martes, 6 de mayo de 2014

¡MADRE SÍ!, MAS, NO TODA MADRE.


Antes de ayer, acá en España,  fue el día que oficialmente se ha  dado en reconocer  como “día de la madre”, ya sea que el motivo de tal declaración y aceptación social  sea  determinado por motivos afectivos o comerciales. En mi país de origen Uruguay, este día se festeja recién la semana que viene, el día 12 de mayo. Obvio que en un día dedicado a un ser tan especial, como aquel que nos dio la vida, ya sea biológica solamente o biológica y subjetiva, las manifestaciones de amor y agradecimiento, así como la idealización de tal figura se han manifestado por doquier.
Haciendo eco de esta vertiente idealmente amorosa de la maternidad, yo también realicé  una publicación en mi facebook , en la cual incluí alguna manifestación poiética dedicada a mi hija, así como también algunas fotos suyas.

Sin embargo hoy pretendo abordar el tema de la  maternidad por su otra vertiente menos beatífica. En ese sentido, la maternidad  no siempre es tan maravillosa como se la quiere ver o pintar, ni para la  propia mujer que ha devenido madre, ni tampoco para los hijos o hijas. Quizás porque en la mujer la maternidad la enfrenta a un conflicto consigo misma, con su propia femineidad, ya que ser mujer no es lo mismo que ser madre y hacer co-existir ambos aspectos implica un duro batallar consigo misma y con el Otro social. En ese sentido, las dificultades de las que hoy tanto se habla  para conciliar la vida laboral y familiar, y las necesidad cada vez como más perentoria de la creación de leyes o la toma de  medidas que favorezcan la misma, está en sintonía o es quizás podríamos decir, un síntoma social de este conflicto subjetivo que afecta tanto a las mujeres como a los hombres. Aunque a nivel subjetivo, no creo que se trate de conciliar lo maternal con lo femenino, pues desde el psicoanálisis se sabe que son aspectos de la mujer que más bien son totalmente inconciliables; por eso se trataría más bien de poder hacerlos diría yo, co-existir.

Algunas de las formas en que actualmente podemos encontrar esta dificultad para la co-existencia es por ejemplo, que hoy día cada vez más mujeres posponen la maternidad hasta no han alcanzado determinados logros profesionales, otras directamente  la excluyen de su proyecto vital porque sienten que la misma restaría tiempo y energía no solamente a su vida profesional, sino también a su ser mujer; esto último, en el sentido de que hay parejas que precisamente dicen no desear hijos porque no quieren perder lo que ellos consideran una estupenda relación de pareja, así como hay muchas que precisamente manifiestan que con el nacimiento del hijo se resintió la pareja. Y  precisamente, cuando algo de esto sucede, es porque el ser madre toma totalmente a algunas mujeres, excluyendo a la mujer, lo cual implica un mayor o menos cercenamiento en la vida de la pareja (disminución o nulidad del tiempo que se comparte a solas con la misma, disminución o ausencia de relaciones sexuales, ausencia de deseo, etc.) Obviamente que esto también puede sucederle al hombre, puede haber hombres que se ubiquen demasiado en posición de ocuparse tanto del hijo que descuiden a la mujer madre del mismo, pero quizás son casos menos frecuentes que el de las madres que dejan a la mujer que alguna vez habito en ellas “aparcada”. (Obviamente que cada mujer se posicionara en relación a ello de manera diferente –como también lo harán cada hombre respecto a su mujer como pareja y  a su hijo o hija como padre).

Pero lo central a destacar es que en el caso de la mujer, -que es el tema que me ocupa en este caso-,  esas contradicciones, esas posturas  excluyentes en mayor o menor medida, o no, de uno u otro aspecto de su ser o más bien de su no-ser (por la falta constitutiva) madre y mujer, o esa difícil y problemática co-existencia entre ambas, podrán ser vividas de diferente manera por cada mujer. Y si bien  en todos los casos habrán síntomas de un conflicto que podrá tomar diversas dimensiones en cada mujer y en cada pareja, mientras a algunas  la angustia o el malestar podrá llevarlas a querer solucionar  la situación queriendo hacer co-existir a la mujer y a  madre en sí mismas, otras preferirán ubicarse excluyendo a una de ellas de por vida, aún a costa del sufrimiento propio , de la pareja y también de los hijos, porque creen o sienten que no pueden o no quieren hacer en pos de cambiar eso,( estando obviamente en su pleno derecho de posicionarse en ello como puedan o como quieran).

Para hablar de esta dimensión excluyente de la mujer y la madre, bástenos recordar simplemente a la tan conocida y narcisista madrastra del cuento infantil de Blanca Nieves, la cual  en franca competencia envidiosa con la juventud y belleza de su hija, es llevada hasta el límite de desear su muerte y aún más, ordenar la misma. O la odiosa madrastra de Cenicienta guardando para sus hijas, e indirectamente para sí a través de ellas, el derecho a la belleza, la felicidad y la sexualidad plena, mientras condenaba  a la pobre niña a una vida sucia y gris, anodina respecto al deseo, la sexualidad y  la femineidad. Esto, por no irnos a las grandes obras de la literatura como podría ser la Medea de Eurípides, que es capaz de matar a sus propios hijos por amor a un hombre.  De ella, en el psicoanálisis  Lacan  en el escrito "Juventud de Gide o la letra y el deseo" propone el acto de Medea como el de "una verdadera mujer en su integridad de mujer". ¿Quién es Medea?: la anti-madre por excelencia.

 Al comienzo de Medea, de Eurípides, se advierte que Medea trataba de satisfacer en todo a Jasón, como esposa y como madre perfecta. Pero, cuando él le anuncia que se irá con otra, ella gestará su venganza matando a los hijos que habían tenido juntos: con ese acto muestra que en ella lo que es mujer supera a lo que es ser madre.
Esto da cuenta de cómo la maternidad no es sinónimo de femineidad, que el ser madre no solamente no hace a la mujer, mujer, sino más bien que parece ir en el sentido opuesto. 

En “Mas que si lo hubiera parido “Silvia Ons  Fragmento del libro Una mujer como síntoma de un hombre (ed. Tres Haches) nos plantea que para Freud  sí había coalescencia de la femineidad y la maternidad:
 “Freud hacía recaer en la maternidad el desenlace de una feminidad normal que acepta la sustitución del pene por el niño. Así, la maternidad se dibujaba como el camino normal compensatorio de la castración. Si transformarse en madre es la mejor solución que encontraría la posición femenina, es porque Freud pensó esa solución en términos de tener el falo. Sin embargo, Freud mismo (Nuevas conferencias sobre psicoanálisis, “La feminidad”) antes de describir esa “solución”, se refiere al enigma de la feminidad: el que ha hecho cavilar a los hombres de todos los tiempos. Si el ser madre fuera la respuesta capaz de obturar aquello que la mujer desea, la feminidad no se presentaría como enigma. Y es sabido que Freud, a pesar de las orientaciones fálicas esbozadas, no dejó de preguntarse por el deseo de una mujer”.
“Marie Bonaparte le había dirigido a Freud la famosa pregunta: “¿Qué quiere una mujer?”. La maternidad se presenta como la solución por el sesgo del tener, mientras que el enigma femenino es lo que resta de ese tener. Jacques-Alain Miller (“De mujeres y semblantes”) dice que ser madre de sus hijos es, para una mujer, querer hacerse existir como “La mujer”. La madre podría ser la manera de “La mujer” en tanto que tiene. Pero se impone contraponer “La mujer” a la “verdadera mujer”. Lacan afirma que, por ejemplo, Medea es una “verdadera mujer”. Medea así nos indica lo que hay de extraviado en una “verdadera mujer”, ya que explora una región más allá de los límites fálicos, sacrificando lo más precioso que tiene. Sin embargo, ¿no revela acaso esta ofrenda que se “tiene” aquello que es objeto de inmolación? La vía del sacrificio no objeta la vía de la posesión, ya que se renuncia a lo que se tiene y, en la renuncia, ese tener se afirma bajo su forma negativa.
¿Habrá algún otro camino para una mujer, que no sea ni el de la “madre” ni de la “verdadera mujer”?
La respuesta a esta pregunta quedará para  otra oportunidad, quizás la próxima.

Pero sí he de compartir algunas creaciones producto de mi propia cosecha en mis a-v-atares entre la maternidad y la femineidad.


LA GRAN LOBA HAMBRIENTA.

La Maternidad,
esa Gran Loba  Hambrienta
que cuanto más la alimentas más hambrienta
de la oscuridad
agazapada te devora
cabeza, vientre, pechos, brazos, piernas
¿y yo, dónde estoy?


MATERNIDAD.

I)
Atrapada
en la horadada
madre
hondonada
habitada
ella habitaba.


II)
Esta maternidad
deshoja
desoiga
des..
¡Oye! ¡mi Femineidad!


III)
Maternidad  meternidad
oficio y sacrificio
arrojo y despojo
abrojo
cerrojo
¡¿dónde un a-zul (…)
para mis labios rojos?!



REVULSIÓN.

Odio
rechazo
esta manera
de ser
madre
de-sexual-izada.



TODA MADRE.

No Toda madre
¡yo no quiero!,¡no!
ser toda madre,
¿dónde hay
quién pueda
echarme un cable?
Mujer
ternura sura y
¡mucha hambre!



MITO, AMBIVALENCIA.

Como Moisés separó
                                  se-paró
las aguas
así separé yo
maternidad
de vida profesional exitosa
                                           ex-(i)-tos –a
¿debida a quién?
¿la maternidad?, ¿o la vida profesional exitosa?
Antes, profesional exitosa,
ahora, madre frustrada.
Si eres madre
no tienes vida,
eso veía
yo en mi madre
todos los días,
¿yo en mi madre todos los días?
Para evitarlo
Juré que nunca,
madre sería
¿Madre?
más, dejé me con- vencer
¡Ay! , el deseo,
¡nunca se sabe de su querer!
y aunque fue aquello un amanecer,
ahora me duele
un anochecer.


REESCRITURA.

MITO, AMBIVALENCIA.
Como Moisés separó
                                  se-paró
las aguas
así separé yo
maternidad
de vida
profesional exitosa
                                           ex-(I)-tos -a
¿debida a quién?
¡Dé vida ! ¿a quién?
¿la maternidad?, ¿frustrada?
¿o la vida profesional?, ¿exitosa?

Antes, profesional exitosa,
ahora, madre frustrada.
Si eres madre
no tienes vida,
eso veía
yo en mi madre
todos los días,
¿yo en mi madre todos los días?
Para evitarlo
juré que nunca,
madre sería
más, dejé me con- vencer
¡Ay! , el deseo,
¡nunca se sabe de su querer!
y aunque fue aquello un amanecer,
ahora me duele
un anochecer.



MONOTONÍA.

Invierno
¡que ya duras demasiado, invierno!
desde hace tiempo
 monotonía pinta mis días
 y en mi colchón
ideal pareja se ha apoltronado
lluvia y viento repitiendo
su cantaleta  programada
hasta el aburrimiento
cuerpo a cuerpo 
compitiendo
que no me miento
que no me siento
y si no fuera por la poesía
que en rededor ulula en el viento
yo no sé
¡qué haría con el sentimiento!

levantarse cada día,
llevar la niña al colegio,
hacer de ama de casa
¡Ji! que de la casa no soy la ama
es lo que menos me llama,
tampoco ella  a mi me ama,
¡y yo, menos a ella!
creo que comerse una manzana
mejor unas cuantas
es lo que en estos momentos
mi cuerpo clama,
pues viniendo por la acera
a la vuelta de la escuela
impulso acuciante
me sorprende
despiadado se impone
 de mí se apodera,
requerimiento desesperado
de comer
algo diferente,
de tan diferente
inexistente,
hecho de no sé qué ,
de nada,
buscando y rebuscando
en el supermercado
lo que no sabía que buscaba
no lo encontré,
salí como había llegado
sin nada nuevo comprado
nada me conformaba
nada era de mi agrado
ni lo dulce ni lo salado
para calmar mi estado
¡qué no estoy en ese estado!
que os podéis haber imaginado
bueno, en el otro sí ,
que de hijo estoy más que completa
repleta
no me cabe ni un bocado
 so riesgo de correr
al excusado
aunque suene a pecado
y ese pensamiento me haya disgustado
por muy amargo que sea
y muy malo que parezca
la verdad cuando en parte decirse puede
se dice
o se vomita
o se caga
todita de una
que una mujer desea
además de ser la madre
y para nada de la casa la ama
(donde se esconde más bien la esclava)
ser amada
¡y deseada!
por el padre
entiéndase de la criatura
¿o no?









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