domingo, 28 de diciembre de 2014



“RELATOS SALVAJES”. OTRA VEZ, HOY COMO AYER… ¿Y MAÑANA? LA VIOLENCIA.



Homo homini lupus, el hombre es el lobo del Hombre decía Thomas Hobbes en el siglo XVII, dicen que tomándolo de Plauto( Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro), lo repetía Freud en “El malestar de la cultura”(1930), y nos lo muestra con una crudeza bestial la película que este viernes próximo pasado me invitó a ver una muy querida amiga: “Relatos Salvajes”.

Se trata de una película argentina catalogada como de ¿comedia –drama- comedia negra? , con guión de Damián Szifrón, música de Gustavo Santaolalla , fotografía de Javier Juliá , y coproducción Argentina-España; Kramer & Sigman Films / El Deseo / Telefé , con un reparto actoral de primeras figuras, actores cuyo trabajo en mayor o menor medida valoro, que también se destacan en más o en menos, dependiendo de los gustos personales, por su atractivo físico. A algunos de ellos los veo en sus trabajos más asiduamente: Darín, Sbaraglia, Grandinetti , a otros u otras no, como es el caso de la talentosa y también monísima y dulce Nancy Duplaá, a quien no veía en la pantalla desde hace muchísimo tiempo, o el talentoso y atractivo Oscar Martínez, actor que siempre me ha encantado, y que en esta peli a mi parecer brilla (si no es así, será que mi nostalgia me lo hace sobrevalorar). También los otros actores que conozco menos, tienen en ella un desempeño digno de mencionar.

No voy a contarla, solo diré que me sorprendió; por el título esperaba encontrarme algo duro, pero no tanto, hay momentos en que cuesta seguir mirando, y no solamente a mí, sino a otros. En el cine había muy pocas personas, pero extrañamente hablaban, comentaban: yo me voy, no puedo seguir mirando,…risas nerviosas y de las otras, las que asienten. Y nosotras al salir del cine también comentando, preguntándonos, celebrando el trato tan afortunado y talentoso de algo tan desafortunado para “el ser humano”.

Y en medio de un torbellino de emociones contradictorias una se pregunta cómo es posible que por momentos sienta o piense que no va a poder seguir mirando, no es esto acaso lo que de alguna manera vemos asiduamente, aunque quizás de forma ¿diluida?, ¿disfrazada?, ¿fragmentada, distorsionada? para disminuir su impacto e insensibilizarnos a la misma (de-sensibilización sistemática),¿o será también que una cosa es ver violencia por omisión, como es el caso de los niños que mueren de hambre o viven en la miseria en medio de la basura, - imágenes que nos son dadas a ver permanentemente por los medios, a esta altura mal llamados de comunicación, todos los días, hasta lograr en muchos casos insensibilizarnos-, y otra cosa ver esto, la violencia en acto. Pasajes al acto en los que se precipitan todos los sujetos de esta historia, movidos por la vivencia de odio, la pulsión de muerte: la sed de venganza y el rencor, la avaricia, hacia el otro (doble narcisista) por el que no se sienten respetados, por el que se sienten abusados, insultados, ninguneados o negados de reconocimiento, ley del talión, diente por diente, cada cual hace “justicia por mano propia”.No hay Otro, tercero de la ley simbólica que regule el odio de las pequeñas diferencias que se presentan ante su ausencia, como insalvables; no hay palabra, no hay pacto que acuerdo mediante sea capaz de regularlas. Cada cual aplica su propia ley guiado por el desborde pulsional y la búsqueda de su propia satisfacción.

La violencia de cada cual y la de la sociedad y sus representantes (cada cual en su propio lugar o función se somete y /o aplica al otro una “ley” arbitraria, una salvaje transgresión de la misma más bien, ( aplicación de una ley más allá de la ley, ley del super-yo feroz, del plus de goce que me hizo acordar “El proceso” (Ante la ley)de Kafka, donde no hay lugar a ninguna palabra, a reclamación alguna.

Para finalizar este breve relato, comentar que me encantó la presentación, original y con unas fotografías hermosas, que dejan bastante mal considerados a sus retratados, pues ellos son lo que son, el problema quizás no es que nosotros devengamos ellos, sino en realidad peores que ellos, llegado el caso, pues se supone que éramos seres distintos a ellos.

¡¿VIOLENCIA MACHISTA ?!



Cuando digo que la lucha contra la violencia de género debe empezar por nuestras propias cabezas de mujeres, lo digo por situaciones como esta que relato a continuación, por ejemplo.

Hace unos días, estaba en la sala de espera de un centro de Salud y había allí una Sra. de unos cincuenta y algo de años; llega otra de edad similar, se saludan amablemente y una le hace a la otra la pregunta de rigor cuando sus familias; se conocen y hace un tiempo que no se ven:

-¿qué tal tu hijo?
-Muy bien, estudiando, se acaba de graduar en Magisterio, está muy contento…- responde la aludida.
-¡qué orgullo! Te felicito.
-¿Y los tuyos que tal? - interroga ahora la que acaba de ser felicitada.
-Mi hijo también, estudiando Ingeniería, le va muy bien…
-¿Y tu hija?
-Mi hija...¡Nada!, tiene dos guajes y se ocupa de ellos.

jueves, 18 de diciembre de 2014


"¿PSICOANALISTAS Y POETAS TIENEN EN COMÚN LA LETRA?"

INTERESANTE Y PRECIOSO ARTÍCULO PARA PENSAR LA RELACIÓN ENTRE LALANGUE Y LA PULSIÓN
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La voz de Claudio Rodríguez: propuesta para una escucha crítica (revistacCaracteres .net)
Claudio Rodríguez’s voice: proposal for a critic listening
Alessandro Mistrorigo (Queen Mary, University of London)
Artículo recibido: 2-4-2012 | Artículo aceptado: 27-4-2012

ABSTRACT: By starting from Claudio Rodríguez’s recordings, this paper suggests a way of listening voice in poetry pointing out some interesting aspects and problems that arise when establishing a new encounter not just between the poet’s voice and the listener, but also between the poet’s voice and the critic. The physical voice of a poet reading aloud his own poems re-projects and restructures constituting elements of poetic language (i.e. enjambment and caesura) making evident variations between published version and vocalized one. Moreover, it always has a specific tone or a particular inflection, an accent or a personal prosody that contrubute to the listener’s comprehention of the text. Through the vocal execution the text is re-evoked always in a different way within a specific time and space as well as re-given a new relationship with the subject who is listening and understanding it.

RESUMEN: Tomando como punto de partida las grabaciones audio de Claudio Rodríguez, el artículo sugiere una manera de escuchar la voz en poesía evidenciando algunos aspectos y problemas que surgen a la hora de establecer un nuevo encuentro no sólo entre la voz del poeta y quien la escucha, sino también entre la voz del poeta y el crítico. La voz física de un poeta que lee su textos vuelve a proyectar y a reestructurar elementos constitutivos del lenguaje poético (como encabalgamiento y cesura) haciendo evidentes las variaciones entre la versión publicada y aquella vocalizada: además, siempre tiene un tono específico o una inflexión particular, un acento o una prosodia que contribuyen a la comprensión de quien escucha. A través de la ejecución vocal, el texto vuelve a ser evocado siempre de forma diferente dentro de un tiempo y un espacio específico estrenando una nueva relación con el sujeto que lo está escuchando y entendiendo.

KEYWORDS: voice, poetry, recordings, listening, subject
PALABRAS CLAVE: voz, poesía, grabaciones, escucha, sujeto
____________________________
1. El caso de Claudio Rodríguez

Muchas veces la expresión vocal de un poeta que lee en voz alta un texto propio no corresponde al texto en su versión publicada. Muchos poetas leen sus poemas añadiendo pausas o cesuras donde no hay signos visibles de puntuación o utilizando el encabalgamiento de manera continua, aumentando la velocidad o el ritmo. En algunos casos, algún poeta llega a cambiar hasta algunas palabras, repitiendo o silenciando partes de sus versos. Todo este movimiento, que normalmente pasa por inadvertido, ocurre en la voz física del poeta que, hoy en día, se puede escuchar yendo a lecturas poéticas o buscando grabaciones, podcasts u otros archivos de audio en Internet. En la red, se encuentra a menudo la propia voz del poeta leyendo sus poemas, pero también se pueden encontrar lecturas de intérpretes más o menos profesionales. En todo caso, lo que se nota es una cierta relación, más o menos fiel, más o menos incongruente, entre la ejecución vocal y el texto publicado que, a lo mejor, tenemos delante en la misma pantalla. Esta relación no bien definida sería lo característico del happening, de la performance; pero ¿qué significa exactamente y cuál es su importancia –si la hay– en relación al texto?

Cada lectura, del autor o de un intérprete, entrega a quien la escucha una perspectiva nueva con respecto al texto publicado. Además, una lectura siempre es diferente de otra y esto ocurre por el carácter intrínsecamente contingente de toda performance. Sin embargo, me parece interesante hacer una primera distinción: una cosa es la lectura de un intérprete profesional, que está vinculada a un estilo y una práctica precisa; y otra cosa es la lectura del propio poeta, autor del texto en cuestión. La impresión es que, mientras que la interpretación profesional busca encontrar una manera de leer el texto a partir de lo que está escrito, el autor puede ejecutar su propia escritura de una forma más libre –tal vez regalando al oído de quien lo sabe escuchar preciosas informaciones con respecto al mismo texto. De hecho, cuando los poetas prestan la voz a sus poemas, a menudo modifican la disposición de los versos utilizando elementos como el encabalgamiento y la cesura– además del tono, del ritmo y de la intensidad; y muchas veces lo hacen en modo muy diferente incluso de sí mismos, o por lo menos muy diferente del texto que dieron a la imprenta.
Un ejemplo que me parece muy interesante es el de Claudio Rodríguez. De este poeta tenemos grabaciones de diferente tipo y calidad, publicadas en CD y en podcast que se pueden escuchar o incluso bajar de la red[1]. El caso de Rodríguez me parece ejemplar sobre todo por la forma peculiar que tiene de leer en voz alta, aunque creo que se podrían considerar otros autores que a lo mejor leen con muchas más precisión –como Ángel González– o que recitan de manera monótona sin respetar mínimamente las indicaciones de su propia escritura (un caso clave es el novísimo Leopoldo María Panero, cuya lectura se parece mucho a un alienado flujo de consciencia donde la voz mezcla todos los sonidos de las palabras casi sin dar a quien escucha la posibilidad de darse cuenta de sus significados). El poema de Rodríguez que elegí para mostrar la relación entre la ejecución vocal del poeta y el texto publicado es “Siempre la claridad viene del cielo”. Se trata del texto que abre su primer poemario, Don de la ebriedad, que se publicó en 1956 y aparece también en Poesía completa (Tusquets, 2001).

Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo -esto es un don-, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.

Ésta es la versión canónica del texto. Sin embargo, si escuchamos la primera de las dos grabaciones audio que poseemos, se nota que el texto leído por la voz el autor cambia de forma consistente. Esta grabación se encuentra en el CD incluido en el libro La voz de Claudio Rodríguez publicado en 2003 por la Residencia de Estudiantes, en la serie “Poesía en la Residencia”. Allí, el 22 de noviembre de 1989, Rodríguez había ofrecido una lectura antológica de sus poemas: el volumen recoge el audio de la lectura y su transcripción. En ella, tras la exposición de algunas de sus ideas sobre la poesía, el poeta lee y comenta poemas de cada uno de sus libros: Don de la ebriedad, Conjuros, Alianza y condena, El vuelo de la celebración y Casi una leyenda, que en ese momento todavía era inédito y del que, en esta lectura, dio a conocer versiones de algunos poemas algo distintas de las que finalmente aparecieron cuando el libro se publicó. La calidad del sonido es buena y la voz de Rodríguez se puede escuchar de forma bastante clara, también cuando lee este poema. Transcribo otra vez el texto, esta vez siguiendo las sugerencias de la voz del poeta y evidenciando los encabalgamientos y las pausas que el mismo Rodríguez mueve en su lectura. En otras palabras, tal y como su voz rescribe el texto:

Siempre la claridad viene del cielo; ||
es un don: |
no se halla entre las cosas > sino muy por encima, ||
y las ocupa > haciendo de ello vida y labor propias. |
Así amanece el día; así la noche > cierra el gran aposento de sus sombras. |
Y esto es un don. ||
¿Quién hace menos creados > cada vez a los seres? ||
¿Qué alta bóveda > los contiene en su amor? ||
¡Si ya nos llega > y es pronto aún, ya llega a la redonda ||
a la manera de los vuelos tuyos > y se cierne[,] y se aleja y[,] aún remota, |
nada hay tan claro como sus impulsos! ||
Oh, claridad sedienta de una forma, |
de una materia para deslumbrarla |
quemándose a sí misma |
al cumplir su obra. |
Como yo, ||
como todo lo que espera. ||
Si tú la luz te la has llevado toda, ||
¿cómo voy a esperar nada del alba? |
Y, sin embargo -esto es un don-, mi boca > espera[,] y mi alma espera[,] y tú me esperas, > ebria persecución, claridad sola > mortal |
como el abrazo de las hoces, ||
pero abrazo hasta el fin |
que nunca afloja.||
La segunda grabación que poseemos se encuentra en el CD adjunto al libro Antología personal publicado por Visor en 2000. En este caso, no hay ninguna noticia de cuándo se grabó, ni dónde o cómo se hizo. El sonido, además, no es bueno: la voz del poeta se escucha como muy desde lejos y hay cierto ruido de fondo. Sin embargo, se puede hacer el mismo tipo de ejercicio de transcripción también con esta segunda grabación, y el resultado que se obtiene es un movimiento y una rescritura, una vez más diferentes:

Siempre la claridad viene del cielo; |
es un don: |
no se halla entre las cosas |
sino muy por encima, |
y las ocupa > haciendo de ello vida y labor propias. ||
Así amanece el día; |
así la noche |
cierra el gran aposento de sus sombras. ||
Y esto es un don. ||
¿Quién hace menos creados > cada vez a los seres? ||
¿Qué alta bóveda > los contiene en su amor? ||
¡Si ya nos llega > y es pronto aún, |
ya llega a la redonda |
a la manera de los vuelos tuyos |
y se cierne, y se aleja y, aún remota, |
nada hay tan claro |
como sus impulsos! ||
Oh, claridad |
sedienta de una forma, ||
de una materia |
para deslumbrarla |
quemándose a sí misma |
al cumplir su obra. ||
Como yo, ||
como todo lo que espera. ||
Si tú la luz te la has llevado toda, ||
¿cómo voy a esperar nada del alba? > Y, sin embargo -esto es un don-, mi boca > espera[,] y mi alma espera[,] y tú me esperas, > ebria persecución, ||
claridad sola > mortal | como el abrazo de las hoces, ||
pero abrazo hasta el fin |
que nunca afloja. ||

Es evidente que, en la lectura en voz alta, Claudio Rodríguez opera una verdadera transformación del texto. Una reescritura a través de la voz que, a pesar de ser diferente en las dos lecturas, presenta ciertos puntos en común. Me refiero al primer verso, siempre leído tal y como está escrito; o la larga pausa tras el tetrasílabo «es un don» del verso 2 que, de alguna forma anticipa el «Como yo» del verso 17, también seguido de una pausa muy larga en ambas lecturas; o el endecasílabo final que, en los dos casos, se transforma en un dístico –un setenario y un pentasílabo– otra vez gracias a una pausa muy marcada. Por lo demás, las dos lecturas difieren bastante, pero esto no impide que se pueda intentar una lectura comparada, tal vez incluyendo lecturas de otros poemas. De hecho, algo parecido pasa en todos los casos que he podido escuchar; cuando no hay cambios hasta más importantes. El caso del audio de “Antes una pared de adobe” en la misma Antología personal: en el verso 12, la voz cambia una sílaba y el hipotético «Si» del texto se vuelve la exclamación «Oh»; o, en el mismo CD, el caso de “Alto jornal” que, siendo un poema constituido por 16 endecasílabos perfectos, en la lectura, su autor lo deconstruye completamente.

2. Escuchar la voz

Claudio Rodríguez es un ejemplo perfecto de cómo la voz afecta un texto poético imprimiéndole un movimiento que lo desplaza desde su posición (pre)fijada en la página hacia la materia de la voz. Sin embargo, más allá de la capacidad interpretativa de este o aquel poeta, lo que está en juego aquí es la potencialidad que la lectura en voz alta tiene para que un texto poético varíe creando una relación de discontinuidad entre el texto escrito y la versión enunciada por la voz. Una relación que se muestra en el espacio de la re-evocación: cada vez que evocamos un texto, cada vez que lo llamamos hacia fuera (ex vocis, “en” y “por” la voz), también lo estamos reformulando, abriéndole un espacio de posible variación. Además, esta re-evocación otorga al sujeto que escucha una nueva posibilidad de acordarse al texto y, por ende, de entenderlo de forma nueva.

Para empezar a interrogar este fenómeno –esta “relación evocativa” que abre espacio entre texto y voz– hay que empezar a escuchar las voces físicas de los poetas de forma crítica. En este sentido, un libro indica una consciencia diferente con respecto al problema que implica el escuchar: All’ascolto (A la escucha) de Jean-Luc Nancy, donde el acto de escuchar se vuelve reflexivo y se dirige, como un verdadero “oído filosófico”, hacia lo que surge del acento, del tono, del timbre, de la resonancia y hasta del ruido (Nancy, 2004: 7). La escucha, según el filósofo francés, siempre nos devuelve a la presencia del venir y del pasar, del extenderse y del penetrar del sonido, mientras el sujeto a la escucha se encuentra ya abierto en el medio de un espacio y de un tiempo abiertos, ellos mismos, al y por el sonido que a su vez, «como vibrante “doblarse y desplegarse” de una onda que transcurre y se expande creando en (dentro de) sí y por (fuera de) sí una pluralidad de “conexiones y consonancias”» (Nancy, 2004: xxi). A ese sujeto a la escucha, el sonido le acuerda – le otorga – un sentido. Así, pues, según la hermosa definición de Enrica Lisciani Petrini, que escribe la introducción de la edición italiana, el sujeto que escucha siempre es un diapasón-sujeto.

Todos y cada uno de nosotros somos “diapasón-sujetos” tocados por los sonidos que nos alcanzan y nos penetran continuamente de y por todas partes. Es más: penetrándonos estos sonidos resuenan dentro de nosotros, mueven nuestras membranas auriculares y producen ecos en las cavidades más internas de nuestro cuerpo. Cavidades desde las cuales, también sentimos originarse nuestros propios sonidos, nuestra propia voz. El sujeto a la escucha, es decir este diapasón-sujeto, siempre está dentro de los sonidos a los que, resonando, él mismo puede acordarse tal y como ocurre con un instrumento musical. Ahora bien, de tales sonidos, algunos son simples ruidos, mientras que otros son sonidos inteligibles, como las palabras –o mejor dicho, como la voz–.

3. La voz humana.

Con respecto a la voz del hombre, en la Poética Aristóteles habla de phoné semantiké, o sea de “sonido (o voz) significante”, distinguiéndola de la phoné insignificante de los animales. En otras palabras, Aristóteles intuye que en la voz humana se manifiesta la identidad entre lógos y phoné, entre el plano teórico intelectivo y lo propiamente vital de la experiencia humana. En la definición aristotélica se muestra claramente la continua oscilación entre el íntimo acuerdo y desacuerdo de estos dos planos típica de la naturaleza de la voz humana. Sin embargo, respecto a este tema bastante problemático, bien la crítica, bien la filosofía parecen dejar un vacío. Una falta que muestra muy bien –en parte cubriéndola– Adriana Cavarero en su libro A più voci (Con más voces), que precisamente empieza con una lectura del cuento Un re in ascolto (Un rey escucha) de Italo Calvino. Lo que le interesa de modo particular a Cavarero –sobre todo en sentido ético y político– es la unicidad de la voz; o, mejor dicho, de las voces: de hecho, cada voz es «[…] siempre diferente de todas las otras voces, aunque las palabras pronunciadas fueran siempre las mismas, como ocurre precisamente en el caso de una canción. Esta diversidad, como subraya Calvino, tiene que ver con el cuerpo» (Cavarero, 2008: 10).

Sin duda, la voz es un gesto del cuerpo. El primer gesto de cada neonato que viene al mundo encuentra expresión en su voz específica que se origina por primera vez y es un producto directo de su físico, de su cuerpo, de un cuerpo particular, único. Como Umberto Galimberti, se podría decir además que el gesto verbal, excediendo el código lingüístico, concede la existencia individual de “pronunciarse” (Galimberti, 1983: 180). Incluso cuando una subjetividad particular se expresa a través del lenguaje significante de las palabras, éstas no pierden su status de expresión: «las palabras, de hecho, no son signos, sino expresiones» (180). Hay, siempre según Galimberti, «niveles de significación que escapan a la palabra, pero no a la voz de quien la pronuncia» (180). Y estos niveles de significación que conseguimos alcanzar incluso más allá de nuestra comprensión intelectual, precisamente como los niveles lógicos que podemos entender intelectualmente, están todos comprendidos en la voz física del hombre y conectados al sujeto que la emite:

[…] la palabra, disjunta de la voz de quien la pronuncia, pierde la referencia indicativa a la situación, que no puede ser recuperada por ningún análisis del lenguaje, porque ésta, por definición, prescinde de la voz del cuerpo, en tanto que se queda dentro del horizonte de la pura racionalidad, donde cada signo está determinado a partir de la lógica (Galimberti, 1983: 181).

Aquí Galimberti está relacionando el problema filosófico del sujeto a la de-vocalización del lenguaje, entendido como voz conceptualizada, una voz silenciosa y frío objeto de estudio de las varias disciplinas que se ocupan de ella. Para obviar los efectos de tal conceptualización, según sugiere Adriana Cavarero, se adopta un método que se inspira en el cuento de Calvino. Fiel a la fenomenología de la vocalidad, este método consiste en la escucha de la palabra en tanto que ella suena en la pluralidad de las voces de los que, dirigiéndose el uno al otro, hablan (Cavarero, 2008: 21). Precisamente como sugería Jean-Luc Nancy, la filosofa italiana opina que sintonizándose en el registro fenomenológico de la escucha se puede indagar la palabra desde la perspectiva de las voces y de su unicidad, en vez de partir de aquella del lenguaje como sistema abstracto.

4. La voz del poeta

Una voz cualquiera, entonces, pertenece siempre a un cuerpo y, por ende, a un sujeto particular. Pero ¿qué pasa si éste es un poeta? ¿Y cuál es su relación con la voz, con su propia voz? A este propósito, Jean-Luc Nancy cita al poeta francés Francis Ponge que afirma algo muy interesante:

No sólo cualquier poema, sino también cualquier texto – no tiene importancia cual – comporta (en el sentido completo de la palabra comportar), comporta, decía, la propia dicción. Por mi parte – si me examino mientras escribo – nunca se me ocurre de escribir la mínima frase sin que a mi escritura se acompañe una dicción y una escucha mentales, que a menudo incluso la preceden (aunque, probablemente, de muy poco) (Nancy, 2004: 56).

La dicción –el decir/leer y, al mismo tiempo, el acto de escucharse, la escucha misma– es, cuando no precede la escritura, su eco o la huella sonora a la que el poeta se acuerda constantemente en el momento de escribir. Esta huella sonora que –diría Derrida– está en la raíz misma del acto creativo de todo texto, tiene que ver con la experiencia de la voz física, de la voz que resuena precisamente en el decir, en la dicción. En este sentido, se establece una relación directa entre dicción y proceso creativo, donde ésta –muy similar al acto de la lectura en voz alta– restituye el texto al momento originario de su creación. Este proceso de restitución sólo se produce si quien lo interpreta o lo lee en voz alta es el autor. En la lectura en voz alta –en el acto de evocar un texto en y por una voz particular, la del autor que escribió ese texto– el mismo autor se reconoce como diapasón-sujeto, y como los demás oyentes, trata de sintonizarse o acordarse a las palabras que está leyendo.

La particular “relación evocativa” entre el texto publicado y la voz del propio autor que lo comunica como realidad sonora abre un espacio no sólo entre voz y oyente, sino también en la misma subjetividad del poeta que lee y, al mismo tiempo, se escucha leer. Cada poeta tiene una voz específica que precede y, al mismo tiempo, excede su poesía y que al re-evocar un propio texto lo encarna sonoramente confirmando una vez más la referencia de identidad que es su especial relación con el mismo texto. Ahora bien, ¿cómo interpretar todo esto? En su libro, Adriana Cavarero trata también el segmento nietzscheano del gozo de la esfera acústica, reelaborado según el punto de vista psicoanalítico de Julia Kristeva y Hélène Cixous. Esta perspectiva, a mi modo de ver, es muy estimulante.

5. Escuchar críticamente.

Si se piensa en la voz no en oposición directa a la escritura –como en el caso de los estudios sobre la oralidad– sino contrapuesta al lenguaje como sistema de reglas gramaticales y sintácticas, se puede entenderla por un lado como expresión de lo preverbal y, por otro, aliada de la escritura en contra de una cierta concepción sistemática y normativa del lenguaje. Pensada así, la voz penetra e invade la escritura que, a su vez, se entiende como práctica del texto y, en particular, como texto poético: el tejer rítmico y musical de la palabra. Como en Nancy, se trata de escuchar, de sentir como «el sonido organiza el texto y, al mismo tiempo, desorganiza la pretensión del lenguaje de controlar todo el proceso de la significación» (Nancy, 2000: 147). De tal manera, cada texto puede ser estudiado en su matriz sonora, reconduciéndolo a la esfera meramente vocálica, a aquella voz física que lo comprende desde el principio.

También los seres humanos que sobresalen en el canto parecen conservar de algún modo una huella de su extraordinaria vocalidad infantil. Según Kristeva, se trata de la huella de lo que ella llama chora semiótica: esfera preverbal e inconsciente, todavía no habitada por la ley del signo, donde reina el impulso rítmico y vocal. De profunda raíz corpórea y atada a la tonalidad indistinta de la madre y del niño […] (Cavarero, 2008: 148).
Desde el nacimiento, el niño está sumergido en la práctica de la propia voz, en ese juego de articulación y diferenciación de los sonidos, de los tonos y de los ritmos, que es fundamental para la construcción y definición del sistema fonemático de cada idioma. Este juego se va reduciendo a medida que el niño aprende a hablar y a utilizar los sonidos que consigue producir organizándolos en las sílabas y las palabras que la lengua le permite. Y sin embargo, aunque reordenada según el sistema semántico de aquella lengua, la esfera preverbal nunca desaparece del todo: las pulsiones de lo puramente fónico siempre encuentran alguna fisura «para invadir el lenguaje y sacudirlo con el tumulto de sus ritmos. Se trata, sustancialmente, de la musicalidad que rompe y reorganiza el sentido de lo que Kristeva llama texto. La poesía es un ejemplo perfecto» (148). Aquí, Adriana Cavarero se refiere al libro La revolución del lenguaje poético de Julia Kristeva y a su original concepción de la phoné semantiké aristotélica que valoriza el rol fundamental de la voz como materia sonora que vocaliza las pulsiones corpóreas que relacionan el hablante a la carnalidad, a la biología de su existencia.

Cada expresión lingüística, según Kristeva, está inscrita en las pulsiones libidinales del cuerpo y viene de los pulmones, de la boca y del aparato de fonación. El vocálico conecta el significado de los textos que puede articular las pulsiones corpóreas a las cavidades internas del individuo donde se forma el eco y la voz misma. Hay textos que están caracterizados por un ritmo musical, en los que la vocalidad, explotando en el significante lingüístico, sube en la superficie y, en algún momento, toma la escena. Si la poesía, entendida como texto poético, es el ejemplo principal de este movimiento interno, entonces en la voz física que la lee, que la re-evoca, que le da de nuevo un cuerpo, unos pulmones, una boca y unos oídos, tal vez será posible también entrever el manifestarse de un reflejo de las pulsiones del (diapasón-)sujeto que la emite/interpreta.

En este sentido, «el poeta no hace nada más que dejarse llevar por un placer antiguo y secundar las ondas rítmicas que pone en movimiento el lenguaje, vivificándolo» (Cavarero, 2008: 153) de la misma forma en que quien lo escucha atentamente consigue captar la unicidad vital y perceptible de quien las emite. Aunque impostada y consciente, una voz siempre es reveladora del sujeto que la emite y, a la vez, la escucha. Gesto del cuerpo, una voz nace de lo más profundo donde biológico y psicológico se encuentran, formándose a partir tanto de sus cavidades de resonancia como de su experiencia de vida.


. Propuesta
El ejercicio de trascripción que hicimos al principio de este artículo con el poema de Claudio Rodríguez –al fin y al cabo una profanación en sentido agambiano– podría ser un punto de partida para el nacimiento y el desarrollo de una escucha crítica que interprete la especial relación evocativa que la voz de un poeta entabla con la autoría de un texto, añadiéndole una dimensión nueva que tal vez nos permite “oír” algo diferente con respecto a la propia práctica poética, al proceso creativo, y a la vez reflexionar una vez más sobre la paradójica naturaleza del discurso de la poesía.
Ahora bien, estamos delante de una elección: quedarse frente de los poetas que leen sus textos con la actitud de simples oyentes, como público, o empezar a escuchar críticamente el movimiento de la voz (las voces) que precede, regenera y, al mismo tiempo, excede el texto escrito pero siempre en relación con la experiencia del sujeto que lo vocaliza para, finalmente, interrogarse también sobre este tipo de fenómeno.

Bibliografía

Cavarero, Adriana (2008). A più voci. Milano: Feltrinelli.
Galimberti, Umberto (1983). Il corpo. Milano: Feltrinelli.
Nancy, Jean-Luc (2004). All’ascolto. Milano: Raffaello Cortina.
Rodríguez, Claudio (2000). Antología personal. Madrid: Visor.
Rodríguez, Claudio (2001). Poesía completa. Barcelona: Tusquets.
Rodríguez, Claudio (2003). La voz de Claudio Rodríguez Madrid: Residencia de Estudiantes. Lectura de poemas 22 de noviembre, 1989.
Claudio Rodríguez. Claudio Rodríguez. (29-3-2012).

Notas: (↵ regresa al texto)
1. Se puede acceder a este material también a través de la sección dedicada a los audiovisuales en la Web oficial de Claudio Rodríguez: http://www.claudiorodriguez.com/obra/audiovisuales/audiovisuales.html (29-3-2012).↵

viernes, 12 de diciembre de 2014



Conferencia: "El Psicoanálisis, hoy".
El psicoanálisis en el debate del pensamiento contemporáneo"Osvaldo Delgado.

Lic. Mirta Brittes: Nos acompaña hoy un psicoanalista de larga trayectoria, Osvaldo Delgado.

Titular de la cátedra de Hospital de Día y Problemáticas Contemporáneas de la Facultad de Psicología de la UBA
miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana, autor de diversas publicaciones tales como "La ley del mercado como dios oscuro", "El estatuto ético del derecho al sentido", "El Padre y La Mujer", "La transferencia en la clínica psicoanalítica" entre muchas otras.

Osvaldo Delgado, bienvenido al Ciclo de Conferencias.

Osvaldo Delgado: Muchas gracias. Muchísimas gracias, Mirta. Pido que no se insista con lo de larga trayectoria porque es una cosa que uno empieza a escuchar cuando llega a cierta edad y es mejor que se diga otra cosa.
Bueno, ¿como están para escuchar un trabajo un poco extenso, articulado, complejo que toma la articulación del psicoanálisis y la Salud mental; la época, los 4 discursos y la diferencia conceptual psicoanálisis y psicoterapia?. Todo esto articulado a la subjetividad de la época.

Sí. Entonces voy a ir leyendo, voy a ir diciendo algunas otras cosas. Cuánto tiempo tenemos Mirta?.
Mirta: Una hora.

Osvaldo Delgado: Bien. A partir de la Revolución Francesa, y por sus contradicciones internas, el régimen de la Salud Pública se instala como derecho y como mercancía.
En esta perspectiva, la institución hospitalaria, es una modalidad jurídico-cultural que adquirió el discurso del amo.
Según las vicisitudes de la organización social, el Estado y las empresas privadas ofertan un servicio social, la primera, y una mercancía al servicio de la acumulación capitalista las segundas.
Desde el Estado tenemos un "para todos" y desde las empresas un para todos los que pueden pagar. El "para todos los ciudadanos" de los ideales de la Revolución Francesa, al "para todos los clientes que puedan pagar" que se afianza en el actual capitalismo tardío, con la casi desaparición del rol del Estado.
¿Se va siguiendo hasta acá?.

El Estado y las empresas privadas demandan en su inscripción, una identificación a su moral.
Entre la demanda del amo y el "confort" que promete, en tanto sostiene un sentido, y el imperativo freudiano por otro lado que es un deber ético y no moral, se producen efectos que portan las marcas de cada época.
Ciertas características que adquieren en la Argentina en el espacio de la llamada Salud Mental los modos de presencia del neo-liberalismo y sus crisis, son las siguientes:
A) Instalación cada vez mayor de las terapias alternativas. A su vez, incremento acelerado del mercado psicofarmacológico. Por lo tanto, conjunción del pragmatismo liberal con mayor índice de ganancia de los grandes laboratorios.
B) Respuestas a los efectos de grave exclusión social bajo la modalidad de elaboración y desarrollo de planes asistenciales bajo la orientación preventiva y comunitaria. La primera versión se ordena a partir del objetivo de la rápida reabsorción y readaptación del cliente a su estatuto de consumidor .
La segunda, la preventiva, abrirá la moral de los derechos humanos del ciudadano orientada por el ideal comunitario. Aquí es necesario destacar que esta última, la comunitaria, es sensible al estallido de los lazos sociales que implica el discurso capitalista.

Ustedes saben que el discurso capitalista en verdad no es un verdadero discurso sino una deformación del discurso del amo, ya que justamente no es un discurso ya que salta la barrera de la imposibilidad en relación al goce, y tal como lo formuló Lacan, el discurso capitalista, se sostiene del rechazo a la castración y en la presencia feroz del goce superyoico que implica también, entre otras cosas, el estallido de los lazos sociales.
Lo vamos a retomar cuando veamos efectos analíticos y efectos terapéuticos.
Nos vamos a detener puntualmente en esto. Continúo.

La modalidad preventiva es una versión actualizada de la que tuvo amplio despliegue en la década del sesenta y comienzo de los setenta, articulada al movimiento de las izquierdas y contestataria del psicoanálisis "modelo IPA".
Esa poca esa de presencia reducida del Lacanismo y anterior a la implantación en los finales de los setenta y ochenta de las "modernas corrientes psicológicas".
Con un agregado que es que en la década del setenta, a partir de la implantación de la dictadura militar, se produce un efecto de vaciamiento de los hospitales, de todos los colegas que fundamentalmente practicaban terapias grupales. Se produce el exilio y la muerte de muchos de ellos y caen planes de salud muy importantes, y hay una persecución personal directa.

El caso del Araoz Alfaro de Goldemberg es quizás el caso paradigmático, un centro importantísimo de formación para toda Latinoamérica, es desbastado; son perseguidos y masacrados muchos. O en el Hospital Posadas, la cantidad de colegas masacrados.

En esa época ingresan a esos espacios vacíos, algunos colegas con formación lacaniana. O sea que los primeros lacanianos ingresan a los Hospitales Públicos, vienen con la protección de algún pariente militar que les permitía ocupar los lugares de los expulsados por la dictadura militar.

Movimiento este último también correspondiente con el triunfalismo de las neurociencias. Por lo tanto en nuestro país Argentina, existe una correspondencia en el curso del siglo XX entre periodos de democracia restringida o inexistente y despliegue de versiones biológicas en salud mental; y periodos de democracia ampliada y participativa, y surgimiento y/o desarrollo de doctrinas que de modos diversos apuntaban a la "brecha del sujeto".
Esto es muy llamativo, muy interesante para pensar porqué consideramos sobre el psicoanálisis, las dificultades de su implantación en regímenes totalitarios, donde hay una caducidad de los términos del derecho y de la responsabilidad.
La historia del psicoanálisis en la Argentina también atestigua esto pero con la llegada de los años noventa se produce algo inédito. Es democracia ampliada y firme implantación de la versión neuro-ciencia e incremento del mercado psicofarmacológico.
El éxito momentáneo del neoliberalismo en esta época del capitalismo tardío, se sostiene en el sacrificio de los llamados improductivos para conservar y aumentar el plus de goce. Ese sacrificio se expresa en "nuevos campos de concentración" que en nuestra Argentina son nuestras villas de emergencia, son los nuevos campos de concentración donde se realiza un genocidio lento.
El imperativo de goce de la ley del mercado como dios oscuro, se presenta como correlativo de la inexistencia del Otro.
Mas velado, pero más eficaz que el amo fascista, mas velado pero mas eficaz que el amo fascista bajo la barra, en el lugar de la verdad con el semblante de democracia liberal. Tenemos semblante de democracia liberal y funcionando en el lugar de la verdad como amo oscuro al cual se manda al sacrificio, ya no a Hitler, Mussolini sino la ley de mercado como dios oscuro.

Y esto implica un lento exterminio del ciudadano y un rechazo del sujeto.
Voy a saltear una cantidad de cuestiones. Voy a dejar una copia para aquellos que tengan ganas de leerlo porque es un desarrollo donde tomo a Hegel, a Kant y a Marx, como un contrapunto.

La proletarización creciente, en el sentido que lo entiende Lacan, como de sujetos por fuera de todo lazo, y que los vuelve caducos a ellos mismos, pone en juego modos diversos de producir un modo de lazo.
En este sentido los dispositivos asistenciales abren la posibilidad de producir en algunos casos, a un mismo tiempo, tanto "la neurosis vulgar" como "la artificial".

La creación de "Zona Intermedia" en términos freudianos, es ya un tratamiento de los efectos de los impasses de la civilización actual, en tanto pone en juego un condescender del goce.
Voy a repetir esto porque es una tesis central de mi propuesta de trabajo.

Cuando hablamos del discurso capitalista, en su presencia en la actualidad, e implicamos la dimensión del estallido de lazos sociales, y hablamos de la creciente proletarización y la producción del sujeto como deshecho; el discurso capitalista en tanto se sostiene en el rechazo a la castración e implica la presentificación más pura del goce superyoico, hace caer la dimensión de lo que desde Freud llamamos la Otra escena.

Y entonces nos encontramos en las presentaciones clínicas con modos de padecimiento que no están soportados en un mecanismo psíquico, como un síntoma, sino en padecimientos subjetivos por ausencia de mecanismo psíquico. Los llamados ataques de pánico en última instancia son eso. Es un padecimiento subjetivo por la ausencia de mecanismo psíquico.
La toxicomanía generalizada, los fenómenos abundantes en la clínica de anorexia y bulimia, implican nuevos modos de padecimiento subjetivo y que dan cuenta de cómo esta época vive la pulsión, porque la pulsión siendo un concepto a-histórico, sin embargo, dice Lacan, debemos estar a la altura de la subjetividad de la época no solamente como ciudadanos, sino en tanto analistas. Por qué?. Por que cada época vive la pulsión de un modo diverso. Y el modo diverso tiene que ver con los diferentes modos de presentificación de los padecimientos subjetivos.

Esto no implica que haya nuevas estructuras clínicas. Para mí, siguiendo a Freud y Lacan, hay tres estructuras clínicas: neurosis, perversión y psicosis. Pero sí hay nuevos modos de presentificación del padecimiento subjetivo.
Esto implica, incluso si hablamos de rechazo a la castración, tenemos que hablar de la caída de los términos del valor de la dimensión amorosa del mundo. Por lo tanto también tenemos dificultades para la apertura clínica del inconciente y para la instalación de la transferencia analítica.

Si el discurso capitalista articulado a la tecnociencia oferta los objetos, gadgets los llama Lacan, que podrían ve nir a colmar la división del sujeto, si se produce justamente una promoción de la caída de los términos de los significantes articulados al ideal, los modos de presentificación del padecimiento subjetivo van a ser diversos.
Entonces, tenemos en la actualidad dificultades para la instalación de la transferencia y para la apertura del inconciente.

Por eso digo que la llamada por Freud "Zona Intermedia", neurosis artificial, ya implica un tratamiento del impasse de esta civilización actual en tanto pone en juego un condescender del goce.
Efectivamente ya las entrevistas preliminares marcan un punto de rechazo al imperativo de goce al hacer pasar esto por el significante. Y el poner en juego los modos de ciframiento del inconciente, ya implica eso mismo un tratamiento del goce.

Como el tratamiento de la angustia que es otro modo de llegada de los pacientes. Efectivamente hay una abundancia de los modos de presentación preliminar de los pacientes en nuestra clínica en estado de angustia, donde la presentificación, en tanto que el objeto que debería estar velado, ha dejado de estar velado y esa angustia, en tanto como lo define Lacan en el Seminario X en tanto falta la falta, hay una ausencia de mecanismo psíquico.
Con esto vamos a una cuestión interesante que es la creación del Ambulatorio Psicoanalítico de Viena, verdadero dispositivo asistencial inspirado por Freud mismo, como dispensario creado por las vicisitudes de la primera guerra mundial en relación a las neurosis de guerra.

Respecto a esta cuestión, a la creación del Dispensario, es respecto a lo cual Freud afirma lo siguiente:
"Muy probablemente tendremos que alear el oro puro de nuestra terapia con el cobre de la sugestión directa". Recordarán esta frase es muy conocida y muy distorsionada.

Una lectura débil interpretó esta formulación de Freud como una capitulación de los principios, cuando en realidad se trataba de un compromiso con el mundo. Compromiso no como ciudadanos, cuestión no excluyente, sino con la consideración del psicoanálisis como una respuesta a lo real, como lo pensamos desde Lacan. Recordemos simplemente que las neurosis de guerra son una referencia fundamental en Freud para la introducción de un concepto mayor que es la pulsión de muerte y marcando el giro y la ruptura de su propio desarrollo teórico en 1920.

Freud mismo despejó la cuestión cuando afirma que "como sea que se conforme esta psicoterapia para el pueblo, presten atención, de qué elementos se conforme, de todos modos sus componentes mas efectivos e importantes seguramente seguirán siendo los del psicoanálisis mas serio y no tendencioso".
Fue Eduard Hitschmann, uno de los primeros seguidores de Freud, quien llevó a cabo la creación del Ambulatorio Psicoanalítico de Viena.

Una Viena donde la Social Democracia tomó la administración de la ciudad con la mayoría absoluta y llevó adelante una política comunal progresista que habría de recibir el reconocimiento del mundo entero bajo la denominación de la "Viena Roja".
Esta referencia es muy importante porque pensar los dispositivos asistenciales tal como lo venimos haciendo aquí, es inseparable de la dimensión de los derechos humanos.
En otro momento por ahí sería interesante trabajar la articulación psicoanálisis-salud mental-derechos humanos. Aquí lo esbozo.

Javier Aramburu, un colega nuestro fallecido hace un par de años, en el N° 2 de la Revista Dispar, la revista Dispar es la Revista del Departamento Internacional del Psicoanálisis y Filosofía que yo dirijo, dice que los derechos humanos borran al goce de exterminar al Otro.

Los derechos humanos reconocen sólo a los que han renunciado al goce asesino. Los derechos humanos dicen que todos renunciemos al goce de aniquilar la diferencia. Eso es posible sólo en esa "ficción necesaria" que es la democracia, esté correlacionada con algo diverso del universalismo del capital. Ficción necesaria que tiene un lugar vacío. La única posibilidad de universalidad no aceptada en el capital es la universalidad de los derechos humanos.
Dice este colega, Aramburu: "creo que el psicoanálisis, su operación, su acto responde a la misma lógica, la de los derechos humanos, esto es el respeto por la diferencia limitada, lo que llamamos síntoma, nombre también de esa barra sobre el Otro. Somos pues aliados los psicoanalistas con los derechos humanos. Y cuando se los transgrede, nosotros estamos de luto".

Porque efectivamente los derechos humanos no sólo marcan el reconocimiento de la diferencia sino el respeto por la diferencia. Los nazis reconocían la diferencia: los judíos. El asunto no es reconocer la diferencia sino el respeto por la diferencia.

Y efectivamente los derechos humanos reconocen las diversas formas singulares respecto a la posición de goce del sujeto.

Incluso a los asesinos los reconoce enviándolos a la cárcel.

Esto quiere decir que los derechos humanos reconocen la diferencia limitada no la diferencia ilimitada que es la de gozar exterminado al otro. Ese goce está prohibido. Para el psicoanálisis esto es así.
En el psicoanálisis, su dimensión ética, es el reconocimiento y el respeto mas absoluto a los modos de goce singulares.
Cualquier tratamiento distinto a eso, implica una práctica totalitaria.
Y ahora pasamos a lo que seguramente les va a interesar mas, que es la diferencia efecto terapéutico – efecto analítico, y lo toma desde un sesgo un tanto novedoso y con eso voy a concluir.
Esto se va siguiendo?

Sé que por ahí a esta hora de la tarde, que el día está nublado, que es ideal para dormir una siesta, ustedes están aquí soportando esto.

Pregunta inaudible.
Osvaldo Delgado: Lo que viene se va a articular directamente con esto. Es importante que algunas cosas estén un poco abiertas.

Punto N° 1: para no reiterar cuestiones ya suficientemente formuladas a lo largo de la historia de la doctrina psicoanalítica, desde el efecto por añadidura en adelante, y de la diferencia Psicoterapeuta-Psicoanalítica o, Psicoterapia-Psicoanálisis, me parece pertinente abordarlo del siguiente modo.
Me estoy refiriendo a qué entendemos por efectos terapéuticos y efectos analíticos.

¿Se trata de dos cuestiones de un mismo campo de interrogación?
¿Se trata de un mismo área de problemas?
¿Responden a un ordenamiento conceptual semejante?
¿Es desde un mismo lugar y con una misma finalidad que nos interrogamos?
¿La diferencia de efectos analíticos y efectos terapéuticos, en lo que nombramos como efectos, es una diferencia del objeto de interrogación o esa diferencia animada en otro lugar?. Esto es como empezamos a preguntarnos.

2°) ¿ Qué son efectos terapéuticos?
Efectos terapéuticos refieren al alivio y/o desaparición de un padecimiento del cuerpo y/o del pensamiento.
Su inscripción refiere a la salud pública y dentro de ella a la salud mental.
Es algo que requiere el Estado, el cuerpo social, los órganos públicos como un bien para el ciudadano o una mercancía para las empresas privadas.

Ven que se va articulando con la primera parte.
Queda articulado de este modo a la serie del "arte de curar".
Es lo que estos estamentos (públicos o privados) le exigen como eficacia a los así llamados agentes de salud. Exigen eficacia en términos de los efectos terapéuticos.

Para estos estamentos, públicos o privados, los efectos analíticos no existen. No sólo que no tienen ningún valor o importancia sino que radicalmente no existen. No tendrían porque existir además; no es que esté mal que no existan.
La eficacia del saber hacer refiere únicamente a la dimensión terapéutica. El reconocimiento de autoridad profesional se sostiene en el eje éxito-fracaso terapéutico.

Van a exigir a los jefes de servicio, a los terapeutas, eficacia terapéutica. Y ante esta exigencia de eficacia terapéutica, un jefe de servicio de psicopatología va a decir , bueno, mire, acá no hay tanta eficacia terapéutica pero acá hay un lapsus tan maravilloso, que tuvo tal paciente ..., no tiene sentido.
3º) Efectos analíticos, ¿refiere a qué?. ¿Qué son efectos analíticos?.
Efecto analítico es una modificación de un sujeto, el sostenimiento de un espacio entre los enunciados y la posición de enunciación.

Claramente una experiencia del inconciente, que puede tener o no efectos terapéuticos.
Su orientación, la orientación del efecto analítico, es un forzamiento. Porque no hay deseo de saber, no hay pulsión epistémica. Al no haber pulsión epistémica, al no haber deseo de saber, esto implica un forzamiento, el analista realiza un forzamiento. El deseo del analista es forzante, por decirlo de alguna manera, ya que no hay en el deseo humano un deseo de saber.

4º) Por lo tanto, así como Miller afirma "que el psicoanálisis no puede estar al servicio de ninguna finalidad superiora la operación analítica misma" y " sólo puede estar al servicio del deseo del analista", podemos sostener la contraria: para los órganos públicos y/o privados de salud mental no hay ninguna eficacia superior a la eficacia psicoterapéutica misma.

Para estos órganos, el comentario de Freud en el capítulo IV del Esquema del Psicoanálisis en donde dice:
"Los resultados curativos producidos bajo el imperio de la transferencia positiva están bajo sospecha de ser de naturaleza sugestiva", este comentario no tiene ninguna importancia.
5º) En tanto psicoanalistas cada inicio de análisis, lo pensamos desde una concepción de final. Pensamos el inicio desde una concepción del final.

En algunos casos, es posible esa conclusión. En otros nos retiramos en silencio y con todos los respetos, como decía Freud, cuando el sujeto es feliz por vivir, por estar vivo, como nos enseña Lacan en sus conferencias de EEUU.
Para el Otro social, la posición del sujeto es una enfermedad. Para nosotros una "decisión inconciente que sigue una lógica ignorada. Descubrirla permite al deseo liberarse para hallar otras opciones" (Rosa Masip Arcilaga).
¿Por qué nos inmiscuimos en el padecimiento subjetivo?. Por ese "demasiado trabajo" que se dan los sujetos para la satisfacción pulsional, en el campo de la neurosis, ya que nadie enferma por una fijación pulsional, en sentido freudiano, sino cuando se ve constreñido a abandonarla.

Los puntos que siguen son de una importancia muy grande para mí. Quisiera que los retengan, que anoten y abrir el debate respecto a esto porque profundizo la orientación del trabajo con formulaciones fuertes.

6°) Más allá de lo que demande el Otro social; si es privado, el restablecimiento del consumidor; si es estatal, el aseguramiento de un derecho ciudadano; y mas allá de hacer por parte de un analista, que un analista haga un Ideal del fin del análisis, cosa que puede ser, (un analista puede hacer de un fin de análisis un Ideal y va a conducir a lo peor); podemos pensar los efectos terapéuticos en relación a lo que afirma Miller: "En un caso afloja las identificaciones ideales cuyas exigencias asedian a un sujeto. En el caso en el que el yo es débil, extrae de los dichos de un sujeto con qué consolidar una organización viable. Si el sentido está bloqueado lo hace fluido, lo introduce en una dialéctica. Si el sentido se desliza sin detenerse en ninguna significación sustancial, instalamos puntos de detención". ¿Qué implica finalmente?. Una operación sobre el Ideal que le exige al sujeto gozar como se debe y no como lo hace.

Efectivamente o nos dedicamos a hacer que las personas traten de gozar al modo de cómo desde el Ideal se debería gozar. Mas bien nos dedicamos a lo contrario: al reconocimiento de la singularidad en su deseo y la particularidad en su posición respecto al goce. Es más: no hacemos campaña por ninguna moral.
7°) Pensar los efectos terapéuticos es un modo de no auto segregarnos, de hacer valer la eficacia de nuestro saber en el mundo y de horadar, agujerear, el Ideal de fin de análisis como un a priori de máxima pureza que también puede llevar a lo peor.

Cuando Freud anuncia el mezclar el oro puro con el cobre, o cuando habla de la psicoterapia para el pueblo, no se refiere a ninguna capitulación de los principios, ni a ninguna degradación en el rigor de la práctica clínica, sino que, a mi entender, está afirmando que no todos son candidatos, que no para todos somos "didactas", que no en todos, está en juego el advenimiento de un nuevo analista.

8°) Una única interpretación puede tener efectos para la vida de un sujeto. La caída de un significante amo que sostenía un campo de significación anudando un goce, la resolución de la angustia como único modo de anudamiento, la superación de una inhibición, un desplazamiento sintomático, una sintomatización, la elaboración de un saber en el lugar de una verdad que pueda impedir la inminencia de un pasaje al acto, la elaboración de un proceso de duelo, una determinada posición de un analista ante un decir psicótico para una estabilización, etc; podemos leerlos como efectos terapéuticos incluso en un breve lapso de tratamiento.

Ya estoy terminando..
9°) El Otro social no demanda efectos analíticos. Sí demanda efectos terapéuticos. De lo que se trata es que demostremos los analistas que nuestro saber hacer que incluye el deseo y el sujeto, es de eficacia superior a otros abordajes clínicos.

Esto no degrada nuestros principios, sino que por el contrario hace valer nuestra ética en el mundo.
Desde nuestra perspectiva, desde la perspectiva psicoanalítica, en la medida en que el efecto analítico da cuenta de una operación respecto al goce y una ganancia en el plano del deseo, su resultado es terapéutico, aunque conlleve por un momento la presentificación contingente de un monto de angustia que le es inherente.
Ultimo punto. Retomando ahora las preguntas iniciales respecto a efectos terapéuticos-efectos analíticos. Son un nudo para nosotros, como lo formula Lacan muy bien en la Proposición del 9 de Octubre.

Hay un nudo ahí entre trabajo en intensión y el trabajo en extensión, entre la formación de los analistas y el efecto analítico, y lo que él va a llamar ahí proyecto terapéutico.
Ese nudo es importante sostenerlo. Desanudarlo, implica la desaparición del psicoanálisis mismo ya que se eliminaría la dimensión de extimidad.
Un mundo sin psicoanálisis, sería un mundo sin el valor subversivo que éste porta.
Un psicoanálisis sin mundo portando el goce de la auto segregación, haría de sí mismo un todo, lo que Freud llamó cosmovisión.

Efectos terapéuticos y efectos analíticos es el nombre de la tensión que en tanto división debemos soportar.
La historia está plagada de los desastres que implica no soportar esas escisiones, como de lo fecundo cuando se las soporta.
Poner en correlación efectos analíticos y efectos terapéuticos, es también un modo de nombrar nuestra propia diferencia limitada, nuestro lugar en el mundo por decirlo así.

Estamos bien, así que tenemos espacio para la interlocución. Si surgen en las preguntas o intervenciones algo de los puntos que no tomé, lo voy a ir incluyendo en forma coloquial para abrir un espacio de diálogo e interlocución.
¿Se pudo seguir lo que fui desarrollando?

Pregunta inaudible; es acerca de una posible intervención analítica en una guardia
Osvaldo Delgado: Es interesante el planteo por lo siguiente. En guardia, en interconsulta, en Hospital de Día, en los diferentes dispositivos asistenciales, la escucha analítica puede operar incluso utilizando muchas veces al mismo dispositivo asistencial que no es de origen psicoanalítico sino que es de origen médico-psiquiátrico.
Utilizar el dispositivo mismo para hacer una operación sostenida desde la ética psicoanalítica, y que tenga efectos sobre el sujeto.

Y esto se puede realizar en una guardia, en una emergencia, perfectamente. Si es posible, a veces no es posible.
Esto es una cuestión importante porque sino se toma en cuenta el estatuto de entrecruzamiento de discursos que se da por ejemplo en el Hospital Público...No nombró acá la colega una parte del vitae para hacerlo cortito, cosa que me parece muy bien, pero tengo una cosa cotidiana en relación con los trabajos en Hospitales Públicos. Superviso 6 Hospitales, 6 servicios de psicopatología en Buenos Aires. Entonces la problemática me es muy cercana.
¿Y qué es lo que noto en colegas de formación psicoanalítica?. Noto que se produce muchas veces una desviación u otra. La desviación histérica y la desviación obsesiva.

Muchos colegas vienen de formación psicoanalítica, su análisis, Freud, Lacan, etc., y no importa si estoy en un Hospital Público, si soy nombrado agente de salud, terapeuta.... Yo funciono exactamente igual que funcionaría en mi consultorio en el sentido de no darle ningún lugar al ámbito donde se desarrolla su acción.
Esto para mí es una desviación histérica absolutamente porque hay que considerar el lugar de inscripción y donde hay otros discursos. Está el discurso jurídico cuando interviene la policía, está el discurso médico. Si se trata de Hospital de Día están los talleristas, etc.

Hay toda una cantidad de articulaciones que implican muchas veces efectos de malestar. Hay que considerar el lugar donde la acción se realiza. No se la puede histéricamente descartar. Esto me parece absolutamente equivocado.
Tenemos la versión obsesiva. La versión obsesiva es: estoy en un Hospital Público, hago lo que se debe hacer en un Hospital Público. Entonces mi lugar es absolutamente funcionar con cierta práctica sugestiva o apelar solamente a la medicación. Como estoy en este lugar me someto absolutamente a esta modalidad de discurso del amo que es el Hospital Público.

Estas son desviaciones, y a mi me parecen muy complicadas tanto una posición como la otra porque es necesario más bien poder soportar los efectos de malestar que se producen por los efectos de discurso donde hay que compartir con otros colegas, muchas veces, la dirección o el abordaje de un paciente, con colegas de otra formación; o como con la pertinencia de la medicación en muchos casos de psicosis, etc. Y es importante tener en cuenta esto.
No se puede que alguien ubicado en la modalidad histérica o en la modalidad obsesiva..., que se van a expresar porque hasta el mismo Derecho, la misma jurisprudencia está basada en eso. La jurisprudencia en última instancia es un armado en términos del campo de la neurosis, Son los derechos dela histeria, son las obligaciones de la obsesión. Derechos y obligaciones, lo jurídico es eso, obligaciones y derechos.

Tenemos militantes de los derechos y tenemos los otros soportando las obligaciones. Pero esto origina muchas desviaciones.
Yo creo, no es una creencia, lo verifico permanentemente, cómo una intervención analítica produce efectos, un cambio en la posición del sujeto, que muchas veces implica cierta elaboración de un saber en el lugar de la verdad y puede impedir el pasaje al acto perfectamente.

Puede implicar la puesta en marcha del mecanismo psíquico cuando hay un padecimiento que se presenta como ausencia de mecanismo psíquico. Sabemos que cuando hay un padecimiento por ausencia de mecanismo psíquico, lo único que está anudando es la angustia. Cuando hay un efecto de desanudamiento de real, simbólico, imaginario, lo único, como Freud nos decía ya en "Más allá del principio del placer", la única pantalla es la angustia, lo que hace velo. Y efectivamente, muy lúcidamente Freud decía lo único que queda anudando ahí es la angustia.
Efectivamente la posición de escucha del analista puede implicar que se ponga en juego la Otra escena, que se cree la dimensión de la Otra escena. El inconciente es una suposición lógica a partir de una operación. No es algo que ande por el mundo.

Una cosa es que las personas sueñen, etc. Pero el inconciente en términos psicoanalíticos es el resultado directo de una operación analítica. Y esto podemos hacerlo. Como podemos mensurar la angustia. Está en el deber del analista regular, temperar, la angustia de un paciente. Tenemos que ver en que situación llega.
En el campo de las psicosis permanentemente vemos esto. Como cierta operación es un no, todavía no. El todavía no en el campo de las psicosis.

Los que aquí trabajan con pacientes psicóticos piensen cuantas veces ante algo que el paciente dice que quiere hacer o que va a hacer y ustedes le dicen bien, muy bien pero todavía no. El todavía no es un artificio de castración, un artificio de tratamiento del goce que implica que no se precipite algo que lo desencadenaría brutalmente. Cuantas veces!. Por ejemplo: he decidido ir a lo de mi tía Rosita, y ustedes saben muy bien que por el trabajo que vienen realizando que es mejor que mantenga cierta distancia de visita con la casa de la tía Rosita porque ahí se le produce lo peor. Y cuantas veces ustedes se ven diciendo: bueno, muy interesante pero todavía no. El todavía no es introducir un artificio de castración. Introducir la castración no podemos. No podemos introducir nosotros el nombre del padre que falta en la operación del sujeto, pero el todavía no, viene a este lugar. Cuantas veces pasa eso!. Lo hacemos en una guardia muchas veces.En un hospital de día, cómo evaluamos para dar una entrada en un hospital de día porque el hospital de día puede ser importantísimo respecto del tratamiento de goce que se produce vía los objetos separables en los diferentes talleres. El trabajo de hospital de día es la posibilidad de producción delos objetos como objetos separados, hace un tratamiento de goce mediante los objetos separables que además circulan como mercancía en el resto delos compañeros etc, que implica un tratamiento del goce.

Pero muchas veces debemos decir a un paciente que todavía no puede entrar a hospital de día porque sabemos que si el paciente decanta en el hospital de día y el ordenamiento del hospital de día no va a tener un carácter propiciatorio para el tratamiento del goce, sino que se va a desencadenar como un mandato superyoico el mismo hospital de día para el paciente, entonces le decimos no.

En las adicciones podemos ir con una pregunta que puede introducir una dimensión de malestar. En un caso de adicción extremadamente grave, podemos meter una piedra en el zapato para que empiece a molestar algo y que se empiece a constituir como síntoma. ¿Cómo síntoma qué quiere decir? . Como algo que lo moleste e insista.
Muchas veces no nos hacemos cargo de ser la piedra en el zapato. Cuantos pacientes atendemos que el lugar nuestro es que el tipo viene a que lo molestemos, a que le pongamos la piedra en el zapato y viene a que le rompamos las bolas y paga por eso.

Y es fundamental la operación que estamos haciendo porque tiene que ver con lo humano la piedra en el zapato, algo que no marche del todo bien, que siempre haya una piedrita en el zapato.
Entonces los hombres siempre se buscan alguna mujer como piedrita en el zapato que les complique un poco la cabeza con este tipo de cosas. Pero a veces nos encontramos con sujetos que vienen especialmente a consultarnos, no sólo una vez, años enteros, vienen a que los molestemos, a que los conmovamos todo el tiempo. Vienen a ser molestados es notable.
O por el contrario: vienen para tener un lugar de alojamiento como, a veces, único lugar en el mundo. Y que gracias a eso es posible a veces que pueda ir situándose respecto a otros lugares.

Y creo que esas cosa se pueden hacer en la interconsulta, la guardia, hospital de día, consultorios externos.
Muchas veces la inminencia de un pasaje al acto; ha ocurrido muchas veces: vengo aquí como último recurso porque he decidido matar a mi marido, envenenarlo esta noche. Y se me complica con la policía... y estoy decidida, completamente decidida..., matar a mi marido, no lo aguanto mas.
Uno escucha. Ya el que venga a contar esto, ya hay ahí algún clivaje respecto a la inminencia del pasaje al acto. Pero uno puede terminar esa entrevista y decirle que no se vaya, que venga en media hora y atenderlo por diez minutos, media hora.

¿Y qué es esa pavada que hacemos?

No es una pavada. Es introducir algo que es central. Decirle simplemente venga dentro de media hora a la señora. Esa media hora es fundamental: le puede permitir ver que por ahí se puede separar del marido, y divorciarse...y entonces no hace falta matarlo con veneno.
Pero, ¿qué es eso que introducimos?, ¿conceptualmente qué es lo que estamos introduciendo?.
Estamos introduciendo algo que es central (estoy en este momento basándome en el tiempo lógico), que es una suspensión de un momento de concluir. Allí, en el venga en un rato y lo seguimos hablando, es poder introducir un efecto de tiempo para comprender.

Ustedes recuerdan: Lacan diferencia claramente el instante de ver, el tiempo para comprender y el momento de concluir.
El pasaje al acto marca la destitución del momento de concluir. El pasaje al acto es una precipitación del "soy, no pienso", como lo trabaja Lacan en el Seminario "El acto analítico".

El pasaje al acto es esa forma de realización del fantasma en el mundo que implica "soy, no pienso ".
Y esta operación de introducir el "pienso", no de los pensamientos obsesivos concientes, sino el "pienso" del tiempo para comprender en términos del tiempo lógico. Y con una articulación de "venga dentro de media hora y lo seguimos hablando", esta escansión, puede venir en su valor de corte, a poner en juego el tiempo para comprender que estaba destituido en la posición del sujeto lanzado al pasaje al acto. O no ocurre?.

Ocurre perfectamente. Lo importante es la cuestión del ideal del analista, de los ideales de los analistas.
Se puede hacer del final del análisis un Ideal. Esto es muy importante tenerlo en cuenta. A veces, aunque en todo inicio pensemos en el final, algunos llegarán al final de análisis, algunos devendrán analistas, otros no.
Como dice Freud, en ciertas ocasiones debemos retirarnos en silencio y con todos los respetos porque el psicoanálisis no le puede ofrecer a alguien nada mejor que su vida misma. Y al contrario por ahí si forzamos puede ser peor.
Porque una cosa es el forzamiento estructural ligado a que no hay deseo de saber, no hay pulsión epistémica.
Entonces la apertura del deseo de saber que implica un psicoanálisis es un forzamiento.

Pero una cosa es el forzamiento en términos del deseo de saber, que es el forzamiento desde una ética, y otra cosa es un forzamiento desde el Ideal, el Ideal en la cabeza de un analista, y hacer un forzamiento desde un Ideal.
Hacer un forzamiento desde un Ideal no tiene que ver con una dimensión ética sino moral, y es la moral del analista: conduce a lo peor, o no?.
Pregunta inaudible

Osvaldo Delgado: Recuerdan el discurso del amo:
S1 S2
$ a
Los otros tres discursos, el del analista, la histeria y el de la universidad son torciones.
En última instancia, es un intento de matematizar lo dicho por Freud.
Primero una marca. Segundo tiempo que se asocia con lo que fue el trauma y lo transforma al primero: la fórmula del apres-coup.

Y va a producir el supuesto del inconciente (...)
(Sigue una parte inaudible sobre el discurso capitalista en donde ubica que la torsión del discurso capitalista no es un giro).

El asunto es que no sólo se invierten dos términos sino que cae la relación de imposibilidad de un goce. El discurso capitalista dice en tanto superyoico, que es posible el goce que debería ser necesario, dice Lacan, que no lo fuera. Esa famosa formulación de Lacan del Seminario 20, en "Aún". Ese goce Otro que sería necesario que no lo fuera.
(...)

¿Qué es ese goce?. El goce que sería necesario que no.
Efectivamente el discurso capitalista se sostiene en el rechazo de la castración que implica una devaluación de los términos del amor, por ejemplo. Por eso alguien puede estar perfectamente con un objeto, una música, una droga. El discurso capitalista promueve la relación con un objeto, i (a), en el campo especular, sin pasar por el Otro.
EL amor, ¿qué es?. Es introducir algo del Otro, es ir a buscar el objeto al campo del Otro, eso es enamorarse.
Por eso es mucho mas sencillo no enamorarse, no amar. Porque no me complico.
Mucho más feliz con una botella de vino. La botella de vino no habla, no coquetea; la botella de vino es fantástica. La cocaína lo mismo.

(...)
El tango revela el estatuto necrológico en el objeto: la calavera.
El obsesivo habla con la muerte, su partenaire es la muerte. Por eso habla mil horas con la mujer en su cabeza. Con la "idea" de la mujer, no se encuentra nunca, no hace la cita. Está todo el tiempo con la idea de la mujer en la cabeza.
Efectivamente hay una destitución del lugar del Otro. El amor es eso: colocar el objeto en el campo del Otro, e ir a buscar el objeto.

La transferencia es exactamente lo mismo: es ceder el objeto para ir a buscar el objeto al campo del Otro vía la transferencia.

La operación de la instalación de una zona intermedia, dice Freud, la neurosis artificial, ya es un tratamiento del modo de goce de la contemporaneidad.
Esto es importante. Ya cuando alguien viene a las entrevistas con nosotros, significa poner palabras, empieza a tener algún lazo en relación a nosotros, o sea que hay ya una inclusión del deseo del analista en la formación del inconciente, ya se está realizando un tratamiento del goce de un impasse de la civilización actual. Es muy importante lo que hacemos. Ya estamos realizando un tratamiento del impasse del goce de la civilización actual porque ya estamos operando para que haya una caída de la fijación a un objeto: lo pierdo para ir a buscarlo, vía la transferencia, en el campo del otro.

Somos absolutamente anticapitalistas porque les decimos a los sujetos que vengan a vernos, nos pagan para dejar algo y llevar una nada.

Dejan algo relativo al objeto, para llevarse una porción de castración. Totalmente anticapitalistas!. No hay ningún mercado que se interese en eso.
Pero esto mismo marca el lugar del psicoanálisis en el mundo como un modo del tratamiento del impasse a una civilización marcada por el desencadenamiento del discurso capitalista en la sociedad de la ley del mercado que en estos últimos años, en estas últimas décadas, se ha desencadenado absolutamente, con total crudeza como vemos a diario.
Vemos a diario como apareciera que ese goce que fuera necesario que no aparece. (...).
Se pueden capturar aviones, hacerlos estallar contra las Torres Gemelas, destrozar, matar a miles de personas. Esto es posible que lo hubieran hecho los fundamentalistas afganos. También podría ser la CIA misma. No sabemos exactamente quien tiró las Torres Gemelas.
Pueden ser tanto los fascistas afganos como los fascistas norteamericanos.
Estamos haciendo entrar esto con un efecto de anestesia: un tipo entra con una bomba y mata a todas las personas, niños, niñas. No es un blanco militar, es una pizzería.

(...)
Ustedes saben perfectamente los tanques israelíes aplastan casas con la gente adentro. La gente queda enterrada en vida y muere aplastada por los escombros.
Entonces en este mundo actual, el amor está muy devaluado.
Una vez le preguntaron a Miller que pensaba él que producía un análisis: si producía perversos, psicóticos. El dijo que producía sujetos para los cuales el amor tenía un alto valor. No el amor ligado a una referencia neurótica, al amor como un modo de consumir masoquismo, el amor de las novelas.
El amor tiene una alto valor. El amor es un tratamiento de la castración, ligado a la falta. No hay mas tratamiento de la falta que el amor.
(...)

Pero en verdad es un tratamiento de la castración.

Y al mismo tiempo, la operación con el discurso del amo que es el discurso del inconciente, la operación del discurso del amo restituye los términos mismos del inconciente.
(...)
Actualmente tenemos dificultades para producir la apertura del inconciente.
Pregunta inaudible

Osvaldo Delgado: Es exactamente eso que estás diciendo. No hay que retroceder. No sólo ante la psicosis dijo Lacan que no debemos retroceder. No debemos retroceder ante la psicosis, ante los adictos, ante los autistas. Mucho menos vamos a retroceder frente a los angustiados por un ataque de pánico. No les vamos a dejar ese lugar a los neurólogos para que empastillen y desconozcan la histeria y la traten como esquizofrenia. No vamos a hacer lo que hacen en EEUU: quitar del manual de Salud Pública la histeria como categoría y entonces tratar a un ataque de pánico como un trastorno de personalidad múltiple y entonces tratarla como esquizofrenia. Empastillar y producir efectos catastróficos para la vida de esa persona.

Porque la vida no es eterna, la vida es corta. Tomar una histeria por esquizofrenia y tratarla años así. (...)
Los padecimientos por ausencia de mecanismo psíquico, ¿qué quiere decir?. Es muy importante. Se trata de una economía libidinal con ausencia de un mecanismo psíquico. Que el padecimiento no es por un mecanismo psíquico, o sea por un significante reprimido.

Porque padecimiento por mecanismo psíquico es la fórmula primera del síntoma: hay un significante reprimido, hay un significante que retorna. Esto es un padecimiento por mecanismo psíquico.
Están los padecimientos con ausencia de mecanismo psíquico.
Y efectivamente el deseo del analista produce efectos de creación del nuevo espacio, el nuevo escenario del mecanismo psíquico. Y puede hacerlo, lo planteó Freud.
No vamos a retroceder frente al ataque de pánico. Está dentro de nuestro campo. No vamos a dejar el ataque de pánico a los neurólogos.

Freu en el siglo XIX, en las primeras formulaciones de "Las Neuropsicosis de Defensa" ya está hablando de esto.
Freud ya lo dijo en el siglo XIX y no vamos a decir nosotros: ah!, qué novedad es esta!
Pregunta inaudible
Osvaldo Delgado: Es bueno volver a trabajar esos textos porque son absolutamente luminosos.
(...)
¿Qué es
un ataque de pánico?. Sencillamente el ataque de pánico es la significación que queda en suspenso. La articulación significante que se detiene en un punto. La articulación significante está todo el tiempo produciendo efectos de significación, ordenando un sentido. Por lo tanto articulan enunciado-enunciación y al mismo tiempo ordenado un sentido como sentido de goce para el sujeto.

El ataque de pánico es la suspensión de esto. Queda en suspenso una significación que no adviene, que queda en suspenso. Así como para la psicosis hay una significación que se presenta como peligrosa, en el ataque de pánico hay una significación que no llega, que no se precipita; no hay momento para concluir.

Y efectivamente el que no haya y el sujeto quede en esa suspensión, puede generar..., vemos la dependencia del sujeto a la cadena significante, vemos la transpiración, convulsión, taquicardia, etc., etc. Todo el trastorno corporal, qué es?. Es la angustia como único modo de anudamiento cuando ya no hay otra cosa que anude.
Y no vamos a retroceder. Dejamos porque me tengo que ir a otra conferencia.
(Aplausos)
Versión no corregida

Buenos Aires, 9 de abril de 2002
HOSPITAL DE EMERGENCIAS PSIQUIATRICAS DR. TORCUATO DE ALVEAR
Desgrabación a cargo de la Lic. Alejandra Paz: alepaz8@hotmail.com

sábado, 22 de noviembre de 2014

Adelantándome a las fiestas ...

PARA ESTAS FIESTAS QUIERO REGALAR… ¡UNA NAVIDAD DIFERENTE!


Para estas navidades propongo que regalemos a nuestros seres queridos menos objetos

y más

tiempo, 

miradas regocijadas,apasionadas, de ternura obnubiladas, 
palabras azucaradas,¡que no empalagosas!,
oídos des-prendidos, 
caricias de-tenidas 
y besos a la deriva, 
noches de amor sudor y cama
y arte-sanía 

sea esta música, pintura o poesía 
o la que a ti te dé de la vida
el sentido.



MENOS JUGUETES Y MÁS AMOR.


Se acercan las fiestas y como cada año, todas las familias comienzan a hablar y a elegir los juguetes y regalos para obsequiar en Navidad y Reyes. Y no está mal que así sea, si ello va acompañado y durante todo el año de otras manifestaciones de amor.

Digo esto, porque cada año me sorprende no solamente la cantidad a veces excesiva de regalos que reciben muchos niños, sino además, las dosis de maltrato y abandono que muchos de esos niños reciben a su vez y muchas veces diariamente, durante todo el año. Y no hablo ya de recibir golpes o pellizcos, sino de maltrato psicológico: falta de mirada, de escucha, de tiempo, de palabras dulces como dice Carl Norak en su precioso libro “Las palabras duces”. Y lo que es peor , que al mismo tiempo que muchos de esos niños y niñas, y seguramente también adolescentes y adultos carecen del don de palabras dulces, sí reciben y dan, y a veces a borbotones, palabras amargas, duras y feroces de “espadas como labios” como decía el poeta Vicente Aleixandre, que hienden el alma: “eres tonto”, “esta niña es más mala”, “eres un trasto”, etc., “si pegas te cortare la mano”, y otras lindezas (todas ellas pueden ser escuchadas cualquier tarde en cualquier parque de la ciudad), que van socavando su confianza en sí mismo y su autoestima, así como su confianza en los otros, sean estos los adultos supuestamente cuidadores, u otros niños y /o adolescentes.

Las heridas psicológicas que la repetición diaria y constante de dichas espada- das o cuchilladas producen en la psiquis de los sujetos, ya sean niños o adolescentes que están en su proceso de construcción de su identidad, no podrán en primer lugar, ser nunca ser curadas, ni borradas mágicamente, ni aún en navidades ni en reyes con ningún objeto; ni el más maravilloso de los juguetes, viajes o lo que sea, aliviara ese dolor, y obviamente mucho menos dicho alivio es cuestión de cantidad ni de valor -precio de los objetos en cuestión.
Y habría que ver si pueden ser curadas, quizás con años de tratamiento psicológico, en caso de que ese niño devenga un adulto que por diversas circunstancias esté en condiciones de darse cuenta de donde se originan sus síntomas y malestares en su vida adulta y esté en condiciones de pedir este tipo de ayuda.

Estas palabras dejarán marcas en la personalidad del niño, que determinarán su posicionamiento, ya de por sí normalmente(por ser estructural) sufriente frente a lo traumático de la vida, aún más sufriente, y los padres o cuidadores habrán perdido sin saberlo la oportunidad de ser verdaderamente reyes magos: haber brindado al niño o a la niña la oceánica felicidad narcisista de haber creído ser alguna vez para el Otro, “su Majestad el bebé”, como decía Freud .Yo ideal, Tierra Prometida, Paraíso Perdido o espejo mágico sin fisuras , el cual podemos aceptar perder ,aunque sea a regañadientes, si se pudo tener la fantasía, o la creencia de haberlo tenido o sido, más bien, alguna vez. O como lo dice el psicoanalista y pediatra inglés Donald Winnicott en unos de sus libros “Realidad y juego” recurriendo a una categoría que denomina “madre suficientemente buena”: la misma es aquella que es capaz de ilusionar al bebé para desilusionarlo gradualmente , es “aquella que es capaz de dar cabida al desarrollo del verdadero yo del niño, es decir acoger su gesto espontáneo, en el sentido de lo que el niño quiere expresar, e interpretar su necesidad y devolvérsela como gratificación”.

En este sentido, gradualmente el niño, y ya desde que es bebé, se va dando cuenta no solamente que él, aún siendo muy importante, no lo es todo para la madre (a veces esto no es así, el niño efectivamente es Todo cuanto la madre desea, y ello genera diversas patologías; se trataría de haber parecido serlo todo en algún momento de la vida), y que tampoco es ese niño ideal perfecto del amor de sus padres; se da cuenta de que no es ya “Su Majestad el bebé” e interpreta esa toma de conciencia de su caída del trono, esa destitución subjetiva del lugar del ideal parental inventándose los motivos por los cuales ello ha sucedido para construir su propia ficción o novela familiar al decir de Freud, con el objetivo de explicarse el porqué de la misma.

Si como podemos apreciar, la caída (castración) es inevitable, es posible entender que no es necesario remarcarle al niño, machacarlo a veces, con los aspectos negativos que le hacen supuestamente “merecedor” de tal destierro.
Destierro que en verdad no se produce porque el niño sea más o menos (malo, lindo, inteligente, etc.) en relación al ideal parental, sino porque nunca el hijo por más perfecto que sea coincidirá con lo esperado por los padres (salvo en la psicosis), la falta es inevitable pero la sociedad actual parece no querer aceptarlo, pretendiendo suturar la misma con objetos.

Y así con el atiborramiento generado por los mismos (juguetes, chucherías o golosinas películas, juegos de consola, ¿o serán de con-sola, ¿consuelo a la soledad ? o nintendo, ¿no entiendo, mintiendo, niño entiendo?,etc.), muchas veces coexiste el vacío de esos otros que son necesarios para el vínculo.

Luego, muchos padres se quejan de que sus hijos tienen de todo pero se aburren y no juegan. Es que se necesita de Otro para jugar, para aprender a jugar, a pensar, a hablar, a mirar, a amar, o sea para subjetivarse, para devenir sujeto psíquico, para sentirse vivos, pues de lo contrario se corre el riesgo de ser solo un objeto comandado por los goces auto-eróticos que lo aíslan del Otro social. Esto implica que es necesaria también la presencia física de los adultos, que el otro simbólico este encarnado(que el verbo se haga carne), y que el adulto sea capaz de “poner la carne en el asador”, o sea el cuerpo “todo” para el encuentro, en el juego de la maternidad y paternidad, para evitar reducir al niño a ser solo objeto o pulsiones que dislocadas del deseo por su extravío respecto del Otro (lazo social), producen aburrimiento y aislamiento y sensación de vacío, que paradójicamente intenta ser llenado el primero y evitados los segundos. con más de lo mismo : pura mirada como es la tendencia hoy en día con tanto predominio o casi exclusividad de lo visual, u objeto oral (mientras mira Tv y juega a video juegos engulle comida basura o dulces), u oído aislado que solo escucha lo que le da placer(todos van con auriculares para no tener que escuchar ni responder a los otros).

No es suficiente con comprar tantos objetos si luego no se enseña cómo jugar, ni se acompaña en el juego. La capacidad creativa pero también el pensamiento, la forma de encarar una tarea, etc. para desarrollarse y aprenderse necesita de los Otros que enseñen y acompañen. Lo decía también de manera maravillosa el psicoanalista ya referido, Donald Winnicott : la importancia que tiene para el desarrollo de la capacidad de estar a solas y de la capacidad de juego o capacidad creativa que la misma inaugura, el haber podido estar solo en presencia de la madre o de alguien que haga su función:…” encontrarse solo en presencia de alguien: “el niño juega entonces sobre la base del supuesto de que la persona a quien ama y que por lo tanto es digna de confianza se encuentra cerca, y que sigue estándolo cuando se la recuerda, después de haberla olvidado. Se siente que dicha persona refleja lo que ocurre en el juego”.

Necesidad entonces de una presencia ausente del Otro, una presencia que desde su ser silencioso o en falta esté disponible a la mano, a la mirada, a la voz del niño, por si es re-querida, y que si efectivamente en algunos momentos lo es, sea capaz de participar sin entrometerse ni dirigir la construcción fantasmática del pequeño en ese espacio interior-exterior que el juego crea, espacio transicional como él lo denomina o de transición entre la realidad y la fantasía.

Aceptación de la realidad de que ningún objeto por más elaborado y perfecto que sea, cubrirá la brecha que sostiene el deseo so riesgo de muerte(adicciones de todo tipo, especialmente a las compras, a la bebida y a la comida en estas fechas, violencia, delitos, ansiedad, miedo , depresión, etc.), capacidad de aceptar la pérdida de un objeto ideal que colme o satisfaga totalmente, simbolización de la misma que para poder ser aceptada necesita que el objeto perdido pueda ir siendo imaginado y fantaseado, y por tanto creado y recreado.

Brecha que podría ser tratada vía la creación del jugar y “el hacer” infantil o adulto (manualidades, cocina, pintura, fotografía, lectura, escritura, etc.) en vez de ser taponeada por objetos hechos por otros según su deseo y acorde a su fantasma, y ya listos para ser vendidos, comprados y usados una vez y otra vez y otra vez ad infinitum. Esto lleva a un círculo infernal: tener que trabajar sin parar para tener más dinero para poder comprarlos o sufrir terriblemente (depresión , ansiedad)como sucede actualmente debido a la supuesta crisis, que impide a muchos poder adquirirlos, cuando no lleva a otros a la cárcel creyendo que si no traen a sus hijos los juguetes que “todo el mundo” (¡!??) es capaz de comprarles a los suyos, no serán buenos padres, como escuchaba decir a algunos reclusos cuando trabajaba en criminología.


Para concluir: ¿Para qué tanto comprar, si puedo hacer?

¡A ser…sujetos! entonces, ya que navidad es… nacimiento.

Para ello es que para estas navidades propongo que regalemos a nuestros seres queridos menos objetos

y más

tiempo, 

miradas regocijadas,apasionadas, de ternura obnubiladas, 
palabras azucaradas, ¡que no empalagosas!,
oídos des-prendidos, 
caricias de-tenidas 
y besos a la deriva, 
noches de amor sudor y cama
y arte-sanía 

sea esta música, pintura o poesía 
o la que a ti te dé de la vida
el sentido.


¡ FELICES FIESTAS!!!

jueves, 9 de octubre de 2014

Días en que el hombre es una cosa para el hombre.Por Carlos A. Guzzetti



EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN, IMPERIO DE LA PULSIÓN DE MUERTE, “FENÓMENO DE NUESTRO TIEMPO”

Un ensayo sobre el campo de concentración que, a partir de testimonios de autores como Primo Levi, Semprún, Bettelheim, examina “el fenómeno segregativo propio de nuestro tiempo” y rastrea su presencia en los padecimientos cotidianos.


Algunas razones fundadas en mi práctica me han llevado a interesarme en la cuestión del campo de concentración. Cotidianamente me encuentro en la consulta –y me consta que muchos colegas también– con historias subjetivas que son el resultado de experiencias segregativas muy tempranas, constituyentes del núcleo traumático de padecimientos muy diversos. Por otra parte, la lectura de Lacan nos ha advertido: el campo de concentración es la coagulación institucional más cabal del fenómeno segregativo propio de nuestro tiempo, imperio de la pulsión de muerte.
Los diversos dispositivos segregativos tienen en común que todos ellos conllevan una operación de desubjetivación. El campo de concentración opera un virtual aplastamiento de la subjetividad. El término es brutal, sin duda y nos evoca infinidad de imágenes crueles. “Como una cucaracha”, por ejemplo, lo que nos remite al escenario anticipatorio de la vivencia (Erlebnis) concentracionaria que Kafka propone en La metamorfosis. El infeliz Gregorio Samsa se despierta una mañana convertido en cucaracha, lo que genera en el microuniverso de su familia la reacción de apartamiento y clausura que lo convierte definitivamente en un insecto repulsivo. En rigor de verdad cabría preguntarse si no es exactamente al revés: la metamorfosis no es la causa sino el efecto de esa segregación.
“En la colonia penitenciaria”, Kafka ofrece una nueva versión de la operación segregativa, esta vez en el plano institucional. El condenado a muerte sufre el suplicio de que su condena sea escrita en su carne por una maquinaria altamente sofisticada, hasta la aniquilación física.
Si es posible consumar este aplastamiento del sujeto es porque “nuestra personalidad es frágil, está mucho más en peligro que nuestra vida”. Así lo afirma Primo Levi, testigo de la vida y de la muerte en los campos nazis. La obra de Levi comienza con su liberación de Auschwitz-Monovitz por las fuerzas aliadas. Escribe y publica casi de inmediato Si esto es un hombre, su primer relato testimonial.
Al ser apresado había declarado su condición de “ciudadano italiano de raza judía” porque equivocadamente creyó que era preferible a ser internado como político. Este es el primer movimiento de la operación desubjetivante. Lo que indica el lugar a ocupar, es decir, del lado de adentro de los alambres electrificados, es un rasgo singular –judío, gitano, comunista, contrario a los intereses soviéticos o delincuente subversivo–. La reducción del sujeto a ese rasgo diferencial constituye el paso inicial en la puesta en marcha del dispositivo segregativo.
Ya en el interior, se impone una lógica implacable: cada uno será despojado de todo lo que posee. Esto constituye el segundo movimiento de la operación, y Levi lo señala así: “Pero pensad cuánto valor, cuánto significado se encierra aun en las más pequeñas de nuestras costumbres cotidianas, en los cien objetos nuestros que el más humilde mendigo posee: un pañuelo, una carta vieja, la foto de una persona querida. Estas cosas son parte de nosotros, casi como miembros de nuestro cuerpo; y es impensable que nos veamos privados de ellas, en nuestro mundo, sin que inmediatamente encontremos otras que las sustituyan, otros objetos que son nuestros porque custodian y suscitan nuestros recuerdos”.
El proceso de desposesión de los objetos personales culmina con la reducción de los individuos a un número, tatuado dolorosamente en el antebrazo. “Nos quitarán hasta el nombre; y si queremos conservarlo deberemos encontrar en nosotros la fuerza de obrar de tal manera que, detrás del nombre, algo nuestro, algo de lo que hemos sido, permanezca”.
La mirada siniestra de los guardianes, doctores y verdugos sobre las filas de hombres y mujeres desnudos hasta el hueso, despojados de su propia imagen, del reconocimiento en el semejante, sin el menor espacio de intimidad, produce una descomposición del plano imaginario.
Jorge Semprún, quien también construyó su obra literaria a partir de la experiencia del campo, hace de esa mirada uno de sus ejes. La relación con los otros sólo era posible allí donde lograba escaparse a la omnipresentemirada del Mal absoluto. Mirada de Medusa, paralizante y mortífera. En efecto, las letrinas de Buchenwald, que por su hedor repelían a los guardias, eran el principal centro de actividad social, comercial y política del campo, uno de los pocos lugares donde había alguna esperanza. Allí se recitaba poesía, se establecían amistades y se acompañaba al amigo en el momento de la muerte.
En el mundo así delimitado no hay ningún por qué. No hay siquiera a quien formularle la pregunta. El Otro es anónimo. En todo el testimonio de Levi una sola vez relata haberse cruzado con un oficial de las SS, y esto ya cuando el campo estaba siendo abandonado bajo el fuego ruso. ¿Cómo es posible golpear sin cólera a un hombre?, se pregunta Levi. ¿Cómo es posible ejercer la violencia sin el menor atisbo de emoción? El torturador, en este estado de cosas, ni siquiera goza sádicamente, es sólo un instrumento mecánico de la operación de liquidación de los sujetos. Como en Kafka, la tortura y la aniquilación son obra de una maquinaria anónima.
¿Cómo y por qué algunos sobrevivieron y otros no? Bruno Bettelheim acuñó la noción de “culpa del sobreviviente”, a la vez satisfacción superyoica y defensa. La “identificación con el agresor” que Sandor Ferenczi localizó en la reacción culpable del niño ante la violencia traumática del adulto, es perfectamente aplicable a este caso. Semprún no recoge el guante. Ninguna culpa, entre otras cosas porque no existe siquiera la certeza de haber sobrevivido; y cita a Levi: “En lo que a supervivencia se refiere no hay una regla general, excepto la de llegar al campo en buen estado de salud y saber alemán. Al margen de esto, el resto depende de la suerte”.
En esto creo que radica lo esencial de la operación de aplastamiento subjetivo. Cuando la propia lógica concentracionaria se ha hecho real, cuando todo el universo simbólico ha colapsado en el interior del alambrado, cuando ya no hay semejantes en los que reconocerse, cuando el campo es la naturaleza de las cosas, la vida o la muerte dependen tan sólo de la suerte. Incluso de la suerte que hayan corrido en cada uno las diversas estrategias para sobreponerse a lo traumático. Bettelheim y Levi se suicidaron, tras largos años de trabajo.
Cuando Semprún, con 22 años, ingresó a Buchenwald, declaró como profesión la de estudiante. Un prisionero alemán ya antiguo, que completaba los formularios, decidió inscribirlo como albañil especializado, lo que podía ser de interés para las autoridades del campo y permitirle mejores condiciones de supervivencia. Los estudiantes eran enviados a trabajos de minería, de los cuales pocos regresaban. Este recuerdo, resignificado cuatro décadas después, tiene el valor del reconocimiento de un deseo humano en el prójimo, sostén simbólico esencial. Esa clase de encuentros, decisivos para la vida, era allí cuestión de puro azar.
El aplastamiento subjetivo, entonces, se consuma en el proceso de desanudamiento de lo simbólico, lo imaginario y lo real.
El campo no siempre está del otro lado del alambrado. El universo concentracionario es la rúbrica de nuestro tiempo y nuestra práctica clínica, teórica e institucional no está al abrigo de sus efectos. La clínica nos acerca cotidianamente a situaciones subjetivas que evocan fuertemente los testimonios de los sobrevivientes. Acuden en busca de nuestra ayuda hundidos y salvados. Quienes han sucumbido a situaciones vitales intolerables suelen ser traídos a nuestra consulta o llevados al hospital psiquiátrico, cuando no al servicio de traumatología. Ellos son los náufragos, los que no han logrado sobreponerse a traumatismos repetidos, agudos o insidiosos a lo largo de la vida, particularmente en la infancia. Muchas veces el recurso terapéutico les ofrece más de lo mismo. La internación en el hospicio reproduce en mayor escala el ámbito concentracionario. Algunos enfoques psicoterapéuticos contribuyen con lo suyo. Y puede reproducirse la situación traumática en el consultorio, independientemente de la perspectiva teórica que se suscriba. Los salvados suelen llegar solos a la consulta. Han logrado rescatar algunos recursos subjetivos a los que se aferran con todas sus fuerzas. De allí la enorme resistencia a abandonar el sufrimiento neurótico.
Ahora bien, el psicoanálisis ha puesto sobre el tapete el valor fundante de las experiencias infantiles, siempre sexuales, prematuras y por ende traumáticas. Ferenczi situó en el origen del traumatismo infantil la confusión de lenguas entre los adultos y el niño. La lengua infantil de la ternura es confundida con la lengua de la pasión del adulto, quien toma al infante como su objeto sexual. Allí donde el Otro primordial no acude a la cita con su amparo, sus palabras, su reconocimiento y su amor, esa condición de objeto sexual coagula la subjetividad. El hombre ya no es lobo del hombre sino objeto del hombre. Cito nuevamente a Levi: “Es no humana la experiencia de quien ha vivido días en que el hombre ha sido una cosa para el hombre”.
Pero el campo de concentración nos confronta con otra evidencia. Es posible a cualquier altura de la vida, de cualquier sujeto, desampararlo de tal modo de reducirlo a una sombra de humanidad. Y la lógica concentracionaria no es exclusiva de los campos.
Las instituciones sociales llevan en su seno el germen de la segregación, de la reducción de los sujetos a sus rasgos diferenciales. Quizás sea preciso advertir contra cierto humanismo ingenuo que calificaría a las atrocidades de los campos como inhumanas. La condición humana incluye estos fenómenos sociales de desencadenamiento de la pulsión de muerte.