jueves, 10 de abril de 2014

a-CERCA DEL TRAUMA EN PSICOANÁLISIS. Actualización del trauma hoy: EL DESAMPARO DEL DESAMPARO.


“(…) el desvalimiento y el desconcierto del género humano son irremediables.”
“De este modo se creará un tesoro de representaciones, engendrado por la necesidad de volver soportable el desvalimiento humano, y edificado sobre el material de recuerdos referidos al desvalimiento de la infancia de cada cual, y de la del género humano
    
 Sigmund Freud, “El porvenir de una ilusión “, 1927.


 Mejor que renuncie quien no pueda unir su horizonte a  la   subjetividad de la época"            
    Jaques Lacan  "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”  

            

“A pesar de todo,
de su  mala fama
de que te acorrala
 y aún te disfama
yo sigo creyendo,
sigo
querer creer
seguir
creer crear creyendo 
que no  hay peor desamparo
que el de la ausencia de la palabra
para  poder aunque sea lejana,
metonímica -mente,
nombrarlo
y poder hacer algo con el mismo”.

            Anabella Rodríguez.


“…    incluso en las condiciones de mayor inclemencia, la explicación, la justificación, el recurso al sentido -aún en su presumible insensatez-, posee una fuerza vital extraordinaria, al ejercer propiamente una función de velo, de velar. Se trata de una especie de trama, de pantalla, de intermediación, capaz de irrealizar la desnudez del acontecimiento, refractando su inmediatez y resguardando aunque sea en un nivel elemental, las condiciones mínimas de su posible subjetivación; una delgadísima malla que recubre con alguna opacidad la crudeza del hecho”   
                                      “Trauma y desamparo” Mario Pujó (vivilibros.com)




Hay algo del orden del azar, de la tyche o tuje que Lacan toma de Aristóteles, para teorizar el trauma, ese encuentro con lo real, y del automatom que hace que en una misma semana (la última de este marzo próximo pasado) en mis dos lugares fundamentales de residencia (Montevideo donde viví hasta que emigré a España, y Asturias, específicamente en  Gijón donde ahora vivo) se estuviera hablando al mismo tiempo del trauma.

Mientras que en Montevideo Mauricio Tarrab- presentado y comentada su exposición por Jorge Bafico, ambos psicoanalistas-, hablaba en una conferencia en la Facultad de Psicología acerca de “La  actualidad del trauma”, acá en Gijón,  Miralpeix psicoanalista del Foro psicoanalítico de Barcelona, dictaba su conferencia “La dimensión traumática de la sexualidad humana” en la Biblioteca Jovellanos a instancias del foro Psicoanalítico de Asturias, y mantenía una actividad de profundización en el tema con los analistas y participantes miembros de dicho Foro.

Quizás este encuentro de psicoanalistas en torno al trauma se deba a la  ex-istencia  de un real de la clínica  que insiste en  la repetición para poder ser simbolizado (trabajado, cuestionado, pensado, teorizado) por los propios analistas. Lugar del agujero en el saber del analista, trou, troumatisme decía Lacan, algo del orden de lo innombrable a él también lo afecta ante los sujetos que hoy día consultan, quienes cada vez parecen contar menos con la posibilidad de tratar, de bordear ese agujero de lo real inherente a toda estructura, con la palabra. Y esto precisamente en tiempos en que  las condiciones sociales parecen arrojar a muchos a experiencias de despojo donde  la dimensión traumática de las mismas es experimentada con mayor  brutalidad debido a la inconsistencia de las vestiduras imaginarias que al no estar anudadas a lo simbólico, dejan al sujeto ante el puro vacío(diferente de la experiencia de la falta).

Tiempos de crisis, de desamparo globalizado, de caídas de las identificaciones, de los semblantes que antes otorgaban valor y cohesión personal e integración,  y de una cada vez mayor recesión de los   “artilugios” que brindaban sostén social,  los sujetos se ven enfrentados  y cada vez más, a situaciones plausibles de devenir traumáticas pues remiten más cercanamente al trauma en su estatuto originario.  Situaciones que  hacen posible la puesta en acto, o  la actualización repetitiva del trauma originario, sujetos que viven situaciones que los hacen quedar a la intemperie y a la deriva, desnudos y congelados, anonadados  y fijados “en” y “a” situaciones de pánico y angustia, desbordados, o sea, sin recursos  y sin siquiera el recurso a la  palabras frente a algo(una excitación , un goce) que los arrasa: despido laboral e imposibilidad de conseguir  un nuevo empleo,  desahucios, pérdida de todos sus bienes, imposibilidad o dificultad extrema en cubrir las necesidades primarias, viajes que constituyen peligros para la integridad física, ya ni hablar de la psicológica, y que implican muchas veces la muerte real de los embarcados en tales odiseas, migraciones obligadas que los despojan de su tierra real y simbólica, etc.

Y contraproducentemente, ante situaciones que son vividas por el yo como de desposesión subjetiva extremas, que le dejan como seres de despojo, de desecho social, los sujetos también se encuentran muchas veces sin palabras para poder  hacer frente a las mismas; despojado  muchas veces también del recurso que le permitiría estar en mejores condiciones de elaborar el trauma: la palabra, la simbolización , la capacidad de hablar y encontrarle sentido a lo que le sucede en relación a su historia vital, para desde allí poder resituarse vivo, resituarse como sujeto de deseo.
En este sentido me pregunto si se podría hablar de actualización del trauma ya que más que repetición (que supone la castración y la simbolización en la estructura), más bien parecería tratarse de una vivencia “concreta, bruta”  del acontecimiento traumático.

Y si bien lo que es inherente al trauma es precisamente que es un agujero ahí en acto en el origen, en el nacimiento del sujeto psíquico,  para el cual no hay palabras, me hace pregunta cómo se  tramita esa pérdida del objeto (lugar vacío) que uno mismo fue para el Otro, cuando el sujeto se enfrenta a la repetición de lo que sería entonces lo no perdido, si es que es posible hablar de repetición cuando no hay registro de la pérdida. Con esto intento decir, que muchos sujetos en la actualidad no pueden hablar de su trauma , esto es de su agujero o pérdida, ubicándose precisamente como diferente del mismo, diferenciándose aunque sea mínimamente, fallidamente como se da en todo síntoma cuando opera la castración :  soy X que vivo esta situación así y bla bla bla. Y lo que les sucede es que la pérdida imposible de  simbolizar recae sobre el yo psíquico y /o corporal, ellos ocupan el lugar del agujero, del objeto caído y caen o se dejan caer como tales (depresión, suicidio). O en otros casos, la pérdida real como goce  imposible de simbolizar, de apalabrar aunque sea mínimamente, queda  fijada a nivel del cuerpo en algún órgano en una enfermedad de las llamadas habitualmente psicosomáticas, u otras (he visto pacientes en que enferman por ejemplo de  cáncer  en momentos que sufren pérdidas importantes), como si la falta que no falta se intentara marcar sobre el cuerpo. O se presenta como angustia difusa sin relación a ninguna representación como se da a veces por ejemplo en el desborde del ataque de pánico, o en la ansiedad  experimentada también sin que el sujeto pueda vincular la misma a alguna representación y trabajar en una cadena significante asociativamente. 

Quizás precisamente por la complejidad de la clínica actual  los psicoanalistas escuchando a  Lacan: "mejor que renuncie quien no pueda unir su horizonte a la subjetividad de la época", tengan hoy más que nunca en diferentes partes del mundo, la necesidad y la obligación ética que como analistas le es inherente, de abordar el trauma, de hablar del mismo, quizás en parte  debido a que ellos mismos se encuentran muchas veces también desbordados por una clínica donde lo real hace acto de presencia en  sujetos que  se presentan con vivencias de desgarro y sufrimiento extremo que son referidos como simples signos, pues carecen de la envoltura simbólica que permitía- y en algunos casos aún hoy más “fácilmente” permite en  las neurosis- la construcción, de lo que llamamos un síntoma analítico. Sujetos donde el  recurso a posibles  vestimentas simbólicas, a la  protección del lenguaje que permita apalabrar y así elaborar el trauma está cada vez menos disponible en su psiquismos en la actualidad porque también lo está en la cultura que los des-sujeta más bien del lenguaje y así los des-subjetiva o los no- subjetiva.
Se trata también para el analista de saber hacer ahí, con lo que quizás constituye un desafío a la técnica más clásica ya sea tanto la referida a la neurosis como a la psicosis, con estos sujetos que lo enfrentan a una clínica diferente  llamada por muchos  clínica de lo real. Se trata de poder inventar  e inventarse desde otro lugar para poder generar una demanda en el sujeto.




Para entender el trauma y la actualidad, algunos otros textos que me parecen interesantes entre los muchísimos que circulan por internet son:  

_”TRAUMA Y DESAMPARO”, Mario Pujó.
_ “EL SUJETO A LA INTEMPERIE: LA CUESTIÓN DEL DESAMPARO EN FREUD Y LORCA”, M.   Carmen  Rodríguez Rendo.
_”DESNUTRICIÓN SIMBÓLICA Y DESAMPARO”, María Cristina Oleaga.


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