domingo, 25 de mayo de 2014

¿Y SI ES EL OTRO EL QUE NO LEE? 

Por Anabella Rodríguez.


Y ahora Brian O Brannigan-dijo el hombre viejo-¿puedes contar una historia?
-Sí, puedo- dijo Brian Obarnnigan-Soy el hombre que ha vivido una historia para contar.
Y él les contó a la mujer vieja y al hombre viejo todo lo que había sucedido desde que  había ido a           buscar agua al pozo…
-Bien Brian O Brannigan -dijo el hombre viejo una vez que aquel había finalizado. A partir de ahora, vayas donde vayas y siempre que alguien te pida contar una historia, cuéntale ésta. Tú eres el hombre que tiene una historia que contar.
(Fragmento del cuento “El hombre sin historia” citado en “Cuentos para leer en familia” de Jean Grasso Fitzpatrick)


Hoy en día es frecuente escuchar desde diversos frentes, que los niños y jóvenes leen cada vez menos, que su interés de antaño ha sido desplazado y casi absorbido por los videojuegos y otras propuestas relacionadas con las nuevas tecnologías, en las cuales  la imagen ha cobrado una relevancia marcada ante la palabra. Sin embargo, parece una obviedad decir  que todos en realidad leen y escriben casi permanentemente, pues ha devenido un hábito en la mayoría de la gente, y especialmente en los adolescentes, el estar enviándose mensajes por diferentes medios; uno de ellos,  el correo electrónico, que ya incluso ha sido desplazado por el móvil mediante  sistemas de mensajería  WathsUpp, Line, Telegram, etc. que permite un contacto permanente al punto que pueda ser comunicable lo que a cada quien se le pasa por la cabeza casi en tiempo real-la demora solo implica los segundos que lleva escribir el mensaje y enviarlo-, pero también la gente está permanentemente escribiendo y leyendo a través de Twitter, Facebook  participando en foros, escribiendo en sus propios blogs y leyendo diversidad de contenidos en internet. Basándose en ello, hay quienes sostienen, escritores u otros profesionales socialmente reconocidos, que en  realidad no es actualmente se lea menos, sino que se lee de forma diferente.

Obviamente se lee de forma diferente, pero cabe preguntarse en qué consiste esa diferencia, y  si dentro de la misma  cabe contemplar o no que se lean menos  textos literarios, tanto de parte de los  niños como de los jóvenes, pues de ser así, ello también tiene sus consecuencias-que sería interesante elucidar, entre otras cosas para saber si ello se debe a  cambios  en la relación que en la actualidad  se establece entre el sujeto y la palabra. Si será que debido a los cambios que se producen  en lo simbólico, en el Otro del lenguaje y la cultura,  que  el sujeto esté  siendo tomado por el lenguaje de una manera diferente a la de antes. En este sentido, el llamado discurso capitalista parece valerse del lenguaje en una dimensión que no contempla la palabra  y cabría preguntarse si ello no  es lo que determina precisamente  la existencia de un sujeto que mantiene una relación diferente con la lectura y ¡por fuera del inconsciente?,, un sujeto que no lee  ni es leído y por ello tampoco lee textos literarios.

Me explico, y para hacerlo he de referirme antes que nada a la diferencia que Lacan establece entre lenguaje y palabra. Lacan va a decir que si bien ambas son parte de los simbólico, al igual que lo es el discurso, el lenguaje posee un carácter  instrumental en lo que respecta a la palabra. El lenguaje, como ámbito meramente formal, y por tanto caracterizado desde el sin sentido, se opone a la palabra que se caracteriza por el primado de la significación. Hemos de tener presente que una de las acepciones del término logos es palabra, al mismo tiempo que concepto, reunión, por ende, una palabra puede reunir muchos significados posibles (de “Lenguaje, palabra y discurso: de la senda Lacaniana a la tradición y actualidad de la teoría política”, Miguel Angel Rossi, en pensamientoplural.ufpel.edu.)

Hoy asistimos a la existencia de lo que se ha dado en llamar nuevas patologías, en las que hay quienes dicen que  el sujeto no entra o rechaza entrar en la red de significantes provenientes del Otro y la consecuencia a nivel de estructura más importante es que son sujetos que presentan dificultades para  simbolizar, que tienden a diversos tipos de actuación de sus impulsos y no son capaces de prestarse a leer sus síntomas ni su historia, siendo muchas veces incapaces de establecer relaciones  causales narrativas, y por tanto de ficción, entre los mismos y los acontecimientos biográficos  de su historia vital. Hay una pérdida del sentido de los avatares subjetivos que dificulta o hace imposible el trabajo psicoanalítico  con los mismos.
Ahora bien, más que rechazar entrar en el Otro, yo diría que  el Otro los acoge de una manera diferente porque hay un Otro del lenguaje diferente al de la época en que primaban las neurosis, es el Otro el que rechaza acogerlos en el significante pues ese Otro , el del inconsciente no existe.

Esto podría vincularse a que ya no opera en la construcción de la subjetividad el discurso del amo que es el del inconsciente, y por tanto el sujeto actual sería más producto de los efectos del discurso científico y capitalista, un discurso que precisamente promueve el lenguaje al primer plano y excluye a la palabra. Se fijan  significados, se fija a los sujetos a determinados significados, imposibilitándose el sentido. Si  no hay falta, desplazamiento metonímico significante,  se ha perdido el sentido de la  búsqueda de sentido, pues al sujeto se lo signa. El sentido es lo que emerge como efecto de la combinatoria de significantes y se obtiene retrospectivamente. “El sentido solo se obtiene por la sanción del oyente que puntúa el último significante de la combinatoria, es por el corte que, con efecto retroactivo, se crea el sentido: la cadena significante funciona sin significación ni sentido” (ídem cita a Negro, 2009, pág. 14)

Así los sujetos son catalogados de ser un fibromiálgico, disléxico, depresivo, etc.(S1)¿letra muerta? (pues ya no se ubica al sujeto como Lacan  lo ubicará, en el intervalo entre significantes, entre S1 y S2 ), tienen o son un trastorno del que el Otro sabe: el Otro dice tanto lo que el sujeto es como lo que ha de hacer exactamente para curarse o reeducarse, no hay posibilidad de pregunta por el sentido, no hay no saber y por tanto tampoco querer saber ni búsqueda de sentido ni de una solución particular.

En relación a esto,  Jesús Martín Barbero, quien en  “Los modos de leer” sostiene que en nuestros días hay una mayor tendencia a  valerse del lenguaje de una manera  más bien instrumental. Considero que esto puede apreciarse- y en muchos aspectos más en los cuales vengo pensando y trabajando desde hace un tiempo-,en esa insistencia en el valor comunicacional del lenguaje, en mejorar la comunicación, y se dan cursos y seminarios para realizar una comunicación  que se pretende sea lo más efectiva o eficaz posible; en ello se olvida que ninguna comunicación es totalmente clara y efectiva debido a la propia naturaleza del lenguaje y porque el  sujeto que “comunica” no lo hace desde  una posición de yo unificado racional y pura conciencia, sino que precisamente es un sujeto dividido por el propio lenguaje , hablado más que hablante; es un sujeto afectado por la palabra, y la lengua que es la del afecto,  va a interferir en esa supuesta idoneidad del  proceso comunicativo. En este punto se excluye totalmente el saber que aporta el psicoanálisis Lacaniano, pues precisamente por esto es que Lacan dice que al sujeto su mensaje le llega de forma invertida : “ La palabra es una llamado al Otro, para que reconozca al sujeto, por eso la estructura de la palabra es  la que el emisor recibe del receptor su propio mensaje en forma invertida, porque reconoce para ser reconocido: dice “tu” eres mi mujer”, para poder reconocerse a través de ella, como marido(…)No se trata de lo que se dice, sino que se dice, sino que se dice, la constancia de mensaje, puesto que en esto consiste el reconocimiento del sujeto, reconocimiento del sujeto como lo que es: un ser de lenguaje. Esa es la fundación del sujeto (Negro, 2009) en “Lenguaje, palabra y discurso….”

Muchos o algunos sujetos en la actualidad  parecen hacer un uso del lenguaje  de manera instrumental  o funcional creyéndose dueños del mismo. Creen saber lo que dicen en lo que dicen, y que dicen exactamente lo que quieren decir, no entrando en la cuenta del Otro, la que determina (o lo hacía hasta hace un tiempo) que el sujeto se constituya como  tal porque era tomado y afectado por el Lenguaje. Y  desconocen (forclusión) que en cualquier elección, o manera de hacer, aún la más objetiva, técnica o racional y consciente, se juega algo del orden del afecto- efecto del lenguaje sobre el sujeto, que determina su posicionamiento de descentramiento o división subjetiva respecto del mismo, su ser sujeto del inconsciente. Lo problemático actualmente es que todo el hacer del hombre (en lo educativo, en la salud en general, y en la  psicológica en particular, en lo laboral) está siendo leído sin tener en cuenta esa división, por lo más que leerse se signa.  No hay así  sujeto afectado, traumatizado por la palabra. Leer entonces devendrá una tarea aburrida y “sin sentido” ya que si no hay ahí sujeto de deseo, no hay metáfora ni metonimia que posibiliten la lectura de otros sentidos. Pues la palabra si no toca el cuerpo, no significa nada más que blabla bla vacío, y la única manera de que ésta toque el cuerpo, es la misma atraviese al sujeto.
 A partir de este planteamiento me hago una serie de cuestionamientos:
                      
¿Por qué se lee de manera diferente y por qué esa nueva manera de leer implica una relación diferente entre sujeto y lenguaje, o he de decir sujeto y palabra?

¿Cómo se articula la pulsión, (el cuerpo pulsional)  y la palabra en nuestros días?

¿Podría establecerse una relación entre una nueva manera de articulación de las mismas, las nuevas formas de lectura y escritura y la disminución de la lectura de textos literarios, y de ser así, cómo repercute ello en el psiquismo del sujeto? ¿Será que los seres humanos ya no somos leídos por determinadas historias o mitos y tampoco por el Otro de lo simbólico, por el Otro de la cultura? ¿Hay nuevos mitos o historias por las que los niños o jóvenes se sientan leídos, y por tanto atraídos a leer?

¿Cómo podríamos pensar entonces, una posible relación entre estas nuevas modalidades de estructuración psíquica, y la diferente forma de lectura y escritura de la vida, de la propia historia, que parecen predominar hoy en día, y cómo ello se refleja en la lectura y escritura  literarias?

Estas preguntas me llevan pensar que es el Otro materno  y social(los tutores, los médicos, los psiquiatras, psicólogos, pedagogos, etc.) quien no lee y ello determina niños que tampoco leen. Y no me refiero a leer libros, que muchos tampoco leen efectivamente, pues ello de acuerdo a mi planteamiento sería más bien una consecuencia de la no realización de una lectura inaugural, originaria de la estructura psíquica,  por llamarla de alguna manera. En ese sentido, ¿qué es lo que ese Otro social encarnado en la madre no lee?  ¿Acaso el deseo como inconsciente? Precisamente hoy en día que a los sujetos les cuesta tanto saber cual es  y sostener su deseo. 

Si uno no es leído(apalabrado y escrito) por el Otro, y entonces su biografía no deviene ficción y por tanto historia  subjetiva,  o no puede leerse a sí mismo en lo que lee, el sujeto no va a interesarse por querer leer, e incluso más, si no se le ha trasmitido a las nuevas generaciones que al deseo subjetivo se lo lee, se lo escribe , se hace de él ficción cómo va a saberlo y dónde; siendo  así no querrá leer y mal podrá saber entonces que (libros, artículos, etc.) hay que leer. No le va a interesar leer porque leer no formará parte de su  estructura psíquica. Y esto a su vez nos lleva necesariamente a  tener que preguntarnos  qué es leer, qué entendemos por leer (más abajo lo trataremos).

Querer leer implica querer saber, y querer saber requiere de que haya una falta en el saber: se sabe algo, pero lo que no se sabe mueve en el sujeto el deseo de saber y ello implica peguntarse y darse o más bien crear (se)  en ese agujero de saber respuestas  posibles, hipótesis, teorías;  eso de alguna manera son las ficciones, los  mitos, las teorías sexuales infantiles. Pero si el Otro da una respuesta omnipotente y única y tiene la verdad;  eres o tienes un TDHA por ejemplo y debes tratarlo de tal o cual manera,   y se limita a citar todos los “trastornos” que ello implica sin vincularlos para nada con la biografía del sujeto, sin que estos le hagan pregunta, no se construye ninguna historia subjetiva, no hay  por tanto narración, ni cuento ni novela donde el sujeto pueda sostenerse y habitar, ni sentimientos ni vivencias que poetizar.

O si ante la pérdida de un juguete, el otro rápidamente repone la ausencia con otro juguete idéntico o no, en vez de llenar el agujero con palabras como hace fantásticamente Kafka con la niña que perdió su muñeca (Historia de la muñeca viajera).No estará permitiendo la inscripción de la pérdida ni su elaboración. Si no hay nada perdido no hay historia a tejer, no hay ya  hilo de Ariadna a seguir, no hay Penélope ni Odiseas.

O si ante un conducta inadecuada, al hijo o al alumno solamente se lo sanciona y/o expulsa o se lo manda siempre callar y acatar, sin intentar hablar,  sin preguntarle, sin intentar que ponga palabras a lo que le sucede y a lo que le llevó a esa conducta, sin intentar siquiera el adulto leer aunque sea solamente para sí mismo, lo que está sucediendo. Y no se trata de que porque se los escuche y entienda se los justifique y no se los sancione-ahí el temor de muchos adultos al hablar, que los lleva a actitudes autoritarias-, no; pero es diferente sancionar dando lugar a la palabra del sancionado que sancionar sin escucharlo.

 O si se evalúa a la gente como apta o no apta para un trabajo, o lo que sea  pero no se le dice ni explica, no se le  habla de que implican dichas palabras, que condiciones el evaluador ha considerado para “etiquetarlo” de esa manera.

También a nivel criminológico cada vez se escucha menos, se intenta entender menos las conductas del criminal, y se aumentan las penas y se baja la edad para  que el delincuente cumpla pena en la cárcel.
Se juzga, se califica, se clasifica, se codifica, se diagnostica, se evalúa , se mide, etc. se hace cada vez más nada al sujeto, se lo anonada.
 ¿Cómo se va a interesar el niño o el joven  por leer entonces?
¿Vamos camino de ser sin palabras,  a-palabrados, seres sin historias? ¿Sujetos fuera del lenguaje? ¿In-existentes?

Si fuera así, ello incidiría en la pérdida de interés en la lectura. Pues uno lee textos literarios o poéticos para leerse en los textos que lee, para leerse y encontrarse allí como sujeto de deseo, no así textos técnicos donde hay una búsqueda de utilidad directa (término de Miller). Y en el futuro ya próximo, ya no se tratará de qué ni como leer, pues si ni siquiera existirá el sujeto, no  habrá quien vaya a leer/se. 

Saber en  qué  libros se lee mayoritariamente la gente en la actualidad (los más vendidos) nos dará quizás  una orientación respecto a con que se identifican y qué tipo de lectura hacen ellos de sí mismos y de la realidad actual. Por qué autores se sienten leídos y por cuales no, o que autores les permiten leerse. ¿O será que no es así, y en realidad lo que vende está determinado más que nada por los top de venta y la identidad a la imagen  y entonces se compran libros en función de los mismos?

Finalmente cabe plantearnos si se puede modificar este orden do cosas  o no  y en tal caso, ¿cómo hacer para que el Otro lea-y no digo literatura, pues su lectura o no, será consecuencia de que la sociedad quiere pensar-se y leer-se)- en los diferentes ámbitos donde desarrolla su labor?

Pero antes de responder a esto, habremos de hacerlo a una cuestión fundamental, y de la cual por tanto dependen todas las demás: ¿se quiere realmente una sociedad donde haya sujetos lectores, por tanto sujetos que piensen, o eso atenta contra el sujeto que consume?, ¿a este último se lo quiere preservar a toda costa, o puede  aceptar perdérselo? Si se privilegia la existencia  a  rajatabla del objeto de consumo en que ha devenido el antes sujeto, quizás se llegue a la conclusión de que es mejor entonces dejar todo como va.


¿Qué es leer? No es simplemente saber reconocer las letras, saber unirlas  ni reconocer las palabras y frases, sino entender lo que se dice en lo que se lee. Y lo que el texto dice, o lo que se dice, que en Lacan está vinculado a la enunciación y por tanto al deseo. Quizás entienden el enunciado pero la intencionalidad que es donde se juega el deseo no la logran asir. ¿Será por eso que hoy día dicen que  la comprensión lectora de los niños es cada vez menor? ¿Qué es lo que los niños no comprenden? ¿Será acaso, como funciona el deseo lo que no entienden?, ¿será, si son sujetos de deseo u objetos alienados al goce del Otro?

¡Cómo van a poder entender así  donde está el sujeto, el predicado, el complemento y el verbo en una frase, ni que significa un signo de puntuación ni dónde han de colocarlo, si la palabra no cumple su valor de  fundar  la diferencia,  ¿dónde, cómo saber así  puntuar la diferencia entre el uno y el otro?. Esa diferencia que permite al sujeto entrar en la sintaxis  no se la enseña, no es enseñable,  se lo trasmite de manera inconsciente si se trasmite la falta constitutiva.  Si se pierde la diferencia entre el sujeto y el objeto a nivel de la estructuración del psiquismo, si los niños son cada vez más objeto fijado a un determinado nombre que opera más como signo y no como significante (  TOC, fibromiálgica, tiene un TDHA)  donde, “ser tal” o tener el trastorno “tal o cual”, ya da por acabado el entendimiento posible de lo que hay ahí en juego, se obturan obviamente las preguntas por la implicación subjetiva , el otro no da lugar a ellas, no les permite ni supone existencia, o sea que el Otro no da de entrada lugar a la palabra ni a lo simbólico. ¿Cómo entonces podemos luego pretender que quienes consultan se pregunten por su implicación subjetiva en su malestar o el sentido de sus síntomas y el papel de  su historia biográfica  en todo ello? ¿y cómo van a desear leer si no hay nada que leer?

Sin la castración, sin la simbolización de la falta, el niño o el joven, no pueden saber que él no es un objeto sino un sujeto (ser el objeto se presenta cuando se dice “soy x trastorno”, o “tengo x trastorno”, donde el  tener se presenta  de manera tan solidificada, que más bien parece que el trastorno lo tiene a él, más que el sujeto tenga un trastorno). Y solo si en la estructura psíquica del sujeto está presente esta relación o separación sujeto- objeto, es posible para el mismo discriminar en una oración, dónde está precisamente el sujeto y dónde el predicado, así como lo que se dice o no se dice del sujeto de la frase.
La función padre es la que permite la simbolización de la castración,  y esa función padre puede estar o no asentada en la madre. Pero a su vez y antes, esa función padre o función separación o simbolización, si se la puede llamar así, debe estar instaurada en la cultura, eso es de hecho lo que plantea Freud en el “Malestar en la cultura”, el control pulsional como forma de hacer posible la convivencia. Pero si no hay la represión de las pulsiones que dé lugar a la perdida de los objetos y a la simbolización de la misma, sino un empuje al goce de los objetos y aun más al goce del propio sujeto como objeto, esto es, a gozar dejándose gozar por el Otro, gozar siendo un objeto gozado por el Otro, no habrá lugar para ninguna lectura.
 Habría una tendencia en toda la sociedad a no leer, primeramente, a no leer el deseo inconsciente, a no leer a los sujetos, ya que no habría inconsciente  a leer.

¿Que podríamos entender como ser objeto gozado por el Otro  y encontrar goce en dejarse gozar?

Dejarse gobernar casi con certeza por los decir-es de la ciencia, la educación y la tecnología: dejarse y aún pedir ser  evaluados, clasificados  calificarlos, etiquetados sin querer ni sacarse las etiquetas en algunos casos, o en otras aceptar  cambiar algo solo por las vías que propone el Otro alienante, sin jugarse subjetivamente para dicho cambio (tomar medicaciones, hacerse tal operación estética porque el Otro social dice que es lo que se lleva y solo así serás aceptado, etc.) El sujeto se presta más bien a ser signado si es que puede decirse así, que significado. El sujeto queda así alienado a lo que el otro le propone como la verdad, lo que el otro dice que es  sin poder ¿ni querer? a veces, realizar la segunda operación que plantea Lacan respecto a la estructuración psíquica que es la separación. En tanto separarse es  simbolizar y pensar o representar, el sujeto actual produce en acto la misma, en lo real (por eso  acting out, out respecto a lo simbólico), o  produciendo el agujero de la falta que no tiene lugar mediante el significante, en su propio cuerpo, en las enfermedades psicosomáticas por ejemplo.


BIBLIOGRAFÍA  muy interesante para entender mejor mi planteamiento:
- ¿El discurso capitalista es un discurso? Liliana Lamovsky Escuela Freudiana de Buenos Aires.
-El discurso capitalista y la causación del sujeto,sus manifestaciones en la clínica. Héctor Gutman (revista Borromeo Nº 3,borromeo.kennedy.edu,ar)


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