miércoles, 26 de agosto de 2015

EL ANALISTA COMO DIAPASÓN OBJETO.








“Si oír es comprender el sentido(...)              escuchar es extenderse hacia un posible sentido que por ende  no es inmediatamente accesible” (Nancy, 2002:18)








«Estar a la escucha es siempre estar a orillas del sentido o en un sentido de borde y extremidad, y como si el sonido no fuese justamente otra cosa que ese borde, esa franja o ese margen. (...) ¿Qué es un ser entregado a la escucha, formado por ella o en ella, que escucha con todo su ser?» —(...) ¿Qué es lo que resuena? —Un cuerpo sonoro. —Pero, ¿cuál? ¿Una cuerda, un metal, o bien mi propio cuerpo? —Escucha: es una piel tensa sobre una cámara de eco, y que otro golpea o puntúa, haciéndote resonar, según tu timbre y a su ritmo. 

«(...) Esa piel tensa sobre su propia caverna sonora, ese vientre que se escucha y se extravía en sí mismo al escuchar el mundo y extraviarse en él en todos los sentidos, no son una “figura” para el timbre ritmado, sino su propia apariencia, mi cuerpo golpeado por su sentido de cuerpo, lo que antaño se llamaba su alma.» (Nancy, 2002:21)
“Oír es entender el sentido, abandonar el borde. Estar a la escucha es estar siempre bordeando el sentido, sin llegar a entenderlo. Para estar a la escucha hay que ser todo oídos. Hay que estirar la oreja, moverse sin moverse del lugar, descentrarse. Estar a la escucha es una actividad pasiva, una pasividad activa. Requiere una atención sin curiosidad ni ansiedad. Una atención intensa”. “A la escucha” de Jean Luc Nancy.


Dice Enrica Lisciani Petrini que el sujeto -que todo sujeto -que escucha es un diapasón-sujeto (1), partiendo de este postulado, voy a  sostener que en la medida en que el psicoanalista no se ubica en la cura como sujeto (ya que el único sujeto del inconsciente allí es el analizante) , sino como objeto, podemos pensar al mismo como diapasón-objeto en la medida en que en él deben resonar  las palabras  tanto en su dimensión afectiva vinculada a lalangue (en el cuerpo del analista) como en la del significante(significado) para poder ser escuchadas.

 Un diapasón es un  dispositivo que se utiliza para la afinación de instrumentos musicales pues “tras un breve momento emite un tono musical puro que permite la disipación de sobre-tonos (armónicos) altos, y que La razón principal del uso de la forma de horquilla es porque, al contrario de muchos otros tipos de resonadores, el tono que genera es muy puro, cuya mayor parte de energía vibratoria está en la frecuencia fundamental  y poca en los sobretonos” (2) A partir de esto, podríamos decir que también el analista  ha de escuchar el tono musical puro de sus  analizantes, la frecuencia fundamental   de su decir, pudiendo desestimar o disipar en su escucha los sobretonos y los semitonos.
Ahora bien, ser un objeto-diapasón, objeto de afinación del decir de sus analizantes,  requiere precisamente de una “pureza” del oído (y del cuerpo como ya  veremos) para la escucha,  que solamente puede lograrse habiendo trabajado en sí mismo en su búsqueda. Es por ello que Freud decía que el analista debe de estar libre de sus propios complejos para poder escuchar en inconsciente de sus analizantes, lo cual solamente se puede lograr con el análisis del propio analista, y acorde a esto, cuanto  más lejos el mismo lleve su propio análisis más preparado estará para dicha escucha, lo cual no es sinónimo de un inconsciente totalmente analizado ya que sabemos que por estructura todo aquel que habla, incluido el analista, está en falta y por tanto, siempre dice más de lo que quiere decir o dice menos de lo que supone decir , es una cuestión de estructura del lenguaje. Entonces como hablantes estamos siempre en posición de analizantes.la diferencia del analista con el analizante es que el primero está advertido de este tope estructural. Es por eso que (3) plantea que:
“Cuando se produce un fin de análisis se seguirá escuchando el inconsciente sin la presencia de aquel con quien se analizaba.
Esto no es auto-análisis ya que implica una división subjetiva y una destitución por la cual puede escuchar el inconsciente como si fuera otro, leerlo como un texto puesto en acto por ejemplo en el lapsus o en lo que le retorna de la escucha de las otras personas, este trabajo continúa después de un análisis. Y si verdad y saber se diferencian, en este punto la pregunta dirigida al otro como quien detenta el saber se disolverá, no tanto por la dimensión de la impotencia, es decir porque aquel no sabe lo suficiente, porque es impotente en comparación al saber que se le atribuye, sino por la dimensión de imposibilidad.
Lo que se adquiere en un análisis no se limita a la aceptación de que no se sabe todo, que no hay repuesta para todo, que las respuestas son variables, etc.. Eso es correcto y es así, pero no es suficiente; el punto central no es ese sino la adquisición de la convicción de que no todo es saber.
Esto suena parecido pero no es exactamente lo mismo.
Si hay efecto de sentido es como resultado de la metáfora y si hay metáfora es porque hay significación fálica. Si no todo es saber por lo tanto no todo es cernible en el campo de los significantes, ese no-todo ubica algo que está por fuera y que una de las maneras de nombrarlo es como lo que excede al significante, o lo que resta de él, es lo real o el objeto o también lo que es no-todo fálico.
¿Un fin de análisis produce un analista? Sí, aunque el habiendo sido analizante no se dedique a la práctica del psicoanálisis. ¿Por qué produce un analista? Porque si no-todo es saber, eso en lugar de impotentizar habilita algunos saberes. Saber algo. Por ejemplo saber que no hay una estación del recorrido que se llamaría Verdad Absoluta, que no hay saber todo de la verdad, que no existe el Otro como no barrado.
Por otra parte habrá saberes posibles que se podrán ejercitar con los obstáculos de lo real, haciendo algo con la falta, incluso con esa falta en saber.
Esto es un cambio subjetivo respecto a la búsqueda obsesiva del saber. Esa transformación subjetiva implica contar con el deseo. Insisto, la cuestión no es tanto que no se pueda saber todo sino que no todo es saber por lo cual no todo es accesible al saber”.

QUE IMPLICA SER DIAPASON -OBJETO, UN EJEMPLO CLÍNICO.

Mi interés en este tema surge a raíz de que varias personas, profesionales del ámbito psicosocial (no psicólogos) tienden a pensar que un/a psicólogo/a ha de ser impermeable a los afectos. Cuando una comenta que lo que alguna persona le dijo la dejó angustiada, con deseos de llorar, o los efectos que sean  en el ámbito de los afectos, tienden a decir: “¡pero si eres psicóloga!, imagínate entonces como puede afectar  a alguien que no lo es!” , como dando por supuesto que si eres psicóloga no habrías de sentir. Y  por el contrario, estar en posición de psicoanalista, y aún de psicóloga  no implica para nada  no sentir ni dejarse afectar por lo que dice el sujeto, sino todo lo contrario. Además, de que no es posible no afectarse; porque siempre toda persona es afectada por lo que otros dicen, ya sea que experimente el afecto en cuestión aceptándolo o se defienda del mismo, en cuyo caso lo que aparecerá será justamente la defensa,  este estará presente en ausencia, reprimido: por ejemplo, frialdad o ausencia de llanto ante la muerte del ser más querido por el sujeto. 

En el caso de una analista, es por el contrario  muy conveniente que el mismo sea capaz de dejarse afectar por lo que dice el sujeto, sin recurrir precisamente a defensas ante lo que está experimentando que le impidan registrarlo, como ser que lo repriman, lo bloquen, o lo nieguen, porque estos  forman parte de lo que ha de ser escuchado, que le posibilitará entender lo que le sucede a la persona. Asimismo, es importante que sea capaz de saber que hacer desde su función con lo que está experimentando: qué hacer con esos afectos producidos por la posición de objeto de goce, y no solamente de saber y de amor en el que la  demanda del analizante lo coloca en la Transferencia. Y saber  no responder al mismo como persona, sino como analista, con su deseo de analista.

 En el caso que plantearé a continuación, el analista debe ser capaz de discriminar  la seducción que la joven le dirige de su persona: valerse de ella, o sea registrarla y saber qué sentido tiene en la demanda que le dirige la misma, pero no responder ni con goce sexual ni con amor (aunque sí sostener el engaño del mismo), pues como dice Lacan:  solo el amor (de transferencia)  permite al goce condescender al deseo, se trata de  separar/se  separarla de ese lugar de objeto de  la demanda (que me  folles/ser follada y para ello ser amada/ que tu me ames ) para promover la metonimia del deseo…, por ahí , ser cuidada , protegida, ayudada, para que pueda ser amada y tener relaciones sexuales con  otros que no sean el profesional ( ni el profesor, ni el padre o padrastro como sucede en casos de abuso infantil donde ellos dicen que la niña  era la que los seducía como forma de justificar su abuso) y  encuentre cierta satisfacción en ello, más que sufrimiento.

Poder hacerlo requiere del análisis personal, pues en caso de que el analista no pueda ofrecerse como diapasón objeto, su entendimiento del analizante estará muy limitado, cuando no imposibilitado pudiendo dar lugar a todo tipo de acting out , al no inicio de la cura o a su interrupción.

El analista diapason-objeto escucha no solamente con el oído, no escucha solamente el significante,   sino que escucha con todo el cuerpo; el mismo es como una especie de caja de resonancia y por tanto, lo que el analizante le dice produce efectos en su cuerpo. Toda palabra produce efectos en el cuerpo de los sujetos, efectos primarios ajenos aún al significado, primordialmente centrados en el sonido de la voz y aquellos aspectos de la lengua  que Lacan vincula a lalangue (ritmo, melodía, tono, etc.).Lalangue va haciendo cuerpo pulsional, cuerpo de goce antes que de sentido (significante).

El analista escucha a nivel significante lo que el sujeto analizante dice, pero a la vez escucha es en su cuerpo a lalangue, y así podrá experimentar por ejemplo angustia, o incluso deseo o excitación  sexual  sin que el analizante necesariamente esté diciendo  que está angustiado o excitado sexualmente. Y esto que es registrado por el analista en su propio cuerpo es fundamental para escuchar y entender o que le sucede al analizante, así como  el lugar en que éste  se ubica ante el analista y el lugar en que el mismo a su vez ubica al analista como objeto en  relación al goce en la Transferencia.





UN CASO CLÍNICO.

Mantengo un encuentro que deviene un símil de entrevista en un ámbito institucional  con una joven de 22 años. Digo símil, porque ella se dirige a mí en varias oportunidades para solicitarme diversos objetos que yo he de brindarle en mi rol de  educadora en esa institución donde se encuentra, y de manera espontánea e informal- como sucede muchas veces- a instancias mías en este caso, como veremos, me cuenta algo de la situación por la cual se encuentra allí y su problemática familiar.

 En su manera de acercamiento percibo una actitud seductora aparentemente inocente, se comporta como una especie Lolita (personaje que me viene  a la mente en esos momentos): se mantiene de a  ratos  en silencio y sonríe , usa un  tono de suave, “gatuno”,  hace  caídas de ojos,  y se queda en el despacho esperando algo….que no dice con la palabra, pero que yo escucho en mi cuerpo: siento una especie de presión y rigidez en el cuerpo, una incomodidad y un gesto- que controlo- de alejarme físicamente ante sus marcados  intentos de acercamiento. 
A su vez experimento  atracción: pienso que  es muy guapina, y tiene una suavidad y un poder de seducción típico de la histeria que pienso que la hará meterse en muchos problemas, ya que deduzco en base a su efecto en mí, que es probable que  las personas  con las que se encuentre tiendan a responder activamente a su actitud marcada e inconscientemente seductora , encontrando llegado el caso, los típicos malentendidos de: “tú me sedujiste y luego te haces la desentendida o pretendes que no fue así”, por  no decirlo de manera grosera,  como quizás en algunos casos suceda.      
En medio de esta situación ella dice: “pensarás que soy una pesada, siempre te estoy buscando…para algo”.

Desde mi lugar profesional de “educadora con recursos del psicoanálisis” la intervención pasa por  poner  límite a esa seducción, para lo cual intervengo  intentando que la palabra medie lo pulsional. Le pregunto  por qué esta acá, y le aclaro que no tiene por qué decírmelo, pero que si lo que necesita es hablar, la puedo escuchar. 

Obviamente así le indico mi denegación a su pedido inconsciente. Dice LACAN: “no te doy lo que me pides porque no es eso”, no es el objeto, ni ser el objeto sexual de Otro lo que pides, sino que demandas  ser amada, pero tampoco  es acá que has de serlo, sino en otro lugar, por otros que no son ni  el analista ni otros profesionales. Hablarle y preguntarle es decirle indirectamente qué quieres realmente en lo que  quieres, o sea, que otra cosa pides en lo que pareces pedir, o por qué pides eso que pides y que ni tú sabes bien  lo que es,  de esta manera tan sexualizada. Dar lugar a la palabra (simbólico)  implica la puesta de  un límite  a la demanda que se presentaba como del orden de lo pulsional (goce) ilimitado, e instaurar la dinámica de la metonimia del deseo.

Ante mi respuesta ella habla: me cuenta una historia de un enorme desamparo. De su alejamiento prematuro del hogar familiar, de la pésima relación con sus padres y fundamentalmente con su madre quien nunca la ha querido., de su imperiosa necesidad de ser querida por esa madre. Puedo escuchar también  cómo esa indefensión es lo que la hace vincularse rápidamente a cualquiera que le dé una mínima muestra de afecto, a personas que  luego terminan haciéndole daño.

A medida que avanza en su relato y va dando más información sobre ella y sobre su vida, empiezo a sentir una opresión en el pecho que aumenta, y que registro a nivel de pensamiento como una señal de angustia, mucha angustia, hasta ganas de llorar y un poco de pena.

Ella continúa contando aparentemente impasible, sin dar muestras de haber experimentado la angustia  que yo sí siento.

 Así, soy yo quien experimenta la dimensión enorme de su desamparo. Pienso en la multiplicidad de peligros a los que está expuesta estando sola, y más con esa actitud suya inocentemente seductora con que parece andar por la vida, la que en muchos casos puede ser irresistible para muchos adultos porque convoca los fantasmas perversos polimorfos de la sexualidad infantil. Pienso en sus padres y en sus posibles dificultades, para sostener su función,  me enfado con ellos y trato de entenderlos o justificar su actitud de no cuidado, pienso en mi hija y en que nunca se me ocurra lanzarla así ¿a  la vida?, sean cuales sean las dificultades que podamos tener…
Mientras pienso todo esto, la angustia comienza a disiparse. Y entonces le digo algo así como  que debe de ser muy difícil, angustiante y hasta aterrador para ella, sentir que está sola y  que no puede contar con nadie para que la apoye, que parece un bebé indefenso que intenta o se esfuerza en comportarse como adulta, como más madura de lo que en realidad ella se siente, porque no le queda otra, y que hacer  eso es  a la vez que terrible, muy valiente de su parte.

Me dice que sí, pero que ella necesita a su madre, que quiere poder  arreglar las cosas con ella, pero que es inútil, y que  ya se lo dijo su educadora,  que se deje  de intentar eso, que asuma que está sola y se valga de la ayuda que el brinden acá para salir adelante.

Pero obviamente una adolescente necesita aún el amparo de adultos responsables, por lo cual difícilmente ella pueda resignarse a no intentar un acercamiento con la misma.
Como puede apreciarse, es necesario contar con los afectos para entender y   no solamente con la información que ella brinda sobre su historia. La angustia en este caso, también posibilita entender su problemática: es tal el nivel de desamparo y al angustia que ello le produce que busca a alguien para que la proteja y lo hace de manera seductora, quizás porque ha aprendido que solamente le prestan atención cuando se comporta de esa manera, o que es así solamente que puede atraer a alguien, lo cual la hace muy vulnerable a intercambiar sexo por señales de amor y cuidado. Ella da sexo pero busca amor, o da sexo a  cambio de amor, ellos piden sexo y creen que ella también quiere dar y pide solo sexo.  Pero la demanda fundamental es de amor, y  está dirigida a  alguien (hombre o mujer indistintamente quizás) para que cumpla una  función madre: amparo, sostén, y límite o norma  también.

La problemática que presenta esta joven es cada vez más frecuente, cada vez hay mayor  abandono y  desamparo, y  cada vez más prematuro, de parte de  muchos padres,  así como otros agentes sociales e instituciones, respecto de los más  jóvenes y aún a los  niños. Cada vez más jóvenes salen al mundo adulto sin la  madurez necesaria para saber cuidar y respetarse a sí mismos, y por tanto sabe hacerse respetar por los otros. Cada vez están más confundidos en roles adultos o con adultos, ofreciéndose como objetos sexuales de manera prematura, en un intento por acallar su vivencia de desamparo.






(1)    en su Introducción al libro All’ascolto (A la escucha) de Jean-Luc Nancy, citado en “La voz de Claudio Rodríguez: propuesta para una escucha crítica” Alessandro Mistrorigo (Queen Mary, University of London):

“Todos y cada uno de nosotros somos “diapasón-sujetos” tocados por los sonidos que nos alcanzan y nos penetran continuamente de y por todas partes. Es más: penetrándonos estos sonidos resuenan dentro de nosotros, mueven nuestras membranas auriculares y producen ecos en las cavidades más internas de nuestro cuerpo. Cavidades desde las cuales, también sentimos originarse nuestros propios sonidos, nuestra propia voz. El sujeto a la escucha, es decir este diapasón-sujeto, siempre está dentro de los sonidos a los que, resonando, él mismo puede acordarse tal y como ocurre con un instrumento musical. Ahora bien, de tales sonidos, algunos son simples ruidos, mientras que otros son sonidos inteligibles, como las palabras –o mejor dicho, como la voz–.”

(2)    En Wikipedia.

(3)    “Análisis de los analistas:¿terminable o interminable?, Juan Carlos Mosca en psyquenavegante.org




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