lunes, 16 de julio de 2018

a-V-ATARES DE UN ENCUENTRO MARAVILLOSO…CON LA VIDA.



a-V-ATARES  DE UN ENCUENTRO MARAVILLOSO…CON LA VIDA.


Gracias a Ana Martín Puigpelat especialmente, por su poesía  que también hace sin querer en su hablar, y a Laura Salino por su comprometida y lúcida lectura.

Propongo una lectura psicoanalítica y algunas reflexiones  a partir de   fragmentos del diálogo entre la poeta Ana Martín Puigpelat y la psicoanalista Laura Salino, en  2º Encuentro de Psicoanálisis y Poesía organizado por el Foro Psicoanalítico de Madrid en el Colegio de Psicoanálisis de dicha ciudad, el 11/5/2018.



Existió una naranja
pequeña como el mundo de tus ojos
fui incapaz de comerla
y la devolví al árbol nuevamente 
por no verla morir entre mis manos
     ("Naranjas robadas")                                                                                                                                   

     
Tu infancia es sólo un río detenido/ a las sombras de todos  los naranjos” (“El descanso del viento”)



Dice la poeta : “Naranjas robadas “ sale de una idea sencilla; el libro anterior era terrorífico,  “Los enemigos del alma” donde me meto en cuestiones más duras como la guerra, la guerra, el demonio y la carne, que son las tres partes del libro…coinciden con una situación personal y una vivencia dura como es una enfermedad. Empezamos con la guerra, ese mal que siempre nos queda de la infancia…, es evidente que yo, cualquiera de nosotros hemos vivido con guerras, aunque no hayamos vivido una guerra cercana , en el telediario todos los días hay guerra, y pasamos de ahí a hablar del demonio, de esa imposibilidad de ser feliz, y justo cuando lo acabo y tengo que empezar el tercero que tenía “la carne”, que no sabía muy bien por donde abordarlo, tuve una situación personal que tuve que pasar en cama durante algún tiempo ,y ahí de esas cosas que surgen dije: yo si me levanto de esta cama tengo que ir a Auschwitz, porqué no lo sé, yo creo mucho en la memoria genética  y creo mucho que en que hay muchas personas anteriores, y ahí me buscaba entre las fotos pero no me encontré, pero sí encontré esa tercera parte….

-Te encontraste en las fotos- le dice la psicoanalista que la entrevista, Laura Salino.

-No, no me encontré, me buscaba pero no me encontré, y escribí esa tercera parte, pero a lo que voy es que fue todo muy duro, muy costoso y era como ¡ay! yo quería escribir algo más alegre dentro de mi tristeza natural congénita, y quería algo más fresco, y esto fue tan sencillo como que estaba en Valencia y una persona que conozco me contó la historia de que cuando iba a trabajar un día se paró junto al huerto del tío Moncae? Y robó una naranja y era la más rica que había tomado en su vida y entonces fue a partir de ahí que me vino “Naranjas robadas” y a partir de ahí salió el libro, porque ya metiéndome en cuestiones de creación el título es lo primero.
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Los enemigos del alma que son la guerra, el demonio, la carne, diferentes y no,  por momentos metonímicamente equivalentes, tres partes del libro… de la Vida que nos impiden “ser feliz”: lo Real de la Vida, lo que atenta contra la vida y que solamente es  soportable convirtiéndolo en libros-significantes puesto que al nombrarlos,  el hacer “de” y “con” ellos  poiésis, permite al sujeto poético y a todos los humanos, mantenerlos a distancia. No siempre, ya que la poeta dice haber  sufrido una enfermedad,  signo que hace presente lo indomeñable de la carne y su resistencia al significante. La carne que la poeta dice no saber en ese momento como a-bordarla  a bordear-la. No saber cómo hacerlo la enferma, la pulsión de muerte ganando, provisionalmente al menos, la  guerra entre Eros y Thánatos , guerra que desde  la infancia todos conocemos más allá de las guerras que también… la repiten. Y ahí una especie de ¿promesa al Otro simbólico?, ¿conjuro?  ¿compromiso al pago de alguna deuda? (deuda- deudo- duelo) cuyo porqué el sujeto desconoce: “si yo me levanto de esta cama tengo que ir (deber=deuda moral) a Auschwitz”, porque hay una memoria genética en la que la poeta afirma creer, genética no por los genes, sino por  provenir de las generaciones anteriores: una deuda histórica (que desplaza y reparte la culpa entre todos y que también  hace seguramente enlace con las deudas personales /familiares de cada cual ) con todos aquellos que perdieron las guerras y la vida. ¿Y la culpa por sobrevivir , por estar viva? Una culpa transgeneracional, histórica, que afecta en más o en menos a cada quien. Dice la poeta en relación a este punto: “yo ahí me buscaba en las fotos…. (de los muertos) y no me encontré” No se encontró y sí, no para la muerte, ya que no estaba muerta, aunque ¿lo hubiese creído, esperado por sentirse en deuda, culpable?, y sí para la vida: “ encontré esa tercera parte de La Obra: La carne”, su carne viva. Y al escribir  sobre la carne/cuerpo que regresa de la muerte, o que logró salvarse, o que fue rescatada por sí misma  de la muerte en ese acto, a pesar de lo costoso y duro que dice que fue (no puede ser nunca de otra manera).

 Y dentro de esa tristeza de la muerte atroz, ( tristeza congénita no solamente para la poeta, como ella parece creer, sino para todos los que logramos palpar la melancolía que de la pérdida de la vida , la muerte supone), a ella, y a todos nos gustaría escribir algo alegre, algo más fresco(vivo) que le vino, como viene casi siempre  todo lo que es vital, de forma sencilla, y  de un encuentro  azaroso (*) : una anécdota sobre el robo de una naranja que según la persona que le contó la anécdota  “era la más rica naranja que esa persona había probado en su vida”. Y que mejor referencia al estar vivo que el comer, saborear la naranja de la vida.

Y a partir de ahí, de ese duelo, ese  dejar caer la tristeza, a la poeta le vino “Naranjas robadas” porque cuando se trata de creación el título, el nombre , el significante, sin lugar a dudas es lo primero…para salir  mediante el mismo del agujero o vacío de la nada-muerte.
Y es que a la muerte hace falta muchas veces robarle… las NARANJAS de la vida.
Entonces, se deprende de lo anterior algo aparentemente obvio: que  no puede haber poiésis sin robo.
En este sentido, la psicoanalista dice en este diálogo que ella entró en la obra de Ana Martín Puigpelat  por “Naranjas robadas”, quizás porque ella es desobediente y le gustó el título por esto de una infracción de la ley. Y se me ocurre que justamente para crear hay que infringir la ley, que no es más que ley del lenguaje.

La poeta aborda en su obra también este tema:
“este verso me suena y le pido perdón si tiene dueño” (“Naranjas robadas”) “Tengo un oficio mentiroso, infernal pero me gusta”

 Y  en el diálogo Ana dice: “es que  eso me pasó, según lo estaba escribiendo dije , uff ésto como me suena, no puede ser mío, pero bueno , ya lo he escrito.”… Y cuando me puse a escribir Lyon quería hablar sobre la resistencia y salió eso y tal,  y al cabo del tiempo releo “La suite Francesa” de Nemirovsky y  me di cuenta de que lo que estoy contando ya estaba en “La suite francesa”, que yo había leído pero bueno, en el momento que me pongo no, no estoy…y me da igual, ni le voy a quitar mérito al libro ni muchísimo menos al de N. que es maravilloso. Pero…vuelvo a esa idea de que en mi memoria genética debe de haber ahí, aunque no es tan lejano, eso lo podría haber vivido mi abuelo, aunque solo sea haber ahí el miedo, el  haber leído algo sobre ello”.
Y es que la memoria genética, del génesis, o sea  histórica, hace trasmisión transgeneracional  de los traumas , y hay repetición significante (automatondice Lacan) a la espera de que se lea para que  algo nuevo(poiésis) se haga ahí.

 (*) El azar tyche en psicoanálisis es opuesto al automatom, tyche encuentro fallido con lo real donde en vez de repetir la melancólica tristeza de la pérdida genética=agujero de origen (ya que en el origen siempre está la muerte),  la poeta crea (da vida)  algo nuevo, valga la redundancia: fresco, alegre, colorido, naranja. Ella misma habla de “construcción de la sombra” en otro poema de “Apuntes para un génesis”, y habla de que la sombra es un monstruo que más allá de que pensemos y creamos que viene del Otro (padres etc.) construimos nosotros mismos, y del cual “hay que tener el coraje de defenderse” ¿Cómo?-le pregunta Laura Salino , y dice Ana Martín P.: “crear con la sombra, no hacerte amigo de ella, porque es imposible, pero sí sacar los materiales con los que puedes crear”. .. “que finalmente es una alegría”-concluye Laura Salino… pues como refiere  Laura que dice  el escritor Juan José Saer:

 “mi sombra no me impedirá trabajar”



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