lunes, 14 de diciembre de 2009

Literatura y Psicoanálisis.

Releyendo “Memorias de Adriano” me convocan como psicoanalista-entre otras que hoy no he de citar- estas frases del “Cuaderno de notas” de su autora, Margarite Yourcenar :

“Todo se nos escapa, y todos, y hasta nosotros mismos. La vida de mi padre me es tan desconocida como la de Adriano. Mi propia existencia, si tuviera que escribirla, tendría que ser reconstruida desde afuera, penosamente, como la de otra persona; debería remitirme a ciertas cartas, a los recuerdos de otro, para fijar esas imágenes flotantes. No son más que muros en ruinas, paredes en sombra. Ingeniármelas para que las lagunas de nuestros textos, en lo que concierne a la vida de Adriano, coincida con lo que hubieran podido ser sus propios olvidos.

Lo cual no significa, como se dice con demasiada frecuencia, que la verdad histórica sea siempre y en todo inasible. Es propio de esta verdad lo de todas las otras: el margen de error es mayor o menor”.

“El hombre más apasionado por la verdad, o al menos por la exactitud, es por lo común el más capaz de darse cuenta, como Pilatos, de que la verdad no es pura. De ahí que las afirmaciones más directivas vayan mezcladas con dudas, repliegues, rodeos que un espíritu más convencional no tendría. En ocasiones, aunque no a menudo, me asaltaba la impresión de que el emperador mentía. Y entonces tenía que dejarle mentir, como todos hacemos.

“Me di cuenta muy pronto de que estaba escribiendo la vida de un gran hombre. Por lo tanto, más respeto por la verdad, más cuidado, y en cuanto a mí, más silencio”.

“De alguna manera, toda vida narrada es ejemplar; se escribe para atacar o para defender un sistema de mundo, para definir un método que nos es propio. Y no es menos cierto que por la idealización o la destrucción deliberadas, por el detalle exagerado o prudentemente omitido, se descalifica toda biografía: el hombre así construido sustituye al hombre comprendido. No perder nunca de vista el diagrama de una vida humana, que no se compone, por más que se diga, de una horizontal y de dos perpendiculares, sino más bien de tres líneas sinuosas, perdidas hacia el infinito, constantemente próximas y divergentes: lo que un hombre ha creído ser, lo que ha querido ser, y lo que fue”.

“Aunque sea obvio decirlo, siempre se erige un monumento de acuerdo con el gusto de cada uno. Y no es poco emplear solo piedras auténticas”.

“Todo ser que haya vivido la aventura humana vive en mí”.

“Esforzarse es lo mejor. Volver a escribir. Retocar, siquiera imperceptiblemente, alguna corrección. “Es a mí mismos a quien corrijo- decía Yeats- al retocar mis obras”.

…. Pero he dejado de sentir a esos seres, su inmediata presencia, esos hechos, esa actualidad; permanecen cerca de mi, pero desordenados, ni más ni menos como los recuerdos de mi propia vida. Nuestro intercambio con los demás no se produce más que por un cierto tiempo; se desvanece una vez lograda la satisfacción, la lección sabida, el servicio obtenido, la obra acabada. Lo que yo era capaz de decir ya está dicho; lo que hubiera podido aprender ya está aprendido.Ocupémonos ahora de otras cosas”.

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