¿Y SI ES EL OTRO EL QUE NO LEE?
Por Anabella Rodríguez.
Y ahora Brian O Brannigan-dijo el hombre viejo-¿puedes
contar una historia?
-Sí, puedo- dijo Brian Obarnnigan-Soy el hombre que ha vivido una historia para contar.
Y él les contó a la mujer vieja y al hombre viejo todo lo
que había sucedido desde que había ido
a buscar agua al pozo…
-Bien Brian O Brannigan -dijo el hombre viejo una vez que
aquel había finalizado. A partir de ahora, vayas donde vayas y siempre que
alguien te pida contar una historia, cuéntale ésta. Tú eres el hombre que tiene una historia que contar.
(Fragmento del cuento
“El hombre sin historia” citado en “Cuentos para leer en familia” de Jean
Grasso Fitzpatrick)
Hoy en día es frecuente
escuchar desde diversos frentes, que los niños y jóvenes leen cada vez menos,
que su interés de antaño ha sido desplazado y casi absorbido por los
videojuegos y otras propuestas relacionadas con las nuevas tecnologías, en las
cuales la imagen ha cobrado una
relevancia marcada ante la palabra. Sin embargo, parece una obviedad decir que todos en realidad leen y escriben casi
permanentemente, pues ha devenido un hábito en la mayoría de la gente, y
especialmente en los adolescentes, el estar enviándose mensajes por diferentes
medios; uno de ellos, el correo
electrónico, que ya incluso ha sido desplazado por el móvil mediante sistemas de mensajería WathsUpp, Line, Telegram, etc. que permite un
contacto permanente al punto que pueda ser comunicable lo que a cada quien se
le pasa por la cabeza casi en tiempo real-la demora solo implica los segundos
que lleva escribir el mensaje y enviarlo-, pero también la gente está
permanentemente escribiendo y leyendo a través de Twitter, Facebook participando en foros, escribiendo en sus
propios blogs y leyendo diversidad de contenidos en internet. Basándose en
ello, hay quienes sostienen, escritores u otros profesionales socialmente
reconocidos, que en realidad no es
actualmente se lea menos, sino que se lee de forma diferente.
Obviamente se lee de forma
diferente, pero cabe preguntarse en qué consiste esa diferencia, y si dentro de la misma cabe contemplar o no que se lean menos textos literarios, tanto de parte de los niños como de los jóvenes, pues de ser así,
ello también tiene sus consecuencias-que sería interesante elucidar, entre
otras cosas para saber si ello se debe a
cambios en la relación que en la
actualidad se establece entre el sujeto
y la palabra. Si será que debido a los cambios que se producen en lo simbólico, en el Otro del lenguaje y la
cultura, que el sujeto esté siendo tomado por el lenguaje de una manera
diferente a la de antes. En este sentido, el llamado discurso capitalista
parece valerse del lenguaje en una dimensión que no contempla la palabra y cabría preguntarse si ello no es lo que determina precisamente la existencia de un sujeto que mantiene una
relación diferente con la lectura y ¡por fuera del inconsciente?,, un sujeto
que no lee ni es leído y por ello
tampoco lee textos literarios.
Me explico,
y para hacerlo he de referirme antes que nada a la diferencia que Lacan
establece entre lenguaje y palabra. Lacan va a decir que si bien ambas son
parte de los simbólico, al igual que lo es el discurso, el lenguaje posee un carácter instrumental en lo que respecta a la
palabra. El lenguaje, como ámbito meramente formal, y por tanto caracterizado
desde el sin sentido, se opone a la palabra que se caracteriza por el primado
de la significación. Hemos de tener presente que una de las acepciones del
término logos es palabra, al mismo tiempo que concepto, reunión, por ende, una
palabra puede reunir muchos significados posibles (de “Lenguaje, palabra y
discurso: de la senda Lacaniana a la tradición y actualidad de la teoría
política”, Miguel Angel Rossi, en pensamientoplural.ufpel.edu.)
Hoy
asistimos a la existencia de lo que se ha dado en llamar nuevas patologías, en
las que hay quienes dicen que el sujeto
no entra o rechaza entrar en la red de significantes provenientes del Otro y la
consecuencia a nivel de estructura más importante es que son sujetos que
presentan dificultades para simbolizar,
que tienden a diversos tipos de actuación de sus impulsos y no son capaces de
prestarse a leer sus síntomas ni su historia, siendo muchas veces incapaces de
establecer relaciones causales narrativas,
y por tanto de ficción, entre los mismos y los acontecimientos biográficos de su historia vital. Hay una pérdida del
sentido de los avatares subjetivos que dificulta o hace imposible el trabajo psicoanalítico con los mismos.
Ahora bien,
más que rechazar entrar en el Otro, yo diría que el Otro los acoge de una manera diferente
porque hay un Otro del lenguaje diferente al de la época en que primaban las
neurosis, es el Otro el que rechaza acogerlos en el significante pues ese Otro
, el del inconsciente no existe.
Esto podría
vincularse a que ya no opera en la construcción de la subjetividad el discurso
del amo que es el del inconsciente, y por tanto el sujeto actual sería más
producto de los efectos del discurso científico y capitalista, un discurso que
precisamente promueve el lenguaje al primer plano y excluye a la palabra. Se
fijan significados, se fija a los
sujetos a determinados significados, imposibilitándose el sentido. Si no hay falta, desplazamiento metonímico
significante, se ha perdido el sentido
de la búsqueda de sentido, pues al
sujeto se lo signa. El sentido es lo que emerge como efecto de la combinatoria de
significantes y se obtiene retrospectivamente. “El sentido solo se obtiene por
la sanción del oyente que puntúa el último significante de la combinatoria, es
por el corte que, con efecto retroactivo, se crea el sentido: la cadena
significante funciona sin significación ni sentido” (ídem cita a Negro, 2009,
pág. 14)
Así los
sujetos son catalogados de ser un fibromiálgico, disléxico, depresivo, etc.(S1)¿letra
muerta? (pues ya no se ubica al sujeto como Lacan lo ubicará, en el intervalo entre
significantes, entre S1 y S2 ), tienen o son un trastorno del que el Otro sabe:
el Otro dice tanto lo que el sujeto es como lo que ha de hacer exactamente para
curarse o reeducarse, no hay posibilidad de pregunta por el sentido, no hay no
saber y por tanto tampoco querer saber ni búsqueda de sentido ni de una
solución particular.
En relación
a esto, Jesús Martín Barbero, quien
en “Los modos de leer” sostiene que en
nuestros días hay una mayor tendencia a
valerse del lenguaje de una manera
más bien instrumental. Considero que esto puede apreciarse- y en muchos
aspectos más en los cuales vengo pensando y trabajando desde hace un tiempo-,en
esa insistencia en el valor comunicacional del lenguaje, en mejorar la
comunicación, y se dan cursos y seminarios para realizar una comunicación que se pretende sea lo más efectiva o eficaz
posible; en ello se olvida que ninguna comunicación es totalmente clara y
efectiva debido a la propia naturaleza del lenguaje y porque el sujeto que “comunica” no lo hace desde una posición de yo unificado racional y pura
conciencia, sino que precisamente es un sujeto dividido por el propio lenguaje
, hablado más que hablante; es un sujeto afectado por la palabra, y la lengua
que es la del afecto, va a interferir en
esa supuesta idoneidad del proceso
comunicativo. En este punto se excluye totalmente el saber que aporta el
psicoanálisis Lacaniano, pues precisamente por esto es que Lacan dice que al
sujeto su mensaje le llega de forma invertida : “ La palabra es una llamado al
Otro, para que reconozca al sujeto, por eso la estructura de la palabra es la que el emisor recibe del receptor su
propio mensaje en forma invertida, porque reconoce para ser reconocido: dice
“tu” eres mi mujer”, para poder reconocerse a través de ella, como marido(…)No
se trata de lo que se dice, sino que se dice, sino que se dice, la constancia
de mensaje, puesto que en esto consiste el reconocimiento del sujeto,
reconocimiento del sujeto como lo que es: un ser de lenguaje. Esa es la
fundación del sujeto (Negro, 2009) en “Lenguaje, palabra y discurso….”
Muchos o
algunos sujetos en la actualidad parecen
hacer un uso del lenguaje de manera
instrumental o funcional creyéndose
dueños del mismo. Creen saber lo que dicen en lo que dicen, y que dicen exactamente
lo que quieren decir, no entrando en la cuenta del Otro, la que determina (o lo
hacía hasta hace un tiempo) que el sujeto se constituya como tal porque era tomado y afectado por el
Lenguaje. Y desconocen (forclusión) que
en cualquier elección, o manera de hacer, aún la más objetiva, técnica o
racional y consciente, se juega algo del orden del afecto- efecto del lenguaje
sobre el sujeto, que determina su posicionamiento de descentramiento o división
subjetiva respecto del mismo, su ser sujeto del inconsciente. Lo problemático
actualmente es que todo el hacer del hombre (en lo educativo, en la salud en
general, y en la psicológica en
particular, en lo laboral) está siendo leído sin tener en cuenta esa división,
por lo más que leerse se signa. No hay
así sujeto afectado, traumatizado por la
palabra. Leer entonces devendrá una tarea aburrida y “sin sentido” ya que si no
hay ahí sujeto de deseo, no hay metáfora ni metonimia que posibiliten la
lectura de otros sentidos. Pues la palabra si no toca el cuerpo, no significa
nada más que blabla bla vacío, y la única manera de que ésta toque el cuerpo,
es la misma atraviese al sujeto.
A partir de este planteamiento me hago una
serie de cuestionamientos:
¿Por qué se lee de manera diferente y por qué esa nueva manera
de leer implica una relación diferente entre sujeto y lenguaje, o he de decir
sujeto y palabra?
¿Cómo se articula la pulsión, (el cuerpo pulsional) y la palabra en nuestros días?
¿Podría establecerse una relación entre una nueva manera de
articulación de las mismas, las nuevas formas de lectura y escritura y la
disminución de la lectura de textos literarios, y de ser así, cómo repercute
ello en el psiquismo del sujeto? ¿Será que los seres humanos ya no somos leídos
por determinadas historias o mitos y tampoco por el Otro de lo simbólico, por
el Otro de la cultura? ¿Hay nuevos mitos o historias por las que los niños o
jóvenes se sientan leídos, y por tanto atraídos a leer?
¿Cómo podríamos pensar entonces, una posible relación entre
estas nuevas modalidades de estructuración psíquica, y la diferente forma de
lectura y escritura de la vida, de la propia historia, que parecen predominar
hoy en día, y cómo ello se refleja en la lectura y escritura literarias?
Estas preguntas me llevan pensar que es el Otro materno y social(los tutores, los médicos, los
psiquiatras, psicólogos, pedagogos, etc.) quien no lee y ello determina niños
que tampoco leen. Y no me refiero a leer libros, que muchos tampoco leen
efectivamente, pues ello de acuerdo a mi planteamiento sería más bien una
consecuencia de la no realización de una lectura inaugural, originaria de la
estructura psíquica, por llamarla de
alguna manera. En ese sentido, ¿qué es lo que ese Otro social encarnado en la
madre no lee? ¿Acaso el deseo como
inconsciente? Precisamente hoy en día que a los sujetos les cuesta tanto saber
cual es y sostener su deseo.
Si uno no es leído(apalabrado y escrito) por el Otro, y
entonces su biografía no deviene ficción y por tanto historia subjetiva, o no puede leerse a sí mismo en lo que lee, el
sujeto no va a interesarse por querer leer, e incluso más, si no se le ha
trasmitido a las nuevas generaciones que al deseo subjetivo se lo lee, se lo
escribe , se hace de él ficción cómo va a saberlo y dónde; siendo así no querrá leer y mal podrá saber entonces
que (libros, artículos, etc.) hay que leer. No le va a interesar leer porque leer
no formará parte de su estructura psíquica.
Y esto a su vez nos lleva necesariamente a
tener que preguntarnos qué es
leer, qué entendemos por leer (más abajo lo trataremos).
Querer leer implica querer saber, y querer saber requiere de
que haya una falta en el saber: se sabe algo, pero lo que no se sabe mueve en
el sujeto el deseo de saber y ello implica peguntarse y darse o más bien crear
(se) en ese agujero de saber
respuestas posibles, hipótesis, teorías;
eso de alguna manera son las ficciones,
los mitos, las teorías sexuales
infantiles. Pero si el Otro da una respuesta omnipotente y única y tiene la
verdad; eres o tienes un TDHA por
ejemplo y debes tratarlo de tal o cual manera,
y se limita a citar todos los
“trastornos” que ello implica sin vincularlos para nada con la biografía del
sujeto, sin que estos le hagan pregunta, no se construye ninguna historia
subjetiva, no hay por tanto narración,
ni cuento ni novela donde el sujeto pueda sostenerse y habitar, ni sentimientos
ni vivencias que poetizar.
O si ante la pérdida de un juguete, el otro rápidamente repone
la ausencia con otro juguete idéntico o no, en vez de llenar el agujero con
palabras como hace fantásticamente Kafka con la niña que perdió su muñeca (Historia
de la muñeca viajera).No estará permitiendo la inscripción de la pérdida ni su
elaboración. Si no hay nada perdido no hay historia a tejer, no hay ya hilo de Ariadna a seguir, no hay Penélope ni
Odiseas.
O si ante un conducta inadecuada, al hijo o al alumno
solamente se lo sanciona y/o expulsa o se lo manda siempre callar y acatar, sin
intentar hablar, sin preguntarle, sin intentar
que ponga palabras a lo que le sucede y a lo que le llevó a esa conducta, sin
intentar siquiera el adulto leer aunque sea solamente para sí mismo, lo que
está sucediendo. Y no se trata de que porque se los escuche y entienda se los
justifique y no se los sancione-ahí el temor de muchos adultos al hablar, que
los lleva a actitudes autoritarias-, no; pero es diferente sancionar dando
lugar a la palabra del sancionado que sancionar sin escucharlo.
O si se evalúa a la
gente como apta o no apta para un trabajo, o lo que sea pero no se le dice ni explica, no se le habla de que implican dichas palabras, que
condiciones el evaluador ha considerado para “etiquetarlo” de esa manera.
También a nivel criminológico cada vez se escucha menos, se
intenta entender menos las conductas del criminal, y se aumentan las penas y se
baja la edad para que el delincuente
cumpla pena en la cárcel.
Se juzga, se califica, se clasifica, se codifica, se
diagnostica, se evalúa , se mide, etc. se hace cada vez más nada al sujeto, se
lo anonada.
¿Cómo se va a interesar
el niño o el joven por leer entonces?
¿Vamos camino de ser sin palabras, a-palabrados, seres sin historias? ¿Sujetos
fuera del lenguaje? ¿In-existentes?
Si fuera así, ello incidiría en la pérdida de interés en la
lectura. Pues uno lee textos literarios o poéticos para leerse en los textos
que lee, para leerse y encontrarse allí como sujeto de deseo, no así textos
técnicos donde hay una búsqueda de utilidad directa (término de Miller). Y en
el futuro ya próximo, ya no se tratará de qué ni como leer, pues si ni siquiera
existirá el sujeto, no habrá quien vaya
a leer/se.
Saber en qué libros se lee mayoritariamente la gente en la
actualidad (los más vendidos) nos dará quizás una orientación respecto a con que se
identifican y qué tipo de lectura hacen ellos de sí mismos y de la realidad
actual. Por qué autores se sienten leídos y por cuales no, o que autores les
permiten leerse. ¿O será que no es así, y en realidad lo que vende está
determinado más que nada por los top de venta y la identidad a la imagen y entonces se compran libros en función de los
mismos?
Finalmente cabe plantearnos si se puede modificar este orden
do cosas o no y en tal caso, ¿cómo hacer para que el Otro
lea-y no digo literatura, pues su lectura o no, será consecuencia de que la
sociedad quiere pensar-se y leer-se)- en los diferentes ámbitos donde
desarrolla su labor?
Pero antes de responder a esto, habremos de hacerlo a una
cuestión fundamental, y de la cual por tanto dependen todas las demás: ¿se
quiere realmente una sociedad donde haya sujetos lectores, por tanto sujetos
que piensen, o eso atenta contra el sujeto que consume?, ¿a este último se lo
quiere preservar a toda costa, o puede
aceptar perdérselo? Si se privilegia la existencia a rajatabla del objeto de consumo en que ha
devenido el antes sujeto, quizás se llegue a la conclusión de que es mejor
entonces dejar todo como va.
¿Qué es leer? No es simplemente saber reconocer las letras, saber unirlas ni reconocer las palabras y frases, sino
entender lo que se dice en lo que se lee. Y lo que el texto dice, o lo que se
dice, que en Lacan está vinculado a la enunciación y por tanto al deseo. Quizás
entienden el enunciado pero la intencionalidad que es donde se juega el deseo
no la logran asir. ¿Será por eso que hoy día dicen que la comprensión lectora de los niños es cada
vez menor? ¿Qué es lo que los niños no comprenden? ¿Será acaso, como funciona
el deseo lo que no entienden?, ¿será, si son sujetos de deseo u objetos
alienados al goce del Otro?
¡Cómo van a poder entender así donde está el sujeto, el predicado, el
complemento y el verbo en una frase, ni que significa un signo de puntuación ni
dónde han de colocarlo, si la palabra no cumple su valor de fundar la diferencia,
¿dónde, cómo saber así puntuar la
diferencia entre el uno y el otro?. Esa diferencia que permite al sujeto entrar
en la sintaxis no se la enseña, no es
enseñable, se lo trasmite de manera
inconsciente si se trasmite la falta constitutiva. Si se pierde la diferencia entre el sujeto y
el objeto a nivel de la estructuración del psiquismo, si los niños son cada vez
más objeto fijado a un determinado nombre que opera más como signo y no como
significante ( TOC, fibromiálgica, tiene
un TDHA) donde, “ser tal” o tener el
trastorno “tal o cual”, ya da por acabado el entendimiento posible de lo que
hay ahí en juego, se obturan obviamente las preguntas por la implicación
subjetiva , el otro no da lugar a ellas, no les permite ni supone existencia, o
sea que el Otro no da de entrada lugar a la palabra ni a lo simbólico. ¿Cómo
entonces podemos luego pretender que quienes consultan se pregunten por su
implicación subjetiva en su malestar o el sentido de sus síntomas y el papel
de su historia biográfica en todo ello? ¿y cómo van a desear leer si no
hay nada que leer?
Sin la
castración, sin la simbolización de la falta, el niño o el joven, no pueden
saber que él no es un objeto sino un sujeto (ser el objeto se presenta cuando
se dice “soy x trastorno”, o “tengo x trastorno”, donde el tener se presenta de manera tan solidificada, que más bien
parece que el trastorno lo tiene a él, más que el sujeto tenga un trastorno). Y
solo si en la estructura psíquica del sujeto está presente esta relación o
separación sujeto- objeto, es posible para el mismo discriminar en una oración,
dónde está precisamente el sujeto y dónde el predicado, así como lo que se dice
o no se dice del sujeto de la frase.
La función
padre es la que permite la simbolización de la castración, y esa función padre puede estar o no asentada
en la madre. Pero a su vez y antes, esa función padre o función separación o
simbolización, si se la puede llamar así, debe estar instaurada en la cultura,
eso es de hecho lo que plantea Freud en el “Malestar en la cultura”, el control
pulsional como forma de hacer posible la convivencia. Pero si no hay la
represión de las pulsiones que dé lugar a la perdida de los objetos y a la
simbolización de la misma, sino un empuje al goce de los objetos y aun más al
goce del propio sujeto como objeto, esto es, a gozar dejándose gozar por el
Otro, gozar siendo un objeto gozado por el Otro, no habrá lugar para ninguna
lectura.
Habría una tendencia en toda la sociedad a no
leer, primeramente, a no leer el deseo inconsciente, a no leer a los sujetos,
ya que no habría inconsciente a leer.
¿Que podríamos
entender como ser objeto gozado por el Otro
y encontrar goce en dejarse gozar?
Dejarse
gobernar casi con certeza por los decir-es de la ciencia, la educación y la
tecnología: dejarse y aún pedir ser
evaluados, clasificados
calificarlos, etiquetados sin querer ni sacarse las etiquetas en algunos
casos, o en otras aceptar cambiar algo
solo por las vías que propone el Otro alienante, sin jugarse subjetivamente
para dicho cambio (tomar medicaciones, hacerse tal operación estética porque el
Otro social dice que es lo que se lleva y solo así serás aceptado, etc.) El
sujeto se presta más bien a ser signado si es que puede decirse así, que
significado. El sujeto queda así alienado a lo que el otro le propone como la
verdad, lo que el otro dice que es sin
poder ¿ni querer? a veces, realizar la segunda operación que plantea Lacan
respecto a la estructuración psíquica que es la separación. En tanto separarse
es simbolizar y pensar o representar, el
sujeto actual produce en acto la misma, en lo real (por eso acting out, out respecto a lo simbólico),
o produciendo el agujero de la falta que
no tiene lugar mediante el significante, en su propio cuerpo, en las
enfermedades psicosomáticas por ejemplo.
BIBLIOGRAFÍA muy interesante para entender mejor mi
planteamiento:
- ¿El discurso capitalista es un discurso? Liliana Lamovsky Escuela Freudiana de Buenos Aires.
-El discurso capitalista y la causación del sujeto,sus
manifestaciones en la clínica. Héctor Gutman (revista Borromeo Nº 3,borromeo.kennedy.edu,ar)
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