sábado, 8 de agosto de 2015

EL PRIVILEGIO DE PODER VOLAR.




Hablando de volar  me decía una amiga de face que ella solamente podía hacerlo con sus obras de arte, o con  ya que no disponía de suficiente tiempo ni dinero para poder en estos momentos irse de paseo a ningún lado. Yo le decía que yo hacía lo mismo, que mis recursos para el vuelo eran  mis lecturas poéticas o de  las otras, el escribir, el disfrutar del arte en  sus diversas manifestaciones,  y que éramos unas privilegiadas. Y lo dije, no para conformarla o conformarme, como alguien a quien se lo comente me dijo,  sino porque lo creo efectivamente, más allá de que puede estar muy bien hacerse además algún que otro viaje concreto, siempre que exista dicha posibilidad y  a la persona en cuestión le agrade hacerlo.

Pero reivindicar la dimensión metáforica del viaje es para mí fundamental más en estos tiempos en que el objeto parece serlo todo, y todo vuelo y su disfrute tiende a quedar reducido  o asimilado al mismo, llámesele droga, alcohol, comida, viajes, fiestas, compras.   Hay mucha gente que puede hacer muchos viajes reales o adquirir muchos objetos, pero aún así no  encuentra en ellos  la satisfacción que desea, y  por eso sigue en una permanente búsqueda a veces frenética tratando de ver  si el nuevo viaje, el nuevo coche o par de zapatos, o el el nuevo amante,  esta vez por fin sí, la llevarán al goce  de la Tierra Prometida. Pero porque no sabe, ni quiere darse por enterada de que no la hay: por eso es prometida precisamente,  y en su propia estrategia de tratamiento de esa falta que es estructural,  hace lo imposible por no saberlo.

La necesidad de no estarse quieto, la búsqueda incansable de novedades cada vez más novedosas, valga la redundancia,  en cuestión de  cosas, personas y  experiencias, da cuenta de que muchas personas para sentirse vivas, para  poder sentir placer, no aburrirse o deprimirse,  no sentir la angustia de la incertidumbre  que es la vida, o adormecer el dolor del no saber qué hacer con sus vidas, que aumenta mucho más dicha angustia e  incertidumbre ,  necesitan ir cada vez “más allá del principio del placer” como decía Freud, en una búsqueda desenfrenada de más y más goce, hacia un espacio donde en realidad habita Thanatos. Y así podemos encontrar el recurso a distintas  drogas y /o aumento de la dosis de las mismas, compras impulsivas que exceden las posibilidades monetarias de quien las hace, relaciones sexuales indiscriminadas y sin tomar medidas de cuidado adecuadas, etc.), que paradojalmente  puede culminar precisamente en la propia muerte real, de quien nada quiere saber nada de  ella en términos simbólicos.

Falta de límite, de tener en cuenta la existencia de la misma para vivir, (o sea  saber y aceptar que ella está ahí, y que nuestro goce es limitado, que no hay nada ni nadie que pueda darnos una satisfacción absoluta ni que dure eternamente),  y ser capaces de convivir con ello, o sea, de aún así, poder disfrutar de la vida.  Por eso, poder hacer algo, un viaje ficticio a través del recurso a la fantasía, donde hay una imposibilidad o limitaciones para  hacer uno real –  hacer algo con esa falta dependiendo de cuál sea el objeto pulsional  en juego en la misma, ya sea una comida, un perfume, una lectura, una conversación amena, un poema, una pintura, un sueño, etc., es un privilegio con el que en estos tiempos pocas personas, y especialmente  muchos jóvenes, no cuentan, porque precisamente la educación actual dominada sobre todo por los medios de incomunicación masificantes apuntar a matar la posibilidad de crear,  con mensajes tales como:  la felicidad está en una marca de coche determinada o en tener todo lo que deseas, donde está implícito sin ser dicho, este otro mensaje:  trabaja en lo que sea por el precio que sea, para obtenerla y, pues solo así tendrás valor,  puedes tener todo lo que desees, etc. , y padres que bajo los influjos hipnotizadores  del “ilimited” sinónimo de felicidad, no dicen nunca que “no”, cerrándoles los ojos a lo real de la muerte,  en un intento que les apareja problemas, más que la felicidad que pretenden donarles ( que se enteren de la muerte ni del dolor, no hay que hablar, hay que hacer como si no pasara nada , no llores que ya te compro otro, etc.) 

Para culminar este artículo, compartiré algo que escribí hace mucho tiempo, y que me reveló en su momento, a nivel vivencial (porque a nivel teórico ya lo tenía), un saber sobre otra herencia que no es la del significante, -quizás más alienante y mortificante-, sino la del goce pulsional con el que puede crearse , y en dicho acto "una" re-crearse o reinventarse.



UNA OTRA HERENCIA.

Una  Otra herencia
que los padres dejan,
es la más valiosa  
aunque no lo sepas,
una gran herencia
de los padres siembra,


la más primorosa
en tu cuerpo brecha
que la vida emprende,
la más amorosa
en tu cuerpo broche
que la vida prende
a/ con cinco sentidos
de que ella está hecha,

de muchos aromas,
de muchos sabores,
en torno a cocina
tendrá su cosecha,
también su receta
que el gusto alimenta,

color y textura
la mirada a-pura,
el ojo ya sabe
que el arte es su ruta ,
 que el arte es su meta,

la mano que  escruta y trabaja
también la piel acaricia
¡vaya qué delicia!,

llámese escultura,
llámese pintura,
o hasta alta costura,
todas son Cultura,
si cine o teatro
o fotografía
siguen todas una misma vía
 la de la poiesía,

y si del oído
tal vez se tratara,
el canto y la música
podrán dar batalla,
o todas aquellas
en que la palabra
enciende la mecha:
periodista,
locutora,
escritora,
profesora de lenguas y Letras que aturan
¡sabrán dar la talla!






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