domingo, 28 de junio de 2015

UN ESFUERZO DE POESÍA II. por Anabella Rodríguez.



 “Estar eventualmente inspirados por algo del orden de la   poesía para intervenir en tanto que psicoanalista. Esto es  precisamente hacia lo cual es necesario orientarlos, porque la Lingüística es una ciencia muy mal orientada .                                                                                                                                              (Seminario 24, clase 11)                                     

"Esta técnica exigiría, para enseñarse como para aprenderse, una asimilación profunda de la lengua, especialmente de la que se realiza concretamente en los textos poéticos. Es sabido que tal era el caso de Freud en cuanto a las letras alemanas, en las que se incluye al teatro de Shakespeare por una traducción sin par. Toda su obra da fe de ello, al mismo tiempo que de la asistencia que en ello encuentra constantemente, y no menos en su técnica que en su descubrimiento. Sin prejuicio del apoyo de un conocimiento clásico de los Antiguos,de una iniciación moderna en el folklore y de la  participación interesada en las conquistas del  humanismo contemporáneo en el campo etnográfico".                                                                                 (Jacques Lacan, Écrits.1)


Este trabajo tiene como objetivo central dar cuenta, mediante un caso clínico, de  la propuesta de Lacan de que el psicoanalista en su deseo debe de estar  inspirado por algo del orden de la poesía.

Parto de alguna citas del psicoanalista Alvaro Couso (1). “El inconsciente freudiano está estructurado como un lenguaje y, como tal, incluye un vacío. El sujeto se incluirá en un sistema que genera una realidad extra-linguística que no captura. Cada dicho implica algo in-decible, que queda por fuera de las posibilidades del sistema mismo: "si... (...)... decimos algo de una forma determinada, quedará una parte que, por este mismo decir, se tornará absolutamente irreductible, completamente oscura." 
“Si el  inconsciente no es la llave que permite alcanzar el sentido, sino la razón misma del sin-sentido…. ¿Cómo un decir puede tocar y modificar lo que escapa al decir?” ( hasta acá la cita de este autor )

El analista no es un significante que se agrega para completar el sentido, sino preal que porta la falla del sentido. Es desde el deseo del analista (no desde su saber) que ta interpreta. No busca revelar un sentido oculto, sino los significantes que determinan un sujeto sujetado a un goce. No articula un saber sobre la verdad, actualiza la verdad de todo saber (que no hay saber completo).


“Pero que la inspiración sea del orden de la poesía, no quiere decir que tenemos algo bello que decir! ¡Algo inspirado! La poesía tiene, a diferencia de la novela, por ejemplo que se resiste a la traducción- interpretación. La trama no importa mucho, lo que importa es el sonido de los fonemas que tintinean allí. Con la poesía, más que con ninguna otra forma de escritura, ocurre que el sentido viene después de varias lecturas y en cualquier momento. La poesía es una de esas dimensiones del decir en la que la interpretación se apoya. La interpretación en esa orientación es apofántica (2). No se corresponde a lo modal en la que se apoya la demanda”(3)

“Es necesario que el sujeto pueda partir como objeto (al menos en el caso de la neurosis) y recorra las vueltas necesarias de la demanda y el deseo para encontrarse él mismo en el punto de partida, pero ahora, como sujeto. Este efecto delay de la interpretación, sólo puede producirse si se trata de una enunciación que opera sin enunciado a modo de un enigma o de un enunciado, una cita. Entre el enigma y la cita, opera el despertar, al caer la ficha de una interpretación que está en suspenso. La interpretación que fulmina el síntoma opera en hacerse oír en aquello que se escucha y en hacerse mirar en aquello que se ve” (3)

El decir, crea un mundo, no porque las palabras nombren las cosas, sino que las palabras las crean. La interpretación ilumina la división subjetiva afirma J. Lacan en su escrito “Posición del inconsciente” y en “L’ Etourdit”. Refuerza el asunto al afirmar que el ser se realiza señaladamente. El ser no es anterior al decir, el decir crea al ser retroactivamente cuando se muestra.


¿En la realidad sexual del inconsciente la orientación no es a lo Real, a lo inasimilable en el campo del sentido? Esa orientación nos lleva a obviar lo que se devela como interpretación del sentido, aunque esa interpretación la realice el inconsciente a través de su formación. Esa interpretación sólo amplía el sentido. lo Real del inconsciente, que S. Freud mismo definió como represión primaria. Es un límite de la interpretación, que debemos respetar como límite.

La analizante:


Se trataba de una niña que llamaremos N. que en el momento en que comenzó su tratamiento psicoanalítico tenía seis años. Era la menor de tres hermanas. Las otras dos tenían siete y  nueve años. Los síntomas por lo que los padres acudieron a la consulta eran varios: “que N. era una niña “impenetrable”, era sumamente “callada y cerrada “nunca se sabía que necesitaba  ni que quería, era casi como un objeto que podía ser trasladado a diferentes lugares y situaciones sin manifestar acuerdo o desacuerdo, comportamiento que al decir de la madre fundamentalmente (ya que el padre era al igual que N. bastante callado y cerrado , lo cual pude corroborar efectivamente en las   entrevistas que mantenía con ellos), contrastaba notoriamente con el de sus hermanas. Además, la madre sospechaba si tendría un problema de sordera porque a veces le hablaba y parecía no darse por enterada. La niña presentaba también dificultades en al lecto- escritura y en matemáticas, no aprendía a leer, y había sido diagnosticada por una psicopedagoga de dislexia. Pero había dos síntomas y fundamentalmente el primero que era el que había precipitado la consulta, que preocupaban mucho a la madre: el hecho de que N. se masturbara de manera asidua donde estuviera, haciéndolo también delante  de todos, y que permanentemente estaba succionándose el pulgar.
De la historia de N. diré que al preguntarle a su madre cómo había sido el nacimiento de N., ella me contesta riéndose: ¿te refieres a si fue deseada y eso? Pues sí, fue una niña muy deseada, como las otras. Lo que sucede es que yo la tuve muy seguida de A.,  hermana que le sigue en edad a N. y quizás no pude prestarle toda la atención que ella necesitaba.

En este punto he de decir que yo contaba con algo de información previa respecto a esta niña, ya que la misma había concurrido a los dos años y medio  a un taller artístico donde yo había estado trabajando con otra colega,  y recordaba  que N. era una niña de mirada triste, “un bebé  replegado sobre sí mismo”, temerosa, que efectivamente durante todas las horas del taller se succionaba el pulgar, no se interesaba por los juegos ni propuestas, salvo si  la otra colega o yo la tomábamos en brazos ( de hecho estábamos todo el tiempo con ella en brazos, y cada vez que la dejábamos para hacer algo, se prendía a nuestra ropa y lloraba desconsoladamente).Este prenderse a las personas adultas lo observaba también cada vez que era traída al taller: no quería quedarse, lloraba y se prendía a su madre, y si bien en alguna oportunidad se le dijo que quizás era mejor que no la trajera, porque ella no la pasaba bien acá, igualmente era dejada por su madre en ese estado, y  una de nosotras hacía el relevo y estaba con ella prendida durante las actividades. Así sí se calmaba y lograba participar “de forma un tanto mecánica”, repetitiva y sin placer e implicación en lo que hacía, y nunca sonreía, ni respondía a manifestaciones de afecto. Efectivamente se percibía una frialdad impenetrable que contrastaba desmesuradamente con sus comportamientos de reclamo del Otro que eran un llamado desesperado al afecto.

En la primera entrevista con N. ella entra al consultorio y no me mira a los ojos en casi toda la sesión, su mirada es un tanto rara, como vacía y extraviada, pero escucha lo que le digo porque responde con acciones. Le pregunto si sabe porque sus padres la traen acá,  a lo cual obviamente no contesta, pero yo se lo explico la preocupación de sus padres en relación a sus síntomas (obviamente de manera concreta, no uso la palabra síntoma para nada), y le digo que trataremos de entender por qué  le sucede todo esto,  para poder ayudarla. Para poder hacer eso,  ella puede hablar de lo que quiera y jugar, dibujar, escribir , pintar, y le presento una caja de juegos (en la que hay también folios , lápices y rotuladores, acuarelas) diciéndole que estos juguetes son solo para ella, que cuando termine cada encuentro yo los guardaré hasta el siguiente.

Ella evitando mi mirada todo el tiempo, (mira para bajo)y está seria, y muy quieta, un poco petrificada diría yo, en su silla durante mucho tiempo, yo le pregunto si quiere que la ayude a mirar … que hay en la caja de juguetes y como no responde, empiezo a sacar algunos juguetes de la misma. Ella entonces comienza también a sacarlos, y lo que hace es simplemente eso, sacarlos y ponerlos sobre el escritorio y volverlos a  poner en la caja. Hasta que toma un libro de “La bella durmiente” y durante un tiempo prolongado pasa sus hojas de adelante para atrás varias veces. Le pregunto entonces, si  conoce ese cuento, si quiere que se lo lea. No me dice nada y continúa pasando las hojas del libro, hasta que yo le digo: me parece que acá, la bella durmiente eres tú. Ahí sonríe, y por primera vez me mira por cuestión de segundos. Doy por finalizada la sesión.

En la siguiente sesión ya la veo diferente, aunque sigue callada, entra con más determinación al consultorio y saca juguetes aunque no juega, solamente los  saca de la caja y los vuelve a poner en la misma.

De esta sesión destacaré solamente lo central que es que saca de su bolsillo una pelotita y la estruja entre sus manos, la pone sobre la mesa y luego con un rotulador la pinta y la pasa sobre una hoja  de papel en el que quedan marcas entrecortadas. Como hace eso durante bastante tiempo, sin hablar y a  mí se me presenta la idea de la metonimia, el desplazamiento del objeto a través del significante que deja huellas, el rastro del objeto perdido,  arriesgo decirle: ¿qué son?, ¿marquitas? Estás haciendo marquitas. (“Estás a- siendo marquitas”, donde la única manera de ser sujeto, es siendo marcado por el significante, lo que implica la entrada del sujeto en el lenguaje, su división  y la separación del objeto a como resto perdido de dicha operación, se es solamente en relación a ese objeto perdido, solo recuperable a través de sus huellas)
Al decirle esto, deja de hacerlo y pasa a otra cosa.

Estas marquitas articularan todo el trabajo posterior ya que consistió fundamentalmente en promover la marca significante del Otro, el s1nombre del goce,  extraíble sin conexión con la cadena  (marca rasgo unario), a través de  juegos centrados en dar muerte a la cosa(real) para poder inaugurar el proceso de simbolización (juegos del manchado=excluido, hacer que haya un “óbito” como ella misma lo nombró ),juegos donde  la presencia y ausencia del objeto  fue lo central:  esconder objetos y buscarlos, dar pistas para poder encontrarlos, ordenarlos , clasificarlos según características determinadas.etc., esconderse ella o yo, a medida que avanzaba la cura.                           
 Respecto a la leco-escritura y las matemáticas he de decir que la escritura de N. daba cuenta de la ausencia de separación (castración): era una masa amorfa,  y si bien escribía las letras no sabía diferenciarlas, escribía todo, junto adjuntando letras sin ton ni son en largas cadenas , sin separación entre las palabras y mal, unía cualquier letra con cualquier otra y me decía que ahí decía algo que en realidad no decía, por lo cual no se trataba de una confusión de letras o cambio de unas por otras, lo que  dejaba el diagnóstico de dislexia realizado por la psicopedagoga sin sentido.( Me pregunto si la dislexia no puede ser entendida desde el psicoanálisis como un accidente en la simbolización, en este caso, confundir letras, b con d o o m(mamá) con p(papá) como era el caso, estaría dando cuenta de la confusión entre el sujeto y el objeto, si no hay la castración como operación inaugural de la relación del sujeto al Otro del lenguaje, el sujeto no puede establecer ninguna otra diferencia a nivel simbólico; en lo real y concreto ve que los objetos son diferentes, pero es una diferencia sustentada sobre todo a nivel  imaginario.  

Poder operar con letras y números requiere de una diferencia captada a nivel del significante, donde importa tanto el eje diacrónico como sincrónico del lenguaje  (es cuestión  de metáfora, no basta la metonimia),  sustituir una letras por otras, y que con ello digan algo diferente requiere que algo falte, que haya agujero. En este sentido, muchos de los juegos que hicimos durante bastante tiempo, eran de agrupar objetos por sus nombres buscando las similitudes y las diferencias  o lo que tenían en común o las relaciones que podían establecerse entre ellas( por ejemplo relacionados casa ,techo, ventana  y no con avión )o ver que palabras se podían formar a partir de una palabra dada con las mismas letras: casa, saco, caso por ejemplo. 

Se trataba de que N. no había sido aún marcada aún por el significante por lo que ella no diferenciaba a sí misma del afuera (objeto de sujeto), por lo  tanto tampoco diferenciaba letras. Lo mismo le sucedía con los números, era capaz de escribirlos pero no tenía ni idea de que significaban ni de poder operar con ellos. De este estar fuera del lenguaje daba cuenta también el hablarme en varias sesiones en una lengua inventada y obligarme a repetirle que yo no la entendía, que si era inventada por ella, solo ella la podía entender, a lo cual respondía riéndose y continuando con ello, con clara intención de burla. Obvio no era de mí que se burlaba en la Transferencia (aunque sí), ¿acaso lo hacía del lenguaje convencional que yo representaba? Me hacía experimentar la impotencia y la angustia de no entender ni poderme comunicar, que eran suyas y me hacía saber que hay un estar fuera del Lenguaje , que eso le sucedía a ella.
A los efectos de la interpretación analítica que es el tema que me ocupa en esta ocasión, he de decir que hay una intervención que toca lo real , que realiza una inauguración del sujeto y su falta.

En varias  sesiones N. me habla de cuentas, hace cuentas mal hechas obviamente, y riéndose me dice: las cuentas Maravillosas, todas mal hechas, otra vez las cuentas, etc. Yo  me pregunto: a qué cuentas se estará refiriendo, que quiere decir con ello. 

Pienso: la madre hizo mal las cuentas, ella siente que para su madre no cuenta, su madre no la tiene en cuenta, las otras hermanas si cuentan, ¿será algo de eso? No obstante no digo nada, si bien conscientemente no sé porque lo hago, ahora cuando escribo esto supongo que porque inconscientemente se que esta interpretación es de orden imaginario( y si lo sé es porque ese saber lo adquirí en mi propio análisis, no hay otra manera de saberlo y apropiárselo).Sigo escuchando hasta que un día habla de nuevo del tema de las maravillosas cuentas, y ahí sí  me sorprendo a mi misma diciéndole: 

“¡Ahh! pero si tu madre es contadora” (Contador Público es una profesión  de la rama  Ciencias Económicas), lo cual yo no  había recordado hasta ese momento, “¿se tratará de que tu madre cuente?” e impactada yo misma por haber  dicho algo sin saber lo que había dicho en lo que decía, pero con la sensación de que era fundamental, corto la sesión.

Interpretación poética, produce efecto sobre el sujeto, sobre lo real, el cuerpo como veremos, pero no puede traducirse en términos de sentido, no hay algunos/s plausible/s de ser privilegiado/s que haya/n sido el o los  que opera/n este corte que la misma producirá, es precisamente esta manera de decir a medias la que le hace tener efectos en lo real.

Al irse N.,  me quedo pensando  por qué le dije eso, si en realidad lo que yo pensaba era que ella, la propia N. era quien no contaba para su madre,  pero no dije eso. Es que precisamente la interpretación está determinada por el inconsciente y el deseo del analista. El analista es parte del inconsciente del sujeto y por eso la interpretación tendrá efectos de verdad sobre el sujeto del inconsciente y por eso el analista no sabe lo que dice y no sabe de antemano  si esa interpretación tendrá efectos de verdad subjetiva.

En el caso de N. efectivamente los tuvo: a la sesión siguiente la madre entra radiante, sonriendo y le dice a N.; ¿le vamos a contar  a Anabella la gran novedad, el gran cambio? N. se sonríe (a esta altura del tratamiento ya me mira y juega). Continúa la madre: es que desde el otro día que salió de acá dejó de chuparse el dedo y de masturbarse. A partir de ahí empiezan también a sucederse cambios en el tratamiento en relación a la lecto- escritura y las operaciones matemáticas. Primero que nada empieza a poder diferenciar las letras, las escribe en a pizarra durante muchas  sesiones y va reconociéndolas y lo mismo hace con los números, al poco tiempo empieza a escribir y durante muchas sesiones jugamos a contar cuentos , lo cual ella no podía hacer pues si las letras son u pegote indiscriminado le era antes imposible contar ya sea con letras o con números.

Así mi intervención acerca de que si “se tratará de que tu madre cuente” que haga bien las cuentas del sujeto, le  reordena: entrar en la cuenta del Otro, si hay un S1 hay un S2, y el sujeto pasa a estar representado a partir de su ausencia en la cadena significante, el significante le representa para otro significante. Así se ordenan las cuentas: el sujeto cuenta para el Otro, puede contar historias y cifras, números. Mi intervención instituye esa madre Otro que cuenta, y por eso además hay separación del goce autoerótico: ya no necesita estar satisfaciendo la pulsión en su propio cuerpo: succión del pulgar y masturbación con tintes compulsivos, en función de darse unidad y sostén narcisista imaginario- real de tipo autista, empieza sostenerse, poder sostener su narcisismo en el significante, hay una marca que es corte, separación que posibilita un ir y venir: unir, juntar y separarar/se . y hablar, decir, pedir, estar en desacuerdo con el Otro. 

En “Posición del inconsciente”  Lacan destaca una articulación etimológica: indica que el deslizamiento deseparere (separar) a se parere (engendrarse a sí mismo) se funda en su "común aparejamiento en la función de la pars" , de la parte, alusión al objeto a como objeto parcial, parte no integrable a un todo - "La parte no es el todo […] nada tiene que ver con el todo". Prosigue Lacan: "Aquí, es de la partición de ésta de donde el sujeto procede a su parto". Vale decir que transita de su división a su engendramiento del objeto como causa, de esto se trata en la separación. (Lacan, J. (1964): "Posición del inconsciente". En Escritos 2, op. cit., pág. 802)



(1) Couso Osvaldo M.,”La interpretación psicoanalítica: de pasión significante a inspiración poética”.
(2) Lacan, J., “L’Etourdit”, en: Escansión 1. Paidós, Buenos Aires, 1984.
(3) Como orientarse en la realidad. Carlos Quiroga (red de psicoananlistas.com)


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