“Querido
Cheng, usted ha conocido una serie de
rupturas en
su vida, usted sabrá transformar estas rupturas en vacío mediador,
actuando,
lo que le va a permitir re-enlazar su presente a su pasado y, al final,
usted
estará en su tiempo”. Jaques Lacan.
Maluenda E., “Un nuevo lazo con el pasado” en Revista
Enlaces N| 12, -Grama , Bs.As. 2007, pág.27,
Laurent,
Ë., “El Tao del psicoanalista”, El Caldero de la Escuela 74, Bs.As. nov.dici.
1999
En
estos tiempos en que cada vez son más las personas que debido
fundamentalmente a la crisis de desempleo, van quedando excluidas o al margen
del sistema social, como objetos de desecho del sistema capitalista, se
requiere más que nunca de nuevos modelos
de intervención social y psico-social que posibiliten a las mismas recuperar su lugar de sujetos. Ello requiere
ayudarlos a salir de ese lugar de pasividad y victimismo en que muchas veces
ellos mismos se ubican (y que es también el que muchas veces les es otorgado y
reforzado por las propias instituciones y
profesionales que pretenden a ayudarle a salir de la misma), proyectando toda la
culpa de lo que les sucede en términos de exclusión y pérdida en el funcionamiento del actual sistema socio-económico.
.
Sin
dejar de reconocer la enorme y brutal incidencia en la actual exclusión que
padecen muchas personas, del sistema socio-económico neo-liberal, de nada sirve
mantenerse en una actitud de protesta y
enfado generalizado. proyectando toda “la culpa” en el sistema. Para poder
cambiar la misma, se requiere de la asunción de responsabilidad subjetiva que
permita al sujeto adueñarse de sí mismo o como dicen actualmente empoderarse.
Efectivamente, si la situación depende totalmente de ese Otro gozador (del
antes sujeto, ahora objeto de consumo consumido el mismo por “el sistema” que
encarna a ese Otro), y la culpa es toda de ese Otro, encarnado en diferentes otros(políticos,
empresarios) que no responde al sujeto, y entonces “haga este lo que haga, nada puede cambiar”, la
persona queda imposibilitada de realizar cualquier acción que le permita
re-insertarse como sujeto de deseo, quedando muchas veces merced a un
sufrimiento similar al que padece una persona con síndrome de indefensión
aprendida.
Ello no implica tampoco que se
intente hacer recaer a “la culpa” por entero en el sujeto que padece la
exclusión, pues eso además de que tampoco es así, no habilita para salir, al
contrario, sume a la persona en la depresión y de esa manera no logra salir
adelante, pues en ese estado nadie tiene energía para pensar ni hacer para salir
de una situación. Se trata de ir en busca de una toma de conciencia de la responsabilidad (diferente de culpa) que
cada persona tiene en lo que (le) está sucediendo a nivel particular y social, para así recuperar su dignidad como sujeto y cobrar
energía (deseo) para llevar a cabo
acciones individuales y/o colectivas que le permitan salir de la misma.
Las
instituciones y muchos profesionales que trabajan en las ellas tienden a reforzar
quizás si tener conciencia de que lo hacen, o teniéndola, pero debido a que han
de acatar las directivas de la institución para la que trabajan, el
posicionamiento de estas personas en el lugar de víctimas pasivas que necesitan
ser ayudadas, y muchas veces la ayuda es de tipo asistencialista solamente y
para cubrir necesidades básicas (se les brinda alimentos, ropa, dinero para
pagar algún gasto), o en el caso de
aquellos programas dirigidos a desempleados que apuntan a la orientación
y acompañamiento para el empleo, se les brinda herramientas para estar en mejores
condiciones de encontrar empleo (se trabajan habilidades sociales, como hacer
una buena entrevista laboral, como realizar un buen currículo). Ambos tipos de
intervención son del orden de “darle el pescado” directamente, o brindarle una
estrategia y artilugio de pesca que se pretende serán más eficaces. Están
pensadas previamente, protocolarmente inclusive en la mayoría de los casos, y
dirigidas por la institución y/o profesionales que trabajan en la misma, y no cuentan con la
participación activa de la persona a quienes están dirigidas, no tienen en
cuenta su subjetividad: si la persona está en condiciones psicológicas de
llevar a cabo lo que se le propone, si
está de acuerdo, cómo se juega en ello su deseo y sus resistencias al cambio,
etc.
Este tipo de intervención estipulada de
antemano, dentro de ciertos parámetros caracterizados generalmente por la
rigidez, esclerosa el vínculo entre el profesional o la institución y el
llamado usuario o demandante del servicio de ayuda, y también a ambos miembros
del mismo que se mantienen fijados a sus respectivas posiciones de saber
autoritario lo que el otro necesita el uno, y no saber o no querer saber el
otro (pues si dice saber y querer saber lo que necesita, y ello no coincide con
lo que la institución y o el profesional que lo atiende considera que necesita
y debe querer, corre el riesgo de no ser ayudado), de darlo el uno y recibirlo
el otro, o solicitar ayuda uno y ayudar
el otro, lo cual lleva muchas veces a la frustración de ambos debido a la repetición ad infinitum del circuito tan bien
metaforizado por el mito de las danaides. Posición de alienación que requiere
de una operación de separación posible, que permita avanzar hacia la libertad
de quien es ayudado, hacia su empoderamiento subjetivo o lo que es lo mismo, hacia su “ser sujeto”, al muchas veces considerado “objeto de
intervención”, y también así liberar al profesional y a la institución de
sentimientos de frustración e ineficacia entre otros.
Y
en lo referido al área laboral y las orientaciones posibles para la búsqueda de
empleo, se realiza sin tener en cuenta un aspecto esencial que es que de nada
sirve saber hacer un mejor currículo u entrevista laboral si el tejido
empresarial no crea empleo, sino que al contrario, lo destruye, y eso implica
que cada vez hay una competencia más feroz entre los desempleados en la
búsqueda de inserción. No se trata de que estas acciones no se lleven a cabo,
pues es obvio que a todas las personas le son de utilidad, más allá de que a
unas sí les permitirán encontrar un empleo y a otras igualmente no, sino de
pensar otras posibilidades.
Y
eso, debido precisamente a que no hay empleo creado o que esté siendo creado
para poder dar trabajo a toda la gente desempleada que hay, como tampoco
organizaciones que puedan brindar todas las ayudas necesarias cuando cada vez
más personas son “víctimas” de la
exclusión. Por lo tanto es hora quizás de que vayamos pensando que cada persona
ha de intentar por lo menos, inventarse su propio empleo o reinventarse para
poder re-crear un lugar laboral posible entre los intersticios del sistema.
Poder llegar a hacerlo, implica antes
que nada reinventarse, recrearse a sí mismo como persona, empezar a descubrirse
y conocerse de nuevo, descubrir en un doble sentido a aquella persona,
posiblemente aquel niño o joven que fui y que en aquel entonces estaba movido
por el deseo, (motivado),recuperar el “yo” auténtico, que años de lo que llaman
educación y orientación para el empleo, domesticaron y reprimieron hasta
hacerlo casi desaparecer , para adaptarse, cercenando su vocación y sus sueños,
a un Dios Mercado que les prometía el Paraíso del pleno empleo, adaptarse hasta ser
un perfecto desconocido para este otro mi mismo que la persona es hoy.
Y a
partir de ese reencuentro o nuevo encuentro
en realidad con él o ella mismo/a, poder valorizar y vibrar “reivindicando el
espejismo de intentar ser uno mismo” (trabajar el conocimiento personal y la autoestima
), porque solo ello permite empoderase, tener el poder y dominio sobre sí
mismo, saber lo que se desea y ponerse en marcha con energía para hacerlo, recuperar quizás aquel hobby
tan insignificante que parecía no tener más valor que ser solo eso, un
pasatiempo, y ponerlo a trabajar para generarme un empleo. Porque la energía,
la motivación o lo que en psicoanálisis llamamos deseo, solo es posible si
estoy conectado con mi ser auténtico, o más bien si soy, si me logro recuperar
de ese Otro (convenciones o exigencias “adaptativas” sociales excesivas) en
quien me había perdido. Lugar de máxima libertad subjetiva, de encuentro y
permiso para la diferencia, para que
cada quien sea lo que es, y por tanto haga acorde a su ser.
Ello daría lugar a
que muchas más personas pudieran re-ubicarse socialmente, auto-emplearse,
auto-regenerarse pues no sucederá, como
temía una persona a quien le hacía este planteamiento, que nadie va a querer
limpiar o hacer otras tareas que ella suponía horribles, ni habrá
superpoblación en las profesiones que más se desean, ya que cada cual podrá reinventarse un lugar único entre los
intersticios que el sistema no cubre, y que nunca cubrirá totalmente. Siempre
habrá alguien en cualquier oficio o profesión que si da rienda suelta a su ser
(para lo cual se requiere un nuevo modelo de ayuda e intervención piscosocial),
y esto es, a su creatividad, estará en
condiciones de hacer algo de manera única, y aunque a veces la diferencia entre
el hacer de unos y otros pueda parecer mínimo, ese mínimo tendrá siempre un
valor diferencial que permitirá otro tipo de crecimiento personal y social
diferente al que se ha buscado hasta ahora. Así que se trata de hacer valer la
diferencia.
Y
a esas personas que quizás no les interese más ocuparse de lo que nadie
aparentemente querría hacer (como era limpiar para esta amiga), quizás la
libertad les permita crear algo que supla el tener que ocuparse de hacerlo. Una
persona interesada en la limpieza (modo de goce que se asienta en el erotismo anal como decía
Freud),no solo tiene que canalizarlo limpiando , puede hacerlo intentando crear
mejores detergentes o artilugios que faciliten la misma, desarrollando una línea
de productos de limpieza que respeten la naturaleza, canalizándolo hacia el
arreglo y cuidado de parques naturales, o aún también limpiando casas,¿ por qué
no?, hay gente que le gusta hacerlo.
También he de agregar que para crear este tipo
de sujetos que un nuevo modelo social requiere, se necesita urgentemente
cambiar la educación, salirse de ese modelo que sigue siendo autoritario,
discurso del Amo y Universitario diría Lacan, donde aún el saber y las
directivas de lo que hay que saber, el cómo, el ritmo y la manera
(fundamentalmente repetitiva y teórica), las sigue determinando el maestro o
“los expertos” que no dejan de auto-encumbrarse en las diferentes áreas del
conocimiento en la actualidad, que a su vez cumple con planes que a veces parecen
estar hechos por gente que no sabe nada
de una educación ni de una psicología que respeten el ser de la persona
(“Educar para ser” dice la educadora alternativa Rebeca Wild en su maravilloso
libro). Se necesita un modelo educativo donde lo pulsional, o sea la forma de gozar de cada sujeto sea
considerado: no reprimido en exceso (o que la represión no se la vía única para su tratamiento sin dar alternativas), ni tampoco subsumido a una única forma de goce posible (el consumo sin freno), favorecer en esa alternativa posible a la sublimación de lo pulsional, de forma
tal que se de lugar a un "saber hacer" (praxis o sea encuentro entre la teoría y la práctica, también entre lo
intelectual y afectivo), que tenga en
cuenta esa diferencia, para que la persona pueda aprender "con" y desde las
entrañas, o sea, con y desde lo afectivo. Que el que aprende sea un sujeto
afectado por el aprendizaje, motivado, sujeto de deseo, y no como ahora sucede
con muchos estudiantes y personas que aún teniendo su trabajo, se aburren y están
precisamente faltos de deseo, desmotivados, deseando que llegue la hora de
“borrarse” de lo impuesto por Otros para poder ser un poco ellos mismos.
Cuando
no se respetan las diferencias, sino que se las borra homogenizando tanto a
los alumnos como a los trabajadores, cuando ese aporte diferencial de cada uno
no se tiene en cuenta, y a la persona se la obliga a adaptarse a lo que el Otro
estipula cercenando su "ser" una y otra vez (lo que a él le interesa de eso que
se está abordando, lo que él quisiera hacer o la manera en que quisiera hacer,
etc.),el sujeto reprime su interés respecto a ello, y una parte de sí, -la más
importante porque es el caldero pulsional de donde surgiría toda creatividad
posible-, muere. El sujeto deviene en mayor o menor medida un robot
automatizado, que “más o menos va llevando” su vida educacional y/o laboral
para conformar al Otro social (padre, maestros, empresario, Estado), rindiendo
bajo mínimos a veces, implicándose un poco más quizás también a veces, cuando
por ahí el Otro deja un pequeño resquicio a la libertad del alumno o del
trabajador y permite que una chispa fugaz(fugar) del prisionero prenda e ilumine, aunque solo sea por unas horas o un día, el recinto de la escuela o el comercio (es
que ya casi no hay fabricas!!).
O quizás
a veces, esa chispa de vida y creatividad de la persona asoma inesperadamente,
tomando a todos por sorpresa( por ejemplo cuando el maestro dice: ¡Fulanito hoy
si has estado ¿acertado, despierto, atento, feliz?; yo diría feliz . El niño
debería decir: ¿no será más bien que esta vez
usted sí – suspiro, ¡al fin!- , me ha sabido escuchar y dar lugar a lo
más diferente (propio) en mí?).
Aunque ese estado solo es posible de parte de los más osados, los sobrevivientes que aún conservan agazapada la
fuerza para luchar, y que como soldados de su sí mismo, atentos al momento de claudicación del control del Otro, aprovechan
un mínimo tropiezo, titubeo o distracción del mismo, para por esa brecha hacer asomar la propia chispa , esa, la del
deseo (que es la verdadera chispa de la vida y no la Coca Cola, como nos han
vendido), burlando al fin aunque sea
ocasionalmente, la censura de toda diferencia.
Anabella Rodríguez.
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