lunes, 20 de julio de 2015

INCESTO. EL HORROR DEL GOCE DE UNA MIRADA … VORAZ.

  

 Este "poiema" que escribí hace tiempo con otra serie de creaciones agrupadas bajo el nombre de “Minotauro de la era tecnológica” hoy me viene como anillo al dedo para introducir algo de lo que quiero abordar en este artículo.


OMNIVOYEUR DE LA ERA TECNOLÓGICA.


¡Cómo hará el pobre ojo
 para curarse de espanto
como el manco de Lepanto
cuando no haya ningún manto
que su mirada vele
cuando todo se revele
 y no haya quien modele
ni modere
 la mirada que se excede!

¡ ni un ojo parpadeante
ante el horror aplastante!

¡Cómo hará el pobre ojo
cuando saturado de visio(n)
y harto de tanto vicio
reclame algún intersticio
por donde desfallecer
 por donde poder no ver!

No tendrá mejor remedio
que inventarse un artificio,
para curarse una treta
¡una miopía de aquellas!
 o alguna otra jugarreta,
desprenderse la retina,
llenarse de arena fina,
de dolor lamentarse,
 de presbicia cansarse,
 de catarata opacarse,
 o de otoño como hoja seca secarse.

El ojo muy lastimado  
de tecno-imágenes  parasitado
 lagrimea
 de tanto ver conjuntado
 de conjuntivitis se ha enfermado,
de uveítis traumatizado,
de su ser omnivoyeur
que lo ha hecho enloquecer.

Ojos desorbitados de un loco
 brillantes,
de par en par abiertos
como en el bocio
¡a tanto mal tenebroso                                        "Mesa de los pecados capitales" El Bosco, 1485

 se impone un cuadro del Bosco! 

Cort-a-za-de vista se queda corto
junto a su Casa tomada,
ahora el reality show atraviesa la pantalla,
 y  ya sin ningún pudor su desvergüenza
en nuestra sala estalla.

El ojo muy lastimado
se refuerza en la batalla,
con picor y muy borroso
se resiste a toda gafa
que insiste en hacerle ver
todo aquello que rechaza.                                                                                              
¡Cómo hará el pobre ojo
para poder no ver
todo aquello que prefiere suponer,
para dejarle al cerebro
algún saber por saber,
que resulte su quehacer
para que doña Imagina
 juegue también su papel!

hay cosas que quiere ver,
¡ hay otras que no!, prefiere,

aquellas que de tanta luz
su sensibilidad hieren.

El niño, de la habitación de sus padres
la puerta franquear no debe
so riesgo de cómo Edipo
perder pueda lo que más quiere,
so riesgo de cual Narciso

perder no pueda lo que más
¿debe-ría?

                                                                        Sophie Calle. L’Autre [L’altre], 1992.
Esta semana alguien compartió en su face un video que me dejo espantada, horrorizada, indignada y dolida; no tanto con la persona que lo compartió quien lo hizo movida por el horror ya que se preguntaba ¿por qué suceden éstas cosas?  Y quien  luego lo retiró, supongo que debido a algunos comentarios entre los cuales estaban también los míos; lo sé, porque busque nuevamente el mismo para denunciarlo en face,  y ya no estaba. El video dejaba ver y escuchar a una menor hablando de sus problemas graves de conducta y  de la situación de abuso hacia ella perpetrado por su padre.  En ese momento le dije a la persona que lo 
compartió, que creía que era ilegal que se expusiera a una menor de esa manera en una supuesta entrevista contando todo eso;  que creía que estaba prohibido difundirlo, y que si no lo estaba, yo consideraba que debería estarlo; que si no  estaba legalmente estipulado como delito,  éticamente a mi me lo parecía, que yo no estaba de acuerdo con compartir ni con que  la gente comparta  ese tipo de videos,  que consideraba que “estábamos todos locos” al hacerlo por exponer una patología mental de esa manera , y  muy especialmente porque se trataba de una menor que  estaba relatando  algo muy grave y exponiéndose a todo el mundo como si tanto el contenido de lo que contaba , como el mismo hecho de darlo a ver,  fueran “lo más natural” del mundo.

Asimismo, me quedé preguntando si  quienes lo comparten  no están también siendo cómplices de un delito, y gozando también sin límite como los propios perpetradores del “crimen” en cuestión. O si la normalización de la ausencia de límites y pudor es tal en nuestra sociedad, y especialmente a nivel de las redes, que no habrá tipificaciones de delitos en el orden del mirar y el exhibir. ¿Todo estará permitido de mostrarse y de verse?  Mi  indignación con la persona que llevó a cabo el mismo, y con el que se prestaba a hacerle las preguntas a la niña y mostrarlo públicamente, sí era enorme, tanto o  más que con el padre perpetrador del delito de abuso sexual, así como con la madre,  que permitía que su hija fuese expuesta de esa manera (además de preguntarme cual habría sido su implicación- cómplice o no- en lo que el  padre hacía).
Considero que mi indignación obedecía a que leí o interpreté, que lo que estaba en juego en esa exposición o exhibición tenía como cometido simplemente producir y dar a ver (objeto mirada) a los espectadores el goce de esa niña  ordenándole más que demandándole, que cuente todas esas atrocidades, y haciendo que los posibles espectadores gozaran también  (¿o se angustiaran y horrorizaran?) con algo que en realidad debería producirnos horror: la  per-versión de la ley del incesto, la castración. 

Perversión se puede asociar en psicoanálisis a pervertir la norma: en vez de sucumbir a la castración, acatar la ley , se hace de ella una forma de goce, lo cual imposibilita su instauración ( la  dimensión simbólica de la misma).Para que la misma pueda  prohibir el  exceso de goce sexual (papel normativo)inaugurando para el sujeto la posibilidad del deseo, debería generar angustia o miedo, y no fría indiferencia como parecía ser el caso, tanto del “interrogador” como de la niña sometida a sus preguntas, pues éstos  son necesarios para impedir que el sujeto  se abisme en el desborde pulsional. De lo contrario, como le sucede a esta niña, la ausencia de límites la lleva al borde del precipicio, sucumbiendo como sujeto de deseo. Y como el objetivo  del susodicho interrogatorio es simplemente el goce y la complicidad de los otros a quienes se pretende mostrarlo, no se explicitaba allí ningún objetivo (porque no lo había, más que la voluntad de hacer gozar al  posible espectador), que pudiera mínimamente por lo menos, hacerme preguntar y dudar acerca de si tenía algún sentido válido  la grabación y difusión del mismo. Más allá de que a mí,  ningún objetivo, ni siquiera el de la ciencia (en este caso supongo a la Psicología y Psiquiatría)  tan cara a nuestra sociedad actual,  y en nombre de cuyo progreso se perfila una cierta  tendencia a prescindir de la ética según que supuestos logros estén en juego y para quienes, justifican para mí este proceder.   

En el video en cuestión se le realizaba a una niña de unos 7 años un interrogatorio (porque era eso) acerca de una serie de conductas suyas muy sádicas y destructivas. Sus ganas ( uso esta palabra y no deseo porque  “Deseo” para el psicoanálisis tiene un sentido particular que lleva implícito cierto grado de libertad, del cuya ausencia  precisamente dan cuenta las conductas de esta niña) de hacer daño fundamentalmente a su hermano más pequeño, al que la propia niña decía que debían de proteger de sí misma porque no podía controlar sus impulsos de dañarlo en sus partes sexuales, además de abusarlo sexualmente, lo cual efectivamente hacía cuando no la controlaban.  Relataba además sus ganas  de hacérselo a otros niños, y también  de matar a toda su familia, impulsos que  a su vez le producían mucho miedo. También comentaba al detalle sus conductas agresivas hacia diferentes animales, y  en un momento decía de haber matado a un montón de pajaritos en un nido, la misma era reforzada positivamente por  la persona que interrogaba(ya que entrevistador no puede llamárselo,
 pues no se trataba de ente-ver nada, sino de sacar todo a luz):“lo estás haciendo muy bien” , alimentando más su disociación, o más bien su escisión del yo  (Freud, “La escisión del yo en el proceso defensivo”, 1940, 38)
Seguramente  esperaba que este video deviniera viral.

 Este hombre pretende o hace como si alentara (inconscientemente goza de ello, por lo que  ejerce su voluntad de goce) a la niña en su conducta de poder contar frente a una cámara toda su intimidad y patología mental sin tapujos, cuando en realidad la misma no necesita ser alentada  a vencer ninguna pudor o vergüenza  de contarlo, pues  ya en esta pequeña la represión no está instaurada, y en cambio está presente  la escisión que da lugar a la frialdad típica de lo que en términos psiquiátricos denominan piscopatía,  la cual hace que pueda contar todo sin ninguna manifestación afectiva que permita suponer la presencia de la anterior : no hay asco ni pudor ; solamente aparece como un débil límite a su tendencia constante al pasaje al acto destructivo, el sentir aún, algo de miedo de su instinto  destructivo ilimitado.

Miedo que si es dejado de lado, desconocido o renegado repetidas veces, como sucede en aquellos casos en que el niño  o la niña  devienen psicópatas al hacerse adultos, no puede  devenir miedo a la conciencia moral,  la cual está en la base de la formación de la instancia psíquica interna reguladora de lo pulsional que denominamos  superyó. (1)



 La escisión del yo que sostiene la desmentida, mecanismo de defensa que Freud propone para las perversiones,y que también encontramos en las psicopatías (no todo perverso es psicópata, pero no entraré en abordar teóricamente  estas diferencias ahora. Solo diré que el término perversión para el psicoanálisis denomina  un modo de estructuración psíquica (junto con la psicosis y la neurosis) y el término psicopatía proviene del ámbito psiquiátrico. (2)

Esta escisión  se instaurará en el yo de un sujeto,  al decirle que está bien haber matado a esos animales,  e indirectamente  estarle diciendo además: está bien que hagas a otros, incluidos los animales,(lo que te hicieron a  ti) , mensaje que va  directo al inconsciente, y que deja fuera , por eso escindida, desmentida, la ley, el hecho de que eso no es así, por el contrario:  no, no está nada bien hacer eso.

En este tipo de “actuaciones”(acting out) está el origen de la confusión que tienen los llamados psicópatas con la ley y con lo que nosotros nombramos como  transgresión  o tergiversación de la misma, lo cual podría expresarse más o menos en estos términos: “sé que no está bien lo que hago (donde ese saber es superficial y no estructural , prendido con alfileres, ya que son los otros quienes lo dicen pero él no está dividido/castrado por el mismo),  pero igual lo hago porque no puedo controlarme(la represión no se instaura para limitar la descarga pulsional que es entonces sin límite(repetición del trauma ), y no puedo controlarme porque: o me hicieron a mí eso que dicen que no debe hacerse,  me incitaron a hacérselo a otros, o  simplemente me dejaron hacerlo (faltó el no)sabiendo que socialmente estaba prohibido”, y quedé fijado a ese gocé y sigo gozando con ello”. Yo me he preguntado siempre, si tamaña contradicción o absurdo más bien, originado en  los padres o quienes  están encargados de la crianza del futuro psicópata, no es motivo suficiente para considerar a la psicopatía una  forma de locura, aunque no se la considera tal, y por eso van a  la cárcel y no a un hospital psiquiátrico como sí lo hace un psicótico cuando  comete un crimen, ya  que se considera que el psicópata sabe que lo que está haciendo está mal, y aún así lo hace. Pero realmente sabe y a la vez no sabe de la castración (la desmentida o re-negación implican esa co-existencia de dos juicios opuestos: “sé que eso está prohibido, pero no, o aún así, yo voy a hacerlo porque el goce que siento en ello me arrastra, no puedo controlarle (controlar eso que es pulsional y me domina).
 Y me pregunto si acaso esta  contradicción no es un motivo para volverse  cuando menos un poco loco.
 Pero en el caso de este interrogatorio al que me refería,este sujeto preso de su goce exhibicionista  refuerza en la niña (y en los espectadores) dicho mecanismo de escisión que genera la desmentida,  al conminarla a contar Todo frente a una cámara, porque se le está dando el mensaje de que eso no es grave, que  es muy natural o “normal”, tanto, que se puede contar a todo el mundo sin ningún problema, a más de que es un goce hacerlo, y para otros verlo y oírlo.

 Repite de otra manera lo que hicieron sus padres  y vuelve a violentarla y fijarla en su goce,  en vez de  ayudar a reprimirlo, lo cual requeriría  sancionarlo  como prohibido , indigno de  ser dicho y  mostrado a diestra y siniestra.Así  desvirtúa  o pervierte otra vez la ley la que debería en realidad regular ese goce, y la deja aún más identificada  a la negación del horror (horror que es tratado con indiferencia y hace que el sujeto se burle de la ley.

Eso reproduce los efectos perversos sobre la menor incitándola inconscientemente a reforzar esa máscara de fría indiferencia que  caracterizan a los psicópatas adultos y que  tanto asombro y  critica produce en la sociedad , máscara (que nos sale más cara a todos como sociedad, tanto al victimario como a  las víctimas de los delitos y sus respectivas familias, como a la sociedad en general  tanto a nivel socio-afectivo como económico ) , la cual con el tiempo se petrifica cada vez más, al no encontrar nunca la posibilidad de ser desintegrada. Es como decirle:  ponte una máscara de indiferencia y frialdad ante eso, y deja fuera de tu conciencia (escindidos, desmentidos)tus sentimientos de que eso está mal y no debe hacerse ni mostrarse; haz que el horror lo sientan ellos”. Por eso el horror que a la niña se le obliga  a negar, a  no sentir, lo siente el otro(nosotros que vemos el video) .Ella puede terminar  haciendo del mismo (como parece hacer el que da a ver este video)una forma de goce y niega así  también el rechazo y el odio hacia dicha transgresión social (tanto a la del padre abusador como a la de este interrogador que  también abusa con su mirada y con su dar a ver exhibicionista).Se la deja en el odio, el cual  luego se presenta escindido, volcado en las actuaciones agresivas de la niña, y sin poder ser limitado, reprimido  ni reconducido.

En muchos casos a estos niños no se les brinda la oportunidad  (ni la familia, ni la sociedad, ni los profesionales que le tratan) de tomar conciencia de que su conducta destructiva y disruptiva está causada por una situación de  abuso (sea por acción u omisión) de los mayores. 

Una vez perdida, y desmentida la relación  de causa- efecto entre ese odio y destructividad, y los abusos a que fue sometido el posible psicópata, hasta él mismo se convence  de que es un desalmado (por no decir otra cosa), esa es la convicción que también tiene la sociedad de él, sustentada en que hace todo eso simplemente porque si, porque le place y es “más libre que los demás” o porque  es malo por naturaleza  en una tesis anti Rousseauniana. Si bien el sujeto efectivamente repite su goce,  hace lo que hace efectivamente porque goza con ello, dicho goce quedó fijado y por tanto el no puede más que obedecer, ser arrastrado al mismo, y  nunca podrá normativizarse si no se deshace esa escisión tempranamente, favoreciendo que pueda integrar  en su psiquismo el odio; esto se puede lograr en algunos casos   intentando ayudarle  a que tome conciencia de que lo siente y a que sea capaz de conectarlo con la situación originaria que dio lugar al mismo, una vez logrado esto, muy lentamente en los casos que aún podrían ser tratables, el sujeto no tiene ya que dañar a otros, la   proyección de su conflicto y de su odio sobre otros  puede ser reconducida, se reconducen las consecuencias  a la causa, deshaciéndose como diría Freud los “enlaces falsos” que culpaban y victimizaban  a otros que en realidad no fueron los causantes directos del daño.

  Este mecanismo de escisión  permite explicar el hecho por demás común, de que muchos psicópatas son capaces de mantener  una relación relativamente  cercana con los perpetradores del abuso  a quienes no dañan( esta niña también teme y por tanto desea dañar a su familia: matarlos a todos dice), y dañan a otros que tienen algo similar a aquellos, similitud de la cual el sujeto no es consciente( en el caso de los animales que esta niña mata por ejemplo, podemos pensar que el rasgo común con la niña, con el que ella se identifica y proyecta en los animales, es su vulnerabilidad , su total indefensión, daña también  al hermano que es ante ella indefenso, como en realidad querría  poder dañar a su padre que fue el autor del abuso, y precisamente lo hace en sus partes sexuales ). Esta destructividad que se presenta como disruptiva en la psicopatía , y nunca  parece saberse de dónde viene ni su porqué , y que es por eso mismo  tan juzgada por la sociedad tanto en el  caso de psicópatas adultos como en el de menores infractores, despertando tantos deseos de venganza, encuentra en este mecanismo su explicación. Nadie hace a otro algo que aunque sea de manera un tanto diferente, le hicieron a él.

Así, solamente reconociendo el Otro social (adulto) ante la menor en  este caso, y la sociedad, esa violación a la ley como algo terrible, sancionando eso que sucedió como algo que no debió suceder nunca, que está mal, para lo cual es primordial precisamente hacer lo opuesto de lo que este hombre hace, que es preservar a la menor y a lo que le sucedió en la intimidad, cubrir el horror de  ese real descarnado, ocultarlo a los ojos y oídos abominables de los curiosos hambrientos de goce, de  los que están movidos por la espantosa y chabacana costumbre casi endémica del cotilleo que tanto daño hace a la salud del tejido social.

Y preservarla  aún en los casos en que intervenga un profesional; este debe ser capaz de poner coto a su propio goce escópico e invocante (goce de ver y oír) so riego de incurrir en idéntica  perversión que estos  “interrogadores” , y  no pretender que el sujeto cuente Todo,  no solamente porque eso es imposible por estructura subjetiva( ya que justamente estar estructurados por el lenguaje, hace que nunca podamos decirlo todo, que nunca coincida lo que queremos o creemos que queremos decir con lo que decimos, y además el otro escuchará lo que él quiera y pueda por más que nos esforcemos en a alcanzar la supuesta comunicación “perfecta o total”, que en realidad no existe), sino porque precisamente para ayudar a instaurar el límite que está faltando y produce este supuesto “trastorno antisocial de la personalidad” como lo califica la psiquiatría, es necesario que alguien instituya el mismo, la norma. De poder ser ayudada por un analista u otro profesional, para instaurar algo de ese límite, seguramente en algún momento pueda ser necesario  decirle por ejemplo algo así como: “no tiene por que contar todo, hay cosas que puede, o aún debería, guardarse”,  o “con lo que ya me ha contado es suficiente para poder ayudarle”, o decirle si se percibe que el sujeto está se explaya en detalles truculentos gozando con lo que cuenta o intentando horrorizar al otro: “ya está bien, con lo que oí es suficiente para ayudarle”. 

El horror, o la angustia, que en psicoanálisis se dice que intentan producir en el otro los sujetos cuya estructura es perversa, pienso que puede entenderse si se lo considera  parte de la repetición  de la experiencia traumática originaria: ese horror  es la actualización del horror  seguramente sentido por esta niña u por otros niños en el momento de la castración real abusiva. Al ser re-negado el mismo, una y otra vez, por quienes someten al menor, y también por el propio menor que es “obligado” (elección forzosa del goce) a eso, es repetido ante otros para dárselos a ver en este caso,  vía el acting out, ya que la palabra está en cortocircuito al no haberse instaurado la castración que posibilita la sombolización del goce (que este devenga deseo).  Es como si  intentara  producir en el Otro el mismo horror una y otra vez.

 Para salir de ese lugar, el sujeto necesita de Otro que  haga algo diferente, que en el momento en que el sujeto intenta horrorizar al Otro y producir su división subjetiva(que en él no se produjo porque la ley no se instituyó), éste sancione ese goce como del orden del horror y lo limite:( ya basta, eso es terrible, ya con lo que ha contado es suficiente, o  sacar al sujeto del tema preguntándole o pidiéndole que hable de otra cosa), lo cual obviamente es quizás imposible de soportar para un sujeto perverso. De ahí que no soliciten ayuda ni tratamiento, no quieren ser curados de su goce, el mismo no les genera conflicto a ellos, sí a la sociedad.

Pero aún así, mucha veces los profesionales trabajan con ellos en instituciones , y en el caso del trabajo con menores  es muy importante  que el profesional ocupe un lugar en la transferencia  que dé cuenta de  que él mismo  está marcado, limitado por la ley,  (eso siempre obviamente), pero muy especialmente en estos casos; trasmitirle que  él es solo un representante en lo social de la misma (también esta castrado), y no que él es La ley que manda decirlo todo; eso es lo que el sujeto ha sufrido en exceso, el peso de un Otro (padre,madre )que arbitraria y abusivamente ha traspasado todo límite social, instando con igual ferocidad superyoica  posiblemente a lo totalmente  opuesto: que lo calle todo, que lo mantenga en secreto, valiéndose como hacen habitualmente, ya sea de premios o posibles sanciones y castigos. No se trata ni de callarlo  todo, ni de mostrarlo o decirlo todo, hay que poder decirlo a medias, y  saber antes a quien se le puede decir, dónde, en qué condiciones y con qué finalidad.

 Eso para empezar, pues luego se requeriría de  una ayuda profesional que posibilite a la niña tomar conciencia, por un lado de que la responsabilidad de eso que le hicieron  es  del adulto que realizó la transgresión, pero  por otro lado y a la vez, que la responsabilidad de lo que esa niña  o niño está haciendo a partir de lo que le sucedió, aun habiendo llegado a eso desde un  lugar de víctima, es ahora responsabilidad suya. Que solamente ella (o él si fuera un niño), con  ayuda profesional y el beneplácito de algún familiar o institución en caso de que los mismos pierdan su patria potestad como sucede si se comprueba la  complicidad de ambos padres en el asunto, pueden modificar esas conductas destructivas, si obviamente aún hay alguna oportunidad de cura cuando se toma contacto con él  o la menor infractores.

Eso de instigar a contarlo todo, tan común en nuestras pantallas de televisión actualmente, se basa en algunos casos y en parte en  una creencia de que hay que sacar a luz todo, los trapos sucios personales y familiares (tiene que saberse, que en realidad hoy es mostrarse, antes no se sabía- veía- lo que sucedía), en cualquier momento y con cualquiera, “porque eso es terapéutico” ; quedar expuesto y encima en lo más íntimo y traumático nunca puede ser terapéutico ni curar a  nadie( a nadie se le ocurriría pensar que para que una herida cicatrice hay que abrirla cada vez más hasta llegar al hueso para que todos lo vean, sin ofrecer a la vez algún medicamento que la vaya cerrando).Quizás lo que está en juego ahí no es realmente el deseo de ayudar o curar sino el de goce perverso de ver y/o de dar a ver.

Hasta ahora  para vivir en sociedad con  “normalidad” el contrato social ha tenido su función de regular las pulsiones, y eso ha supuesto que el goce  de cada cual sea algo privado, reprimido,  que  no todo el mundo tiene que saber todo, el agujero, el trauma, la castración de los otros, quizás solamente algunas personas (secreto profesional de por medio) que puedan brindar ayuda con el mismo. Pero puede que con el tiempo y dados los cambios de valores que velozmente se suscitan en nuestra sociedad, en el futuro lo normal sea andar de revés, con  las vísceras y todas nuestras podredumbres afectivas a la vista de todos,  y la piel por dentro.

Además, me pregunto precisamente cual es el objetivo de este contar a que la mueve, ahí no quedaba explicitado. Visto lo visto, y escuchado lo escuchado, considero que era hacer una mostración al Otro, ¿de qué?, no del goce de la niña en sí, sino de su propio goce abrochado a algo del de esa niña. El exhibicionista parecía necesitar el saber sin límites de esa niña sobre un goce  perverso( el abuso sexual a que fue sometida y la destructividad sádica de la pequeña, resultante del mismo). Y gozaba dándolo a ver y oír en las redes.

Pero el goce también perverso del interrogador la lleva a incitarla a contar   el abuso sexual a que ha sido sometida por su propio padre biológico. Lo cuenta al detalle y hasta muestra un dibujo explicativo, y ahí ya mi rabia y mi pena  por esta niña me hacen tener ganas de poder estar delante del susodicho para  intervenir de alguna manera  interrumpiendo lo que  está haciendo. Interrogaba con una total falta de límites, sin el más mínimo rastro de pudor.

En estos casos, cuando son atendidos profesionalmente es fundamental  que el profesional tenga ese límite que marca el pudor para preguntar,  porque tenerlo es indicarle que precisamente existe un límite que otros no han respetado con ella, pero existe, y hay quienes si lo respetan. Esto es ya una medida terapéutica en sí misma, la primera para comenzar a sanar su escisión afectiva, es como decirle: hablar de esto sin tapujos no es natural, está bien que quieras quizás  guardarte algunas cosas, es tu intimidad y esta ha de ser salvaguardada en la medida en que tú lo desees, aún  y especialmente con los profesionales.(una no pide a los analizantes que cuenten todo, sino que cuenten lo que quieran y puedan , y la mayoría de las veces se requiere mucho tiempo para que una persona pueda hablar de los hechos muy dolorosos y graves que ha vivido, -cuando tiene internalizada obviamente la represión socializante que inaugura el asco, y da lugar  al pudor y a la vergüenza- porque para poder hacerlo necesita además haberse reasegurado repetidas veces de que la persona a quien se lo está contando es realmente confiable, confiabilidad que implica no solamente que no lo contará por ahí, sino que no le juzgará  y será por tanto capaz de entender(no justificar, ni culpar) lo que le sucedió y el porqué de la posición que ella tomó frente al mismo.
La madre de la niña  también hablaba sin tapujos de su hija y sus conductas, y consentía a esta exposición (¿iría a ganar algún dinero con esto además o lo haría de pura inconsciencia?), por lo cual también “sin saber o sin querer” (mecanismo de negación)  fomentaba el tratamiento psicopático de la situación.

La persona que compartía en mi facebook el video, estaba horrorizada de que la niña se masturbara en lugares públicos siendo tan pequeña. Yo le decía que eso es lo menos grave, que no es que lo sea, pero es un síntoma que comparado con el daño que psicológicamente tiene esta pequeña es como la punta de un iceberg. Cómo no se va a masturbar y a hacerlo delante de cualquiera,-aunque la madre, como comenta en el video, le diga que “eso no se hace en público, que es algo íntimo”-, si lo más íntimo en ella ha sido arrasado y precisamente por la persona que más debió cuidarlo. Si fue sometida precozmente a un goce traumático, traumático tanto por la precocidad del mismo, como porque el mismo provino del propio padre. ¿Cómo puede esperarse que la niña no quede atrapada en dicho goce ilimitado? ¿Cómo puede  diferenciar lo íntimo de lo no íntimo, y respetar esa diferencia  si las figuras que deben ayudar al niño o niña a instaurar dicho límite, cometen la peor de las transgresiones que es la violación de la prohibición del incesto? Y luego, con qué autoridad es llamado por la madre ese “padre” (por nombrarlo así), para venir a intentar regular y ordenar el goce de esa pequeña cuando mata a los animales (como cuenta la madre en el video), cuando él es el primer transgresor del mismo y esas conducta destructiva  obedecen fundamentalmente  a lo que él ha hecho. Es tan irónico, por no decir que es el absurdo del absurdo.

Y luego, la sociedad quiere linchar a los psicópatas, pero no tiene en cuenta que la psicopatía se genera en la infancia, ( y no es cuestión ni solamente ni preponderantemente de  genes, y en todo caso, los genes son moldeados también por el ambiente social, económico y político en que se concibe a un niño, aunque haya quienes prefieren dejar fuera tales determinaciones “supuestamente” porque no pueden ser medidas con exactitud, como si ser seres de Lenguaje permitiera apresar algo de nuestra afectividad de manera exacta y definitiva), que quienes pueden devenir psicópatas malignos como dice el psiquiatra y psicoanalista Otto Kernberg, fueron niños abusados, ya sea por acción como en este caso, o por omisión, porque no poner y enseñar los  límites, dejar hacer lo que se quiera a los niños, está tipificado como una forma de abuso. Aunque también en la acción que lleva a cabo este sujeto asocial, hay la mayor omisión de lo que debería ser las obligaciones de socialización que todo padre debería poder hacer para con su prole, si es que queremos seguir pudiendo vivir en sociedad.

¿Y nosotros qué? ¿Miraremos impasibles como otros graban (y gravan) y comparten,  dándonos a ver el horror y nos quedaremos tan conformes y tranquilos con nuestra ética, apoltronados en nuestra silla frente a las pantallas,   comentando lo terrible que es lo que le sucede a la persona que aparece en el video? ¿Naturalizaremos la visión de tantas atrocidades? En este caso, que se trate de una menor  lo hace  gravísimo, por lo cual esto es un delito, según lo entiendo.


ACERCA DE LA ESCISIÓN DEL YO COMO DEFENSA.

La incitación a contarlo todo para dar a oírlo y verlo todo, al goce de los expectantes, hambrientos y morbosos espectadores en que todos corremos el riesgo de convertirnos, dada la normalización que estamos llevando a cabo de dichos comportamientos, fomenta la escisión del yo a nivel social y también aumenta la particular de esa niña.

A nivel social como en la niña,esa escisión del yo, por un lado: “¡qué terrible!, pobrecita, que hijo de puta el padre, etc., etc.” que da cuenta de la represión, y a la vez “pero yo quiero verlo, saber, siento curiosidad” donde el goce de la pulsión escópica(mirada) nos convierte en mirones gozadores sin límites y desalmados. El mecanismo de la defensa del yo que Freud llamó la desmentida consistiría acá
en esto: sé de la castración(3) (límite), pero aún así (“Ya lo sé, pero aún así”, Ocatave  Mannoni), sé que no puede verse, ni  decirse, ni hacerse todo lo que una desea, con quien se desea, o sea,  el goce sexual tiene un límite, eso me han dicho(la ley) pero aún así yo quiero verlo, saberlo y hacerlo todo, con quien yo quiera (este él o no de acuerdo, o sea como en este caso una menor) mecanismo normal en las primeras etapas de estructuración del psiquismo, luego es superado .

Psiquismo que tiene dificultades para aceptar  el NO (por lo menos hasta estos tiempos, pues ahora todo está cambiando mucho), que cuando interviene la represión (mecanismo de defensa) se transforma, simboliza y desplaza hacia la exogamia. El problema en nuestra sociedad actual es que esa prohibición al querer saberlo, verlo y hacerlo  todo, hoy parece no solamente no tener vigencia según qué temas o cuestiones,  sino que tiene más bien valor de ley lo opuesto, incluso está siendo instituido y autorizado  hasta por la vía del derecho con el riesgo de llegar a traspasar el límite: tienes derecho a ver, saber y hacer todo lo que desees(no te prives de nada que tu tiempo es hoy).Ello implica por tanto una perversión de lo que era la antigua ley, el antiguo orden.¿ Estamos autorizados a  filmarlo o fotografiarlo todo, dar a ver todo sobre alguien? Aún no, aún no.

A esto hay que sumarle el peligro que encierra que a la imagen (sobre la que se construye lo imaginario), las personas tendemos a confundirla con lo real o lo objetivo; contarlo implica lo simbólico, y en ese punto siempre hay pérdida de de “exactitud”, hay ficción (está en cuestión el tema de la Verdad, que requiere otro artículo). Quizás por eso,  hoy en día parce valer más para un juicio una grabación o un video de los hechos acecidos,  que la palabra de las personas que cuentan lo que vieron o escucharon, en esa búsqueda loca de la verdad última, de lo verdadero, lo  más verdadero, como si fuera posible, cuando siempre  cada cual hará una lectura de eso que ve y escucha, pues siempre estará en juego al subjetividad del que mira o escucha en su carácter de  procesadora de eso visto o escuchado.

Y esto no es nada exagerado, yo llegue a ver en un programa de televisión a una mujer que para tener como prueba en su denuncia contra un ginecólogo que se “excedía su labor de tocamientos” a las pacientes, volvió a la consulta y se hizo atender nuevamente para poder filmar al susodicho, de hecho en el programa se mostraba dicha filmación. Ella obviamente consideraba que esa era la única prueba fehaciente, sus palabras no eran suficientes. Obviamente asusta el descrédito que la palabra está tomando en nuestra sociedad actual.

En la niña, el odio y la agresividad dirigida a personas y animales es la respuesta afectiva sana, aunque sus efectos sobre sí misma y el mundo no lo sean, acorde a lo que le sucedió, el odio es el rechazo al abuso paterno , al padre y  a  todos los que pueden estar implicados con una  mayor o menor complicidad,  sea que la misma se deba al desconocimiento de lo que estaba sucediéndole o no:  a la madre , a toda la sociedad (familia, vecinos, amigos, etc.). De ahí sus deseos de matar a toda su familia. Sus deseos y actos destructivos podrían llegar a implicar solo muy secundariamente la ley del talión donde obviamente estaría en juego la rabia y el deseo de venganza: de que otros y especialmente padezcan  lo mismo (de ahí su  conducta descontrolada (acting out) de  estimular sexualmente y también hacerle daño  de maneras diversas a su hermano y a otros niños en su pene y en su ano, como ella lo decía) porque al no estar instaurada la ley no hay posibilidad de simbolización del trauma. Más bien se trata en ella de un acting out y la repetición,  un actuar lo mismo una y otra vez sin el límite, como sucede en todo psicópata; poner en juego la defensa primaria de la que Freud habla frente al trauma: volver activo algo sufrido pasivamente como forma de intentar evitar  y controlar la angustia que asumir eso le produciría.

Ella es consciente de que es incapaz de controlar esa agresividad y  sus conductas destructivas y abusivas, por eso  pide a la madre que encierre a su hermano en el cuarto para que ella no pueda entrar por ejemplo, en un intento de protegerlo de ella misma  (se me encogió el corazón al escucharla cómo intentaba controlar sus ¿pulsiones? o instintos  desbocados).

Este comportamiento da cuenta de que  el “no” de la ley, aunque muy leve, a punto de perderse si no se hace algo para ayudarla,  está cumpliendo su papel de límite todavía en ella: por sí misma no puede controlarse, pero sabe que eso está mal y debe controlarlo y pide a los otros que lo hagan por ella. 



Sophie Calle. Que voyez-vous ? Le concert. Vermeer [Què hi veieu ? El concert. Vermeer], 2013 



 (1)Cuando dicha instancia psíquica  cumple su función reguladora de lo pulsional,  el sujeto tiene una  relación con el miedo que es diferente a la que establece alguien que devendrá psicópata: el sujeto evita dañar a otro porque lo ama, más allá de que también pueda odiarle (lo que sucede siempre),  por las prohibiciones a lo pulsional a que ese Otro (madre, padre, maestro) le somete. Pero lo ama más que lo odia, y en eso radica la pequeña gran diferencia que inaugura el ideal del yo( es por amor al padre dirá Freud  que el sujeto controla sus pulsiones, en realidad  por amor al ideal de sí mismo, que el sujeto mismo construye, en base a lo que supone que el Otro espera de él para poder ser incluido(amado) en la cultura y no quedar fuera, y eso suponiendo que el ideal está constituido por todo lo que en una sociedad se considera bueno, permitido, porque en el caso de la psicopatía también el ideal esta tergiversado y  a veces los padres pueden esperar que un niño sea  por ejemplo,  el mejor delincuente del barrio).

  En el caso de la psicopatía en cambio, ese superyó queda  en un estado de formación muy primitiva,  ya que el sujeto odia al Otro  no porque le prohíbe “normalizándolo” o normativizándolo, sino precisamente porque no lo hizo. Cuando ese  Otro social, Otro del Lenguaje (encarnado en los padres y otras figuras de autoridad ) cuya función es supuestamente instaurar y trasmitir la ley, viola o transgrede la misma, deja al sujeto fuera, excluido de esta, y repitiendo ad infinitum ese violarla (hacerle a otros lo que el hicieron a él, o hacerle algo similar)y quedar fuera del sistema (ley) del que en el caso de aquellos delincuentes que son psicópatas -no todos lo son-  el circuito interminable de  delito-cárcel- salida- delito cárcel -salida, da perfecta cuenta). El odio domina al sujeto y su relación con el otro: me odio porque  me hicieron esto, porque soy “esto” (escoria, mierda, puro odio, etc.), odio al que me lo hizo,  y solo puedo odiar a otros y dar  solo odio al hacerles lo mismo que me hicieron a  mí. Al quedar el amor excluido, o casi totalmente excluido de su relación con el otro y consigo mismo(a veces algo o alguien puede ser una pequeña excepción a ese odio, dependiendo de la gravedad de la psicopatía), el sujeto solamente puede  acatar la ley  por un temor “exterior”, el  miedo a los castigos que proceden del Otro social, y a los  que es habitualmente sometido cada vez que  viola las normas (policía, cárcel).Aunque la mayoría de las veces ni eso puede detenerlo, ya que el sujeto no puede controlarse, y eso aunque quiera,  porque nunca ha logrado tener un mínimo de dominio  sobre lo pulsional, la pulsión lo arrasa al no haber sido instaurado el límite que la represión vía la castración que humaniza posibilita.
En esta niña se aprecia claramente ese odio en su incontrolable destructividad.

(2) La psicopatía se aproxima a la perversión en que no respeta la subjetividad del otro, produciéndole angustia a la víctima; el psicópata intenta colocar al partenaire neurótico de la experiencia de la angustia. Descriptivamente, dos características relevantes de la psicopatía son ausencia de angustia y culpa genuinas.
Es importante aclarar también que no todo delincuente es un perverso o un psicópata, tampoco todo perverso o psicópata es delincuente. Simplemente, se parte de la base que tanto el perverso como el psicópata adquieren en la conformación de su psiquismo ciertas características que pueden conducirlos a realizar comportamientos delictivos.

(3)Saber que es sobre la castración materna, sobre su límite al goce, y frente a la cual en una primera etapa el sujeto(todos) se defiende de la misma con la  desmentida (en ella el sujeto insiste en que la madre tiene falo, y por tanto el propio sujeto es el mismo, aunque él  desconoce que lo es,  pues está ubicado en ese lugar en la primera etapa del Edipo Lacaniano , el de madre-fálico-narcisismo, atrapado en el goce  incestuoso. Una vez superada la etapa de la desmentida, instaurada ya la represión,  el sujeto sabe que la madre esta castrada, que ella no es la madre fálico narcisismo que él creía, y que él no es por tanto su falo.Su goce no se agota en el sujeto, este no es todo para ella, y por tanto el goce del sujeto tampoco se agota en ella, el sujeto no es  todo para ella, debe buscar gozar fuera, pasaje de la endogamia a la exogamia, metáfora que permite el desplazamiento y la separación con el objeto de goce que perdido intentará siempre en vano ser recuperado totalmente, y se alcanzara solo a medias, o sea, que gozará solo  parcialmente: el objeto parcial de la pulsión. Pero implica también que la ley obedece a algo fuera de la dualidad narcisista,  un tercero, padre, cultura o  lenguaje, que establece un límite a ese goce madre-niño, así pues la madre no es todo para el niño ni este todo para ella, porque hay un tercero con quien ella goza  más allá  del niño y de otra manera,  el cual a su vez goza con ella o con otras similares, pero tampoco él (ese padre o cualquier otro en la sociedad) puede  gozar con su  hija o hijo o con un o una menor.

Cuando el padre sí goza con su hija como sucede en  este caso, sabiendo que no le está permitido hacerlo, somete a su hija a tener que hacer de la prohibición un motivo de burla, porque él mismo se ha burlado de la ley de la castración del goce. De ahí que luego, los psicópatas burlen la ley, la perviertan a veces de forma maníaca ( la defensa maníaca se caracteriza por “hacer una  fiesta” de lo que es doloroso y terrible , y surge precisamente cuando un niño es obligado a negar sus sentimientos de dolor y hacer como si no hubiera pasado nada, esa es la negación, la cual deviene maníaca cuando al sujeto además de impedírsele manifestar el duelo por pérdida (en este caso brutal) es conminado a poner en su lugar una  alegría que por tanto, será discordante con lo que le sucedió(se le “obliga” a falsear la  realidad) : te llevaremos vacaciones y se te  se te pasará todo, te regalaremos tal y te olvidarás de todo en poco tiempo, no piensen en eso, no estés triste, vamos a hacer esto y aquello. El dolor hay que expresarlo para que no devenga muerte enquistada, ya luego de pasar y elaborar el duelo, lo cual requiere tiempo  se podrá estar feliz de nuevo y de a de verás. Y un trauma como el de esta niña requerirá un trabajo de duelo que quizás  dure toda su vida si es acompañada a hacerlo y supera el duelo, de lo contrario,, quedará fijada a su psicopatía.





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