructural por el tiempo lógico de estructuración del sujeto, siempre desfasado entre el tiempo de maduración biológica y el tiempo de estructuración subjetiva.

¿Y acaso su miedo a repetirse no puede vincularse a ese sentir que está volviendo a escribir sobre los mismos temas porque no se le ocurren otros?, ¿pero por que a veces aluden  qué no se le ocurren otros?, ¿por falta de creatividad? ¿Será que esa falta de creatividad será  no poder inventar/se  aún, (en ese tiempo) otra salida posible o anudamiento al goce pulsional en juego?
  ¿No es eso acaso a lo que refieren también  los analizantes , cuando dicen: “¡tanto tiempo que vengo, y aun sigo hablando de lo mismo, esto ya tendría que estar superado!, no?

 Asimismo, en el análisis  hay momentos en que se demora o detiene el arribo del analizante  al tiempo último, el de concluir, que a mi entenderé es el que da cuenta en acto precisamente (redundancia mediante), del  el acto analítico y por tanto en esos momentos en  el analizante tampoco se producen cambios sustanciales de su posición subjetiva; digamos que solo en determinados momentos se produce el tiempo conclusión del acto, lo que concordaría con el denominado tiempo de concluir de los tres  “tiempos lógicos de la cura” que plantea Lacan, donde los otros tiempos anteriores al acto son necesarios pues sin ellos el acto no sería posible:  tiempo de ver y el  tiempo de comprender.

En este sentido, el trabajo del analista y quizás el de un escritor  se mueva entre esas dos aguas, la del descifrado  y el acto: en el caso del analista descifrando lo que trae el analizante y en el del escritor cifrando su propio goce.


 “La dimensión interpretativa realiza una relectura de una cadena significante que, justamente por su condición de sobredeterminada, es ya una interpretación de lo oído y lo visto por el sujeto. Lacan lo llama “descifrado”.
El acto, en cambio, produce revelaciones. El eje deja de ser si estaba o no estaba, puesto que se trata de una producción de saber, diría, de la producción de saber en más íntima relación con la verdad del sujeto que habla. Porque es justamente la presencia de la verdad concerniente al Je, la que se pone en juego en esa revelación”.
(El Acto Psicoanalítico. La sobredeterminación y el orden de lo indeterminado en el sujeto del psicoanálisis Adriana Martínez)

Si el inconsciente cifra el goce en el síntoma, y la escritura es el síntoma del escritor. ¿Será que el lector lee  lo que el autor cifra cuando escribe valiéndose de la cifra de su propio goce?, Eso sí, cuando el  lector  lee o descifra algo en relación al deseo inconsciente, lo hace de  aquello que de su propio goce (no sabido) ha sabido cifrar el autor en cuestión:

“Revela saber sin mí lo que yo enseñó” dice Lacan refiriéndose a Marguerite Duras  Es decir sabe del “no hay relación sexual”. Lacan, Jacques. Otros Escritos. Paidós. Bs. As. 2012. Pág. 211.


“El sinthome designa lo que hay de común entre síntoma y fantasma, es decir, el modo de gozar singular de un sujeto, modo de gozar captado en su funcionamiento positivo”.
“El sinthome remite a lo real del goce. El sinthome no está ligado al inconsciente como formación, como elucubración de saber, sino que está ligado a la satisfacción pulsional”.

El acto analítico es de estirpe significante. Bascula entre lo que llamamos "significante en acto ", es decir lo que la asociación libre en la palabra del analizante vehiculiza, por la enunciación de la Regla Fundamental y "el acto del significante ", donde el genitivo "del " otorga la doble significación , primeramente refiere a la particularidad del acto que está engendrado por el significante pero también enfatiza que el significante actúa.
Un acto  cualquier acto está ligado a la determinación de un comienzo, divide aguas entre un antes y un después. Como el acto poético ilustra es creador, es inaugural, es revolucionario, fundante, renovador de un deseo, efectúa un quiebre en lo mortífero de la compulsión de repetición. . Lacan ofrece allí los versos "Por una razón "de Rimbaud para ilustrar la fórmula del acto. Ellos dicen así:
Un golpe de tu dedo sobre el tambor, descarga todos los sentidos
y comienza la nueva armonía
Un paso tuyo, es  el alzamiento de nuevos hombres
y la hora en marcha .....
Tu cabeza se aparta,  un nuevo amor
Tu cabeza se da vuelta, el nuevo amor.

Y para finalizar este fragmento de una entrevista a un creador y psicoanalista.


Entrevista a Johnny Gavlovski E.
Por Viviana Berger (nel –mexico.org)

V: ¿Qué diferencia encuentras entre la letra del escritor y la letra del sujeto en tanto autor de su inconsciente?

JG: Pregunta interesante. Hay dos tipos de escritores. Los que creen que escriben desde la técnica y los que asumen que escriben desde el sujeto. Pienso que por más que intentes ajustarte a la técnica ya eso denota tu posición como sujeto.
Una escritura honesta, a mi criterio, debe ser escrita, desde el sujeto. ¿Qué es el conflicto dramático sino el goce mismo planteado en escena? ¿Qué es aquello que insiste y por lo cual se desarrolla la obra sino eso...? Lee cualquiera de los textos de Freud relativos a ello:
 Personajes psicopáticos en el teatro, El poeta y la creación artística, Los que fracasan al triunfar, Lo ominoso... Freud no dijo lo Real en sí, pero cuando en "La Interpretación de los Sueños" habla de la grieta del inconsciente..., ¿de qué habla? ¡Alicia en el país de las maravillas!!! Atraviesa la grieta y caes al universo no simbolizable... ¡Allí está el acto dramático! Allí es donde considero debe dejar fluir la sangre un creador. Que los significantes luego cristalicen alrededor de la grieta es la idea. Si no, ¿cómo puede ser leído…, representado?

V:¿Qué diferencia encuentras - si es que hay alguna - entre un sujeto escritor de literatura y un sujeto analizante?

JG: Estoy de acuerdo. ¡No hay diferencia! Antes te hablaba de la grieta de los sueños. Ahora recuerdo la grieta en la pared, al lado de mi cama de niño. Fue el terremoto del 67 en Caracas. La pared se agrietó y allí quedó como una marca… Asociación libre. En la vieja casa de mis abuelos había una suerte de pasadizos secretos (así nos gustaba verlos a mi hermano y a mí), y nosotros jugábamos deslizándonos por éstos… Uní estos dos recuerdos y nació una obra "Hombre". El juego con el doble, separados por una pared, utilizando una grieta para que los recuerdos de infancia pudieran escapar… era finales de los 90 y esa era mi aproximación al inconsciente freudiano, y parte de mi vida… O como dirían los existencialistas: en ese momento, mi Dasein.