jueves, 25 de junio de 2015

"LAS COSAS QUE ME GUSTAN" XUAN BELLO.

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Estoy leyendo  “Las cosas que me gustan”  de  Xuan Bello.

Y voy a  compartir  fragmentos de uno  de de su prosa poética.
¿Por qué este relato? Porque en el mismo, como en todos los que conforman el libro hay poesía, (pero alguno había que elegir), porque me sentí identificada y leída, y por tanto conmovida por el mismo.


"EL MAPA".

Antes que los libros amé los mapas. Quizás por eso ahora siguen fascinándome. Solo muy recientemente he caído  en la cuenta de la etimología de la palabra orientación. Nosotros los asturianos decimos nortiar, buscar el norte, pero orientarse es buscar el oriente. Los mapas medievales (como el magnífico del Beato de Liébana)nortiaban hacia el oriente, hacia Belén donde había nacido Cristo. En el cajón de la cocina de Paniceiros se conservaba, junto a las gafas de la bisabuela Eugenia, un atlas escolar que había sido de mi tío José Manuel en sus años de estudiante en Courias. Creo que fue el primer mapa que examiné, el primer mapa que analicé pausadamente. Después de la cena, que se hacía muy temprano, mientras los mayores jugaban a la brisca o escogían alubias, yo fatigaba, una y otra vez, aquellas estampas de continentes, océanos y mares que proponían más que viajes futuros –alguno terminaría realizando con el tiempo-, viajes interiores en los que aún sigo inmerso. La geografía, para mí, era la espita de la imaginación. Me acuerdo de la lámina de Guinea Ecuatorial (que aún era la provincia de la Guinea española en aquel atlas) y de alguna de mis reflexiones bajo la luz de la bombilla en aquel invierno de 1970. ¿Por qué Polonia era una tierra tan llana? Los lagos de Finlandia, ¿parecerían sobre la tierra como en el mapa, lágrimas de una diosa olvidada? 


 Padrín, el padrino de mi madre y mi bisabuelo, aun no había muerto pero ya no se sentaba a la mesa, por la enfermedad. Mi abuela me pedía las gafas de la bisabuela, yo abría el cajón y se las daba. Ella se las ponía, e inmediatamente, esparcía las alubias sobre la mesa. Mi abuelo, junto a ella, se ponía a escoger alubias, haciendo montones diferentes con las que tenían una herida negra y las que eran blancas como la manteca…….”             
…. “Mientras ellos se afanaban en al tarea, con la radio encendida en espera del parte, yo sacaba el atlas del cajón y lo abría indagando los misterios que proponía”.                                                                                                              Yo quise ser cartógrafo antes que escritor. No quise ser aventurero sino notario de aventuras. Mi naturaleza aventurera es así: prefiero soñar a arriesgarme  a lo desconocido. Además, desde que está soñado el asunto, es más fácil concluirlo en la realidad. Si me metí en la boca del lobo cuántas veces, y el lobo no me devoró, es por la previsión de los sueños. Creo que uno no se puede afrontar la vida con realismo, sin darle primero unas vueltas de sueño, en las tardes perdidas. ……..”
….. “En invierno, a aquellas horas,  tenía la luz enferma de 125 vatios, pero dentro de mí, mecido por el ruido de los platos entrechocando, crecía un árbol luminoso agitado por el viento del mundo. Una noche me levanté de la banqueta y con el atlas fui al cuarto donde padrín se moría despacio. Quería enseñarle el mapa de la “provincia de Oviedo” y en él el consejo de Tineo y en él la aldea de Paniceiros. Él abrió un arcón y me dio una naranja,  que le había recetado el médico y que parecía contener el sol de todos los veranos, y se puso a mirar conmigo la estampa. 
  
–Mira Oviedo, Grao, Tineo, Navelgas, Paniceiros…-le decía yo.                              Volvió a abrir el arcón y rebuscó en él. Sacó una lupa, que había traído de la Argentina, y observó el mapa muy atentamente….

Y el final es…  conmovedor  totalmente conmovedor:
“lo que no veo –dijo- es Casa Manulón. Estaría bien hacerse con un mapa que nos permitiera vernos por la ventana.Estaría bien  ese mapa. Padrín, pero aún no existe.      Llevo toda la vida intentando dibujarlo con tus palabras.


POR QUÉ  Y QUÉ DE “EL  MAPA” ME CONMUEVE.

Para empezar diré que no es la primera vez que escucho a alguien diciendo que durante su infancia del fascinaba viajar  a través de los mapas con su imaginación, por lo cual este relato me llevó inmediatamente al recuerdo querido de los mismos, y a la vez  me apena pensar  que los niños tanto  en el presente como en el futuro,  quizás  ya no necesitan hacerlo,(de hecho no lo hacen) o no de esa manera  tan entrañable que cuenta Xuan Bello, porque  la tecnología y sus nuevos descubrimientos van poco a poco cubriendo con la producción de objetos reales, la brecha por donde la imaginación sirviéndose de las palabras, se entretenía y maravillaba  antes en dibujarlos.  

En ese sentido, hasta la imaginación es capitalizada en esta sociedad actual, ya no se le permite jugar por jugar. Referido a este tema hay otro relato en el libro que se llama  “Inventos de antes”, en el cual el escritor plantea la diferencia entre los inventos o los milagros de la ciencia de antes que a él le producían más asombro, que los de ahora por su carácter como les llama él de “inventos en el sentido asturiano de la palabra, que es el de cosas que servir no servían para nada, sino que tenían una intención estética. Y deja planteada así la diferencia entre ese mundo de antes de la invención y del arte de los cuales no se pretende obtener ninguna  utilidad  directa, y el actual donde  la Ciencia y la tecnología parecen haber tomado el mando y rumbean siempre en la búsqueda de una utilidad en la invención, la búsqueda obsesiva de “lo real” (alude él a los científicos dedicados a acelerar neutrinos, intentando recrear el big bang en miniatura). 

Y manifiesta que  lugar a dudas, llevarán a  cabo ese experimento, ya que no habrá nada en el mundo que lo frene (a mi me vienen a la mente cuando leo esto, todo el tema de la cuestión ética en relación a la Ciencia y la tecnología, donde efectivamente parece que el poder hacer del hombre es ilimitado y la ética como se la ha entendido hasta ahora ya no cuenta)  pues, concluye de manera muy bella :“la Humanidad en ese empeño por descorrer el velo de Isis y ver si detrás hay algo más que la nada relampagueante es el carácter y el destino de los hombres y las mujeres. Ese misterio, el de la curiosidad, por lo menos ya está resuelto”.

 Efectivamente reencontramos  en lo que nos cuenta Xuan Bello “los inventos de antes”, los de un mundo perdido, el que brindaba esa  sensación acogedora , de seguridad y afecto que trasmite en  “El Mapa”, de hogar, de recogimiento y fuerte unión familiar: la familia de antes donde varias generaciones convivían  todos en la misma casa y en los mismos espacios y tiempos aún haciendo cosas diferentes y donde realmente hacían una pausa , un silencio, donde se comunicaban entre sí, hablaban (hoy cada uno aún en los momentos de ocio o descanso  está  en su mundito privado, y más bien acelerado, sobreexcitado muchas veces, con su propia televisión, móvil o  aparato tecnológico y con los sentidos saturados de imágenes, sonidos o más bien ruidos, comidas, bebidas en muchas ocasiones del tipo basura, o lo que sea) , donde se repetían cada noche acciones muy parecidas que determinaban rituales, los cuales cumplían una función muy importante que era la de brindar justamente seguridad y confort ( ya se sabía lo que esperar y cómo se iba a dar lo que se daba), escucha y comunicación , haciendo posible el abandono, la distención y contención, en fin, se daba lugar a un  tiempo y un espacio donde pudiera encontrar reposo el guerrero y recobrar las fuerzas necesarias para al otro día enfrentar las tareas cotidianas de diversa índole.

La manera en que Xuan Bello lo relata me sumergió de lleno en momentos muy similares vividos por mí misma en mi infancia, con las diferencias particulares que obviamente cada caso requiere, especialmente cuando cuenta la tarea de escoger las alubias buenas y separarlas de las malas. Y a mí que hace años que estoy que estoy lejos de mi tierra de origen, me trajo el recuerdo entrañable de mis padres afanados en dicha tarea, y de mí misma que los ayudaba en algunas ocasiones a hacerlo,  rituales similares que trascendían fronteras. Hoy que  dicha tarea ya no se  lleva a  cabo,  se pierde la oportunidad de ocupar ese “tiempo muerto”(que en sí  para nada lo era) para hacer algo tan sencillo, pero tan necesario para el bienestar personal(aunque la ciencia no pueda medir y por tanto determinar el valor de su utilidad, y los dandys de la Economía de Mercado no puedan por eso apropiárselo para lucrar con ello)que es el  estar  (que no es simple, cada vez es más difícil saber hacerlo de veras )los unos con los otros.

Otro aspecto del relato que me emocionó es el referido al tema de la orientación, al principio del mismo, Porque en mi país de origen Uruguay, nosotros también  decimos nortiar: estar desnortiado es una expresión muy usual para decir que se está desorientado, y en ese  sentido agrego que ya desde que vine a vivir a Asturias me sorprendió mucho encontrar muchísimas expresiones y palabras que son utilizadas regularmente allí y que en otros lugares de España no se utilizan(por lo menos yo nunca las escuché viviendo en otros lugares como Benidorm, Alicante  o Mallorca),como por ejemplo puede ser  paisano, que es la que se me ocurre en este momento.

He de decir que cuando recién llegué y escuchaba esas expresiones o palabras que me eran familiares, tuve por primera vez desde que estoy en España la sensación feliz y tranquilizadora  de estar (nuevamente) en casa; de hecho se lo comenté a varias personas en diferentes oportunidades, lo cual no hace sino corroborar que efectivamente, nuestra primera y principal morada es el lenguaje. Mi sorpresa se debió fundamentalmente daba por hecho que la mayor influencia lingüística que tenía Uruguay provenía de Galicia, ya que el número de inmigrantes mayoritario allí es de dicha comunidad.

Para finalizar estos comentarios, he de decir que acabo de tener una especie de epifanía, estoy  emocionada. Fue “El Mapa” quien me eligió, el mapa como aquello que te permite ubicarte, orientarte, algo fundamental  para una inmigrante perdida de ciudad en ciudad que buscaba sin saber que lo hacía ese “un lugar en el mundo” que todos necesitamos encontrar para sentirnos ser aunque sea mínimamente; una migrante desorientada con nostalgia  a veces de su tierra(no solamente de su país, sino de  la infancia, y de la misma vivida como la trasmite este relato), a  la que nortiar y otras palabras o expresiones típicas de acá  le han permitido encontrar su norte. Y aunque   en este mapa imaginario no pueda  verse tampoco mi casa de allá como le sucedía a Padrín con la de Manulón,  lo puedo intentar  redibujar  con estas palabras, pues ya de alguna manera lo  ha dibujado  para mí y sin saberlo, Xuan Bello en este hermoso  relato.


Y  más allá de mí, me pregunto cuál es nuestro norte como sociedad en esta época actual, cómo hacer para encontrar  un norte que permita a la gran mayoría construir un lugar mínimamente protector para poder realmente vivir.

Gracias Xuan, gracias Asturias y asturianos/as.










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