viernes, 27 de junio de 2014

RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS. EL CONFLICTO EN PSICOANÁLISIS. Primera parte. “Yo es Otro” Jean-Arthur Rimbaud

                                                
Esto que hoy escribo surge a partir de una charla taller a la que asistí como invitada en un curso de formación para directores de tiempo libre dirigido a jóvenes. Cuando la docente encargada del curso me propone hablar del conflicto, lo hace interesada en que precisamente realizara un aporte al tema desde el enfoque psicoanalítico, ya que ella se encarga de brindarles el enfoque que del mismo se hace habitualmente desde la psicología.

Sabiendo de antemano que era un grupo conformado por jóvenes con un gran interés  en el juego, el tiempo libre y la creación artística (cine , teatro, literatura) , que algunos son monitores de tiempo libre, otros  maestros o educadores en busca de una “educación alternativa”, me siento  en la libertad de hacer una propuesta en la que la poesía tenga alguna presencia, para decir de una manera más bella lo que he de abordar teóricamente, y también para que los jóvenes tomen conciencia de aquello que sin saber que lo saben ya saben –dados sus intereses- : que hay, que existe un saber del inconsciente del que no solamente el psicoanálisis da cuenta , sino también los creadores, pues es del mismo que éstos  se valen  para hacer su acto de creación, su saber hacer ahí, justo en el borde donde el mismo no cesa de no escribirse ,” lugar” de lo real, del TROUmatisme como dice Lacan para referirse al trauma). Un saber del cual el psicoanálisis ha hecho su objeto de estudio. Saber inconsciente, saber a medias asentado en la muerte, en la falta, que pulsando por entre los intersticios o las  grietas de la tierra cual Perséfone, es el que hace posible que la semilla devenga  fruto  cada vez  en las diferentes creaciones o estaciones de poetas, músicos, pintores, cineastas, actores, etc.




Es así que antes de hablar de cómo pueden hacer para resolver un conflicto que se les presente a ellos con otros profesionales, a ellos con los niños o con los padres de los niños en las actividades donde estén desempeñando su rol ya sea de maestros, monitores o directores de tiempo libre, o de un conflicto que se produzca entre niños y en el cual ellos deban operar como mediadores, enfoco mi charla a hablarles del conflicto que nos habita e inaugura a cada uno de nosotros como sujetos psíquicos.

 El conflicto como originario del sujeto es también lo que posibilitó  el surgimiento del psicoanálisis. ¿Qué fue,  sino el conflicto lo que Freud  escuchó en sus primeras analizantes, las llamadas pacientes histéricas?, que por suerte de pacientes  no tuvieron mucho, y  fue precisamente el psicoanálisis el que gracias a Freud las ayudó a salir  de ese lugar de pasividad que sí tenían y quizás siguen hoy teniendo para la Medicina. Y las ayudó precisamente escuchándolas, dando lugar a su palabra, precisamente el aspecto que toda psicología considera fundamental para la resolución de conflictos. Escuchar al otro, aunque al diferencia del psicoanálisis con la Psicología es que la psicología escucha de yo a yo creyendo que el significante tiene correspondencia biunívoca con el significado y que el yo dice lo que quiere decir, mientras el psicoanálisis considera que ese yo que dice, no sabe lo que dice en lo que dice (lapsus, actos fallidos chistes, sueños, síntomas) pues no hay correspondencia fija entre significante y significado  y un significante puede decir muchas cosas dependiendo de dónde esté ubicado y de su relación con otros significantes; es el Otro del leguaje el que lo dice y dice a través de él. 

Por eso mi  enfoque apuntó a escucharnos  antes que nada a nosotros mismos como seres en conflicto, escuchar esa división del sujeto que es originaria e inaugural de nuestra existencia psíquica entre consciente e inconsciente y entre mociones que como dice Freud responden a diferentes instancias psíquicas o instancias de lo que él llamó el aparato psíquico, que en la llamada segunda tópica estaba conformado por el yo, el ello y el super-yo, con lo cual pretendía entender y darnos a entender cómo somos seres habitados por pulsiones que  entran en conflicto con los valores morales, culturales, en fin, sociales, que el sujeto internaliza, y es el “yo” decía Freud el que intenta mediar entre la satisfacción y la prohibición, o el límite a la satisfacción de las mismas que se hace necesario para poder convivir en sociedad. Así todo conflicto, antes de producirse con los otros, está internalizado en cada uno, de ahí que Freud dijera que “toda Psicología es en rigor Psicología social “(“Psicología de las masas y análisis del yo”), pues no hay posibilidad de existencia de los sujetos sin la cultura y el lenguaje, y eso esta antes de la concepción del propio sujeto, éste nace en un baño de Lenguaje y por tanto de cultura.

Y es esta complejidad la que hace que sea tan difícil resolver los conflictos, pues enfrentados a alguno con otra u otras personas, se juegan todas esas fuerzas contradictorias que cada uno de nosotros tiene en sí mismo. Para sentir que realmente se resolvió un conflicto  con el otro, cada cual ha de  haber podido resolver el conflicto consigo mismo a que ese conflicto con el otro lo enfrenta, conciliar en la solución encontrada a todas esas instancias psíquicas que reclaman su cuota de satisfacción.
 Y para dar cuenta de cómo el conflicto entre el “yo” (sujeto) y el Otro que habita en mí, está desde el inicio pues ese Otro de la cultura, del lenguaje  que internalizamos, con el que nos identificamos  nos brinda sus significantes y nombres recurrí a la cita de Rimbaud : “Yo es Otro”.

 Si yo es Otro, cuando digo “yo”, es el Otro el que dice de mí, se dice en mi.
Y por eso los nombres nos vienen del Otro, incluso el que llamamos propio, que no es para nada propio sino también del Otro, determinado por su goce y su deseo en relación a nosotros como hijos. ¿Qué nombra entonces mi nombre, cuál es mi verdadero nombre?  Habría un nombre del significante y otro del goce; ¿el verdadero será el del goce?
Y para dar cuenta de ello recurrí a una hermosa manera de decirlo, la de  José Saramago en 
“Todos los nombres”:

“Conoces el nombre que te dieron,
 no conoces el nombre que tienes” (  cita del Libro de las evidencias).

¿Habrá entonces que perder todos los nombres del Otro que me habitan para hacerme uno propio realmente propio con el goce?
Somos producto entonces de un conflicto entre el sujeto y el Otro, lo que determina una división subjetiva entre consciente e inconsciente. Qué nombrará entonces el nombre propio de cada uno en el deseo y el goce  parental, que nombres habrá allí ocultos o dichos a medias que dicen de nosotros, y qué dicen en lo que dicen.

“TO BE OR NOT TO BE” dice Hamlet  de Shakespeare.

  SER lo que nos dice el Otro, o no ser, es la cuestión.
   No SER lo que nos dice el Otro, también es la cuestión.

Y ahí dos operaciones de que nos habla Lacan a la entrada del sujeto en el lenguaje, la alienación y la separación, ambas esenciales para devenir sujeto psíquico, sujeto de lenguaje.



Tercera poesía vertical    R. Juarroz.  Poemas de Otredad
2
El otro que lleva mi nombre
ha comenzado a desconocerme.
Se despierta donde yo me duermo,
me duplica la persuasión de estar ausente,
ocupa mi lugar como si el otro fuera yo,
me copia en las vidrieras que no amo,
me agudiza las cuencas desistidas,
descoloca los signos que nos unen
y visita sin mí las otras versiones de la noche.
Imitando su ejemplo,
ahora empiezo yo a desconocerme.
Tal vez no exista otra manera
de comenzar a conocernos.



4
Si uno no es igual a su despertar,
si el despertar lo excede
o es menor que uno,
¿quién ocupa la diferencia?
Y si uno no es igual tampoco a su dormir,
¿adónde se queda su costado despierto
o qué otra cosa se duerme con uno?
¿Y si uno no es igual a uno?
El signo igual parece a veces
la duplicación ensimismada
del menos.



Novena poesía vertical
50
Somos el borrador de un texto
que nunca será pasado en limpio.
Con palabras tachadas,
repetidas,
mal escritas
y hasta con faltas de ortografía.
Con palabras que esperan,
como todas las palabras esperan,
pero aquí abandonadas,
doblemente abandonadas
entre márgenes desprolijos y yertos.
Bastaría, sin embargo, que este tosco borrador
fuera leído una sola vez en voz alta,
para que ya no esperásemos más
ningún texto definitivo.


Octava Poesía vertical  1984.
86
Me están dictando cosas,
pero no desde otro mundo u otros seres,
sino, más humildemente, desde adentro.
Pero ¿quién está adentro,
además de estar yo?
¿O tal vez no estoy yo
y he dejado mi lugar
para que otro me dicte?
Si esto es así,
no importa que el dictado
no lo comprenda nadie.
No importa ni siquiera
que lo comprenda yo.
Ser no es comprender.



“BALADA DE Mí NOMBRE”.
Gabriela Mistral.

El nombre mío que he perdido,
¿dónde vive, dónde prospera?
Nombre de infancia, gota de leche,
rama de mirto tan ligera.

De no llevarme iba dichoso
o de llevar mi adolescencia
y con él ya no camino
por campos y por praderas.

Llanto mío no conoce
y no la quemó mi salmuera;
cabellos blancos no me ha visto,
ni mi boca con acidia,
y no me habla si me encuentra.

Pero me cuentan que camina
por las quiebras de mi montaña
tarde a la tarde silencioso
y sin mi cuerpo y vuelto mi alma.



DESALOJANDO AL EXTRANJERO…QUE HABITA EN Mí.
POR  EFECTO DE LA PALABRA SOY,  EXTRANJERO.      
NO SER LO QUE NOS DICE EL OTRO, TAMBIÉN ES LA CUESTIÓN.


Des-nombrarnos, des-palabra-r-nos. Operación de separación le llama Lacan.

Quisiera poder matar
al extranjero
 que habita en mí.
Matar todos los nombres
del Otro
en mí.
Inventarme
 nuevos nombres,
los que yo
verdaderamente
quiera.



Tenemos dos vidas. La verdadera es la que soñamos en la infancia. La que continuamos soñando adultos en un sustrato de niebla. La falsa es la que vivimos en convivencia con los demás. La falsa es la práctica y útil. Aquella en la que acaban por meternos en un ataúd. En la otra no hay ataúdes ni muertes. Hay sólo ilusiones de infancia. Y grandes libros pintados para ver y no leer. En la otra somos nosotros. En la otra, y no en ésta, vivimos.  (Álvaro de Campos*, “Dos vidas”)
*Heterónimo de Fernando Pessoa.


soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia

Octavio Paz, Piedra de sol.

               

   “PERDER-ME”.  (fragmento)  por Anabella Rodríguez.

                                                                                   “Necesito perderme.
                                                                                     Definitiva
                                                                                     Rotunda
                                                                                      Desesperada mente 
                                                                                      para encontrarme .
                                                                                      Desalojar de una vez por todas
                                                                                       a  … esas otras
                                                                                      que  aún se empeñan
                                                                                       en vivir en mí…”





Las Máscaras” Amado Nervo.


“YO NO SOY YO”  Juan Ramón Giménez.

Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pié cuando yo muera.



NO     Idea Vilariño IV

Quiénes somos
qué pasa
qué extraña historia es ésta
por qué la soportamos
si es a nuestra costa
por qué nos soportamos
por qué hacemos el juego.
                                            (1971)

Alguno de estos días
se acabarán las bromas
y todo eso
esa farsa
esa juguetería
las marionetas sucias
los payasos
habrán sido la vida.
                                 (1963)
No sé quién soy.

Mi nombre
ya no me dice nada.
No sé qué estoy haciendo.
Nada tiene que ver ya más
con nada.
Tampoco yo
tengo que ver con nada.
Digo yo
por decirlo de algún modo.


*****
               YO
Yo quiero
Yo no quiero
yo aguanto
yo me olvido
yo digo no
yo niego
yo digo será inútil
yo dejo
yo desisto
yo quisiera morirme
yo, yo,  yo,
yo.
Qué es eso.
                       (Las Toscas, septiembre de 1969)


EL BAILE DE LAS MÁSCARAS caídas, que se caen.     Anabella Rodríguez Reyes.

He de decirte aún                                                                                    
Bienvenida a la vida
¡este insensato baile de las máscaras!                                                                                
desde antes de nacer
 ya te esperan    
 unas cuantas
podrás elegir
solo a medias
luego cuando ya apresado
sin ellas vivir no puedas
y sacártelas no quieras,
pagarás el más-caro precio
de con ellas con-fundirte,
y más tarde
cuando quizás te adviertas
y quitártelas quieras
y ya no fácilmente puedas
quizás te preguntes
como yo
¿cómo         las pude creer?
             yo me



Se te está viendo la otra... Pedro salinas.

Se te está viendo la otra.
Se parece a ti:
los pasos, el mismo ceño,
los mismos tacones altos
todos manchados de estrellas.
Cuando vayáis por la calle
juntas, las dos,
¡qué difícil el saber
quién eres, quién no eres tú!
Tan iguales ya, que sea
imposible vivir más
así, siendo tan iguales.
Y como tú eres la frágil,
la apenas siendo, tiernísima,
tú tienes que ser la muerta.
Tú dejarás que te mate,
que siga viviendo ella,
embustera, falsa tú,
pero tan igual a ti
que nadie se acordará
sino yo de los que eras.
Y vendrá un día
-porque vendrá, sí, vendrá-
en que al mirarme a los ojos
tú veas
que pienso en ella y la quiero:
tú veas que no eres tú.

Muñeca rusa


(Joan Manuel Serrat)

Dentro de ella se esconde otra, que es como ella, pero no es;
y en esa otra se oculta otra, que esconde otra a su vez.

Una se ve, la otra se adivina, la otra ya fue, la otra será,
y todas son de mentira y todas son de verdad.

Ella es la que se mira al espejo y la que en el espejo se ve.
Es lo que dice su boca y lo que ocultan sus ojos también.

Son muchas y distintas mujeres viviendo en una mujer no más.
Uno no puede querer a una sin querer a las demás.

Ella es como una Matryshka.
Ella es como una muñeca rusa...
Ella es como una muñeca...
Ella es como una...
Ella es como...
Ella es...
Ella.


Y aunque nadie sabe quién es ella, ni lo que ellos para ella son,
todos cuentan la feria según como les fue en el frontón.

Que si la oruga o la mariposa, que si la reina del ajedrez,
que si el infierno o el paraíso, que si el agua o si la sed.

Cuántos quisieran verla entregada, como la playa en la bajamar,
con sus secretos a la intemperie y sus arenas por hollar.

A mí me basta con ser para ella la misma cosa que siempre fui:
el viejo osito de felpa que abraza para dormir.



Para
Quitarnos los nombres del otro que no deseamos.
Hacernos uno propio
desde el cual poder defender lúcidamente en caso de conflicto nuestra originalidad, nuestra diferencia,
hemos de antes que nada, escucharnos a nosotros mismos.
ENTONCES…


“Hay que inventar respiraciones nuevas...” Roberto Juarroz.
Hay que inventar respiraciones nuevas.
Respiraciones que no sólo consuman el aire,
sino que además lo enriquezcan
y hasta lo liberen
de ciertas combinaciones taciturnas.

Respiraciones que inhalen además
las ondas y los ritmos,
la fragancia secreta del tiempo
y su disolución entre la bruma.

Respiraciones que acompañen
a aquel que las respire.

Respiraciones hacia adentro del sueño,
del amor y la muerte.

Y para eso hay que inventar un nuevo aire,
unos pulmones más fervientes
y un pensamiento que pueda respirarse.

Y si aún faltara algo,
habría que inventar también
otra forma más concreta del hombre. 


Cada cual ha  de crearse…  a sí mismo.
Undécima Poesía vertical 1988.


Cada cual ha de crearse…   
3
Una escritura que soporte la intemperie,
que se pueda leer bajo el sol o la lluvia,
bajo el grito o la noche,
bajo el tiempo desnudo.
Una escritura que soporte lo infinito,
las grietas que se reparten como el polen,
la lectura sin piedad de los dioses,

la lectura iletrada del desierto.
Una escritura que resista
la intemperie total.
Una escritura que se pueda leer
hasta en la muerte.

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