¡MADRE
SÍ!, MAS, NO TODA MADRE.
Antes de ayer,
acá en España, fue el día que
oficialmente se ha dado en reconocer como “día de la madre”, ya sea que el motivo
de tal declaración y aceptación social
sea determinado por motivos
afectivos o comerciales. En mi país de origen Uruguay, este día se festeja
recién la semana que viene, el día 12 de mayo. Obvio que en un día dedicado a
un ser tan especial, como aquel que nos dio la vida, ya sea biológica solamente
o biológica y subjetiva, las manifestaciones de amor y agradecimiento, así como
la idealización de tal figura se han manifestado por doquier.
Haciendo eco
de esta vertiente idealmente amorosa de la maternidad, yo también realicé una publicación en mi facebook , en la cual
incluí alguna manifestación poiética dedicada a mi hija, así como también
algunas fotos suyas.
Sin embargo
hoy pretendo abordar el tema de la maternidad por su otra vertiente menos
beatífica. En ese sentido, la maternidad no siempre es tan maravillosa como se la
quiere ver o pintar, ni para la propia
mujer que ha devenido madre, ni tampoco para los hijos o hijas. Quizás porque
en la mujer la maternidad la enfrenta a un conflicto consigo misma, con su
propia femineidad, ya que ser mujer no es lo mismo que ser madre y hacer
co-existir ambos aspectos implica un duro batallar consigo misma y con el Otro
social. En ese sentido, las dificultades de las que hoy tanto se habla para conciliar la vida laboral y familiar, y
las necesidad cada vez como más perentoria de la creación de leyes o la toma de
medidas que favorezcan la misma, está en
sintonía o es quizás podríamos decir, un síntoma social de este conflicto subjetivo
que afecta tanto a las mujeres como a los hombres. Aunque a nivel subjetivo, no
creo que se trate de conciliar lo maternal con lo femenino, pues desde el
psicoanálisis se sabe que son aspectos de la mujer que más bien son totalmente
inconciliables; por eso se trataría más bien de poder hacerlos diría yo,
co-existir.
Algunas de las
formas en que actualmente podemos encontrar esta dificultad para la
co-existencia es por ejemplo, que hoy día cada vez más mujeres posponen la
maternidad hasta no han alcanzado determinados logros profesionales, otras
directamente la excluyen de su proyecto
vital porque sienten que la misma restaría tiempo y energía no solamente a su
vida profesional, sino también a su ser mujer; esto último, en el sentido de
que hay parejas que precisamente dicen no desear hijos porque no quieren perder
lo que ellos consideran una estupenda relación de pareja, así como hay muchas
que precisamente manifiestan que con el nacimiento del hijo se resintió la
pareja. Y precisamente, cuando algo de
esto sucede, es porque el ser madre toma totalmente a algunas mujeres, excluyendo
a la mujer, lo cual implica un mayor o menos cercenamiento en la vida de la pareja
(disminución o nulidad del tiempo que se comparte a solas con la misma,
disminución o ausencia de relaciones sexuales, ausencia de deseo, etc.) Obviamente
que esto también puede sucederle al hombre, puede haber hombres que se ubiquen
demasiado en posición de ocuparse tanto del hijo que descuiden a la mujer madre
del mismo, pero quizás son casos menos frecuentes que el de las madres que
dejan a la mujer que alguna vez habito en ellas “aparcada”. (Obviamente que
cada mujer se posicionara en relación a ello de manera diferente –como también lo
harán cada hombre respecto a su mujer como pareja y a su hijo o hija como padre).
Pero lo
central a destacar es que en el caso de la mujer, -que es el tema que me ocupa
en este caso-, esas contradicciones,
esas posturas excluyentes en mayor o
menor medida, o no, de uno u otro aspecto de su ser o más bien de su no-ser (por
la falta constitutiva) madre y mujer, o esa difícil y problemática co-existencia
entre ambas, podrán ser vividas de diferente manera por cada mujer. Y si bien en todos los casos habrán síntomas de un conflicto
que podrá tomar diversas dimensiones en cada mujer y en cada pareja, mientras a
algunas la angustia o el malestar podrá
llevarlas a querer solucionar la situación
queriendo hacer co-existir a la mujer y a madre en sí mismas, otras preferirán ubicarse excluyendo
a una de ellas de por vida, aún a costa del sufrimiento propio , de la pareja y
también de los hijos, porque creen o sienten que no pueden o no quieren hacer en
pos de cambiar eso,( estando obviamente en su pleno derecho de posicionarse en
ello como puedan o como quieran).
Para hablar de
esta dimensión excluyente de la mujer y la madre, bástenos recordar simplemente
a la tan conocida y narcisista madrastra del cuento infantil de Blanca Nieves,
la cual en franca competencia envidiosa
con la juventud y belleza de su hija, es llevada hasta el límite de desear su
muerte y aún más, ordenar la misma. O la odiosa madrastra de Cenicienta
guardando para sus hijas, e indirectamente para sí a través de ellas, el derecho
a la belleza, la felicidad y la sexualidad plena, mientras condenaba a la pobre niña a una vida sucia y gris,
anodina respecto al deseo, la sexualidad y
la femineidad. Esto, por no irnos a las grandes obras de la literatura
como podría ser la Medea de Eurípides, que es capaz de matar a sus propios
hijos por amor a un hombre. De ella, en el
psicoanálisis Lacan en el escrito "Juventud de Gide o la
letra y el deseo" propone el acto de Medea como el de "una verdadera
mujer en su integridad de mujer". ¿Quién es Medea?: la anti-madre por
excelencia.
Al comienzo de Medea, de
Eurípides, se advierte que Medea trataba de satisfacer en todo a Jasón, como
esposa y como madre perfecta. Pero, cuando él le anuncia que se irá con otra,
ella gestará su venganza matando a los hijos que habían tenido juntos: con ese
acto muestra que en ella lo que es mujer supera a lo que es ser madre.
Esto da cuenta de cómo la maternidad no es sinónimo de femineidad,
que el ser madre no solamente no hace a la mujer, mujer, sino más bien que
parece ir en el sentido opuesto.
En “Mas
que si lo hubiera parido “Silvia Ons Fragmento del libro Una mujer
como síntoma de un hombre (ed. Tres Haches) nos plantea que para Freud sí había coalescencia de la femineidad y la
maternidad:
“Freud
hacía recaer en la maternidad el desenlace de una feminidad normal que acepta
la sustitución del pene por el niño. Así, la maternidad se dibujaba como el
camino normal compensatorio de la castración. Si transformarse en madre es la
mejor solución que encontraría la posición femenina, es porque Freud pensó esa
solución en términos de tener el falo. Sin embargo, Freud mismo (Nuevas
conferencias sobre psicoanálisis, “La feminidad”) antes de describir esa
“solución”, se refiere al enigma de la feminidad: el que ha hecho cavilar a los
hombres de todos los tiempos. Si el ser madre fuera la respuesta capaz de
obturar aquello que la mujer desea, la feminidad no se presentaría como enigma.
Y es sabido que Freud, a pesar de las orientaciones fálicas esbozadas, no dejó
de preguntarse por el deseo de una mujer”.
“Marie Bonaparte le había dirigido a Freud la famosa pregunta:
“¿Qué quiere una mujer?”. La maternidad se presenta como la solución por el
sesgo del tener, mientras que el enigma femenino es lo que resta de ese tener.
Jacques-Alain Miller (“De mujeres y semblantes”) dice que ser madre de sus
hijos es, para una mujer, querer hacerse existir como “La mujer”. La madre
podría ser la manera de “La mujer” en tanto que tiene. Pero se impone
contraponer “La mujer” a la “verdadera mujer”. Lacan afirma que, por ejemplo,
Medea es una “verdadera mujer”. Medea así nos indica lo que hay de extraviado
en una “verdadera mujer”, ya que explora una región más allá de los límites
fálicos, sacrificando lo más precioso que tiene. Sin embargo, ¿no revela acaso
esta ofrenda que se “tiene” aquello que es objeto de inmolación? La vía del
sacrificio no objeta la vía de la posesión, ya que se renuncia a lo que se
tiene y, en la renuncia, ese tener se afirma bajo su forma negativa.
¿Habrá algún otro camino para una mujer, que no sea ni el de la
“madre” ni de la “verdadera mujer”?
La respuesta a esta pregunta
quedará para otra oportunidad, quizás la
próxima.
Pero sí he de compartir algunas creaciones producto de mi propia
cosecha en mis a-v-atares entre la
maternidad y la femineidad.
LA GRAN LOBA
HAMBRIENTA.
La Maternidad,
esa Gran Loba
Hambrienta
que cuanto más la alimentas más hambrienta
de la oscuridad
agazapada te devora
agazapada te devora
cabeza, vientre, pechos, brazos, piernas
¿y yo, dónde estoy?
MATERNIDAD.
I)
Atrapada
en la horadada
madre
hondonada
habitada
ella habitaba.
II)
Esta maternidad
deshoja
desoiga
des..
¡Oye! ¡mi Femineidad!
III)
Maternidad meternidad
oficio y sacrificio
arrojo y despojo
abrojo
cerrojo
¡¿dónde un a-zul (…)
para mis labios rojos?!
REVULSIÓN.
Odio
rechazo
esta manera
de ser
madre
de-sexual-izada.
TODA MADRE.
No Toda madre
¡yo no quiero!,¡no!
ser toda madre,
¿dónde hay
quién pueda
echarme un cable?
Mujer
ternura
sura y
¡mucha hambre!
MITO, AMBIVALENCIA.
Como Moisés separó
se-paró
las aguas
así separé yo
maternidad
de vida profesional exitosa
ex-(i)-tos
–a
¿debida a quién?
¿la maternidad?, ¿o la vida profesional exitosa?
Antes, profesional exitosa,
ahora, madre frustrada.
Si eres madre
no tienes vida,
eso veía
yo en mi madre
todos los días,
¿yo en mi madre todos los días?
Para evitarlo
Juré que nunca,
madre sería
¿Madre?
más, dejé me con- vencer
¡Ay! , el deseo,
¡nunca se sabe de su querer!
y aunque fue aquello un amanecer,
ahora me duele
un anochecer.
REESCRITURA.
MITO, AMBIVALENCIA.
Como Moisés separó
se-paró
las aguas
así separé yo
maternidad
de vida
profesional exitosa
ex-(I)-tos -a
¿debida a quién?
¡Dé vida !
¿a quién?
¿la maternidad?, ¿frustrada?
¿o la vida profesional?, ¿exitosa?
Antes, profesional exitosa,
ahora, madre frustrada.
Si eres madre
no tienes vida,
eso veía
yo en mi madre
todos los días,
¿yo en mi madre todos los días?
Para evitarlo
juré que nunca,
madre sería
más, dejé me con- vencer
¡Ay! , el deseo,
¡nunca se sabe de su querer!
y aunque fue aquello un amanecer,
ahora me duele
un anochecer.
MONOTONÍA.
Invierno
¡que ya duras demasiado, invierno!
desde hace tiempo
monotonía pinta mis días
monotonía pinta mis días
y en mi colchón
ideal pareja se ha apoltronado
ideal pareja se ha apoltronado
lluvia y viento repitiendo
su cantaleta programada
su cantaleta programada
hasta el aburrimiento
cuerpo a cuerpo
compitiendo
que no me miento
que no me siento
y si no fuera por la poesía
que en rededor ulula en el viento
yo no sé
¡qué haría con el sentimiento!
¡qué haría con el sentimiento!
levantarse cada día,
llevar la niña al colegio,
hacer de ama de casa
¡Ji! que de la casa no soy la ama
es lo que menos me llama,
tampoco ella a mi me
ama,
¡y yo, menos a ella!
creo que comerse una manzana
mejor unas cuantas
es lo que en estos momentos
mi cuerpo clama,
pues viniendo por la acera
a la vuelta de la escuela
impulso acuciante
me sorprende
despiadado se impone
de mí se apodera,
requerimiento desesperado
de comer
algo diferente,
de tan diferente
inexistente,
hecho de no sé qué ,
de nada,
buscando y rebuscando
en el supermercado
lo que no sabía que buscaba
no lo encontré,
salí como había llegado
sin nada nuevo comprado
nada me conformaba
nada era de mi agrado
ni lo dulce ni lo salado
para calmar mi estado
¡qué no estoy en ese estado!
que os podéis haber imaginado
bueno, en el otro sí ,
que de hijo estoy más que completa
repleta
no me cabe ni un bocado
so riesgo de correr
al excusado
aunque suene a pecado
y ese pensamiento me haya disgustado
por muy amargo que sea
y muy malo que parezca
la verdad cuando en parte decirse puede
se dice
o se vomita
o se caga
todita de una
que una mujer desea
además de ser la madre
y para nada de la casa la ama
(donde se esconde más bien la esclava)
(donde se esconde más bien la esclava)
ser amada
¡y deseada!
por el padre
entiéndase de la criatura
¿o no?
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